A Chaos Of Flowers (2024)
Southern Lord Records
Tracklist:
1. I felt a funeral
2. Not speaking of the ways
3. Chanson pour mon ombre
4. Canon: in canon
5. A song for Marie part iii
6. Theft
7. Quotidian: solemnity
8. Moonset
Hay algo en el minimalismo de BIG|BRAVE que resulta masivo e imponente. Este trío canadiense, formado por Robin Wattie (voz y guitarra), Mathieu Ball (guitarra) y Tasy Hudson (batería y percusión), siempre me cautivó y, debo decirlo, desde el primer momento capté en su música, un espíritu folklórico que me recordó al canto con caja de las culturas andinas del norte Argentino. Creo que esa ocurrencia tiene que ver, justamente, con que se trata de una expresión sencilla, visceral, casi ínfima en sus recursos, pero que -sin embargo- encarna el sonido de la montaña, una de las cosas más enormes que puedan imaginarse. Cabe señalar que, en esta ocasión, hay otras personas invitadas para la ejecución de guitarras, sintetizadores y saxos en algunas canciones. El estilo de la banda podría catalogarse como alternativo, experimental o indie: una original mezcla de metal, noise rock, post rock y folk.
Compositivamente, la propuesta se basa en el canto femenino, con una voz muy dulce y melancólica, una guitarra que busca constantemente generar texturas y sutiles melodías entramadas con disonancia, acoples, cacofonía, atonalidad, distorsión, afinaciones no convencionales, en fin: todo lo que el grupo propone como una deconstrucción de la técnica.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Chelsea Wolfe – She Reaches Out To She Reaches Out To She (2024)
Las letras exploran las diversas formas en que se vive la vulnerabilidad humana, el aislamiento entre las multitudes, el vínculo humano con la naturaleza. Hay una catarsis, una necesidad expresiva urgente, cual flor que se abre. Los títulos de los tracks están escritos siempre con minúscula y dando la impresión de ser posibles recortes extraídos de un único flujo mental que tiene algo de artificio joyceano.
“A Chaos of Flowers” aparece ofreciendo cierta continuidad con el anterior “Nature Morte” (2023), un tanto más agresivo, algo que ya puede verse desde el arte de tapa: el ramo de flores invertido se da vuelta, y el fondo pasa de negro a blanco. “i felt a funeral” suena exactamente a eso: evoca una tristeza inconmensurable, emana una oscuridad envolvente, con la ternura de una inevitabilidad omnipotente que viene a abrazarnos. Esos acordes deformes y crudos demuestran una efectividad maravillosa.
“not speaking of the ways” tiene una actitud diferente, más pesada, con un ímpetu como de marcha hacia la incertidumbre. Nos brinda un interesante riff repetitivo y una percusión un poco más potente, en un avance hacia un final pacífico. “chanson pour mon ombre” sigue rompiendo las reglas de la ejecución de la guitarra. Por momentos, percibo algunos ecos de la música de Björk. Los instrumentos erigen estructuras tambaleantes, efímeras: esculturas fugaces, de una fragilidad esencial. Hay un romanticismo en el aire, y “canon: in canon” así lo confirma. Recordemos que esto no se limita a sentir amor, sino que se refiere a las pasiones, a la dialéctica de las emociones con la razón, que suele llevar a una nostalgia por algún tiempo en que la conciencia (civilizada) no era la principal fuente de nuestro propio sufrimiento.
metal melódico en su país natal.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Xeneris estrenan “Barbarossa” como adelanto de su nuevo disco
En “a song for Marie part iii” sentimos una fosa en el recorrido, hay algo de las búsquedas más microscópicas de la improvisación libre contemporánea, y así llegamos a “theft”, que nos hace ascender muy lentamente. Los espectros que vibran con las cuerdas son presencias admonitorias que logran alcanzar momentos corrosivos. Luego, “quotidian: solemnity” enfatiza aún más la apuesta noise de la banda, al punto de que es la voz, prácticamente, la única responsable de que haya una melodía: el fondo es una bruma de esquirlas metálicas que golpean contra un cuerpo entumecido. El final llega con “moonset”, quizás la canción de sonoridad más folk, coqueteando con el country, aunque va in crescendo con actitud casi sludge.
Un precioso disco para escuchar viajando por la ruta un día nublado o lluvioso y, si es atravesando paisajes de belleza conmovedora, mucho mejor. Ya perdí la cuenta de cuántas veces lo escuché y seguirá sonando en mi casa hasta quién sabe cuándo.
A Chaos Of Flowers (2024)
Southern Lord Records
Tracklist:
1. I felt a funeral
2. Not speaking of the ways
3. Chanson pour mon ombre
4. Canon: in canon
5. A song for Marie part iii
6. Theft
7. Quotidian: solemnity
8. Moonset
Hay algo en el minimalismo de BIG|BRAVE que resulta masivo e imponente. Este trío canadiense, formado por Robin Wattie (voz y guitarra), Mathieu Ball (guitarra) y Tasy Hudson (batería y percusión), siempre me cautivó y, debo decirlo, desde el primer momento capté en su música, un espíritu folklórico que me recordó al canto con caja de las culturas andinas del norte Argentino. Creo que esa ocurrencia tiene que ver, justamente, con que se trata de una expresión sencilla, visceral, casi ínfima en sus recursos, pero que -sin embargo- encarna el sonido de la montaña, una de las cosas más enormes que puedan imaginarse. Cabe señalar que, en esta ocasión, hay otras personas invitadas para la ejecución de guitarras, sintetizadores y saxos en algunas canciones. El estilo de la banda podría catalogarse como alternativo, experimental o indie: una original mezcla de metal, noise rock, post rock y folk.
Compositivamente, la propuesta se basa en el canto femenino, con una voz muy dulce y melancólica, una guitarra que busca constantemente generar texturas y sutiles melodías entramadas con disonancia, acoples, cacofonía, atonalidad, distorsión, afinaciones no convencionales, en fin: todo lo que el grupo propone como una deconstrucción de la técnica.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Chelsea Wolfe – She Reaches Out To She Reaches Out To She (2024)
Las letras exploran las diversas formas en que se vive la vulnerabilidad humana, el aislamiento entre las multitudes, el vínculo humano con la naturaleza. Hay una catarsis, una necesidad expresiva urgente, cual flor que se abre. Los títulos de los tracks están escritos siempre con minúscula y dando la impresión de ser posibles recortes extraídos de un único flujo mental que tiene algo de artificio joyceano.
“A Chaos of Flowers” aparece ofreciendo cierta continuidad con el anterior “Nature Morte” (2023), un tanto más agresivo, algo que ya puede verse desde el arte de tapa: el ramo de flores invertido se da vuelta, y el fondo pasa de negro a blanco. “i felt a funeral” suena exactamente a eso: evoca una tristeza inconmensurable, emana una oscuridad envolvente, con la ternura de una inevitabilidad omnipotente que viene a abrazarnos. Esos acordes deformes y crudos demuestran una efectividad maravillosa.
“not speaking of the ways” tiene una actitud diferente, más pesada, con un ímpetu como de marcha hacia la incertidumbre. Nos brinda un interesante riff repetitivo y una percusión un poco más potente, en un avance hacia un final pacífico. “chanson pour mon ombre” sigue rompiendo las reglas de la ejecución de la guitarra. Por momentos, percibo algunos ecos de la música de Björk. Los instrumentos erigen estructuras tambaleantes, efímeras: esculturas fugaces, de una fragilidad esencial. Hay un romanticismo en el aire, y “canon: in canon” así lo confirma. Recordemos que esto no se limita a sentir amor, sino que se refiere a las pasiones, a la dialéctica de las emociones con la razón, que suele llevar a una nostalgia por algún tiempo en que la conciencia (civilizada) no era la principal fuente de nuestro propio sufrimiento.
metal melódico en su país natal.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Xeneris estrenan “Barbarossa” como adelanto de su nuevo disco
En “a song for Marie part iii” sentimos una fosa en el recorrido, hay algo de las búsquedas más microscópicas de la improvisación libre contemporánea, y así llegamos a “theft”, que nos hace ascender muy lentamente. Los espectros que vibran con las cuerdas son presencias admonitorias que logran alcanzar momentos corrosivos. Luego, “quotidian: solemnity” enfatiza aún más la apuesta noise de la banda, al punto de que es la voz, prácticamente, la única responsable de que haya una melodía: el fondo es una bruma de esquirlas metálicas que golpean contra un cuerpo entumecido. El final llega con “moonset”, quizás la canción de sonoridad más folk, coqueteando con el country, aunque va in crescendo con actitud casi sludge.
Un precioso disco para escuchar viajando por la ruta un día nublado o lluvioso y, si es atravesando paisajes de belleza conmovedora, mucho mejor. Ya perdí la cuenta de cuántas veces lo escuché y seguirá sonando en mi casa hasta quién sabe cuándo.