


Sobrevivimos y llegamos a la última jornada del Brutal Assault, perdiéndonos a Crypta quienes tocaron a las 11 de la mañana. Sí, has leído bien: a las 11 de la mañana. ¿A quién se le ocurre mandarlas tan temprano? Para que se den una idea, si queríamos ir a ver el potente directo de las brasileñas, el bus del festival pasaba por nosotros a las 9 de la mañana (habiendo llegado a las 3am).
Luego de perdernos a Crypta, To The Grave y Benighted, llegamos cuando finalizaba el set de Exhorder en el Sea Shepherd Stage. Pasadas las 14:30hs, vendría una de las propuestas más atípicas del día, sin duda: Hanabie. Las japonesas aportaron su mezcla de metalcore kawaii, humor y locura no sin antes sufrir algunos problemas técnicos que retrasaron el arranque. Lejos de desesperarse, aprovecharon para charlar con el público y sacarse fotos desde el escenario. (Lo de tocar sin pista de arranque, ni base, o de hacer algo a capella, ni solos de instrumentos no se les pasó por la cabeza, de hecho probablemente si el inconveniente técnico con las pistas hubiera seguido, seguramente hubieran cancelado el concierto). Una vez resuelto el entuerto, desplegaron una energía desbordante que acabó contagiando incluso a los escépticos. “We Love Sweets” y “O.T.K.” fueron pura dinamita color pastel.
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A media tarde, el recinto estaba ya a desbordar. En el Marshall, Brujería salían a repartir con su habitual mezcla de provocación y contundencia. El Sangrón conectó de inmediato con un público que incluía muchas banderas latinoamericanas, a las que saludó con un “¿Cuántos latinos hay aquí?” que levantó manos y gritos. Entre consignas políticas y blast beats, descargaron clásicos como “Matando Güeros” y “Anti-Castro”, dejando claro que la furia sigue intacta.
El atardecer trajo uno de los mejores conciertos del día: Harakiri for the Sky. Con un sonido más pulido que nunca, los austríacos ofrecieron un show elegante, cargado de melodía y sentimiento. Temas de su reciente Scorched Earth convivieron con joyas de su catálogo más clásico, generando momentos de auténtico trance colectivo. El dúo logra algo que pocas bandas consiguen: emocionar sin bajar el volumen.
Y justo al acabar, sin apenas pausa, Kataklysm hacían rugir el escenario contiguo. Su death metal melódico es garantía de eficacia, y en esta edición se superaron a sí mismos. Abrir con “Push the Venom” fue una declaración de intenciones. El público respondió con furia, y la banda, liderada por un Maurizio Iacono exultante, no bajó el ritmo en ningún momento. Una hora de pura contundencia.
Ya con la noche cayendo sobre Josefov, era el turno de los siempre activos Agnostic Front. Imposible hablar de hardcore sin mencionarles, y difícil no contagiarse de su energía. Stigma corre más que muchos chavales de veinte, y Roger Miret, aunque algo más justo de voz, sigue siendo un maestro de ceremonias con corazón de barrio. “Gotta Go” y “For My Family” fueron cantadas a grito pelado por una multitud que no paró de saltar y empujarse.
La recta final fue con Karnivool, que salieron a escena con “Drone”, “Goliath” y “Aozora”, esta última una nueva canción. La banda de nu metal / alternativo gozaba de una gran presencia de público, y con un set de una decena de canciones terminaron con los clásicos “Roquefort” y “New Day”. A las 22:10, con el Marshall hasta los topes, comenzaba el concierto más esperado del día: Opeth. Cada aparición de los suecos es un acontecimiento en sí mismo, y esta no fue la excepción. Bajo una ovación ensordecedora, Mikael Åkerfeldt apareció en escena con esa elegancia entre cínica y solemne que sólo él domina. Desde el primer acorde de “Ghost of Perdition”, se palpaba que aquello iba a ser especial. El sonido fue impecable, y la ejecución, como siempre, rozó la perfección.
El setlist fue un viaje por toda su discografía, desde piezas densas como “Deliverance” hasta momentos más progresivos como “Sorceress” o la bellísima “In My Time of Need”. La emoción fue tal que incluso vimos en el foso a Fernanda Lira (Crypta) transmitiendo en directo, cantando cada palabra con lágrimas en los ojos. Esos son los momentos que hacen inolvidable a un festival: no sólo por lo que pasa en el escenario, sino por lo que genera alrededor. Tras hora y cuarto de pura magia, Opeth se despidió dejando tras de sí un silencio reverencial.
Inmediatamente en el escenario contiguo, comenzó The Halo Effect, con “March of the Unheard” y “Feel What I Believe”. Los suecos dieron un elegante y potente concierto, con unas 15 canciones de sus dos únicos discos. ¿Qué se puede decir de Mikael Stanne? Como siempre dejándolo todo y conectando desde el minuto cero con la audiencia, cerrando la presentación con “Shadowminds”.
Para cerrar la zona principal del festival, llegó el momento de Dark Funeral, que ofrecieron un set técnico y visualmente apabullante. “Unchain My Soul” y “My Funeral” comenzaron el asedio. Feroces y constantes, la banda interpretó solo 9 canciones, cerrando con “Where Shadows Forever Reign” y dejando al público con ganas de un poco más.
Por nuestro lado, el Brutal Assault 2025 llegaba a su fin. El cansancio se adueñaba de todo pensamiento y el regreso a casa siempre tiene ese sabor agridulce, donde comienzas a pensar que podrías haber visto más bandas o haberle dedicado más a otra, pero nunca terminas 100% satisfecho. Por mi lado fueron 4 grandes festivales (y otros varios más pequeños). Y ya estamos pensando a dónde iremos en 2026.



Sobrevivimos y llegamos a la última jornada del Brutal Assault, perdiéndonos a Crypta quienes tocaron a las 11 de la mañana. Sí, has leído bien: a las 11 de la mañana. ¿A quién se le ocurre mandarlas tan temprano? Para que se den una idea, si queríamos ir a ver el potente directo de las brasileñas, el bus del festival pasaba por nosotros a las 9 de la mañana (habiendo llegado a las 3am).
Luego de perdernos a Crypta, To The Grave y Benighted, llegamos cuando finalizaba el set de Exhorder en el Sea Shepherd Stage. Pasadas las 14:30hs, vendría una de las propuestas más atípicas del día, sin duda: Hanabie. Las japonesas aportaron su mezcla de metalcore kawaii, humor y locura no sin antes sufrir algunos problemas técnicos que retrasaron el arranque. Lejos de desesperarse, aprovecharon para charlar con el público y sacarse fotos desde el escenario. (Lo de tocar sin pista de arranque, ni base, o de hacer algo a capella, ni solos de instrumentos no se les pasó por la cabeza, de hecho probablemente si el inconveniente técnico con las pistas hubiera seguido, seguramente hubieran cancelado el concierto). Una vez resuelto el entuerto, desplegaron una energía desbordante que acabó contagiando incluso a los escépticos. “We Love Sweets” y “O.T.K.” fueron pura dinamita color pastel.
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A media tarde, el recinto estaba ya a desbordar. En el Marshall, Brujería salían a repartir con su habitual mezcla de provocación y contundencia. El Sangrón conectó de inmediato con un público que incluía muchas banderas latinoamericanas, a las que saludó con un “¿Cuántos latinos hay aquí?” que levantó manos y gritos. Entre consignas políticas y blast beats, descargaron clásicos como “Matando Güeros” y “Anti-Castro”, dejando claro que la furia sigue intacta.
El atardecer trajo uno de los mejores conciertos del día: Harakiri for the Sky. Con un sonido más pulido que nunca, los austríacos ofrecieron un show elegante, cargado de melodía y sentimiento. Temas de su reciente Scorched Earth convivieron con joyas de su catálogo más clásico, generando momentos de auténtico trance colectivo. El dúo logra algo que pocas bandas consiguen: emocionar sin bajar el volumen.
Y justo al acabar, sin apenas pausa, Kataklysm hacían rugir el escenario contiguo. Su death metal melódico es garantía de eficacia, y en esta edición se superaron a sí mismos. Abrir con “Push the Venom” fue una declaración de intenciones. El público respondió con furia, y la banda, liderada por un Maurizio Iacono exultante, no bajó el ritmo en ningún momento. Una hora de pura contundencia.
Ya con la noche cayendo sobre Josefov, era el turno de los siempre activos Agnostic Front. Imposible hablar de hardcore sin mencionarles, y difícil no contagiarse de su energía. Stigma corre más que muchos chavales de veinte, y Roger Miret, aunque algo más justo de voz, sigue siendo un maestro de ceremonias con corazón de barrio. “Gotta Go” y “For My Family” fueron cantadas a grito pelado por una multitud que no paró de saltar y empujarse.
La recta final fue con Karnivool, que salieron a escena con “Drone”, “Goliath” y “Aozora”, esta última una nueva canción. La banda de nu metal / alternativo gozaba de una gran presencia de público, y con un set de una decena de canciones terminaron con los clásicos “Roquefort” y “New Day”. A las 22:10, con el Marshall hasta los topes, comenzaba el concierto más esperado del día: Opeth. Cada aparición de los suecos es un acontecimiento en sí mismo, y esta no fue la excepción. Bajo una ovación ensordecedora, Mikael Åkerfeldt apareció en escena con esa elegancia entre cínica y solemne que sólo él domina. Desde el primer acorde de “Ghost of Perdition”, se palpaba que aquello iba a ser especial. El sonido fue impecable, y la ejecución, como siempre, rozó la perfección.
El setlist fue un viaje por toda su discografía, desde piezas densas como “Deliverance” hasta momentos más progresivos como “Sorceress” o la bellísima “In My Time of Need”. La emoción fue tal que incluso vimos en el foso a Fernanda Lira (Crypta) transmitiendo en directo, cantando cada palabra con lágrimas en los ojos. Esos son los momentos que hacen inolvidable a un festival: no sólo por lo que pasa en el escenario, sino por lo que genera alrededor. Tras hora y cuarto de pura magia, Opeth se despidió dejando tras de sí un silencio reverencial.
Inmediatamente en el escenario contiguo, comenzó The Halo Effect, con “March of the Unheard” y “Feel What I Believe”. Los suecos dieron un elegante y potente concierto, con unas 15 canciones de sus dos únicos discos. ¿Qué se puede decir de Mikael Stanne? Como siempre dejándolo todo y conectando desde el minuto cero con la audiencia, cerrando la presentación con “Shadowminds”.
Para cerrar la zona principal del festival, llegó el momento de Dark Funeral, que ofrecieron un set técnico y visualmente apabullante. “Unchain My Soul” y “My Funeral” comenzaron el asedio. Feroces y constantes, la banda interpretó solo 9 canciones, cerrando con “Where Shadows Forever Reign” y dejando al público con ganas de un poco más.
Por nuestro lado, el Brutal Assault 2025 llegaba a su fin. El cansancio se adueñaba de todo pensamiento y el regreso a casa siempre tiene ese sabor agridulce, donde comienzas a pensar que podrías haber visto más bandas o haberle dedicado más a otra, pero nunca terminas 100% satisfecho. Por mi lado fueron 4 grandes festivales (y otros varios más pequeños). Y ya estamos pensando a dónde iremos en 2026.