With Love from a Padded Room (2024)
Independiente
Tracklist:
1. I’ll Pay More If You Let Me Watch
2. Red Looks Good On Him
3. Lipstick With No Lips
4. Ottesa
5. Liquid Jesus
6. Evil Has a Babyface
7. Sav
8. Rough Sleepers
9. Featherweight Kid
10. Satan Is the One
11. Templeton
12. Mob Dad
Hace tiempo venimos hablando del “post-punk revival” y aquí nos encontramos con otra manifestación de ese movimiento, en una nueva versión contemporánea que encuentra toda su creatividad en la decadencia (moral, social, económica, ambiental) que parece ser la esencia del zeitgeist actual. Podríamos decir que existe una vertiente “romántica” con propuestas que van desde Have A Nice Life hasta Editors, pasando por Giles Corey, Rope Sect y Planning For Burial, y otra más “urbana”, con bandas como Swans, Daughters, Sprain, Kollaps y Cower. Hay quienes dicen que la música de Crippling Alcoholism es goth-rock o noise-rock, y reconocen una influencia de Type O Negative y Nick Cave & The Bad Seeds. A mí me recuerda también a Tom Waits y Skitliv. un proyecto poco conocido de Maniac, ex cantante de la banda noruega Mayhem. No hace falta señalar la marca fundacional de la Rollins Band y Oxbow. Todo esto ya se notaba en su primer disco “The Drugs That Made You Sick Are the Drugs That Make You Better” (2022).
Crippling Alcoholism es un quinteto con base en Boston, Massachusetts, que resume su arte en la frase “Bowie en el infierno”, algo que tiene bastante sentido. El nombre del grupo proviene de una expresión utilizada para describir la condición de una persona que, aún con una adicción al alcohol, logra ser lo suficientemente funcional como para cumplir con sus actividades de la vida cotidiana. Quizás la situación de miles de almas resignadas en el mundo patético de hoy. Cada canción del disco se enfoca en el tormento de un sujeto confinado, aislado, sufriendo por el curso que ha llevado su existencia y por su comprensión de la despiadada realidad.
“I’ll Pay More If You Let Me Watch” ya empieza a adentrarnos, con aparente calma, por los pasillos siniestros de un laberinto de locura. La voz suena triste, iracunda, desesperada. Sobre una base rítmica tan expresiva como minimalista, y guitarras de gran sutileza, resalta el teclado, particularmente en el estribillo. “Red Looks Good On Him” sigue llevándonos a un espacio de reflexión desquiciante. La calidad compositiva ya resulta más que evidente. El talento del baterista logra lo que es justo y necesario para ser implacable, mientras el canto va desplegando sus cualidades progresivamente más dramáticas. La contundente simpleza instrumental, en especial de las cuerdas, es absolutamente tributaria de la esencia post-punk de The Cure y Joy Division.
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Comienza “Lipstick With No Lips” y los sintetizadores nos transportan a los 80’s en pleno auge darkwave. Sin embargo, los momentos de vértigo, cuando la percusión se convulsiona, nos sacuden. “Ottesa” marca el punto donde se evidencia lo pesada que puede ser la música del grupo, si bien predominan los segmentos donde el teclado ejecuta melodías brillantes. La genialidad de estos individuos para escribir música es admirable. El entramado perfecto entre las letras y el canto casi discursivo es alucinante. “Liquid Jesus” tiene un aura bizarra, como de engaño para hacernos ir voluntariamente a un lugar en donde encontraremos la muerte. “Evil Has a Babyface” continúa el recorrido por los rincones más oscuros, pero, increíblemente, lo hace con una sonoridad de gran belleza, de arreglos que son dignos de destacarse. “Sav” parece un destilado del más adictivo rock gótico, y “Rough Sleepers” tiene mucho de ese ímpetu derrotado del blues, hasta que un giro inesperado casi nos deja al borde de “Bela Lugosi’s Dead” de Bauhaus, para luego retornar a ese patetismo tan seductor que se torna sublime e incomprensible.
“Featherweight Kid” es un track que repite la fórmula de aparentar ser directo y sencillo, hasta que llega un cambio abrupto que nos demuestra lo contrario. “Satan Is the One” tiene un bajo que emerge en la mejor tradición post-punk. Hace tiempo que no escucho un álbum que me genere tanto placer: un conjunto de canciones para cantar en voz alta, siguiendo el ritmo con la cabeza, con letras de un contenido rebelde, de una filosofía intensa, cruda, cínica. Acostado en el piso de mi casa con las luces led rojas encendidas y los parlantes temblando, o con el sistema estéreo viajando en el auto, o con los auriculares sentado en la sala de espera del dentista: donde sea y como sea, este álbum es una bomba contra la rutina.
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La palabra, el predicamento, la diatriba. Cada canción encierra un mensaje que eleva la música hasta esa dimensión tan esquiva de la poética más allá del sonido. “Templeton”, no es la excepción, y cuando llega “Mob Dab”, el track final, número doce, confirmamos que no hay nada por fuera de esa virtud que Crippling Alcoholism exhibe a puro talento. Los lapsos de aceleración de la batería son espectaculares. La verdad es que, con tal cantidad de canciones, que suman una hora de duración, y todas tan buenas, la banda creó el que bien podría llegar a ser uno de esos discos que marcan la vida de la audiencia. Decir que será uno de los mejores álbumes del año es demasiado poco. Mi más convencida recomendación de escucharlo para cualquiera que considere que lo que digo vale algo.
With Love from a Padded Room (2024)
Independiente
Tracklist:
1. I’ll Pay More If You Let Me Watch
2. Red Looks Good On Him
3. Lipstick With No Lips
4. Ottesa
5. Liquid Jesus
6. Evil Has a Babyface
7. Sav
8. Rough Sleepers
9. Featherweight Kid
10. Satan Is the One
11. Templeton
12. Mob Dad
Hace tiempo venimos hablando del “post-punk revival” y aquí nos encontramos con otra manifestación de ese movimiento, en una nueva versión contemporánea que encuentra toda su creatividad en la decadencia (moral, social, económica, ambiental) que parece ser la esencia del zeitgeist actual. Podríamos decir que existe una vertiente “romántica” con propuestas que van desde Have A Nice Life hasta Editors, pasando por Giles Corey, Rope Sect y Planning For Burial, y otra más “urbana”, con bandas como Swans, Daughters, Sprain, Kollaps y Cower. Hay quienes dicen que la música de Crippling Alcoholism es goth-rock o noise-rock, y reconocen una influencia de Type O Negative y Nick Cave & The Bad Seeds. A mí me recuerda también a Tom Waits y Skitliv. un proyecto poco conocido de Maniac, ex cantante de la banda noruega Mayhem. No hace falta señalar la marca fundacional de la Rollins Band y Oxbow. Todo esto ya se notaba en su primer disco “The Drugs That Made You Sick Are the Drugs That Make You Better” (2022).
Crippling Alcoholism es un quinteto con base en Boston, Massachusetts, que resume su arte en la frase “Bowie en el infierno”, algo que tiene bastante sentido. El nombre del grupo proviene de una expresión utilizada para describir la condición de una persona que, aún con una adicción al alcohol, logra ser lo suficientemente funcional como para cumplir con sus actividades de la vida cotidiana. Quizás la situación de miles de almas resignadas en el mundo patético de hoy. Cada canción del disco se enfoca en el tormento de un sujeto confinado, aislado, sufriendo por el curso que ha llevado su existencia y por su comprensión de la despiadada realidad.
“I’ll Pay More If You Let Me Watch” ya empieza a adentrarnos, con aparente calma, por los pasillos siniestros de un laberinto de locura. La voz suena triste, iracunda, desesperada. Sobre una base rítmica tan expresiva como minimalista, y guitarras de gran sutileza, resalta el teclado, particularmente en el estribillo. “Red Looks Good On Him” sigue llevándonos a un espacio de reflexión desquiciante. La calidad compositiva ya resulta más que evidente. El talento del baterista logra lo que es justo y necesario para ser implacable, mientras el canto va desplegando sus cualidades progresivamente más dramáticas. La contundente simpleza instrumental, en especial de las cuerdas, es absolutamente tributaria de la esencia post-punk de The Cure y Joy Division.
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Comienza “Lipstick With No Lips” y los sintetizadores nos transportan a los 80’s en pleno auge darkwave. Sin embargo, los momentos de vértigo, cuando la percusión se convulsiona, nos sacuden. “Ottesa” marca el punto donde se evidencia lo pesada que puede ser la música del grupo, si bien predominan los segmentos donde el teclado ejecuta melodías brillantes. La genialidad de estos individuos para escribir música es admirable. El entramado perfecto entre las letras y el canto casi discursivo es alucinante. “Liquid Jesus” tiene un aura bizarra, como de engaño para hacernos ir voluntariamente a un lugar en donde encontraremos la muerte. “Evil Has a Babyface” continúa el recorrido por los rincones más oscuros, pero, increíblemente, lo hace con una sonoridad de gran belleza, de arreglos que son dignos de destacarse. “Sav” parece un destilado del más adictivo rock gótico, y “Rough Sleepers” tiene mucho de ese ímpetu derrotado del blues, hasta que un giro inesperado casi nos deja al borde de “Bela Lugosi’s Dead” de Bauhaus, para luego retornar a ese patetismo tan seductor que se torna sublime e incomprensible.
“Featherweight Kid” es un track que repite la fórmula de aparentar ser directo y sencillo, hasta que llega un cambio abrupto que nos demuestra lo contrario. “Satan Is the One” tiene un bajo que emerge en la mejor tradición post-punk. Hace tiempo que no escucho un álbum que me genere tanto placer: un conjunto de canciones para cantar en voz alta, siguiendo el ritmo con la cabeza, con letras de un contenido rebelde, de una filosofía intensa, cruda, cínica. Acostado en el piso de mi casa con las luces led rojas encendidas y los parlantes temblando, o con el sistema estéreo viajando en el auto, o con los auriculares sentado en la sala de espera del dentista: donde sea y como sea, este álbum es una bomba contra la rutina.
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La palabra, el predicamento, la diatriba. Cada canción encierra un mensaje que eleva la música hasta esa dimensión tan esquiva de la poética más allá del sonido. “Templeton”, no es la excepción, y cuando llega “Mob Dab”, el track final, número doce, confirmamos que no hay nada por fuera de esa virtud que Crippling Alcoholism exhibe a puro talento. Los lapsos de aceleración de la batería son espectaculares. La verdad es que, con tal cantidad de canciones, que suman una hora de duración, y todas tan buenas, la banda creó el que bien podría llegar a ser uno de esos discos que marcan la vida de la audiencia. Decir que será uno de los mejores álbumes del año es demasiado poco. Mi más convencida recomendación de escucharlo para cualquiera que considere que lo que digo vale algo.