


El tercer día del Brutal Assault amanecía con el sol ya implacable desde bien temprano. El tercer día del Brutal Assault amanecía con el sol ya implacable desde bien temprano. Los recuerdos de la noche anterior seguian intactos con los shows de Blood Fire Death y Gojira, este día decidí tomármelo con mas calma y llegar un poco mas tarde al festival, como mala noticia recibimos que la cerveza oficial la cerveza del festival, la Emperor IPA, se había agotado. Hasta estas noticias te avisa el festival, habia que beber de las otras para continuar el ritmo.
Llegue, y me fui al Obscure Stage para ver a Sylvaine. Kathrine Shepard, en su formato más íntimo, logró silenciar el murmullo ambiente con su voz envolvente y melodías melancólicas, mostrando que también hay espacio para lo introspectivo en medio de tanto caos.
Volviendo al asalto sonoro, fue el turno de Pig Destroyer, quienes desataron una tormenta de grindcore directo al cuello. Con una puesta en escena sencilla pero efectiva, y una lona que recordaba su logo en tamaño gigantesco, los de Virginia no dieron tregua. “Army of Cops” y “Piss Angel” fueron algunos de los momentos más salvajes, con un público entregado que parecía no necesitar sombra ni descanso. Mención especial para Alex Cha, que entre teclado, samplers y distorsión, no paró de animar la fiesta en cada segundo de show.
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Ya por la tarde, el dúo alemán Mantar demostró que no hacen falta más de dos personas para llenar un escenario de actitud. Su mezcla de sludge, punk y doom, llevada al directo con la potencia que les caracteriza, hizo vibrar el Obscure. Aprovecharon para presentar varios cortes de su más reciente Post Apocalyptic Depression, como la demoledora “Grim Reaping”, que dejó claro por qué se han convertido en un habitual de los festivales europeos. La simbiosis entre Hanno Klänhardt y Erinç Sakarya sigue funcionando como una maquinaria bien engrasada.
A media tarde, Hentai Corporation tomaba el testigo en el Sea Shepherd y, para ser sincero, no se que estábamos viendo. La banda de crossover, comenzo con: “Synthetic Limits”, “Goblin Love”, “Tragedy of Uncle Hitler”. Una banda particular que fue bien acompañada por el publico local, yo, decidí irme a dar una vuelta y tomar una birra.
Y entonces, llegó Overkill. Desde Nueva Jersey, los veteranos del thrash metal volvieron a dar una lección de cómo se hace un show de puro músculo. Bobby Blitz, pese a necesitar algunos respiros entre temas, sigue siendo un frontman de los de antes: ácido, enérgico y con una voz que, milagrosamente, sigue sonando como en los noventa. Abrieron con “Scorched”, tema que da nombre a su último trabajo Scorched, y a partir de ahí fue una sucesión de trallazos que hicieron enloquecer al Sea Shepherd. “Ironbound”, “Elimination” y el infaltable “Fuck You” pusieron a saltar incluso a los más veteranos del recinto. Brutal.
El ritmo no bajó con Grave, que tomaron el relevo con su death metal cavernoso y sueco al 100%. La competencia de horarios era feroz, con solapes que hacían difícil elegir, pero su set, centrado en clásicos como “You’ll Never See…” y “Into the Grave”, ofreció una dosis sólida y sucia de brutalidad tradicional. En paralelo, Gaerea volvía a poner la nota oscura y enigmática de la jornada. Su black metal de corte moderno, con tintes post y atmósferas densas, conquistó de nuevo a un público que los sigue como una religión. Con las caras cubiertas y la escenografía minimalista, transformaron el escenario Obscure en un ritual sombrío. “Salve” y “Glare” fueron momentos de trance colectivo.
La otra gran cara de la oscuridad llegaba en forma de elegancia gótica: Paradise Lost. El Sea Shepherd se volvió un santuario de nostalgia y belleza melancólica. Abrieron con “Enchantment” de Draconian Times, y a partir de ahí, un repaso equilibrado a su longeva carrera, combinando épocas más doom, más electrónicas, más góticas. Nick Holmes, sobrio y eficaz, guió un set sin fisuras, con joyas como “One Second” o “Beneath Broken Earth”. No hubo grandes artificios, pero no hicieron falta: cuando una banda suena así de bien, el resto sobra.
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El plato fuerte de la jornada, sin duda, fue Mayhem. Tras rumores de conciertos flojos, llegaban al Marshall Stage envueltos en un aura de escepticismo… que pulverizaron desde el primer minuto. Un vídeo repasando su historia sirvió como intro antes de que la banda, uno a uno, tomara el escenario. Attila Csihar apareció con teatralidad, justo cuando sonaba “Malum” de Daemon, y a partir de ahí, una ceremonia blasfema con piezas de De Mysteriis Dom Sathanas, Deathcrush y más. La voz de Attila estuvo a gran nivel, el sonido fue contundente y la atmósfera, simplemente, perfecta para lo que Mayhem representa. Una de las grandes sorpresas del día.
Cerrando la jornada, y no sin cierta polémica, Dimmu Borgir subieron al Sea Shepherd. Un arranque potente que, sin embargo, terminó con el show acortado en más de 15 minutos por motivos técnicos, dejando a muchos fans con la sensación de “¿ya?”. Aun así, temas como “Progenies of the Great Apocalypse” o “Mourning Palace” sonaron con una producción arrolladora, fiel al sonido sinfónico extremo que les caracteriza. En el otro extremo del recinto, The Browning lo daban todo en el Obscure, con un show que fue una auténtica rave de metal. Jonny McBee, único miembro original, guió una fiesta de luces, breakdowns y beats electrónicos que terminó con una inesperada y divertidísima versión de “Blue (Da Ba Dee)”, al más puro estilo metalcore.



El tercer día del Brutal Assault amanecía con el sol ya implacable desde bien temprano. El tercer día del Brutal Assault amanecía con el sol ya implacable desde bien temprano. Los recuerdos de la noche anterior seguian intactos con los shows de Blood Fire Death y Gojira, este día decidí tomármelo con mas calma y llegar un poco mas tarde al festival, como mala noticia recibimos que la cerveza oficial la cerveza del festival, la Emperor IPA, se había agotado. Hasta estas noticias te avisa el festival, habia que beber de las otras para continuar el ritmo.
Llegue, y me fui al Obscure Stage para ver a Sylvaine. Kathrine Shepard, en su formato más íntimo, logró silenciar el murmullo ambiente con su voz envolvente y melodías melancólicas, mostrando que también hay espacio para lo introspectivo en medio de tanto caos.
Volviendo al asalto sonoro, fue el turno de Pig Destroyer, quienes desataron una tormenta de grindcore directo al cuello. Con una puesta en escena sencilla pero efectiva, y una lona que recordaba su logo en tamaño gigantesco, los de Virginia no dieron tregua. “Army of Cops” y “Piss Angel” fueron algunos de los momentos más salvajes, con un público entregado que parecía no necesitar sombra ni descanso. Mención especial para Alex Cha, que entre teclado, samplers y distorsión, no paró de animar la fiesta en cada segundo de show.
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Ya por la tarde, el dúo alemán Mantar demostró que no hacen falta más de dos personas para llenar un escenario de actitud. Su mezcla de sludge, punk y doom, llevada al directo con la potencia que les caracteriza, hizo vibrar el Obscure. Aprovecharon para presentar varios cortes de su más reciente Post Apocalyptic Depression, como la demoledora “Grim Reaping”, que dejó claro por qué se han convertido en un habitual de los festivales europeos. La simbiosis entre Hanno Klänhardt y Erinç Sakarya sigue funcionando como una maquinaria bien engrasada.
A media tarde, Hentai Corporation tomaba el testigo en el Sea Shepherd y, para ser sincero, no se que estábamos viendo. La banda de crossover, comenzo con: “Synthetic Limits”, “Goblin Love”, “Tragedy of Uncle Hitler”. Una banda particular que fue bien acompañada por el publico local, yo, decidí irme a dar una vuelta y tomar una birra.
Y entonces, llegó Overkill. Desde Nueva Jersey, los veteranos del thrash metal volvieron a dar una lección de cómo se hace un show de puro músculo. Bobby Blitz, pese a necesitar algunos respiros entre temas, sigue siendo un frontman de los de antes: ácido, enérgico y con una voz que, milagrosamente, sigue sonando como en los noventa. Abrieron con “Scorched”, tema que da nombre a su último trabajo Scorched, y a partir de ahí fue una sucesión de trallazos que hicieron enloquecer al Sea Shepherd. “Ironbound”, “Elimination” y el infaltable “Fuck You” pusieron a saltar incluso a los más veteranos del recinto. Brutal.
El ritmo no bajó con Grave, que tomaron el relevo con su death metal cavernoso y sueco al 100%. La competencia de horarios era feroz, con solapes que hacían difícil elegir, pero su set, centrado en clásicos como “You’ll Never See…” y “Into the Grave”, ofreció una dosis sólida y sucia de brutalidad tradicional. En paralelo, Gaerea volvía a poner la nota oscura y enigmática de la jornada. Su black metal de corte moderno, con tintes post y atmósferas densas, conquistó de nuevo a un público que los sigue como una religión. Con las caras cubiertas y la escenografía minimalista, transformaron el escenario Obscure en un ritual sombrío. “Salve” y “Glare” fueron momentos de trance colectivo.
La otra gran cara de la oscuridad llegaba en forma de elegancia gótica: Paradise Lost. El Sea Shepherd se volvió un santuario de nostalgia y belleza melancólica. Abrieron con “Enchantment” de Draconian Times, y a partir de ahí, un repaso equilibrado a su longeva carrera, combinando épocas más doom, más electrónicas, más góticas. Nick Holmes, sobrio y eficaz, guió un set sin fisuras, con joyas como “One Second” o “Beneath Broken Earth”. No hubo grandes artificios, pero no hicieron falta: cuando una banda suena así de bien, el resto sobra.
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El plato fuerte de la jornada, sin duda, fue Mayhem. Tras rumores de conciertos flojos, llegaban al Marshall Stage envueltos en un aura de escepticismo… que pulverizaron desde el primer minuto. Un vídeo repasando su historia sirvió como intro antes de que la banda, uno a uno, tomara el escenario. Attila Csihar apareció con teatralidad, justo cuando sonaba “Malum” de Daemon, y a partir de ahí, una ceremonia blasfema con piezas de De Mysteriis Dom Sathanas, Deathcrush y más. La voz de Attila estuvo a gran nivel, el sonido fue contundente y la atmósfera, simplemente, perfecta para lo que Mayhem representa. Una de las grandes sorpresas del día.
Cerrando la jornada, y no sin cierta polémica, Dimmu Borgir subieron al Sea Shepherd. Un arranque potente que, sin embargo, terminó con el show acortado en más de 15 minutos por motivos técnicos, dejando a muchos fans con la sensación de “¿ya?”. Aun así, temas como “Progenies of the Great Apocalypse” o “Mourning Palace” sonaron con una producción arrolladora, fiel al sonido sinfónico extremo que les caracteriza. En el otro extremo del recinto, The Browning lo daban todo en el Obscure, con un show que fue una auténtica rave de metal. Jonny McBee, único miembro original, guió una fiesta de luces, breakdowns y beats electrónicos que terminó con una inesperada y divertidísima versión de “Blue (Da Ba Dee)”, al más puro estilo metalcore.