

Crónica y fotos: Juli G. López
El pasado sábado 25 de octubre, el Palacio Vistalegre de Madrid se convirtió en el epicentro del metal con una nueva parada del Route to Resurrection. La ocasión no era menor: Arch Enemy llegaba a España para ofrecer su único concierto en el país, celebrando sus 30 años de carrera y presentando su duodécimo álbum, Blood Dynasty. Junto a ellos, un cartel de lujo completado por Gatecreeper, Amorphis y Eluveitie prometía una noche de estilos diversos, pero con un mismo espíritu: el del metal en todas sus formas.
Las puertas se abrieron puntuales, y pese a la larga cola que se extendía fuera, el recinto no alcanzó el lleno esperado. Las gradas presentaban huecos notables, algo que contrastaba con la magnitud del evento. Aun así, la organización se mostró impecable: acceso ágil, sonido preciso y una logística que favoreció el disfrute de todos los asistentes.
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Los encargados de abrir fuego fueron Gatecreeper, que saltaron al escenario pasadas las 18:00 con toda la crudeza de su death metal contemporáneo. Aunque su iluminación fue escasa y el telón del siguiente grupo asomaba en el fondo, los estadounidenses lograron su cometido: activar al público y demostrar por qué son uno de los nombres más prometedores del underground americano. Temas como “A Chilling Aura” y “The Black Curtain” resonaron con fuerza, marcando el inicio de una jornada implacable.
El turno de Amorphis trajo consigo un cambio radical de atmósfera. Los finlandeses ofrecieron una lección de elegancia y contundencia en apenas cuarenta minutos. Con “Bones” como apertura y piezas recientes de su álbum Borderland, la banda tejió un repertorio equilibrado con clásicos como “Silver Bride”, “Black Winter Day” y el emotivo cierre con “House of Sleep”. Su sonido fue el más limpio y envolvente de toda la noche, demostrando que la veteranía puede brillar sin necesidad de estridencias.
El momento folk llegó con Eluveitie, y con ellos un aumento notable del público. Violines, flautas, gaitas y el inconfundible hurdy-gurdy transformaron Vistalegre en un viaje ancestral. Fabienne Erni y Chrigel Glanzmann lideraron un espectáculo donde la energía no decayó ni un segundo. Canciones como “A Rose for Epona”, “King” o la imprescindible “Inis Mona” hicieron vibrar al público, que respondió con entusiasmo, aunque muchos abandonarían el recinto tras su actuación, dejando claro que la banda suiza arrastra a una legión fiel.
Con el escenario cubierto por un enorme telón que proclamaba “PURE FUCKING METAL”, llegó el turno de los protagonistas de la noche. Arch Enemy irrumpieron a las 21:00 h con una entrada cinematográfica: siluetas proyectadas tras el telón al ritmo de “Deceiver, Deceiver”, antes de revelar una escenografía deslumbrante. Alissa White-Gluz emergió con la fuerza habitual, dominando el escenario con una presencia arrolladora, mientras Michael Amott y Jeff Loomis se encargaban de desplegar un arsenal de riffs incendiarios.
La banda sueca repasó su trayectoria combinando cortes recientes como “Dream Stealer”, “Illuminate the Path” y la propia “Blood Dynasty” con clásicos atemporales como “Ravenous”, “My Apocalypse” y “We Will Rise”. La intensidad no bajó en ningún momento, y el público respondió con la misma entrega. El cierre fue apoteósico: “Nemesis” desató una explosión colectiva antes del encore final con “Fields of Desolation”, poniendo punto y aparte a una noche memorable.
En resumen, el Route to Resurrection madrileño fue una celebración del metal en toda su diversidad. Arch Enemy demostraron por qué siguen siendo una de las bandas más potentes del género, mientras Amorphis, Eluveitie y Gatecreeper aportaron riqueza y contrastes a un cartel que no dio respiro. Aunque la asistencia no fue la esperada, lo vivido en Vistalegre fue pura entrega, técnica y pasión: una noche donde el metal volvió a rugir con toda su fuerza.


Crónica y fotos: Juli G. López
El pasado sábado 25 de octubre, el Palacio Vistalegre de Madrid se convirtió en el epicentro del metal con una nueva parada del Route to Resurrection. La ocasión no era menor: Arch Enemy llegaba a España para ofrecer su único concierto en el país, celebrando sus 30 años de carrera y presentando su duodécimo álbum, Blood Dynasty. Junto a ellos, un cartel de lujo completado por Gatecreeper, Amorphis y Eluveitie prometía una noche de estilos diversos, pero con un mismo espíritu: el del metal en todas sus formas.
Las puertas se abrieron puntuales, y pese a la larga cola que se extendía fuera, el recinto no alcanzó el lleno esperado. Las gradas presentaban huecos notables, algo que contrastaba con la magnitud del evento. Aun así, la organización se mostró impecable: acceso ágil, sonido preciso y una logística que favoreció el disfrute de todos los asistentes.
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Los encargados de abrir fuego fueron Gatecreeper, que saltaron al escenario pasadas las 18:00 con toda la crudeza de su death metal contemporáneo. Aunque su iluminación fue escasa y el telón del siguiente grupo asomaba en el fondo, los estadounidenses lograron su cometido: activar al público y demostrar por qué son uno de los nombres más prometedores del underground americano. Temas como “A Chilling Aura” y “The Black Curtain” resonaron con fuerza, marcando el inicio de una jornada implacable.
El turno de Amorphis trajo consigo un cambio radical de atmósfera. Los finlandeses ofrecieron una lección de elegancia y contundencia en apenas cuarenta minutos. Con “Bones” como apertura y piezas recientes de su álbum Borderland, la banda tejió un repertorio equilibrado con clásicos como “Silver Bride”, “Black Winter Day” y el emotivo cierre con “House of Sleep”. Su sonido fue el más limpio y envolvente de toda la noche, demostrando que la veteranía puede brillar sin necesidad de estridencias.
El momento folk llegó con Eluveitie, y con ellos un aumento notable del público. Violines, flautas, gaitas y el inconfundible hurdy-gurdy transformaron Vistalegre en un viaje ancestral. Fabienne Erni y Chrigel Glanzmann lideraron un espectáculo donde la energía no decayó ni un segundo. Canciones como “A Rose for Epona”, “King” o la imprescindible “Inis Mona” hicieron vibrar al público, que respondió con entusiasmo, aunque muchos abandonarían el recinto tras su actuación, dejando claro que la banda suiza arrastra a una legión fiel.
Con el escenario cubierto por un enorme telón que proclamaba “PURE FUCKING METAL”, llegó el turno de los protagonistas de la noche. Arch Enemy irrumpieron a las 21:00 h con una entrada cinematográfica: siluetas proyectadas tras el telón al ritmo de “Deceiver, Deceiver”, antes de revelar una escenografía deslumbrante. Alissa White-Gluz emergió con la fuerza habitual, dominando el escenario con una presencia arrolladora, mientras Michael Amott y Jeff Loomis se encargaban de desplegar un arsenal de riffs incendiarios.
La banda sueca repasó su trayectoria combinando cortes recientes como “Dream Stealer”, “Illuminate the Path” y la propia “Blood Dynasty” con clásicos atemporales como “Ravenous”, “My Apocalypse” y “We Will Rise”. La intensidad no bajó en ningún momento, y el público respondió con la misma entrega. El cierre fue apoteósico: “Nemesis” desató una explosión colectiva antes del encore final con “Fields of Desolation”, poniendo punto y aparte a una noche memorable.
En resumen, el Route to Resurrection madrileño fue una celebración del metal en toda su diversidad. Arch Enemy demostraron por qué siguen siendo una de las bandas más potentes del género, mientras Amorphis, Eluveitie y Gatecreeper aportaron riqueza y contrastes a un cartel que no dio respiro. Aunque la asistencia no fue la esperada, lo vivido en Vistalegre fue pura entrega, técnica y pasión: una noche donde el metal volvió a rugir con toda su fuerza.
















