Con una historia de más de treinta años sobre sus espaldas, Rotting Christ son considerados el pilar principal del Black heleno y del Metal mediterráneo en general. Una formación que plantó cara desde el principio a la hegemonía del norte de Europa y que consiguió, con tenacidad y talento, superar todos los altibajos que fueron llegando durante tres décadas. Sin duda, junto a Moonspell, la formación más exitosa y relevante nacida en el sur del viejo continente. Una formación a la que ya le va tocando recibir los galones que merece. Galones como los que el público les otorgó el pasado martes en Villava.
La expectativa ante la nueva venida de los hermanos Tolis era enorme, sobre todo porque la última visita de los griegos a Euskadi se saldó con sold out en Vitoria y dio la impresión de que esta vez nadie se quería quedar fuera. Junto a ellos, en un cartel de absoluto lujo, podríamos presenciar a Borknagar y a Seth. Los primeros, auténticas leyendas de culto del Black más progresivo y los segundos como representantes del Black más purista.
Debido a los horarios infantiles que llevamos viviendo desde hace unos años, nos fue imposible llegar a ver en su totalidad la actuación de los franceses Seth que abrían la noche. Pudimos alcanzar los últimos minutos para comprobar cómo su suerte de Black refinado calaba perfectamente entre los presentes. Una banda lo suficientemente cabrona como para dar el contrapunto perfecto a lo que estaba por venir, y lo bastante digerible como para que a nadie se le hiciese bola. Un conjunto bien escogido para una noche en la que ni de lejos iban a ser los protagonistas.
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Tras una breve espera, llegaría la primera actuación de Borknagar en Euskadi. Un conjunto que no se ha prodigado demasiado por la península y mucho menos aún por estos lares. El conjunto de Øystein Garnes Brun, a pesar de llevar desde mediados de los noventa siendo uno de los más creativos del género, siempre se ha mostrado excesivamente exclusivo a la hora de girar. Es por esto por lo que muchos fuimos los que pudimos presenciarlos por primera vez en la Totem de Villava.
Su actuación, como podría resultar evidente, se centró en sus tres últimos trabajos, dejando un par de recuerdos tan solo para sus primeros tiempos. Abrirían con “Nordic Anthem” marcando la línea que seguiría la actuación entera. Ampulosidad máxima la de una banda que hoy en día juega mucho más cómoda en la liga de Evergrey que en la de Emperor. Con un cantante de la capacidad de ICS Vortex liderando, no parece cosa rara.
Se irían alternando con relativa facilidad cortes como “Up North” o “Moon” asomando la vena Black mínimamente con “Colossus” y dejándola ir por fin, con la memorable “Dauden”, único recuerdo que nos regalarían de su legendario primer álbum. Un exiguo regalo para los que les seguimos desde el siglo pasado, que rápidamente sería rematado por la bucólica magia de “Winter Thrice” a modo de broche final.
Si bien con Borknagar la mayoría de los presentes no sabíamos que esperar, con Rotting Christ todos teníamos clara la plantilla sobre la que se iba a trazar la comparecencia. Velocidad controlada, ritmos marciales gobernando cada tiempo y una entrega salvaje impregnándolo todo. El mismo bolo que les hemos visto una y mil veces, pero con la vitola de ser cada día más grandes e influyentes.
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Abrirían hostilidades con “Aealo” resonando sin piedad en la Totem, saliendo con energía incendiaria, y dejando el camino despejado para que presenciáramos el primer guiño a su último trabajo. “Pretty World, Pretty Dies” templaría de esta manera los tiempos, y nos mostraría a los Rotting más hímnicos. “Δαίμονων βρωσης” y sobre todo “Κατά τον δαίμονα του εαυτού” devolverían el fuego de las Termópilas, poniendo la sala patas arriba con la clase de coros que uno se esperaría encontrar mientras arranca cabezas sobre un corcel.
Habiendo dejado a sus acérrimos completamente extasiados, los Rotting nos regalarían un par de clasicazos de sus tiempos pretéritos, recordando sus dos primeros redondos a través de “The Sign of Evil Existence” y “Non Serviam”. Dos viejas balas infalibles.
Con uno de los mejores cortes de su último Pro Xristou, volverían a reducir el ritmo para volver a asestar otro puñetazo sobre la mesa con el terrorífico “In Yumen – Xibalba”, un corte que siempre resulta mortífero y cuyo cambio de ritmo provoca sin remisión mosh pits incontrolables. No sería ninguna excepción la fecha pamplonica, y la gente literalmente se volvería loca con la machacona tonadilla.
La noche tristemente se cerraría demasiado pronto para todo lo que andábamos disfrutando, dejándonos el cuello con la hímnica “Grandis Spiritus Diavolos” y dejándonos ir por fin con la reciente “The Raven”. Una opción curiosa para despedirse, con la batería de clásicos que ostentan los hermanos Tolis. En cualquier caso, la sensación general no podría haber sido mejor a la hora de darse las luces en la Totem.
Con una historia de más de treinta años sobre sus espaldas, Rotting Christ son considerados el pilar principal del Black heleno y del Metal mediterráneo en general. Una formación que plantó cara desde el principio a la hegemonía del norte de Europa y que consiguió, con tenacidad y talento, superar todos los altibajos que fueron llegando durante tres décadas. Sin duda, junto a Moonspell, la formación más exitosa y relevante nacida en el sur del viejo continente. Una formación a la que ya le va tocando recibir los galones que merece. Galones como los que el público les otorgó el pasado martes en Villava.
La expectativa ante la nueva venida de los hermanos Tolis era enorme, sobre todo porque la última visita de los griegos a Euskadi se saldó con sold out en Vitoria y dio la impresión de que esta vez nadie se quería quedar fuera. Junto a ellos, en un cartel de absoluto lujo, podríamos presenciar a Borknagar y a Seth. Los primeros, auténticas leyendas de culto del Black más progresivo y los segundos como representantes del Black más purista.
Debido a los horarios infantiles que llevamos viviendo desde hace unos años, nos fue imposible llegar a ver en su totalidad la actuación de los franceses Seth que abrían la noche. Pudimos alcanzar los últimos minutos para comprobar cómo su suerte de Black refinado calaba perfectamente entre los presentes. Una banda lo suficientemente cabrona como para dar el contrapunto perfecto a lo que estaba por venir, y lo bastante digerible como para que a nadie se le hiciese bola. Un conjunto bien escogido para una noche en la que ni de lejos iban a ser los protagonistas.
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Tras una breve espera, llegaría la primera actuación de Borknagar en Euskadi. Un conjunto que no se ha prodigado demasiado por la península y mucho menos aún por estos lares. El conjunto de Øystein Garnes Brun, a pesar de llevar desde mediados de los noventa siendo uno de los más creativos del género, siempre se ha mostrado excesivamente exclusivo a la hora de girar. Es por esto por lo que muchos fuimos los que pudimos presenciarlos por primera vez en la Totem de Villava.
Su actuación, como podría resultar evidente, se centró en sus tres últimos trabajos, dejando un par de recuerdos tan solo para sus primeros tiempos. Abrirían con “Nordic Anthem” marcando la línea que seguiría la actuación entera. Ampulosidad máxima la de una banda que hoy en día juega mucho más cómoda en la liga de Evergrey que en la de Emperor. Con un cantante de la capacidad de ICS Vortex liderando, no parece cosa rara.
Se irían alternando con relativa facilidad cortes como “Up North” o “Moon” asomando la vena Black mínimamente con “Colossus” y dejándola ir por fin, con la memorable “Dauden”, único recuerdo que nos regalarían de su legendario primer álbum. Un exiguo regalo para los que les seguimos desde el siglo pasado, que rápidamente sería rematado por la bucólica magia de “Winter Thrice” a modo de broche final.
Si bien con Borknagar la mayoría de los presentes no sabíamos que esperar, con Rotting Christ todos teníamos clara la plantilla sobre la que se iba a trazar la comparecencia. Velocidad controlada, ritmos marciales gobernando cada tiempo y una entrega salvaje impregnándolo todo. El mismo bolo que les hemos visto una y mil veces, pero con la vitola de ser cada día más grandes e influyentes.
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Abrirían hostilidades con “Aealo” resonando sin piedad en la Totem, saliendo con energía incendiaria, y dejando el camino despejado para que presenciáramos el primer guiño a su último trabajo. “Pretty World, Pretty Dies” templaría de esta manera los tiempos, y nos mostraría a los Rotting más hímnicos. “Δαίμονων βρωσης” y sobre todo “Κατά τον δαίμονα του εαυτού” devolverían el fuego de las Termópilas, poniendo la sala patas arriba con la clase de coros que uno se esperaría encontrar mientras arranca cabezas sobre un corcel.
Habiendo dejado a sus acérrimos completamente extasiados, los Rotting nos regalarían un par de clasicazos de sus tiempos pretéritos, recordando sus dos primeros redondos a través de “The Sign of Evil Existence” y “Non Serviam”. Dos viejas balas infalibles.
Con uno de los mejores cortes de su último Pro Xristou, volverían a reducir el ritmo para volver a asestar otro puñetazo sobre la mesa con el terrorífico “In Yumen – Xibalba”, un corte que siempre resulta mortífero y cuyo cambio de ritmo provoca sin remisión mosh pits incontrolables. No sería ninguna excepción la fecha pamplonica, y la gente literalmente se volvería loca con la machacona tonadilla.
La noche tristemente se cerraría demasiado pronto para todo lo que andábamos disfrutando, dejándonos el cuello con la hímnica “Grandis Spiritus Diavolos” y dejándonos ir por fin con la reciente “The Raven”. Una opción curiosa para despedirse, con la batería de clásicos que ostentan los hermanos Tolis. En cualquier caso, la sensación general no podría haber sido mejor a la hora de darse las luces en la Totem.