

No es del todo cierto el título que elegí para ilustrar esta crónica, puesto que hubo muchos otros malones luego del que hago referencia, pero sepan interpretar, queridos lectores, que sí hablamos del último gran malón comandado por el entonces Cacique Cafulcurá en un intento de arremeter contra la fortaleza protectora donde hoy emplaza la plaza Rivadavia.
A escasos metros de donde se dio la mayor de las batallas allá por el año 1859, tuvimos el pasado domingo 17 de agosto otro acto de vigor y energía, pero esta vez comandado por Malón. Como todos ya saben, el motivo de su actual gira es la conmemoración del 30 aniversario de su primer disco, Espiritu Combativo.
Ni bien arribé al teatro Rossini me decidí a entrar enseguida a pesar de que la noche invitaba a arrimarse a alguna de las tantas previas entre rondas de amigos que se hacían sobre la angosta vereda. Dentro, el panorama era muy relajado y tranquilo, con todavía muy poca gente (a pesar de que no faltaba mucho) y un ambiente totalmente amistoso como es recurrente ver en los shows de metal. Por un momento llegué a creer que el recinto no estaría lleno como otras veces (y que equivocado iba a estar) pero aun así y aprovechando que no había nadie, me aposté en la valla con la finalidad de apreciar el show con la mejor visual posible.
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La cita, que estaba pactada para las 21hs, tuvo una demora de 30 minutos, que, dentro del contrato tácito entre banda y público, es totalmente aceptable. Luego de esa ligera demora las luces se apagaron y con un rápido giro de cabeza pude corroborar que el espacio estaba no lleno, sino colmado. Casi como no dando lugar a dudas Malón salió a escena con el esperable “Espiritu Combativo”, desatando la euforía del público y las rondas de pogo que no se hicieron esperar.
Luego y como prometieron para esta gira, repasaron todo el disco en el mismo orden con el que se editó (salvo, claro, por el comienzo con Espiritu Combativo). Poco mas de 45 minutos llevó está primera parte para rendirle tributo a este gran disco, sin mediar palabras de los músicos y con un público totalmente conectado con ellos. Si bien desde la valla no podía observar otra cosa que, a la banda, los constantes zapatazos de los amigos metaleros en la nuca y los baños de cerveza me hacían dar cuenta del festivo y enérgico momento que se estaba viviendo, algo que celebro y festejo más que cuestionar (¡esto es metal!). Cada pieza, cada segmento, fue respondido con pogos, estribillos coreados y mucho agite, incluso en los lapsos de mayor paz como en “Cancha de Lodo” con su inconfundible recitado.
La banda continuo con un setlist que mezclaba entre lo nuevo y lo viejo, entre lo de sus últimos 2 discos y los clásicos de Justicia y Resistencia. Quizás la espuma bajaba un poco cuando llegaban los títulos más recientes, que es algo totalmente lógico. Y esto no porque sean malas canciones puesto que me parecen de los mejores discos del metal argento en los últimos años (¡qué gran disco Nuevo Orden Mundial!) sino por el mero hecho de que, al ser considerablemente nuevas, no han penetrado todavía en el sentimiento nostálgico de los seguidores.
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2hs aproximadas de show y poco más de 20 temas donde hubo de todo: el esperado agasajo a los inicios de la banda, lo mejor de la nueva etapa y los clásicos infaltables del disco del próximo 30 aniversario. Tampoco faltó el gran solo de batería de Javi Rubio ni el acompañamiento de la banda al coreado “Somos…”. El sonido estuvo impecable, resultado de una banda que de antemano uno sabe que siempre suena muy bien sumado a la buena acústica del lugar (mas recitales en el Rossini por favor). A pesar de estar delante de todo pude distinguir a la perfección cada uno de los instrumentos y las palabras que emergían de Claudio O’Connor. Incluso el juego de luces estuvo a la altura de lo que una banda como Malón necesita (las ventajas de los espacios que también funcionan como discos).
Para las 23.30hs la banda daba la estocada final y comenzaba a despedirse con los mejores ánimos al ritmo de Highway to Hell, regalando setlists impresos, púas (de las cuales me hice de 2) y hasta apretones de manos a un público que por demás ha sido castigado por las inclemencias climáticas, que hoy continua resistiendo y que tanto necesita de los recitales para tener al menos un momento donde todas las tristezas y preocupaciones desaparezcan. Por mi parte, totalmente hecho y satisfecho, por poder ser parte una vez más y por poder entender lo que Espiritu Combativo significó en su momento. Quiero destacar también la labor de Nadya Cabrera en la promoción de una gira que recorre y recorrerá cada rincón del país y agradecimientos por la oportunidad de cubrir este show.
Bahía se llevó una noche más de metal pesado nacional y espera expectante por la próxima, con un público que siempre acompaña y que en esta ocasión lo demostró como nunca antes.
Etiquetas: argentina, Bahia Blanca, Espiritu Combativo, Heavy Metal, Malon, Metal

No es del todo cierto el título que elegí para ilustrar esta crónica, puesto que hubo muchos otros malones luego del que hago referencia, pero sepan interpretar, queridos lectores, que sí hablamos del último gran malón comandado por el entonces Cacique Cafulcurá en un intento de arremeter contra la fortaleza protectora donde hoy emplaza la plaza Rivadavia.
A escasos metros de donde se dio la mayor de las batallas allá por el año 1859, tuvimos el pasado domingo 17 de agosto otro acto de vigor y energía, pero esta vez comandado por Malón. Como todos ya saben, el motivo de su actual gira es la conmemoración del 30 aniversario de su primer disco, Espiritu Combativo.
Ni bien arribé al teatro Rossini me decidí a entrar enseguida a pesar de que la noche invitaba a arrimarse a alguna de las tantas previas entre rondas de amigos que se hacían sobre la angosta vereda. Dentro, el panorama era muy relajado y tranquilo, con todavía muy poca gente (a pesar de que no faltaba mucho) y un ambiente totalmente amistoso como es recurrente ver en los shows de metal. Por un momento llegué a creer que el recinto no estaría lleno como otras veces (y que equivocado iba a estar) pero aun así y aprovechando que no había nadie, me aposté en la valla con la finalidad de apreciar el show con la mejor visual posible.
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La cita, que estaba pactada para las 21hs, tuvo una demora de 30 minutos, que, dentro del contrato tácito entre banda y público, es totalmente aceptable. Luego de esa ligera demora las luces se apagaron y con un rápido giro de cabeza pude corroborar que el espacio estaba no lleno, sino colmado. Casi como no dando lugar a dudas Malón salió a escena con el esperable “Espiritu Combativo”, desatando la euforía del público y las rondas de pogo que no se hicieron esperar.
Luego y como prometieron para esta gira, repasaron todo el disco en el mismo orden con el que se editó (salvo, claro, por el comienzo con Espiritu Combativo). Poco mas de 45 minutos llevó está primera parte para rendirle tributo a este gran disco, sin mediar palabras de los músicos y con un público totalmente conectado con ellos. Si bien desde la valla no podía observar otra cosa que, a la banda, los constantes zapatazos de los amigos metaleros en la nuca y los baños de cerveza me hacían dar cuenta del festivo y enérgico momento que se estaba viviendo, algo que celebro y festejo más que cuestionar (¡esto es metal!). Cada pieza, cada segmento, fue respondido con pogos, estribillos coreados y mucho agite, incluso en los lapsos de mayor paz como en “Cancha de Lodo” con su inconfundible recitado.
La banda continuo con un setlist que mezclaba entre lo nuevo y lo viejo, entre lo de sus últimos 2 discos y los clásicos de Justicia y Resistencia. Quizás la espuma bajaba un poco cuando llegaban los títulos más recientes, que es algo totalmente lógico. Y esto no porque sean malas canciones puesto que me parecen de los mejores discos del metal argento en los últimos años (¡qué gran disco Nuevo Orden Mundial!) sino por el mero hecho de que, al ser considerablemente nuevas, no han penetrado todavía en el sentimiento nostálgico de los seguidores.
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2hs aproximadas de show y poco más de 20 temas donde hubo de todo: el esperado agasajo a los inicios de la banda, lo mejor de la nueva etapa y los clásicos infaltables del disco del próximo 30 aniversario. Tampoco faltó el gran solo de batería de Javi Rubio ni el acompañamiento de la banda al coreado “Somos…”. El sonido estuvo impecable, resultado de una banda que de antemano uno sabe que siempre suena muy bien sumado a la buena acústica del lugar (mas recitales en el Rossini por favor). A pesar de estar delante de todo pude distinguir a la perfección cada uno de los instrumentos y las palabras que emergían de Claudio O’Connor. Incluso el juego de luces estuvo a la altura de lo que una banda como Malón necesita (las ventajas de los espacios que también funcionan como discos).
Para las 23.30hs la banda daba la estocada final y comenzaba a despedirse con los mejores ánimos al ritmo de Highway to Hell, regalando setlists impresos, púas (de las cuales me hice de 2) y hasta apretones de manos a un público que por demás ha sido castigado por las inclemencias climáticas, que hoy continua resistiendo y que tanto necesita de los recitales para tener al menos un momento donde todas las tristezas y preocupaciones desaparezcan. Por mi parte, totalmente hecho y satisfecho, por poder ser parte una vez más y por poder entender lo que Espiritu Combativo significó en su momento. Quiero destacar también la labor de Nadya Cabrera en la promoción de una gira que recorre y recorrerá cada rincón del país y agradecimientos por la oportunidad de cubrir este show.
Bahía se llevó una noche más de metal pesado nacional y espera expectante por la próxima, con un público que siempre acompaña y que en esta ocasión lo demostró como nunca antes.
Etiquetas: argentina, Bahia Blanca, Espiritu Combativo, Heavy Metal, Malon, Metal