


En 1998 Refused, una joven banda de la ciudad de Umeå en el norte de Suecia, editó un álbum llamado The Shape of Punk to Come. Refused no eran nuevos en materia de andar referenciando otras obras en los títulos de sus lanzamientos: su álbum anterior Songs To Fan The Flames of Discontent tomaba su nombre del Little Red Songbook, el compilado de canciones de la organización Internacional Workers of the World, aludiendo a las ideas socialistas de la banda. Pero con este nuevo álbum las cosas era bastante diferentes: uno no anuncia que su nuevo lanzamiento va a cambiar la manera de hacer todo un género musical si no está 110% seguro de que lo que acaba de grabar es una bomba, de la misma manera que en 1959 el productor Nesuhi Ertegun sugiriera The Shape of Jazz to Come como título de las improvisaciones erráticas y caóticas que el saxofonista Ornette Coleman y su banda habían grabado.
Y durante un tiempo parecía que estos suecos habían apuntado demasiado alto, porque su tercer álbum sería un fracaso tanto de crítica como de ventas: no creo que alguien familiarizado con los trabajos anteriores de la banda, más cercanos al hardcore clásico con alguna que otra influencia metálica, esperara escuchar lo que era básicamente una clase sobre los fracasos del capitalismo comunicada a través de gritos, susurros y partes directamente habladas y todo esto acompañado por una mezcla extraña de punk, jazz, electrónica y samples. El hecho de que los mismo Refused se separaran casi al mismo tiempo de la salida del álbum, apenas pudiendo completar la primera mitad de una gira por EEUU que se canceló luego de que su concierto en el estado de Virginia fuera interrumpido por una intervención policiaca, y que lo anunciaran a través de un comunicado a través del sitio web de su sello Burning Heart Records donde hacían referencia tanto a filósofos franceses como Michel Foucault y Guy Debord como al grupo chileno de música de protesta Quilapayún, sólo agregó a la mística y al mito detrás de la banda. Y encima, lo titularon de una manera bastante clara y directa: “Refused Are Fucking Dead”.
Pero después de poco más de década y media de centrarse en otros proyectos, siendo el más popular el del cantante Dennis Lyxzén con sus The (International) Noise Conspiracy, en 2012 Refused tuvieron una vuelta temporal como parte del festival Coachella, oficializando la vuelta definitiva en 2014. Y ahora el contexto era bastante diferente para los suecos, porque el tiempo parecía haber dado la razón a Refused: The Shape of Punk to Come se había convertido en la clase de álbum de culto que diez personas escuchan un millón de veces, y su estatus comparado con la respuesta fría original no había hecho más que crecer.
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La admiración por el álbum no será un sentimiento realmente universal, y no es complicado encontrar artículos tachando al disco de “sobrevalorado” o de ser “una mala copia de lo hecho por The Nation of Ulysses” (otra banda que mezclaba hardcore con elementos de jazz y letras extremadamente políticas durante los noventas) o que las ideas políticas de la banda están más cercanas a un “socialismo champagne” (o “hippies con OSDE”, para usar un término argentino) que a un compromiso sincero, como suele pasar con bandas de ideas similares como Rage Against The Machine y el conflicto con decir que “la revolución no será televisada”, pero cuando gente tan dispar como Anthrax, Caliban y Paramore hace covers o referencia tus canciones, sabés que hiciste algo bien. Claramente no cambió la manera de hacer punk en general, porque seguimos teniendo grupos de punk callejero de tres acordes furiosos, pero gran parte del post hardcore del nuevo milenio puede trazar la mezcla de melodía, brutalidad y toques electrónicos al tercer álbum de los suecos.
En estos trece años desde su vuelta, Refused editaron dos álbumes. ¿Cómo les ha ido? Digamos que The Shape of Punk to Come parece haber dejado la vara demasiado alta y no han tenido la recepción calurosa que fue acumulando aquel álbum, e incluso diría que lo mejor recibido de su segunda etapa fueron las canciones grabadas para la banda sonora de Cyberpunk 2077, donde interpretaron el papel de la banda Samurai, pero viendo los videos en vivo queda claro que Refused son un espectáculo tremendo arriba del escenario. Es por eso que causa tanta pena que la primera vez que los pudimos tener girando por Sudamérica fuera como parte de la gira Refused Are Fucking Dead (and This TIme They Really Mean It): exacto, esta sería la primera y única vez que podríamos ver a Refused por estos lares. Así que las expectativas eran altas, y esperábamos que estas últimas presentaciones no tuvieran la intervención policiaca de su última gira original.
Aquel 1ro de noviembre me acerqué al Groove de Palermo para poder asistir a la que prometía ser una fecha histórica. Pero las 250 horas acumuladas de jugar Balatro me deben haber afectado directamente, porque cuando llegué al recinto cerca de la Rural no vi ni un alma esperando afuera del lugar, y con una búsqueda rápida me di cuenta de que no había leído la última actualización sobre el concierto donde se anunciaba que se había trasladado el evento a Uniclub. Así que me tomé el 29 lo más rápido posible y me dirigí a Guardia Vieja 3360, donde la fila de gente ahora sí era visible. Ya para ese momento me había perdido la actuación de los teloneros Miserere: tener a una banda de hardcore callejero abriendo para algo tan “intelectual” como Refused puede sonar extraño, pero es una combinación divertida que me lastima no haber podido ver y que compensaré lo antes posible.
Lo que sí pude ver en Uniclub es que el lugar estaría repleto: la fecha se habrá pasado a un recinto más chico por un tema de venta de entradas, pero estaba claro que sería de las fechas más convocantes que haya visto en ese lugar, al nivel de las de Discharge y Obituary que había tenido en otras ocasiones. El público era un punto medio entre punks, metaleros y la gente que se reúne en la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras, con muchos anteojos y barbas por todos lados. Mientras tanto, pudimos ver la prueba de sonido llevada a cabo por el equipo de Refused, con una prominente bandera palestina puesta encima del parlante del bajista Magnus Flagge.
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A las 21:00 y sin mucha ceremonia de por medio, tuvimos la salida al escenario de los miembros de Refused, todos ellos vestidos con ropa de calle (nota aparte para la remera de Accept del baterista David Sandström) con excepción de Lyxzén, con su combo característico y particular de camisa y pantalón de vestir con saco. Y si se preguntan por qué de repente esto se volvió una nota sobre ropa, es porque el mismo Lyxzén lo señalaría en un par de ocasiones.
Refused arrancaron el set con “Poetry Written In Gasoline”, canción de su primera época pero que no tocaron en vivo hasta esta gira, por lo que no sorprende que la primera reacción del público fuera un tanto tibia, aunque las cosas de verdad explotaron inmediatamente después con el comienzo de “The Shape of Punk to Come”, el tema título de su álbum emblemático. Fue ahí donde pudimos sentir el fervor de la gente, con un pogo asesino en el medio de Uniclub que siguió con al siguiente “The Refused Party Program”, otra pequeña bomba hardcore.
Desde un inicio pudimos notar que el sonido de Refused era claro y directo: durante el viaje me había preocupado porque no había llevado los protectores para los oídos, así que fue un alivio escuchar a una banda que podía sonar poderosa sin que uno saliera del lugar con los oídos zumbando y un poco menos de audición. Con excepción de la guitarra de Kristofer Steen, quien tuvo un par de problemas con la conexión del instrumento que incluso llevó a que se tuviera que reiniciar una canción, todo el resto de la banda sonó de 10, algo que se extendió también a las voces de Lyxzén. Esto llamaba la atención porque Lyxzén gusta de someter a su pobre micrófono blanco, verde y rojo a constantes malabares y atrapadas en el aire como parte de su actuación, por lo que sorprendía que se mantuviera perfectamente durante todo el set.
Hablando de Lyxzén, tras esa seguidilla de canciones tuvimos uno de sus característicos discursos, en este caso destacando que a la banda le hubiera tomado 35 años llegar a ese lugar y de ahí señalando que el mundo es un lugar de mierda en estos momentos con lo que es en estos días el panorama político, con la gente respondiendo con un clamor colectivo de “¡Milei! ¡Basura! ¡Vos sos la dictadura!”, con el cantante bromeando que la gente debería hacer los discursos entre canciones y listo. Sí, fueron casi tres minutos de ello, pero nadie puede quejarse de la manera que todo se fue acumulando hasta el comienzo de “Blood Red”, una de sus últimos discos que tuvo un recibimiento muy bueno para ser, justamente, de sus últimos discos no tan bien recibidos. Seguida por el clásico “Liberation Frequency”, hablamos de uno de los mejores momentos de la noche.
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La fecha de Refused en Uniclub siguió por ese camino, con Lyxzén demostrando a cada momento esa mezcla de rockstar y activista político mientras la banda sonaba milimétricamente precisa, haciéndome recordar algo que había leído sobre los productores de música pop suecos siendo tan populares porque habían llevado el arte de crearlas a una precisión matemática nunca antes vista, algo donde no me sorprendería que se haya trasladado a otros estilos más extremos (no por nada Meshuggah salieron de ahí, obviamente). En “The Deadly Rhythm” tuvimos un momento asesino cuando metieron parte del inicio de “Raining Blood” de Slayer, o la manera en la que Lyxzén, además de agradecer directamente a Miserere, contó que cuando formaron Refused querían hacer hardcore vieja escuela “pero entonces se pusieron pretenciosos y sus camisas se pusieron así”, señalando la camisa violeta, antes de arrancar con “Circle Pit”.
Con el sonido en su punto justo, las luces cambiando sincronizadas con la música y la banda sonando perfecta, no tengo problema en decir que el de Refused debe haber sido uno de los mejores conciertos del año. “De esta gira este es el concierto más pequeño que hemos dado, ¡y también debe ser el más loco”, así lo describió Lyxzén en su momento, con la gente subiéndose al escenario y tirándose de vuelta al público, en algunos casos agregando el ingrediente de lanzarse haciendo una vuelta carnero u otra maniobra más. Para los bises del final, los suecos dejaron al seguidilla de “It’s Not OK…”, “Coup d’état” y “REV001”, mostrando que lo bueno de Refused va más allá de ese disco legendario y cerrando así la que prometieron que sería su única presentación por estas tierras.
No hay mucho para agregar a lo ya dicho, encima considerando que me extendí más de lo que esperaba. Dejando de lado las discusiones sobre “autenticidad”, “compromiso” y demás cosas que siempre se dan alrededor de los músicos con tintes políticos-revolucionarios, el espectáculo que fue ver a Refused es innegable, encima agregando la idea de que esta sea de las últimas veces que se los vaya a ver arriba del escenario. Refused están muertos, larga vida a Refused.
Foto de Portada Refused en madrid: Monro.vs
Etiquetas: argentina, Hardcore Punk, Miserere, Post Hardcore, Punk Rock, refused, Suecia



En 1998 Refused, una joven banda de la ciudad de Umeå en el norte de Suecia, editó un álbum llamado The Shape of Punk to Come. Refused no eran nuevos en materia de andar referenciando otras obras en los títulos de sus lanzamientos: su álbum anterior Songs To Fan The Flames of Discontent tomaba su nombre del Little Red Songbook, el compilado de canciones de la organización Internacional Workers of the World, aludiendo a las ideas socialistas de la banda. Pero con este nuevo álbum las cosas era bastante diferentes: uno no anuncia que su nuevo lanzamiento va a cambiar la manera de hacer todo un género musical si no está 110% seguro de que lo que acaba de grabar es una bomba, de la misma manera que en 1959 el productor Nesuhi Ertegun sugiriera The Shape of Jazz to Come como título de las improvisaciones erráticas y caóticas que el saxofonista Ornette Coleman y su banda habían grabado.
Y durante un tiempo parecía que estos suecos habían apuntado demasiado alto, porque su tercer álbum sería un fracaso tanto de crítica como de ventas: no creo que alguien familiarizado con los trabajos anteriores de la banda, más cercanos al hardcore clásico con alguna que otra influencia metálica, esperara escuchar lo que era básicamente una clase sobre los fracasos del capitalismo comunicada a través de gritos, susurros y partes directamente habladas y todo esto acompañado por una mezcla extraña de punk, jazz, electrónica y samples. El hecho de que los mismo Refused se separaran casi al mismo tiempo de la salida del álbum, apenas pudiendo completar la primera mitad de una gira por EEUU que se canceló luego de que su concierto en el estado de Virginia fuera interrumpido por una intervención policiaca, y que lo anunciaran a través de un comunicado a través del sitio web de su sello Burning Heart Records donde hacían referencia tanto a filósofos franceses como Michel Foucault y Guy Debord como al grupo chileno de música de protesta Quilapayún, sólo agregó a la mística y al mito detrás de la banda. Y encima, lo titularon de una manera bastante clara y directa: “Refused Are Fucking Dead”.
Pero después de poco más de década y media de centrarse en otros proyectos, siendo el más popular el del cantante Dennis Lyxzén con sus The (International) Noise Conspiracy, en 2012 Refused tuvieron una vuelta temporal como parte del festival Coachella, oficializando la vuelta definitiva en 2014. Y ahora el contexto era bastante diferente para los suecos, porque el tiempo parecía haber dado la razón a Refused: The Shape of Punk to Come se había convertido en la clase de álbum de culto que diez personas escuchan un millón de veces, y su estatus comparado con la respuesta fría original no había hecho más que crecer.
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La admiración por el álbum no será un sentimiento realmente universal, y no es complicado encontrar artículos tachando al disco de “sobrevalorado” o de ser “una mala copia de lo hecho por The Nation of Ulysses” (otra banda que mezclaba hardcore con elementos de jazz y letras extremadamente políticas durante los noventas) o que las ideas políticas de la banda están más cercanas a un “socialismo champagne” (o “hippies con OSDE”, para usar un término argentino) que a un compromiso sincero, como suele pasar con bandas de ideas similares como Rage Against The Machine y el conflicto con decir que “la revolución no será televisada”, pero cuando gente tan dispar como Anthrax, Caliban y Paramore hace covers o referencia tus canciones, sabés que hiciste algo bien. Claramente no cambió la manera de hacer punk en general, porque seguimos teniendo grupos de punk callejero de tres acordes furiosos, pero gran parte del post hardcore del nuevo milenio puede trazar la mezcla de melodía, brutalidad y toques electrónicos al tercer álbum de los suecos.
En estos trece años desde su vuelta, Refused editaron dos álbumes. ¿Cómo les ha ido? Digamos que The Shape of Punk to Come parece haber dejado la vara demasiado alta y no han tenido la recepción calurosa que fue acumulando aquel álbum, e incluso diría que lo mejor recibido de su segunda etapa fueron las canciones grabadas para la banda sonora de Cyberpunk 2077, donde interpretaron el papel de la banda Samurai, pero viendo los videos en vivo queda claro que Refused son un espectáculo tremendo arriba del escenario. Es por eso que causa tanta pena que la primera vez que los pudimos tener girando por Sudamérica fuera como parte de la gira Refused Are Fucking Dead (and This TIme They Really Mean It): exacto, esta sería la primera y única vez que podríamos ver a Refused por estos lares. Así que las expectativas eran altas, y esperábamos que estas últimas presentaciones no tuvieran la intervención policiaca de su última gira original.
Aquel 1ro de noviembre me acerqué al Groove de Palermo para poder asistir a la que prometía ser una fecha histórica. Pero las 250 horas acumuladas de jugar Balatro me deben haber afectado directamente, porque cuando llegué al recinto cerca de la Rural no vi ni un alma esperando afuera del lugar, y con una búsqueda rápida me di cuenta de que no había leído la última actualización sobre el concierto donde se anunciaba que se había trasladado el evento a Uniclub. Así que me tomé el 29 lo más rápido posible y me dirigí a Guardia Vieja 3360, donde la fila de gente ahora sí era visible. Ya para ese momento me había perdido la actuación de los teloneros Miserere: tener a una banda de hardcore callejero abriendo para algo tan “intelectual” como Refused puede sonar extraño, pero es una combinación divertida que me lastima no haber podido ver y que compensaré lo antes posible.
Lo que sí pude ver en Uniclub es que el lugar estaría repleto: la fecha se habrá pasado a un recinto más chico por un tema de venta de entradas, pero estaba claro que sería de las fechas más convocantes que haya visto en ese lugar, al nivel de las de Discharge y Obituary que había tenido en otras ocasiones. El público era un punto medio entre punks, metaleros y la gente que se reúne en la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras, con muchos anteojos y barbas por todos lados. Mientras tanto, pudimos ver la prueba de sonido llevada a cabo por el equipo de Refused, con una prominente bandera palestina puesta encima del parlante del bajista Magnus Flagge.
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A las 21:00 y sin mucha ceremonia de por medio, tuvimos la salida al escenario de los miembros de Refused, todos ellos vestidos con ropa de calle (nota aparte para la remera de Accept del baterista David Sandström) con excepción de Lyxzén, con su combo característico y particular de camisa y pantalón de vestir con saco. Y si se preguntan por qué de repente esto se volvió una nota sobre ropa, es porque el mismo Lyxzén lo señalaría en un par de ocasiones.
Refused arrancaron el set con “Poetry Written In Gasoline”, canción de su primera época pero que no tocaron en vivo hasta esta gira, por lo que no sorprende que la primera reacción del público fuera un tanto tibia, aunque las cosas de verdad explotaron inmediatamente después con el comienzo de “The Shape of Punk to Come”, el tema título de su álbum emblemático. Fue ahí donde pudimos sentir el fervor de la gente, con un pogo asesino en el medio de Uniclub que siguió con al siguiente “The Refused Party Program”, otra pequeña bomba hardcore.
Desde un inicio pudimos notar que el sonido de Refused era claro y directo: durante el viaje me había preocupado porque no había llevado los protectores para los oídos, así que fue un alivio escuchar a una banda que podía sonar poderosa sin que uno saliera del lugar con los oídos zumbando y un poco menos de audición. Con excepción de la guitarra de Kristofer Steen, quien tuvo un par de problemas con la conexión del instrumento que incluso llevó a que se tuviera que reiniciar una canción, todo el resto de la banda sonó de 10, algo que se extendió también a las voces de Lyxzén. Esto llamaba la atención porque Lyxzén gusta de someter a su pobre micrófono blanco, verde y rojo a constantes malabares y atrapadas en el aire como parte de su actuación, por lo que sorprendía que se mantuviera perfectamente durante todo el set.
Hablando de Lyxzén, tras esa seguidilla de canciones tuvimos uno de sus característicos discursos, en este caso destacando que a la banda le hubiera tomado 35 años llegar a ese lugar y de ahí señalando que el mundo es un lugar de mierda en estos momentos con lo que es en estos días el panorama político, con la gente respondiendo con un clamor colectivo de “¡Milei! ¡Basura! ¡Vos sos la dictadura!”, con el cantante bromeando que la gente debería hacer los discursos entre canciones y listo. Sí, fueron casi tres minutos de ello, pero nadie puede quejarse de la manera que todo se fue acumulando hasta el comienzo de “Blood Red”, una de sus últimos discos que tuvo un recibimiento muy bueno para ser, justamente, de sus últimos discos no tan bien recibidos. Seguida por el clásico “Liberation Frequency”, hablamos de uno de los mejores momentos de la noche.
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Con el sonido en su punto justo, las luces cambiando sincronizadas con la música y la banda sonando perfecta, no tengo problema en decir que el de Refused debe haber sido uno de los mejores conciertos del año. “De esta gira este es el concierto más pequeño que hemos dado, ¡y también debe ser el más loco”, así lo describió Lyxzén en su momento, con la gente subiéndose al escenario y tirándose de vuelta al público, en algunos casos agregando el ingrediente de lanzarse haciendo una vuelta carnero u otra maniobra más. Para los bises del final, los suecos dejaron al seguidilla de “It’s Not OK…”, “Coup d’état” y “REV001”, mostrando que lo bueno de Refused va más allá de ese disco legendario y cerrando así la que prometieron que sería su única presentación por estas tierras.
No hay mucho para agregar a lo ya dicho, encima considerando que me extendí más de lo que esperaba. Dejando de lado las discusiones sobre “autenticidad”, “compromiso” y demás cosas que siempre se dan alrededor de los músicos con tintes políticos-revolucionarios, el espectáculo que fue ver a Refused es innegable, encima agregando la idea de que esta sea de las últimas veces que se los vaya a ver arriba del escenario. Refused están muertos, larga vida a Refused.
Foto de Portada Refused en madrid: Monro.vs
Etiquetas: argentina, Hardcore Punk, Miserere, Post Hardcore, Punk Rock, refused, Suecia




