

Ya adentrados en el final de semana, y con la lluvia fuera de escena, llegamos temprano para ver los shows de apertura en el escenario al aire libre del patio.
Con miembros de Mitochondrion, Ruinous Power subió a escena con la misión de oscurecer la soleada tarde. Con una propuesta más directa y rústica —al menos en las bases y la voz— lograron captar la atención de los presentes. Por momentos su propuesta se volvió algo monótona en cuanto a bases y voces; la guitarra fue la única encargada de sumar matices y climas con distintos tipos de riffs. Desafortunadamente el sonido les jugó una mala pasada y no se pudo apreciar del todo el trabajo de los músicos.
El turno del representante danés llegó de la mano de Maceration. Grupo formado en los noventa que desapareció de golpe y, sin previo aviso, volvió en 2021. Su sonido está fuertemente influenciado por la escuela de Estocolmo: riffs densos y oscuros que oscilan entre velocidad y climas, bajo grave y distorsionado, y una batería muy versátil tanto en las partes rápidas como en las lentas. Los músicos, muy agradecidos con el festival, ofrecieron un show especial con invitados de la formación original para interpretar canciones antiguas. Un concierto entretenido, con músicos recorriendo el escenario y un vocalista bromeando todo el tiempo, acompañado de un sonido de primera. Uno de los mejores del festival hasta ahora.
Oriundos de Tel Aviv pero residentes en Berlín, Har tomó el escenario. Con su black/death metal primitivo desataron 40 minutos de pura blasfemia y odio. Riffs intrincados y veloces junto a una batería dinámica repasaron sus álbumes de estudio. El sonido fue sucio —por las distorsiones—, pero permitió distinguir los instrumentos, lo que sumó puntos a su show. La duración justa evitó la monotonía.
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Con el piso principal lleno, Caustic Wound, uno de los actos más esperados, salió a escena. Con un sonido grave, bajo muy presente y guitarras en su punto justo desplegaron un death metal de calidad extraordinaria: riffs arrastrados a medio tiempo, partes muy rápidas y una batería que se adaptaba a todas las facetas. La voz —gutural profundo alternado con gritos agudos— llevaba el frente de la mezcla y la atención central. La respuesta del público fue magnífica, con pogos y gritos entre canciones. Cuando empezaron los crowdsurfers, la banda terminó tras apenas 25 minutos. Ante el pedido de un bis, subieron, hicieron ruido tres segundos y se fueron, provocando risas en todos.
Difícil salir después de eso, pero los noruegos de Abhorration no se achicaron. Con una propuesta claramente influenciada por Altars of Madness de Morbid Angel (1989), desplegaron una catarata de riffs largos y trabajados, batería arrolladora y solos distorsionados con palanca pero buen gusto. La batería alternó blast beats en tresillos y simples, con doble bombo muy presente. Sonido claro durante toda la presentación y público abarrotando el escenario pequeño, que respondió con gritos y halagos.
Siguiendo en la vena de Morbid Angel pero con influencia marcada en su etapa de principios de los noventa, Interment subió a escena. Con un sonido claro y fuerte, guitarras al frente seguidas por gutural clásico algo más atrás, y batería nítida —lo que permitió disfrutar de sus patrones y arreglos— hicieron estremecer a un público ansioso por verlos. Un gran acto para un festival que sigue sumando nivel.
Esta jornada se estaba caracterizando por que cada acto sorprendía. Seguramente este día se lleve el premio a mejor fecha.
Como un envío divino, apareció un estilo casi ausente hasta entonces: el death progresivo clásico. Los italianos de Miscreance dieron un set excelente evocando Human de Death y el primer disco de Atheist. Era increíble verlos ejecutar pasajes tan complejos con tan buen gusto. Solos de guitarra impresionantes y fusión exquisita de batería y bajo. La figura del show fue el baterista, que no sólo aportó ritmos complicados sino que además se encargó de las voces con gran solvencia, muy al estilo de Chuck Schuldiner. El público, en llamas, se tiraba del escenario y volaba por los aires del recinto. Tras el final del set pidieron otra canción y la banda concedió el pedido: el recinto se convirtió en una fiesta, con el propio guitarrista arrojándose al público al final.
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Uno de los artistas más esperados del día fue Rippikoulu, banda finesa de doom/death metal superdenso y pesado. Su propuesta pasa de velocidades muy lentas a muy rápidas sin aviso, generando sorpresa entre los espectadores que no sabían si iniciar un pit o quedarse atónitos mirando. La calidad sonora fue muy buena, creando una pared sólida y grave construida a base de riffs densos respaldados por una base rítmica versátil que llenaba los vacíos. La voz, un gutural profundo y uniforme, calzó perfecto en esta propuesta. Tras casi 60 minutos los fineses dejaron el escenario con una presentación increíble.
Con una propuesta más rápida pero a la vez atmosférica e intimista, Execration salió a escena. Aunque la ferocidad estaba presente, su eje era generar climas con pasajes de punteos y riffs que respiraban, manteniendo un ambiente oscuro y ritual. Esto se reflejaba también en su relación con el público y el contenido lírico, alejándose del gore y de pedir circle pits: un respiro en una fecha donde lo clásico y lo brutal fueron protagonistas. Muy aplaudidos, cerraron el escenario secundario por el día.
Uno de los conciertos más esperados fue el de Morpheus Descends, grupo de death metal clásico de EE. UU. con un disco editado en los 90. Con sonido potente y claro comenzaron un show basado en su clásico álbum, que el público recibió con pogos desde el inicio. Los músicos estaban impecables, sincronizados y concentrados. Pero la desgracia arruinó el show: el guitarrista principal, Robert Yench, rompió una cuerda y una canción y media sonó con una sola guitarra. Solucionado esto, el show subió puntos, pero en la última canción otra cuerda se rompió y el guitarrista dejó el escenario ofuscado. Una presentación excelente que por problemas técnicos quedó trunca. Una pena.
Con un tercer día lleno de propuestas clásicas y shows memorables finalizado, nos dedicamos a descansar. Todavía quedaba el último día, que prometía mucho.
Etiquetas: Abhorration, Caustic Wound, Death Metal, execration, har, Interment, Maceration, Miscreance, Morpheus Descends, Rippikoulu, Ruinous Power, Technical Death/Thrash Metal

Ya adentrados en el final de semana, y con la lluvia fuera de escena, llegamos temprano para ver los shows de apertura en el escenario al aire libre del patio.
Con miembros de Mitochondrion, Ruinous Power subió a escena con la misión de oscurecer la soleada tarde. Con una propuesta más directa y rústica —al menos en las bases y la voz— lograron captar la atención de los presentes. Por momentos su propuesta se volvió algo monótona en cuanto a bases y voces; la guitarra fue la única encargada de sumar matices y climas con distintos tipos de riffs. Desafortunadamente el sonido les jugó una mala pasada y no se pudo apreciar del todo el trabajo de los músicos.
El turno del representante danés llegó de la mano de Maceration. Grupo formado en los noventa que desapareció de golpe y, sin previo aviso, volvió en 2021. Su sonido está fuertemente influenciado por la escuela de Estocolmo: riffs densos y oscuros que oscilan entre velocidad y climas, bajo grave y distorsionado, y una batería muy versátil tanto en las partes rápidas como en las lentas. Los músicos, muy agradecidos con el festival, ofrecieron un show especial con invitados de la formación original para interpretar canciones antiguas. Un concierto entretenido, con músicos recorriendo el escenario y un vocalista bromeando todo el tiempo, acompañado de un sonido de primera. Uno de los mejores del festival hasta ahora.
Oriundos de Tel Aviv pero residentes en Berlín, Har tomó el escenario. Con su black/death metal primitivo desataron 40 minutos de pura blasfemia y odio. Riffs intrincados y veloces junto a una batería dinámica repasaron sus álbumes de estudio. El sonido fue sucio —por las distorsiones—, pero permitió distinguir los instrumentos, lo que sumó puntos a su show. La duración justa evitó la monotonía.
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Con el piso principal lleno, Caustic Wound, uno de los actos más esperados, salió a escena. Con un sonido grave, bajo muy presente y guitarras en su punto justo desplegaron un death metal de calidad extraordinaria: riffs arrastrados a medio tiempo, partes muy rápidas y una batería que se adaptaba a todas las facetas. La voz —gutural profundo alternado con gritos agudos— llevaba el frente de la mezcla y la atención central. La respuesta del público fue magnífica, con pogos y gritos entre canciones. Cuando empezaron los crowdsurfers, la banda terminó tras apenas 25 minutos. Ante el pedido de un bis, subieron, hicieron ruido tres segundos y se fueron, provocando risas en todos.
Difícil salir después de eso, pero los noruegos de Abhorration no se achicaron. Con una propuesta claramente influenciada por Altars of Madness de Morbid Angel (1989), desplegaron una catarata de riffs largos y trabajados, batería arrolladora y solos distorsionados con palanca pero buen gusto. La batería alternó blast beats en tresillos y simples, con doble bombo muy presente. Sonido claro durante toda la presentación y público abarrotando el escenario pequeño, que respondió con gritos y halagos.
Siguiendo en la vena de Morbid Angel pero con influencia marcada en su etapa de principios de los noventa, Interment subió a escena. Con un sonido claro y fuerte, guitarras al frente seguidas por gutural clásico algo más atrás, y batería nítida —lo que permitió disfrutar de sus patrones y arreglos— hicieron estremecer a un público ansioso por verlos. Un gran acto para un festival que sigue sumando nivel.
Esta jornada se estaba caracterizando por que cada acto sorprendía. Seguramente este día se lleve el premio a mejor fecha.
Como un envío divino, apareció un estilo casi ausente hasta entonces: el death progresivo clásico. Los italianos de Miscreance dieron un set excelente evocando Human de Death y el primer disco de Atheist. Era increíble verlos ejecutar pasajes tan complejos con tan buen gusto. Solos de guitarra impresionantes y fusión exquisita de batería y bajo. La figura del show fue el baterista, que no sólo aportó ritmos complicados sino que además se encargó de las voces con gran solvencia, muy al estilo de Chuck Schuldiner. El público, en llamas, se tiraba del escenario y volaba por los aires del recinto. Tras el final del set pidieron otra canción y la banda concedió el pedido: el recinto se convirtió en una fiesta, con el propio guitarrista arrojándose al público al final.
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Uno de los artistas más esperados del día fue Rippikoulu, banda finesa de doom/death metal superdenso y pesado. Su propuesta pasa de velocidades muy lentas a muy rápidas sin aviso, generando sorpresa entre los espectadores que no sabían si iniciar un pit o quedarse atónitos mirando. La calidad sonora fue muy buena, creando una pared sólida y grave construida a base de riffs densos respaldados por una base rítmica versátil que llenaba los vacíos. La voz, un gutural profundo y uniforme, calzó perfecto en esta propuesta. Tras casi 60 minutos los fineses dejaron el escenario con una presentación increíble.
Con una propuesta más rápida pero a la vez atmosférica e intimista, Execration salió a escena. Aunque la ferocidad estaba presente, su eje era generar climas con pasajes de punteos y riffs que respiraban, manteniendo un ambiente oscuro y ritual. Esto se reflejaba también en su relación con el público y el contenido lírico, alejándose del gore y de pedir circle pits: un respiro en una fecha donde lo clásico y lo brutal fueron protagonistas. Muy aplaudidos, cerraron el escenario secundario por el día.
Uno de los conciertos más esperados fue el de Morpheus Descends, grupo de death metal clásico de EE. UU. con un disco editado en los 90. Con sonido potente y claro comenzaron un show basado en su clásico álbum, que el público recibió con pogos desde el inicio. Los músicos estaban impecables, sincronizados y concentrados. Pero la desgracia arruinó el show: el guitarrista principal, Robert Yench, rompió una cuerda y una canción y media sonó con una sola guitarra. Solucionado esto, el show subió puntos, pero en la última canción otra cuerda se rompió y el guitarrista dejó el escenario ofuscado. Una presentación excelente que por problemas técnicos quedó trunca. Una pena.
Con un tercer día lleno de propuestas clásicas y shows memorables finalizado, nos dedicamos a descansar. Todavía quedaba el último día, que prometía mucho.
Etiquetas: Abhorration, Caustic Wound, Death Metal, execration, har, Interment, Maceration, Miscreance, Morpheus Descends, Rippikoulu, Ruinous Power, Technical Death/Thrash Metal