

Si el primer disco homónimo de la banda de Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, marcó el hito fundacional del Heavy Metal, el segundo, “Paranoid”, lanzado en 1970, ya hubiera alcanzado para convertirlos en leyendas, así hubiese sido el último que hicieran.
Si bien los ocho temas que lo componen son joyas, clásicos como “War Pigs”, “Paranoid”, “Iron Man” y “Electric Funeral” representan cimas en el paisaje de la música pesada de ayer, hoy y siempre. La melancólica “Planet Caravan”, “Hand of Doom”, “Rat Salad” (instrumental) y “Fairies Wear Boots” completan la lista de temas.
Todo el mundo sabe que el título original del álbum iba a ser “War Pigs” pero la discográfica Warner presionó a la banda para modificarlo, ya que podía caer mal en el mercado estadounidense, país caracterizado por el belicismo de su política exterior. Consideremos también que corrían tiempos de guerra en Vietnam. A su vez, se dice que “War Pigs”, de alguna manera, fue una derivación de “Walpurgis” (término asociado a la brujería), una idea de Butler que, obviamente, resultaba demasiado “satánica” para el mismo mercado de una nación que, además de belicista, es puritana.
También se comenta que, precisamente el tema “Paranoid”, habría surgido de una improvisación de Butler, casi en plan de hacer una canción de relleno para completar el disco. En cualquier caso, terminó convirtiéndose en una de las composiciones más icónicas en cuanto a las características del Heavy Metal como género musical. Junto con “Iron Man”, fue uno de los temas lanzados con video clip para su difusión.
Producido por Rodger Bain, con una duración de poco más de 42 minutos, se trata de un álbum de culto que, además, porta los laureles de haber sido el más vendido en la discografía de la banda inglesa y haber alcanzado el mejor posicionamiento en los rankings internacionales. Por otro lado, es una de las obras con la mayor crítica social en el conjunto de lo realizado por el mítico grupo.
El disco está atravesado por las angustias existenciales que generan las guerras, el miedo a la locura, las constantes amenazas que se proyectan como sombras sobre el mundo entero, los fanatismos ideológicos, la necesidad de evasión que muchas veces resulta inevitable, pero no deja de acarrear el riesgo de la alienación. El consumo de drogas, por supuesto, aparece en este sentido.
La portada del álbum muestra a un hombre que podríamos considerar disfrazado, usando un casco y llevando escudo y espada. La fotografía pretendía ofrecer una mirada de esos “cerdos de la guerra” que Black Sabbath denunciaba en el disco. Sin embargo, la obligación de cambiar el título del álbum hizo que, en todo caso, tengamos que ver en esa imagen a un hombre paranoico, si queremos encontrarle sentido.
Lo cierto es que, cinco décadas más tarde, cabe preguntarnos si realmente cambió algo en el mundo en cuanto a los males que esta obra maestra buscaba exorcizar. Sigue habiendo guerras, fanáticos peligrosos (el supremacismo blanco, por dar un ejemplo), catástrofes ambientales, y actualmente hasta una pandemia de alcance global, con lo que, podemos afirmar, sobran motivos para la paranoia. No obstante, es mucho mejor disfrutar del disco antes que salir corriendo con casco, espada y escudo.


Si el primer disco homónimo de la banda de Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward, marcó el hito fundacional del Heavy Metal, el segundo, “Paranoid”, lanzado en 1970, ya hubiera alcanzado para convertirlos en leyendas, así hubiese sido el último que hicieran.
Si bien los ocho temas que lo componen son joyas, clásicos como “War Pigs”, “Paranoid”, “Iron Man” y “Electric Funeral” representan cimas en el paisaje de la música pesada de ayer, hoy y siempre. La melancólica “Planet Caravan”, “Hand of Doom”, “Rat Salad” (instrumental) y “Fairies Wear Boots” completan la lista de temas.
Todo el mundo sabe que el título original del álbum iba a ser “War Pigs” pero la discográfica Warner presionó a la banda para modificarlo, ya que podía caer mal en el mercado estadounidense, país caracterizado por el belicismo de su política exterior. Consideremos también que corrían tiempos de guerra en Vietnam. A su vez, se dice que “War Pigs”, de alguna manera, fue una derivación de “Walpurgis” (término asociado a la brujería), una idea de Butler que, obviamente, resultaba demasiado “satánica” para el mismo mercado de una nación que, además de belicista, es puritana.
También se comenta que, precisamente el tema “Paranoid”, habría surgido de una improvisación de Butler, casi en plan de hacer una canción de relleno para completar el disco. En cualquier caso, terminó convirtiéndose en una de las composiciones más icónicas en cuanto a las características del Heavy Metal como género musical. Junto con “Iron Man”, fue uno de los temas lanzados con video clip para su difusión.
Producido por Rodger Bain, con una duración de poco más de 42 minutos, se trata de un álbum de culto que, además, porta los laureles de haber sido el más vendido en la discografía de la banda inglesa y haber alcanzado el mejor posicionamiento en los rankings internacionales. Por otro lado, es una de las obras con la mayor crítica social en el conjunto de lo realizado por el mítico grupo.
El disco está atravesado por las angustias existenciales que generan las guerras, el miedo a la locura, las constantes amenazas que se proyectan como sombras sobre el mundo entero, los fanatismos ideológicos, la necesidad de evasión que muchas veces resulta inevitable, pero no deja de acarrear el riesgo de la alienación. El consumo de drogas, por supuesto, aparece en este sentido.
La portada del álbum muestra a un hombre que podríamos considerar disfrazado, usando un casco y llevando escudo y espada. La fotografía pretendía ofrecer una mirada de esos “cerdos de la guerra” que Black Sabbath denunciaba en el disco. Sin embargo, la obligación de cambiar el título del álbum hizo que, en todo caso, tengamos que ver en esa imagen a un hombre paranoico, si queremos encontrarle sentido.
Lo cierto es que, cinco décadas más tarde, cabe preguntarnos si realmente cambió algo en el mundo en cuanto a los males que esta obra maestra buscaba exorcizar. Sigue habiendo guerras, fanáticos peligrosos (el supremacismo blanco, por dar un ejemplo), catástrofes ambientales, y actualmente hasta una pandemia de alcance global, con lo que, podemos afirmar, sobran motivos para la paranoia. No obstante, es mucho mejor disfrutar del disco antes que salir corriendo con casco, espada y escudo.