


Antes de que las luces se apagaran y Elder tomaran el escenario ante una Sala Apolo prácticamente llena, ya se respiraba una noche de rock en mayúsculas. Como guiño para los más atentos, la música de ambiente se detuvo justo cuando sonaba “Tom Sawyer” de Rush, un detalle que no pasó desapercibido: era la señal de que estábamos a punto de sumergirnos en un viaje por las profundidades del rock progresivo más ambicioso.
Los primeros en romper el silencio fueron Elder, y lo hicieron con la precisión de un reloj suizo y la fuerza de un huracán. Los de Boston ofrecieron una auténtica lección de cómo combinar el peso del stoner con la complejidad del progresivo, celebrando los diez años de su ya clásico Lore (2015). Desde los primeros compases de “In Procession” y “Thousand Hands”, quedó claro que su sonido en directo es todavía más envolvente: riffs pesados, cambios de ritmo vertiginosos y una atmósfera densa que atrapó a todo el público.
El momento más intenso llegó con “Compendium”, una montaña rusa de más de diez minutos donde Nick DiSalvo y los suyos demostraron por qué son uno de los nombres más respetados del heavy rock moderno. El cierre con “Gemini” fue pura épica instrumental, la culminación de un set sólido, preciso y absorbente. Elder no solo tocaron canciones, construyeron paisajes sonoros que hicieron vibrar las paredes de la sala.
Tras el viaje progresivo, llegó el turno de All Them Witches, los de Nashville, que aterrizaron con su gira “House of Mirrors” y un sonido tan hipnótico como demoledor. Con Charles Michael Parks Jr. al frente, acompañado por Ben McLeod, Allan Van Cleave y el nuevo batería Christian Powers, la banda se presentó como una máquina perfectamente engrasada. La velada arrancó con la intro de “War Pigs” de Black Sabbath, antes de lanzarse de lleno con “The Death of Coyote Woman”, sumergiendo a la sala en una espiral de blues denso y psicodelia envolvente.
El repertorio fue un viaje entre lo clásico y lo nuevo. “Enemy of My Enemy” y “Workhorse” hicieron temblar el suelo con su pegada stoner, mientras que los estrenos “Culling Line” y “Hold Up Say What?” mostraron que All Them Witches siguen explorando territorios más experimentales sin perder su esencia. El punto álgido llegó con “Blood and Sand / Milk & Endless Waters”, una jam expansiva donde la banda se dejó llevar en un trance instrumental que mantuvo al público hipnotizado.
La recta final tuvo un pequeño contratiempo técnico cuando el bajo de Parks falló en “See You Next Fall”, pero lejos de romper la magia, el público respondió cantando a coro, creando uno de esos momentos que hacen especial a un concierto. La despedida con “When God Comes Back” fue una explosión de energía pura, cerrando una noche donde la intensidad se convirtió en comunión entre banda y público.
Elder ofrecieron una lección de precisión y arquitectura sonora; All Them Witches, un ritual de blues oscuro y psicodelia desbordante. Juntas, ambas bandas convirtieron la noche en una celebración del rock más ambicioso y emocional, recordándonos que la magia sigue viva cuando el volumen y la pasión van de la mano.



Antes de que las luces se apagaran y Elder tomaran el escenario ante una Sala Apolo prácticamente llena, ya se respiraba una noche de rock en mayúsculas. Como guiño para los más atentos, la música de ambiente se detuvo justo cuando sonaba “Tom Sawyer” de Rush, un detalle que no pasó desapercibido: era la señal de que estábamos a punto de sumergirnos en un viaje por las profundidades del rock progresivo más ambicioso.
Los primeros en romper el silencio fueron Elder, y lo hicieron con la precisión de un reloj suizo y la fuerza de un huracán. Los de Boston ofrecieron una auténtica lección de cómo combinar el peso del stoner con la complejidad del progresivo, celebrando los diez años de su ya clásico Lore (2015). Desde los primeros compases de “In Procession” y “Thousand Hands”, quedó claro que su sonido en directo es todavía más envolvente: riffs pesados, cambios de ritmo vertiginosos y una atmósfera densa que atrapó a todo el público.
El momento más intenso llegó con “Compendium”, una montaña rusa de más de diez minutos donde Nick DiSalvo y los suyos demostraron por qué son uno de los nombres más respetados del heavy rock moderno. El cierre con “Gemini” fue pura épica instrumental, la culminación de un set sólido, preciso y absorbente. Elder no solo tocaron canciones, construyeron paisajes sonoros que hicieron vibrar las paredes de la sala.
Tras el viaje progresivo, llegó el turno de All Them Witches, los de Nashville, que aterrizaron con su gira “House of Mirrors” y un sonido tan hipnótico como demoledor. Con Charles Michael Parks Jr. al frente, acompañado por Ben McLeod, Allan Van Cleave y el nuevo batería Christian Powers, la banda se presentó como una máquina perfectamente engrasada. La velada arrancó con la intro de “War Pigs” de Black Sabbath, antes de lanzarse de lleno con “The Death of Coyote Woman”, sumergiendo a la sala en una espiral de blues denso y psicodelia envolvente.
El repertorio fue un viaje entre lo clásico y lo nuevo. “Enemy of My Enemy” y “Workhorse” hicieron temblar el suelo con su pegada stoner, mientras que los estrenos “Culling Line” y “Hold Up Say What?” mostraron que All Them Witches siguen explorando territorios más experimentales sin perder su esencia. El punto álgido llegó con “Blood and Sand / Milk & Endless Waters”, una jam expansiva donde la banda se dejó llevar en un trance instrumental que mantuvo al público hipnotizado.
La recta final tuvo un pequeño contratiempo técnico cuando el bajo de Parks falló en “See You Next Fall”, pero lejos de romper la magia, el público respondió cantando a coro, creando uno de esos momentos que hacen especial a un concierto. La despedida con “When God Comes Back” fue una explosión de energía pura, cerrando una noche donde la intensidad se convirtió en comunión entre banda y público.
Elder ofrecieron una lección de precisión y arquitectura sonora; All Them Witches, un ritual de blues oscuro y psicodelia desbordante. Juntas, ambas bandas convirtieron la noche en una celebración del rock más ambicioso y emocional, recordándonos que la magia sigue viva cuando el volumen y la pasión van de la mano.













