

En una noche cargada de distorsión, sudor y actitud desafiante, Bolu2 Death se plantó sobre el escenario de la sala Mon Live de Madrid como si el apocalipsis hubiera llegado en forma de breakdowns y gritos descarnados. Formados en 2009 en Huelva, este cuarteto compuesto por Mario Lérida (voz principal y productor), José Luis Corrales (guitarra), Fernando Campo (bajo) y Francisco Llévenes (batería), lleva más de una década puliendo una mezcla abrasiva de hardcore, metal, punk y flamenco con tintes electrónicos. Su directo es una descarga sin filtros, un cóctel de furia y verdad que no admite etiquetas, y en esta ocasión sirvió para presentar en vivo su último álbum, Quebranto, una obra tan cruda como introspectiva que ha elevado aún más el listón de su carrera.
Con un arranque explosivo, la banda dejó claro que su sonido no es para oídos conformistas. Temas como “Desentiérrame” o “El retorcido sabor del fracaso” rompieron el aire con riffs desquiciantes y ritmos que alternaban entre el caos y la precisión quirúrgica. El público, entregado desde el primer acorde, respondió con pogos furiosos y coros que vibraban con una mezcla de rabia compartida y catarsis. Bolu2 Death no interpreta canciones: las escupe, las vive, las hace arder. Su puesta en escena, cargada de luces agresivas y una actitud sin concesiones, refuerza esa identidad que han construido a lo largo de cuatro álbumes anteriores y cientos de conciertos en festivales como Resurrection Fest o el Viña Rock.
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Tras un cierre abrasador, el relevo lo tomó SiM (Silence iz Mine), la banda japonesa que aterrizaba por primera vez en suelo español. Con una propuesta sonora que desafía la lógica, fusionando metalcore, ska, reggae y punk en un solo golpe de adrenalina, SiM encendió el escenario como si estuvieran en el mismísimo Summer Sonic de Tokio. El cuarteto liderado por MAH (voz), junto a SHOW-HATE (guitarra), SIN (bajo) y GODRi (batería), venía de hacer temblar Razzmatazz 2 en Barcelona y completaba en Madrid su parada española antes de continuar su gira mundial. Con “The Rumbling”, su explosivo tema incluido en el anime Attack on Titan, desataron una ola de locura colectiva que convirtió el recinto en un hervidero de saltos, gritos y emoción desenfrenada.
Lejos de mantener la distancia que a veces imponen los tours internacionales, MAH demostró una cercanía inesperada: se sentó al borde del escenario entre tema y tema, firmó autógrafos y agradeció en español los vítores del público madrileño. La conexión fue instantánea. Los asistentes, muchos de ellos descubriendo a la banda en directo por primera vez, se sumergieron en un espectáculo que no escatimó en intensidad ni en autenticidad. Las coreografías alocadas, los cambios rítmicos imposibles y el carisma de los músicos convirtieron el concierto en una celebración del mestizaje musical y la energía sin fronteras.
La noche concluyó como debía: entre aplausos, sudor y una sensación de haber vivido algo irrepetible. Bolu2 Death reafirmó su lugar como emblema del metal alternativo nacional, con un discurso sonoro que sigue rompiendo moldes, mientras que SiM dejó claro por qué es una de las bandas más eclécticas y emocionantes de la escena asiática actual. Fue más que un concierto; fue una comunión de dos mundos que, sin hablar el mismo idioma, encontraron en la música un punto de encuentro feroz y sincero.


En una noche cargada de distorsión, sudor y actitud desafiante, Bolu2 Death se plantó sobre el escenario de la sala Mon Live de Madrid como si el apocalipsis hubiera llegado en forma de breakdowns y gritos descarnados. Formados en 2009 en Huelva, este cuarteto compuesto por Mario Lérida (voz principal y productor), José Luis Corrales (guitarra), Fernando Campo (bajo) y Francisco Llévenes (batería), lleva más de una década puliendo una mezcla abrasiva de hardcore, metal, punk y flamenco con tintes electrónicos. Su directo es una descarga sin filtros, un cóctel de furia y verdad que no admite etiquetas, y en esta ocasión sirvió para presentar en vivo su último álbum, Quebranto, una obra tan cruda como introspectiva que ha elevado aún más el listón de su carrera.
Con un arranque explosivo, la banda dejó claro que su sonido no es para oídos conformistas. Temas como “Desentiérrame” o “El retorcido sabor del fracaso” rompieron el aire con riffs desquiciantes y ritmos que alternaban entre el caos y la precisión quirúrgica. El público, entregado desde el primer acorde, respondió con pogos furiosos y coros que vibraban con una mezcla de rabia compartida y catarsis. Bolu2 Death no interpreta canciones: las escupe, las vive, las hace arder. Su puesta en escena, cargada de luces agresivas y una actitud sin concesiones, refuerza esa identidad que han construido a lo largo de cuatro álbumes anteriores y cientos de conciertos en festivales como Resurrection Fest o el Viña Rock.
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Lejos de mantener la distancia que a veces imponen los tours internacionales, MAH demostró una cercanía inesperada: se sentó al borde del escenario entre tema y tema, firmó autógrafos y agradeció en español los vítores del público madrileño. La conexión fue instantánea. Los asistentes, muchos de ellos descubriendo a la banda en directo por primera vez, se sumergieron en un espectáculo que no escatimó en intensidad ni en autenticidad. Las coreografías alocadas, los cambios rítmicos imposibles y el carisma de los músicos convirtieron el concierto en una celebración del mestizaje musical y la energía sin fronteras.
La noche concluyó como debía: entre aplausos, sudor y una sensación de haber vivido algo irrepetible. Bolu2 Death reafirmó su lugar como emblema del metal alternativo nacional, con un discurso sonoro que sigue rompiendo moldes, mientras que SiM dejó claro por qué es una de las bandas más eclécticas y emocionantes de la escena asiática actual. Fue más que un concierto; fue una comunión de dos mundos que, sin hablar el mismo idioma, encontraron en la música un punto de encuentro feroz y sincero.