

El mundo del metal en Argentina es un camino cuesta arriba que se sostiene con el trabajo a pulmón de un montón de gente extremadamente dedicada a lo suyo que lo hace más que nada por amor al arte. Es un contexto donde no estoy muy dispuesto a juzgar a las productoras si no quieren arriesgarse mucho al momento de traer bandas. ¿Por qué financiar cuatro o cinco fechas en Uniclub o El Teatrito de bandas emergentes pero que vienen a paso firme acumulando seguidores cuando podrían traer a Megadeth que llena sin problemas un Obras?
Y eso es cuando hablamos de bandas internacionales, imagínense cuando hablamos sobre la escena nacional. Así que cuando veo que alguien se toma el trabajo de querer hacer un festival de bandas nacionales en este contexto económico, no me queda otra que alabarlo. Tal es el caso de lo que se dio el sábado 23 de agosto con la edición (esperemos que la primera de muchas) del Argentina Metal Fest, evento que reuniría a una enorme cantidad de bandas nacionales en un mismo lugar durante todo un día.
El lugar del evento se saldría del circuito normal de recintos, siendo que estaríamos en el Golden Center, un salón de eventos ubicado en Costanera Norte, al lado de Ciudad Universitaria, donde se acostumbra hacer más eventos empresariales, congresos médicos y cumpleaños de gente de doble o triple apellido, de la clase de ocasiones donde hay que ir de saco y corbata. Pero no está mal probar cosas nuevas, así que ese sábado el lugar cambiaría el saco y la corbata por el chaleco de parches y la remera otrora negra ahora gris rata por poco menos de 10 horas. O al menos eso es lo que decía el evento, más de eso más tarde.
La ubicación del evento terminó siendo más cómoda de lo que esperaba, con el colectivo terminando el recorrido en Ciudad Universitaria y de ahí teniendo que caminar un corto trecho hasta la entrada del Golden Center. Esta, que en otras ocasiones mostraría el logo de Natura o de algún congreso odontológico, mostraba la insignia del Argentina Metal Fest, con un par de Parcas a los lados. No serían las únicas, siendo que en el hall de entrada tendríamos otro display con unos esqueletos y arañas y el logo del fest para que la gente se sacara fotos. A un lado tendríamos otro cartel con un tributo a Ricardo Iorio, con el que mucha gente también aprovecharía para quedar inmortalizada.
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Tras hacer el chequeo en la entrada, no tuvimos que meternos mucho para sentir el aroma de la atmósfera parrillera del sector de comidas y bebidas, con precios sorprendentemente accesibles para el promedio de los festivales de música, sobre todo para los que quisieran cerveza artesanal, a cargo de la gente de Bierlife. La parte de parrilla servía hamburguesas de muy buena calidad, hechos de manera artesanal y con buena presentación.
A un lado del sector de comidas había un puesto de maquillaje y tatuajes para quien quisiera aprovechar, y más cerca de la entrada estaba el sector de merch, que tenían tanto productos de las respectivas bandas, sobre todo remeras, como del mismo festival y también artesanos que hacían cinturones, hebillas, muñequeras, pañuelos y demás, además de un puesto para dejar donaciones a un refugio de animales. Este lugar era un tanto angosto para pasar bien y se pondría más complicado a futuro, pero había que hacer lo mejor que se podía.
Antes de comenzar con la parte de la crítica musical, tengo que señalar un par de aspectos negativos del evento, que serían los más obvios durante esta parte. Llegando al sector del escenario, tengo que decir que ya a primera vista estaba claro que el lugar no estaba hecho para recitales, o al menos para este tipo de recitales, con la gran cantidad de columnas en le medio que tapaban mucho la vista de aquel que no quisiera estar apretado cerca del escenario. Por otra parte, otra dificultad que se vería durante el día serían las filas para la comida, con un puesto para comprar tickets que después se usaban en los puestos, y tendría una fila enorme enfrente que daría mil vueltas y estaría muy desorganizada.
De paso, también está el tema de la seguridad. Yo sé que a muchos les molesta tener que estar mostrando la mochila o que los palpen antes de entrar a los recitales, pero es perfectamente entendible considerando las cosas que han ocurrido en ellos. En el Golden Center no hubo ningún control de ese estilo, por poco dejando pasar a cualquiera sin que se revisara nada.
Y puede que esto ya sea un tema más personal que no afectaría a la enorme mayoría de los asistentes, pero al sector de prensa le faltaba mucho. Una sola mesa con seis sillas puesta en el medio de la sala y con apenas un enchufe para poder cargar el celular, es un tema a mejorar mucho a futuro, pensando en los colegas que no tuvieran una batería aparte o un cargador propio. Sumado a eso, ninguno de estos espacios estaba señalizado como tal.
Ahora sí, pasemos a lo más importante.
A las 15:00 en punto, desde el escenario se pudieron escuchar las guitarras y la batería que marcarían el inicio de la parte musical del evento, de la mano del cuarteto Groover. Y el nombre de la banda no es ninguna vendida de humo, porque la propuesta de este grupo tiene una dosis fuerte de groove en su sonido, con esa onda de metal moderno / alternativo / “panteresco” como para dejarse la garganta gritando. Aunque la mayor parte de la gente prefirió quedarse en el patio de comidas cerca del escenario, hubo un número decente de personas que se acercó al escenario, marcando una asistencia mayor a la que me esperaba para el primerísimo grupo del festival. Y aunque el sonido tendría sus idas y venidas durante el resto del día, lo de Groover estaría más que aprobado en ese ámbito, con un sonido poderoso que mostró bien los riffs bien pesados de la banda. Comentario aparte para el tipo disfrazado de enorme Bumblebee entre el público, agitando a cada momento.
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No habrá tenido la infraestructura del escenario giratorio del Back To The Beginning de Black Sabbath que dejara a muchos fascinados durante el streaming, pero quiero destacar que no hubo que esperar tanto entre banda y banda a lo largo del Argentina Metal Fest, al menos al principio. Así que a las 16:00 en punto, nuevamente, tuvimos a los siguientes en la lista del evento. O mejor dicho, al siguiente: este sería Chowy Fernández, el guitarrista ex Pronoia, que lleva adelante su proyecto solista en formato (casi) instrumental.
Personalmente creo que puedo contar con los dedos de una mano las bandas de metal instrumental que de verdad me gustan, pero lo de Chowy y compañía sin volverme loco, me convence, sobre todo cuando sacan su lado más “jazz fusión” y la guitarra tiene esos diálogos con los teclados. Aunque tuvieron problemas con el pedal de la guitarra al inicio del set y el tiempo que llevó arreglarlo parece haber sido el causante de que tuvieran que acortarlo, a fin de cuentas fue una presentación muy disfrutable e interesante al momento de agregar variedad al sonido del evento.
Para cuando DARLOTODO salieron al escenario, la acumulación de gente ya era muy evidente. Y no es sólo por los fans que iban llegando al Golden Center en sí, sino también porque este cuarteto viene logrando acumular un seguimiento importante al que muchas bandas les toma al menos una década llegar, con ellos en apenas tres y monedas. Esto lo han logrado con una fórmula bastante simple, siendo parte de una ola de bandas del revival del nu metal que ha capturado a muchos millennials e incluso a gente de la Gen Z que ni siquiera vivió o había nacido en la época en la que Korn y Limp Bizkit gobernaban MTV.
Pero lo de DARLOTODO no se queda simplemente en la nostalgia y demuestran que tienen las canciones para apoyarse, así que cuando el cuarteto recibía las ovaciones y cantos de su público, que pobló el medio del campo, ellos correspondieron con sus canciones que combinan calma y ruido, voces melódicas y podridas, ese sonido de bajo que parece que estuvieran tocando con alambre de púas. Es un sonido con mucho poder y que tuvo un muy buen recibimiento, no sólo desde el punto de la “musicalidad” sino también desde el ser entretenido de escuchar: te dan ganas de ponerte los pantalones anchos y la remera XXXL para pedir que vuelva Magic Kids. Sí, se me cayó el DNI.
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Siguiendo con la seguidilla “moderna” pero adelantándose unos años, más tarde fue el turno de Nvlo, otros que han logrado hacerse un nicho propio, en este caso con un sonido death metal /deathcore con mucho énfasis en los breakdowns y las voces de chancho. Un set también muy entretenido como para ver de acomodarle las ideas a alguno en el medio del moshpit a base de patadas karatecas y puñetazos helicóptero, y con una banda que sonó muy bien dentro de los estándares del “core”.
Además de sus canciones propias llenas de esa energía deathcore cavernícola, también hubo momento para un homenaje a Ozzy Osbourne de la mano de un cover de “Children of the Grave” de Black Sabbath (gracias, no quería otro cover de “Paranoid”, les agradezco de corazón), que sorpresivamente se adapta muy bien al estilo pesado de Nvlo. Bien merecido el crecimiento que ha tenido el grupo en los últimos años y que se demostró en el escenario del Argentina Metal Fest.
Volviendo a terrenos más tradicionales, fue el turno de Lörihen, y habiéndolos visto ya en varias ocasiones, no creo que haya mucho que pueda decir que no haya dicho antes, así que seré breve. La presentación estuvo más que correcta, combinando sus canciones más modernas de toque más hard rock con sus clásicos de discos anteriores que tiraban para el power metal que los hizo famosos en primera instancia. Emiliano Obregón sigue siendo un guitarrista espectacular y Lucas Gerardo tiene un gran poder en su voz sin importar el estilo que le toque cantar.
Hubo lluvia de papelitos y pelotas inflables entre la gente, y se pasó un buen rato a puro rock y metal, y más allá de que los recitales de Lörihen vienen siendo demasiado predecibles con respecto a esas cosas o a la lista de canciones y que en un par de ocasiones el audio medio que trastabilló y se volvió una bola de graves, a fin de cuentas fue un buen espectáculo.
Siguió Plan 4 e hizo lo suyo con soltura: está claro que a esta altura Knario Compiano y compañía son unos pilares del metal argentino del nuevo milenio y de toda la onda groove / metalcore / hardcore / loquesea. Al igual que Lörihen puede pasar que la lista de temas se repita un poco y se vuelva bastante predecible, pero la energía tremenda que todos ponen en cada una de sus presentaciones compensa ese temita. Mucho riff grueso y baterías que retumbaban, no mucho más que decir pero tampoco que se necesitara mucho más. La gente respondiendo con mucho pogo y cantando las canciones, y el carisma de Knario a todo momento.
Ya para ese set de Plan 4, que arrancó alrededor de una hora más tarde de lo pactado, comenzó a notarse que poco a poco las demoras en la preparación de cada banda se habían ido acumulando, al punto tal de que los grupos siguientes empezaron a salir más y más tarde. Durante una de las esperas tuvimos un acústico de Mario Ian (Alakrán, ex Rata Blanca), que más allá de las diferencias ideológicas que podamos tener (y tenemos) fue interesante, pero para algunos sólo hizo empeorar las demoras.
Seguía en la lista Cabezones, que en la previa para muchos era la inclusión más “polémica” del festival, con muchos tildándola de que no eran metal o que no eran lo suficientemente pesados como para aparecer en un festival de metal. Es algo que entiendo y donde se puede discutir por largo rato en qué bolsa entra la banda. ¿Son rock alternativo? ¿Metal alternativo? ¿Nu metal? Demasiado pesados para el rock pero demasiado “sensibles” para el metal. Es complicado, pero creo que no desentonaban para nada si uno quería tratar de cubrir todas las variantes posibles del metal en Argentina. Pero Cabezones tiene un público fiel y ellos cumplieron con su tarea de darle a la gente lo que quiere, con buenos temas de corte dark y esos riffs pesados pero de cierta sensibilidad pop que caracterizan a mucho de su propuesta, con un César Andino demostrando su gran voz.
Ya a partir de este punto quiero decir que no tengo tantas notas y que la cerveza estaba haciendo efecto, así que disculpen si los detalles son más difusos de lo acostumbrado. Se dificultaba hacerlo siendo que además este Golden Center terminó quedando chico para la cantidad de gente esperada, con el caos de la fila para la comida y bebida tampoco ayudando.
Arde La Sangre son otros que puede que algunos miren de reojo en cuanto a su estilo y a los círculos en los que se mueven, más alejados del under metalero tradicional argentino, pero que también es cierto que vienen arrastrando un seguimiento importante debido a la herencia de lo que fuera Carajo. Corvata Corvalán y Tery Langer vienen haciendo horas extra para demostrar que ALS no debe vivir a la sombra de la banda que los hizo famosos, y demuestran que lo suyo viene en serio con su sonido moderno.
Tal vez tengan el problema de que el costado más electrónico de su sonido sea complicado de trasladar al vivo, con muchas programaciones interfiriendo con los instrumentos y formando una bola de ruido, sobre todo en un lugar más chico, pero a la gente no debe haberle importado mucho porque estuvo agitando de principio a fin. Tal vez demasiado, con algunos queriendo subirse al escenario desde el público y teniendo que ser sacados.
Ya para este momento el horario se estaba yendo al tacho y se lo regalo a los que tuvieran otros compromisos y/o dependieran del transporte público, con varios prefiriendo irse después de ALS. Pero los muchos que se quedaron pudieron ver la fiesta que fue Asspera, banda que divide opiniones pero a la que sólo le importa hacer pasar un buen rato con su “metal bizarro”, con muchos fans pudiendo divisarse entre la gente usando esa máscara blanca que usan en la banda. Lo de Asspera fue exactamente lo que uno esperaría de un concierto de ellos: energía bizarra, riffs cabezas y letras para cagarse de risa. Lamentablemente, el set de Asspera terminó a más de las 2 de la mañana, mucho más tarde de lo que había sido pactado para el fin del evento, y además quedaba ver a Horcas. Pero ya era demasiado para mí y tuve que elegir irme antes, así que discúlpenme si esperaban que comentara algo sobre ellos.
Así que, ¿qué nos queda de esta primera edición del Argentina Metal Fest? Obviamente hay muchísimo para mejorar, como pasa con cualquier primer intento. En el sector de merch hubo algo de desorganización, con la gente del puesto de Horcas teniendo dificultades para poder armar su mesa en el poco espacio que quedaba, y la seguridad estuvo de adorno en muchas ocasiones. El Golden Center, como mencioné anteriormente, no es un lugar para este tipo de recitales y este nivel de público, aunque destaco mucho la limpieza de todos los lugares, sobre todo los baños y que tuviera una señal propia de wifi, siendo que muchos de estos recintos parecen estar en un Triángulo de las Bermudas donde la señal se pierde apenas uno entra. El sonido estuvo a la altura casi siempre, los precios eran muy amigables (más accesibles que en muchos lugares más tradicionales), y fue bueno tener un evento de estas características donde la gente pudiera ir con los hijos: hubo varios disfrutando a las bandas junto a sus padres.
Personalmente me recordó mucho a los viejos Metal Para Todos, aquellos con múltiples escenarios que mostraban bandas de todo tipo y para todo público. Argentina Metal Fest bien podría ser un sucesor digno a futuro, ya pudiendo ajustar un par de tuercas para que las cosas de verdad sean más disfrutables. Este último creo que es obvio: mejor seguridad, un lugar más acorde, seguridad más presente, mejor señalización de los espacios, mejor infraestructura para el sector de comida y bebida, y todo lo que vengo señalando hasta ahora. ¿Se podrá hacer todo esto? Espero de corazón que sí, porque fui a más de un par de aquellos MPT y fueron una influencia grande en mí, y poder tener de vuelta ese tipo de eventos sería un sueño. Así que a ponerse las pilas y a darle al público metalero argentino lo que se merece.
Fotos: Facundo Rodríguez (Gentileza Vientos de Poder)
- Darlotodo
- Nvlo
- Lorihen
- Plan 4
- Arde La Sangre
- Asspera


El mundo del metal en Argentina es un camino cuesta arriba que se sostiene con el trabajo a pulmón de un montón de gente extremadamente dedicada a lo suyo que lo hace más que nada por amor al arte. Es un contexto donde no estoy muy dispuesto a juzgar a las productoras si no quieren arriesgarse mucho al momento de traer bandas. ¿Por qué financiar cuatro o cinco fechas en Uniclub o El Teatrito de bandas emergentes pero que vienen a paso firme acumulando seguidores cuando podrían traer a Megadeth que llena sin problemas un Obras?
Y eso es cuando hablamos de bandas internacionales, imagínense cuando hablamos sobre la escena nacional. Así que cuando veo que alguien se toma el trabajo de querer hacer un festival de bandas nacionales en este contexto económico, no me queda otra que alabarlo. Tal es el caso de lo que se dio el sábado 23 de agosto con la edición (esperemos que la primera de muchas) del Argentina Metal Fest, evento que reuniría a una enorme cantidad de bandas nacionales en un mismo lugar durante todo un día.
El lugar del evento se saldría del circuito normal de recintos, siendo que estaríamos en el Golden Center, un salón de eventos ubicado en Costanera Norte, al lado de Ciudad Universitaria, donde se acostumbra hacer más eventos empresariales, congresos médicos y cumpleaños de gente de doble o triple apellido, de la clase de ocasiones donde hay que ir de saco y corbata. Pero no está mal probar cosas nuevas, así que ese sábado el lugar cambiaría el saco y la corbata por el chaleco de parches y la remera otrora negra ahora gris rata por poco menos de 10 horas. O al menos eso es lo que decía el evento, más de eso más tarde.
La ubicación del evento terminó siendo más cómoda de lo que esperaba, con el colectivo terminando el recorrido en Ciudad Universitaria y de ahí teniendo que caminar un corto trecho hasta la entrada del Golden Center. Esta, que en otras ocasiones mostraría el logo de Natura o de algún congreso odontológico, mostraba la insignia del Argentina Metal Fest, con un par de Parcas a los lados. No serían las únicas, siendo que en el hall de entrada tendríamos otro display con unos esqueletos y arañas y el logo del fest para que la gente se sacara fotos. A un lado tendríamos otro cartel con un tributo a Ricardo Iorio, con el que mucha gente también aprovecharía para quedar inmortalizada.
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Tras hacer el chequeo en la entrada, no tuvimos que meternos mucho para sentir el aroma de la atmósfera parrillera del sector de comidas y bebidas, con precios sorprendentemente accesibles para el promedio de los festivales de música, sobre todo para los que quisieran cerveza artesanal, a cargo de la gente de Bierlife. La parte de parrilla servía hamburguesas de muy buena calidad, hechos de manera artesanal y con buena presentación.
A un lado del sector de comidas había un puesto de maquillaje y tatuajes para quien quisiera aprovechar, y más cerca de la entrada estaba el sector de merch, que tenían tanto productos de las respectivas bandas, sobre todo remeras, como del mismo festival y también artesanos que hacían cinturones, hebillas, muñequeras, pañuelos y demás, además de un puesto para dejar donaciones a un refugio de animales. Este lugar era un tanto angosto para pasar bien y se pondría más complicado a futuro, pero había que hacer lo mejor que se podía.
Antes de comenzar con la parte de la crítica musical, tengo que señalar un par de aspectos negativos del evento, que serían los más obvios durante esta parte. Llegando al sector del escenario, tengo que decir que ya a primera vista estaba claro que el lugar no estaba hecho para recitales, o al menos para este tipo de recitales, con la gran cantidad de columnas en le medio que tapaban mucho la vista de aquel que no quisiera estar apretado cerca del escenario. Por otra parte, otra dificultad que se vería durante el día serían las filas para la comida, con un puesto para comprar tickets que después se usaban en los puestos, y tendría una fila enorme enfrente que daría mil vueltas y estaría muy desorganizada.
De paso, también está el tema de la seguridad. Yo sé que a muchos les molesta tener que estar mostrando la mochila o que los palpen antes de entrar a los recitales, pero es perfectamente entendible considerando las cosas que han ocurrido en ellos. En el Golden Center no hubo ningún control de ese estilo, por poco dejando pasar a cualquiera sin que se revisara nada.
Y puede que esto ya sea un tema más personal que no afectaría a la enorme mayoría de los asistentes, pero al sector de prensa le faltaba mucho. Una sola mesa con seis sillas puesta en el medio de la sala y con apenas un enchufe para poder cargar el celular, es un tema a mejorar mucho a futuro, pensando en los colegas que no tuvieran una batería aparte o un cargador propio. Sumado a eso, ninguno de estos espacios estaba señalizado como tal.
Ahora sí, pasemos a lo más importante.
A las 15:00 en punto, desde el escenario se pudieron escuchar las guitarras y la batería que marcarían el inicio de la parte musical del evento, de la mano del cuarteto Groover. Y el nombre de la banda no es ninguna vendida de humo, porque la propuesta de este grupo tiene una dosis fuerte de groove en su sonido, con esa onda de metal moderno / alternativo / “panteresco” como para dejarse la garganta gritando. Aunque la mayor parte de la gente prefirió quedarse en el patio de comidas cerca del escenario, hubo un número decente de personas que se acercó al escenario, marcando una asistencia mayor a la que me esperaba para el primerísimo grupo del festival. Y aunque el sonido tendría sus idas y venidas durante el resto del día, lo de Groover estaría más que aprobado en ese ámbito, con un sonido poderoso que mostró bien los riffs bien pesados de la banda. Comentario aparte para el tipo disfrazado de enorme Bumblebee entre el público, agitando a cada momento.
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No habrá tenido la infraestructura del escenario giratorio del Back To The Beginning de Black Sabbath que dejara a muchos fascinados durante el streaming, pero quiero destacar que no hubo que esperar tanto entre banda y banda a lo largo del Argentina Metal Fest, al menos al principio. Así que a las 16:00 en punto, nuevamente, tuvimos a los siguientes en la lista del evento. O mejor dicho, al siguiente: este sería Chowy Fernández, el guitarrista ex Pronoia, que lleva adelante su proyecto solista en formato (casi) instrumental.
Personalmente creo que puedo contar con los dedos de una mano las bandas de metal instrumental que de verdad me gustan, pero lo de Chowy y compañía sin volverme loco, me convence, sobre todo cuando sacan su lado más “jazz fusión” y la guitarra tiene esos diálogos con los teclados. Aunque tuvieron problemas con el pedal de la guitarra al inicio del set y el tiempo que llevó arreglarlo parece haber sido el causante de que tuvieran que acortarlo, a fin de cuentas fue una presentación muy disfrutable e interesante al momento de agregar variedad al sonido del evento.
Para cuando DARLOTODO salieron al escenario, la acumulación de gente ya era muy evidente. Y no es sólo por los fans que iban llegando al Golden Center en sí, sino también porque este cuarteto viene logrando acumular un seguimiento importante al que muchas bandas les toma al menos una década llegar, con ellos en apenas tres y monedas. Esto lo han logrado con una fórmula bastante simple, siendo parte de una ola de bandas del revival del nu metal que ha capturado a muchos millennials e incluso a gente de la Gen Z que ni siquiera vivió o había nacido en la época en la que Korn y Limp Bizkit gobernaban MTV.
Pero lo de DARLOTODO no se queda simplemente en la nostalgia y demuestran que tienen las canciones para apoyarse, así que cuando el cuarteto recibía las ovaciones y cantos de su público, que pobló el medio del campo, ellos correspondieron con sus canciones que combinan calma y ruido, voces melódicas y podridas, ese sonido de bajo que parece que estuvieran tocando con alambre de púas. Es un sonido con mucho poder y que tuvo un muy buen recibimiento, no sólo desde el punto de la “musicalidad” sino también desde el ser entretenido de escuchar: te dan ganas de ponerte los pantalones anchos y la remera XXXL para pedir que vuelva Magic Kids. Sí, se me cayó el DNI.
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Siguiendo con la seguidilla “moderna” pero adelantándose unos años, más tarde fue el turno de Nvlo, otros que han logrado hacerse un nicho propio, en este caso con un sonido death metal /deathcore con mucho énfasis en los breakdowns y las voces de chancho. Un set también muy entretenido como para ver de acomodarle las ideas a alguno en el medio del moshpit a base de patadas karatecas y puñetazos helicóptero, y con una banda que sonó muy bien dentro de los estándares del “core”.
Además de sus canciones propias llenas de esa energía deathcore cavernícola, también hubo momento para un homenaje a Ozzy Osbourne de la mano de un cover de “Children of the Grave” de Black Sabbath (gracias, no quería otro cover de “Paranoid”, les agradezco de corazón), que sorpresivamente se adapta muy bien al estilo pesado de Nvlo. Bien merecido el crecimiento que ha tenido el grupo en los últimos años y que se demostró en el escenario del Argentina Metal Fest.
Volviendo a terrenos más tradicionales, fue el turno de Lörihen, y habiéndolos visto ya en varias ocasiones, no creo que haya mucho que pueda decir que no haya dicho antes, así que seré breve. La presentación estuvo más que correcta, combinando sus canciones más modernas de toque más hard rock con sus clásicos de discos anteriores que tiraban para el power metal que los hizo famosos en primera instancia. Emiliano Obregón sigue siendo un guitarrista espectacular y Lucas Gerardo tiene un gran poder en su voz sin importar el estilo que le toque cantar.
Hubo lluvia de papelitos y pelotas inflables entre la gente, y se pasó un buen rato a puro rock y metal, y más allá de que los recitales de Lörihen vienen siendo demasiado predecibles con respecto a esas cosas o a la lista de canciones y que en un par de ocasiones el audio medio que trastabilló y se volvió una bola de graves, a fin de cuentas fue un buen espectáculo.
Siguió Plan 4 e hizo lo suyo con soltura: está claro que a esta altura Knario Compiano y compañía son unos pilares del metal argentino del nuevo milenio y de toda la onda groove / metalcore / hardcore / loquesea. Al igual que Lörihen puede pasar que la lista de temas se repita un poco y se vuelva bastante predecible, pero la energía tremenda que todos ponen en cada una de sus presentaciones compensa ese temita. Mucho riff grueso y baterías que retumbaban, no mucho más que decir pero tampoco que se necesitara mucho más. La gente respondiendo con mucho pogo y cantando las canciones, y el carisma de Knario a todo momento.
Ya para ese set de Plan 4, que arrancó alrededor de una hora más tarde de lo pactado, comenzó a notarse que poco a poco las demoras en la preparación de cada banda se habían ido acumulando, al punto tal de que los grupos siguientes empezaron a salir más y más tarde. Durante una de las esperas tuvimos un acústico de Mario Ian (Alakrán, ex Rata Blanca), que más allá de las diferencias ideológicas que podamos tener (y tenemos) fue interesante, pero para algunos sólo hizo empeorar las demoras.
Seguía en la lista Cabezones, que en la previa para muchos era la inclusión más “polémica” del festival, con muchos tildándola de que no eran metal o que no eran lo suficientemente pesados como para aparecer en un festival de metal. Es algo que entiendo y donde se puede discutir por largo rato en qué bolsa entra la banda. ¿Son rock alternativo? ¿Metal alternativo? ¿Nu metal? Demasiado pesados para el rock pero demasiado “sensibles” para el metal. Es complicado, pero creo que no desentonaban para nada si uno quería tratar de cubrir todas las variantes posibles del metal en Argentina. Pero Cabezones tiene un público fiel y ellos cumplieron con su tarea de darle a la gente lo que quiere, con buenos temas de corte dark y esos riffs pesados pero de cierta sensibilidad pop que caracterizan a mucho de su propuesta, con un César Andino demostrando su gran voz.
Ya a partir de este punto quiero decir que no tengo tantas notas y que la cerveza estaba haciendo efecto, así que disculpen si los detalles son más difusos de lo acostumbrado. Se dificultaba hacerlo siendo que además este Golden Center terminó quedando chico para la cantidad de gente esperada, con el caos de la fila para la comida y bebida tampoco ayudando.
Arde La Sangre son otros que puede que algunos miren de reojo en cuanto a su estilo y a los círculos en los que se mueven, más alejados del under metalero tradicional argentino, pero que también es cierto que vienen arrastrando un seguimiento importante debido a la herencia de lo que fuera Carajo. Corvata Corvalán y Tery Langer vienen haciendo horas extra para demostrar que ALS no debe vivir a la sombra de la banda que los hizo famosos, y demuestran que lo suyo viene en serio con su sonido moderno.
Tal vez tengan el problema de que el costado más electrónico de su sonido sea complicado de trasladar al vivo, con muchas programaciones interfiriendo con los instrumentos y formando una bola de ruido, sobre todo en un lugar más chico, pero a la gente no debe haberle importado mucho porque estuvo agitando de principio a fin. Tal vez demasiado, con algunos queriendo subirse al escenario desde el público y teniendo que ser sacados.
Ya para este momento el horario se estaba yendo al tacho y se lo regalo a los que tuvieran otros compromisos y/o dependieran del transporte público, con varios prefiriendo irse después de ALS. Pero los muchos que se quedaron pudieron ver la fiesta que fue Asspera, banda que divide opiniones pero a la que sólo le importa hacer pasar un buen rato con su “metal bizarro”, con muchos fans pudiendo divisarse entre la gente usando esa máscara blanca que usan en la banda. Lo de Asspera fue exactamente lo que uno esperaría de un concierto de ellos: energía bizarra, riffs cabezas y letras para cagarse de risa. Lamentablemente, el set de Asspera terminó a más de las 2 de la mañana, mucho más tarde de lo que había sido pactado para el fin del evento, y además quedaba ver a Horcas. Pero ya era demasiado para mí y tuve que elegir irme antes, así que discúlpenme si esperaban que comentara algo sobre ellos.
Así que, ¿qué nos queda de esta primera edición del Argentina Metal Fest? Obviamente hay muchísimo para mejorar, como pasa con cualquier primer intento. En el sector de merch hubo algo de desorganización, con la gente del puesto de Horcas teniendo dificultades para poder armar su mesa en el poco espacio que quedaba, y la seguridad estuvo de adorno en muchas ocasiones. El Golden Center, como mencioné anteriormente, no es un lugar para este tipo de recitales y este nivel de público, aunque destaco mucho la limpieza de todos los lugares, sobre todo los baños y que tuviera una señal propia de wifi, siendo que muchos de estos recintos parecen estar en un Triángulo de las Bermudas donde la señal se pierde apenas uno entra. El sonido estuvo a la altura casi siempre, los precios eran muy amigables (más accesibles que en muchos lugares más tradicionales), y fue bueno tener un evento de estas características donde la gente pudiera ir con los hijos: hubo varios disfrutando a las bandas junto a sus padres.
Personalmente me recordó mucho a los viejos Metal Para Todos, aquellos con múltiples escenarios que mostraban bandas de todo tipo y para todo público. Argentina Metal Fest bien podría ser un sucesor digno a futuro, ya pudiendo ajustar un par de tuercas para que las cosas de verdad sean más disfrutables. Este último creo que es obvio: mejor seguridad, un lugar más acorde, seguridad más presente, mejor señalización de los espacios, mejor infraestructura para el sector de comida y bebida, y todo lo que vengo señalando hasta ahora. ¿Se podrá hacer todo esto? Espero de corazón que sí, porque fui a más de un par de aquellos MPT y fueron una influencia grande en mí, y poder tener de vuelta ese tipo de eventos sería un sueño. Así que a ponerse las pilas y a darle al público metalero argentino lo que se merece.
Fotos: Facundo Rodríguez (Gentileza Vientos de Poder)
- Darlotodo
- Nvlo
- Lorihen
- Plan 4
- Arde La Sangre
- Asspera