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Arqueología Metalera: Scald – Will of the Gods is a Great Power (1997)
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Con el fin de la Unión Soviética y la transición a un sistema económico capitalista, durante los noventas la economía de la recién creada Federación Rusa pasó por el peor momento de su historia. Entre las privatizaciones llevadas a cabo por el gobierno de Boris Yeltsin, la liberalización de los precios y la proliferación de estafas en una población que todavía no se había acostumbrado a las nuevas normas, la economía rusa entró en un periodo de depresión donde el PBI cayó un 50 % y la inflación llegó al 300 % en 1994.

En contraste con la difícil situación económica, la escena musical rusa tuvo una de sus etapas más fructíferas durante esta etapa, algo que se vio motivado por el fin de la política de censura llevada a cabo por el gobierno comunista soviético. No sólo hubo muchas bandas que venían de la escena underground soviética de los ochentas como Aria, Chernyj Kofe, E.S.T y Master lanzando una gran variedad y cantidad de trabajos durante esta etapa, sino también nuevos grupos que marcarían al metal ruso en esta última década del siglo XX.

Uno de esos grupos sería un quinteto conocido como Scald, formado en 1993 en la ciudad de Yaroslavl, a 250 kilómetros al noroeste de Moscú. Tomando su nombre de los poetas cortesanos vikingos medievales, esta banda de (casi) veinteañeros era parte de una nueva ola de bandas rusas de heavy metal post-soviéticas. Según contó el guitarrista Ilia “Velingor” Timashev en una entrevista con Ride Into Glory, había una diferencia generacional entre las bandas viejas y nuevas de la escena metalera rusa, con los artistas nuevos estando más dispuestos a tener una proyección internacional y a componer canciones en inglés, en contraste con el enfoque en el idioma ruso de las bandas más viejas del género en el país. De cierta manera, usar el inglés era cortar con el pasado y mirar al futuro.

Esta diferencia también se veía en las influencias mencionadas por Scald, que tenían como mayores inspiraciones a bandas extranjeras como Candlemass, Bathory y Manowar, y se puede ver bastante de cada uno de esos grupos en la propuesta de los rusos: la visión épica del doom metal del primero y el uso de voces líricas, mezclado con la fascinación por los tópicos de mitología de los otros dos. La influencia de Candlemass es interesante, siendo que durante esa época no había muchos grupos que hubieran tomado la vara del doom metal épico de los suecos, aparte de los estadounidenses Solitude Aeturnus y los ingleses Solstice.

Después de sacar “North Winds”, un demo de sonido bastante pobre, en 1994, Scald se dedicaron a componer y refinar su material. Y fue así que, en 1997, sacaron su único larga duración, titulado “Will of Gods Is a Great Power”, que en subsecuentes ediciones tuvo una variedad de portadas y se le agregó un artículo antes de “Gods”, pasando a ser “Will of the Gods Is a Great Power”. Lanzado por la discográfica rusa MetalAgen únicamente en cassette, el formato predilecto de las bandas locales debido a lo caros que eran los CDs por esa época, el debut de Scald contiene en su edición original seis canciones de doom metal riffero, lento pero no por eso monótono, con riffs que las guían a un paso pesado como si fuera algún ejército antiguo marchando a través del frío.

Las estrellas en la parte instrumental son las guitarras, que están bien al frente en la mezcla y tienen un sonido bien filoso pero al mismo tiempo claro, permitiendo apreciar los cientos de melodías que se pueden escuchar a lo largo de estas canciones.

La comparación más cercana que se podría hacer para describir el sonido de este álbum no sería con otra banda tradicional de doom metal, sino con el Bathory de “Hammerheart”, aquel álbum donde Quorthon dejara de lado la velocidad del black metal para meterse en un sonido más lento, atmosférico y épico. De cierta manera, “WOTGIAGP” bien puede escucharse como una reinterpretación en clave doom metal de ese sonido, con las voces podridas del primero siendo reemplazadas por el estilo poderoso del cantante Maxim “Agyl” Andrianov, cuya performance en el álbum es lo que de verdad termina por atar todos los elementos: su voz clara y virtuosa podría hacerle frente a muchos de los mejores cantantes de bandas de metal reconocidas, y tiene algunos de los agudos más emotivos que haya escuchado en un disco de este estilo, con mención especial al que mete cerca del final de “Sepulchral Bonfire”, además de un bajo poderoso en canciones como “Eternal Stone”. Y lo más importante es que hay convicción detrás de lo que hace: el inglés de las letras es extremadamente decente para haber sido escritas por alguien que no era nativo del idioma, pero incluso las líneas con gramática más cuestionable están cantadas con la pasión de un poeta alabando a un rey, comparación apta para el nombre del grupo. La voz de Agyl termina siendo el vehículo perfecto para pintar paisajes influenciados tanto por la cultura eslava como vikinga, con su fascinación por los viajes, los rituales y las runas.

Los puntos más altos de “WOTGIAGP” son muchos y variados, y no tengo miedo de catalogarlo como uno de los álbumes de heavy metal más consistentes que haya escuchado, uno de esos fenómenos que ocurren muy de vez en cuando en los lugares más inesperados. Pero si tuviera que elegir una canción sería la final “Ragnaradi Eve”, una épica de casi once minutos donde Scald meten algunas de sus melodías más hermosas y sacan mejor provecho de un presupuesto que asumo limitado, con esos teclados que parecen replicar campanas y los efectos de vientos que terminan creando una atmósfera muy particular.

Hay un escenario clásico en el mundo de la especulación, y que aparece muchas veces al momento de discutir sobre arte: la idea del genio que aparece en un lugar inesperado y hasta hostil, y el pensar en qué hubiera pasado si esa persona nacía en un lugar más “respetado”, si hubiera podido alcanzar puntos más altos. En el caso de Scald sería pensar en la idea de que, de haber nacido en Suecia o en Alemania, el grupo hubiera sido mucho más conocido, y si “AWOTGIAGP” le hubiera podido pelear mano a mano a cualquier otro clásico de bandas de países con una tradición metalera más fuerte, incluso en la era pre Internet. Claro que habría que pensar si Scald, de haber aparecido en Estocolmo o en Hamburgo, habrían llegado a ser la misma banda, de haber tenido circunstancias diferentes.

Lamentablemente, a esta etapa de Scald no le quedaría mucho tiempo, y el potencial enorme del grupo se vería truncado de una manera trágica poco antes de la salida del álbum: el 6 de septiembre de 1997, el cantante Agyl fue encontrado muerto al lado de las vías del tren, con el cráneo fracturado y señales de haber sido arrollado por un tren. Tenía apenas 24 años.

Según contó el bajista Velingor al sitio Pariah Child, por esa época Agyl estaba pasando por fuertes problemas familiares, y no descarta que eso pudiera haber influenciado el hecho de que el cantante se encontrara en ese lugar, aunque no termina de implicar que fuera un suicidio. Incluso con la causa de muerte siendo determinada como un accidente, al día de hoy hay muchas preguntas acerca de su deceso.

Luego de editar su único álbum, el resto de los miembros de Scald decidieron que el grupo no podría seguir sin la voz de Agyl al frente, y le dieron punto final a la banda. Pero este no sería el fin de sus actividades musicales, ya que Velingor y el resto de la banda (los guitarristas Vladimir “Karry” Ryzhkovskiy e Ivan “Harald” Sargeev, y el baterista Aleksandr “Ottar” Kudryashov) darían inicio a Tumulus. Con un nombre que recordaba a la canción “A Tumulus” de este mismo disco, este era un grupo del folk metal con influencias progresivas, con el que no es tan complicado marcar una línea directa con Scald a pesar de la diferencia de etiquetas, y con el que editaron dos álbumes, aunque ya sólo con Velingor y Ottar en la formación.

Según cuenta Velingor en la entrevista con Pariah Child, la tirada de la versión original en cassette se terminó vendiendo completamente, pero no sería hasta 2003 que “WOTGIAGP” sería relanzado en CD. Al parecer, originalmente MetalAgen iba a editar el álbum en ese formato, pero la retrasó durante años hasta que los miembros sobrevivientes de la banda aceptaran el trato del sello Wroth Emitter, quien además remasterizó las canciones. Ya con la Internet a mano y el boca a boca, la fama de “WOTGIAGP” no hizo más que crecer entre los círculos de fanáticos del doom metal, y la historia trágica de Scald le sumó una mística entre fascinante y morbosa al asunto.

En 2013 salió “Agyl’s Saga”, un álbum recopilatorio que reúne el único álbum de Scald junto a grabaciones inéditas de Ross, la banda en la que habían estado tanto Agyl como Ottar antes de Scald y que nunca había podido editar material durante su corta vida. Consistiendo tanto de ensayos como grabaciones en vivo, es un viaje fascinante para todo aquel metalero curioso.

Luego de que el sello griego Kyrck Productions editara por primera vez el álbum fuera de Rusia, incluso poniéndolo por primera vez en formato vinilo, no pasó mucho tiempo hasta que los miembros de Scald recibieran ofertas para presentarse en vivo. Eventualmente, más de dos décadas después de su separación, todos los músicos de la formación original de Scald se presentaron en la edición 2019 del festival Hammer of Doom en Wurzburgo, Alemania. Ocupando el puesto de Agyl, estuvo una de las figuras más destacadas del doom metal de la última década: el chileno Felipe Plaza Kutzbach, quien también está al frente de Capilla Ardiente y Procession.

Después de esta presentación, la primera de Scald fuera de Rusia, el grupo decidió seguir adelante con Kutzbach al frente, y tras varias presentaciones tocando las canciones de su único álbum dieron a conocer “There Flies Our Wail!”, su primera canción nueva en esta segunda etapa de la banda rusa, que van a editar el 26 de febrero de 2021 a través del sello alemán High Roller Records.

A pesar de que todo le fue en contra a Scald, el tiempo terminó convirtiendo a esta banda en un objeto de culto en el underground internacional y le dio una segunda vida, una oportunidad que no muchos logran tener. ¿Podrán aprovechar esa segunda oportunidad en esta nueva etapa? Sólo el tiempo lo dirá, pero de cualquier manera “WOTGIAGP” seguirá en su puesto como uno de los trabajos más exquisitos del doom, y como una mezcla de influencias que lo hacen sonar como ningún otro.

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Arqueología Metalera: Scald – Will of the Gods is a Great Power (1997)
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Con el fin de la Unión Soviética y la transición a un sistema económico capitalista, durante los noventas la economía de la recién creada Federación Rusa pasó por el peor momento de su historia. Entre las privatizaciones llevadas a cabo por el gobierno de Boris Yeltsin, la liberalización de los precios y la proliferación de estafas en una población que todavía no se había acostumbrado a las nuevas normas, la economía rusa entró en un periodo de depresión donde el PBI cayó un 50 % y la inflación llegó al 300 % en 1994.

En contraste con la difícil situación económica, la escena musical rusa tuvo una de sus etapas más fructíferas durante esta etapa, algo que se vio motivado por el fin de la política de censura llevada a cabo por el gobierno comunista soviético. No sólo hubo muchas bandas que venían de la escena underground soviética de los ochentas como Aria, Chernyj Kofe, E.S.T y Master lanzando una gran variedad y cantidad de trabajos durante esta etapa, sino también nuevos grupos que marcarían al metal ruso en esta última década del siglo XX.

Uno de esos grupos sería un quinteto conocido como Scald, formado en 1993 en la ciudad de Yaroslavl, a 250 kilómetros al noroeste de Moscú. Tomando su nombre de los poetas cortesanos vikingos medievales, esta banda de (casi) veinteañeros era parte de una nueva ola de bandas rusas de heavy metal post-soviéticas. Según contó el guitarrista Ilia “Velingor” Timashev en una entrevista con Ride Into Glory, había una diferencia generacional entre las bandas viejas y nuevas de la escena metalera rusa, con los artistas nuevos estando más dispuestos a tener una proyección internacional y a componer canciones en inglés, en contraste con el enfoque en el idioma ruso de las bandas más viejas del género en el país. De cierta manera, usar el inglés era cortar con el pasado y mirar al futuro.

Esta diferencia también se veía en las influencias mencionadas por Scald, que tenían como mayores inspiraciones a bandas extranjeras como Candlemass, Bathory y Manowar, y se puede ver bastante de cada uno de esos grupos en la propuesta de los rusos: la visión épica del doom metal del primero y el uso de voces líricas, mezclado con la fascinación por los tópicos de mitología de los otros dos. La influencia de Candlemass es interesante, siendo que durante esa época no había muchos grupos que hubieran tomado la vara del doom metal épico de los suecos, aparte de los estadounidenses Solitude Aeturnus y los ingleses Solstice.

Después de sacar “North Winds”, un demo de sonido bastante pobre, en 1994, Scald se dedicaron a componer y refinar su material. Y fue así que, en 1997, sacaron su único larga duración, titulado “Will of Gods Is a Great Power”, que en subsecuentes ediciones tuvo una variedad de portadas y se le agregó un artículo antes de “Gods”, pasando a ser “Will of the Gods Is a Great Power”. Lanzado por la discográfica rusa MetalAgen únicamente en cassette, el formato predilecto de las bandas locales debido a lo caros que eran los CDs por esa época, el debut de Scald contiene en su edición original seis canciones de doom metal riffero, lento pero no por eso monótono, con riffs que las guían a un paso pesado como si fuera algún ejército antiguo marchando a través del frío.

Las estrellas en la parte instrumental son las guitarras, que están bien al frente en la mezcla y tienen un sonido bien filoso pero al mismo tiempo claro, permitiendo apreciar los cientos de melodías que se pueden escuchar a lo largo de estas canciones.

La comparación más cercana que se podría hacer para describir el sonido de este álbum no sería con otra banda tradicional de doom metal, sino con el Bathory de “Hammerheart”, aquel álbum donde Quorthon dejara de lado la velocidad del black metal para meterse en un sonido más lento, atmosférico y épico. De cierta manera, “WOTGIAGP” bien puede escucharse como una reinterpretación en clave doom metal de ese sonido, con las voces podridas del primero siendo reemplazadas por el estilo poderoso del cantante Maxim “Agyl” Andrianov, cuya performance en el álbum es lo que de verdad termina por atar todos los elementos: su voz clara y virtuosa podría hacerle frente a muchos de los mejores cantantes de bandas de metal reconocidas, y tiene algunos de los agudos más emotivos que haya escuchado en un disco de este estilo, con mención especial al que mete cerca del final de “Sepulchral Bonfire”, además de un bajo poderoso en canciones como “Eternal Stone”. Y lo más importante es que hay convicción detrás de lo que hace: el inglés de las letras es extremadamente decente para haber sido escritas por alguien que no era nativo del idioma, pero incluso las líneas con gramática más cuestionable están cantadas con la pasión de un poeta alabando a un rey, comparación apta para el nombre del grupo. La voz de Agyl termina siendo el vehículo perfecto para pintar paisajes influenciados tanto por la cultura eslava como vikinga, con su fascinación por los viajes, los rituales y las runas.

Los puntos más altos de “WOTGIAGP” son muchos y variados, y no tengo miedo de catalogarlo como uno de los álbumes de heavy metal más consistentes que haya escuchado, uno de esos fenómenos que ocurren muy de vez en cuando en los lugares más inesperados. Pero si tuviera que elegir una canción sería la final “Ragnaradi Eve”, una épica de casi once minutos donde Scald meten algunas de sus melodías más hermosas y sacan mejor provecho de un presupuesto que asumo limitado, con esos teclados que parecen replicar campanas y los efectos de vientos que terminan creando una atmósfera muy particular.

Hay un escenario clásico en el mundo de la especulación, y que aparece muchas veces al momento de discutir sobre arte: la idea del genio que aparece en un lugar inesperado y hasta hostil, y el pensar en qué hubiera pasado si esa persona nacía en un lugar más “respetado”, si hubiera podido alcanzar puntos más altos. En el caso de Scald sería pensar en la idea de que, de haber nacido en Suecia o en Alemania, el grupo hubiera sido mucho más conocido, y si “AWOTGIAGP” le hubiera podido pelear mano a mano a cualquier otro clásico de bandas de países con una tradición metalera más fuerte, incluso en la era pre Internet. Claro que habría que pensar si Scald, de haber aparecido en Estocolmo o en Hamburgo, habrían llegado a ser la misma banda, de haber tenido circunstancias diferentes.

Lamentablemente, a esta etapa de Scald no le quedaría mucho tiempo, y el potencial enorme del grupo se vería truncado de una manera trágica poco antes de la salida del álbum: el 6 de septiembre de 1997, el cantante Agyl fue encontrado muerto al lado de las vías del tren, con el cráneo fracturado y señales de haber sido arrollado por un tren. Tenía apenas 24 años.

Según contó el bajista Velingor al sitio Pariah Child, por esa época Agyl estaba pasando por fuertes problemas familiares, y no descarta que eso pudiera haber influenciado el hecho de que el cantante se encontrara en ese lugar, aunque no termina de implicar que fuera un suicidio. Incluso con la causa de muerte siendo determinada como un accidente, al día de hoy hay muchas preguntas acerca de su deceso.

Luego de editar su único álbum, el resto de los miembros de Scald decidieron que el grupo no podría seguir sin la voz de Agyl al frente, y le dieron punto final a la banda. Pero este no sería el fin de sus actividades musicales, ya que Velingor y el resto de la banda (los guitarristas Vladimir “Karry” Ryzhkovskiy e Ivan “Harald” Sargeev, y el baterista Aleksandr “Ottar” Kudryashov) darían inicio a Tumulus. Con un nombre que recordaba a la canción “A Tumulus” de este mismo disco, este era un grupo del folk metal con influencias progresivas, con el que no es tan complicado marcar una línea directa con Scald a pesar de la diferencia de etiquetas, y con el que editaron dos álbumes, aunque ya sólo con Velingor y Ottar en la formación.

Según cuenta Velingor en la entrevista con Pariah Child, la tirada de la versión original en cassette se terminó vendiendo completamente, pero no sería hasta 2003 que “WOTGIAGP” sería relanzado en CD. Al parecer, originalmente MetalAgen iba a editar el álbum en ese formato, pero la retrasó durante años hasta que los miembros sobrevivientes de la banda aceptaran el trato del sello Wroth Emitter, quien además remasterizó las canciones. Ya con la Internet a mano y el boca a boca, la fama de “WOTGIAGP” no hizo más que crecer entre los círculos de fanáticos del doom metal, y la historia trágica de Scald le sumó una mística entre fascinante y morbosa al asunto.

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Luego de que el sello griego Kyrck Productions editara por primera vez el álbum fuera de Rusia, incluso poniéndolo por primera vez en formato vinilo, no pasó mucho tiempo hasta que los miembros de Scald recibieran ofertas para presentarse en vivo. Eventualmente, más de dos décadas después de su separación, todos los músicos de la formación original de Scald se presentaron en la edición 2019 del festival Hammer of Doom en Wurzburgo, Alemania. Ocupando el puesto de Agyl, estuvo una de las figuras más destacadas del doom metal de la última década: el chileno Felipe Plaza Kutzbach, quien también está al frente de Capilla Ardiente y Procession.

Después de esta presentación, la primera de Scald fuera de Rusia, el grupo decidió seguir adelante con Kutzbach al frente, y tras varias presentaciones tocando las canciones de su único álbum dieron a conocer “There Flies Our Wail!”, su primera canción nueva en esta segunda etapa de la banda rusa, que van a editar el 26 de febrero de 2021 a través del sello alemán High Roller Records.

A pesar de que todo le fue en contra a Scald, el tiempo terminó convirtiendo a esta banda en un objeto de culto en el underground internacional y le dio una segunda vida, una oportunidad que no muchos logran tener. ¿Podrán aprovechar esa segunda oportunidad en esta nueva etapa? Sólo el tiempo lo dirá, pero de cualquier manera “WOTGIAGP” seguirá en su puesto como uno de los trabajos más exquisitos del doom, y como una mezcla de influencias que lo hacen sonar como ningún otro.

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