


Previo al show de Malón en el Teatro Flores, cerrando la gira por los 30 años de Espíritu Combativo, charlamos con Carlos Kuadrado, eterno batallador del metal nacional. Revivimos lo que fue vivir en la Argentina en época de crisis, lucha, resistencia y cómo fue grabar un disco tan emblemático.
El álbum se lanza en 1995, un año de transición política y social en Argentina. Viendo el disco con 30 años de perspectiva, ¿sienten que el “espíritu combativo” que capturaron en esas letras sigue resonando en las problemáticas actuales, o notan un cambio en la naturaleza de la lucha que describen?
Sí, hoy las vemos muy actuales, lamentablemente. Han pasado varios gobiernos y hemos tenido épocas un poco mejor, pero ahora tenemos un presente nefasto en la que se ven reflejadas todas esas canciones. Por eso el disco se siente muy actual.
La manera y el derecho a protestar sigue igual. Marchar por una justa causa representa que te caguen a palos, como a los jubilados, como todas las marchas de los miércoles. Estamos en épocas de muchas redes sociales y la gente usa mucho esa vía como una manera de protestar, no solamente saliendo a la calle a levantar una pancarta o a gritar lo que uno siente y por lo que uno seguramente va a pelear hasta el último de sus días.
¿Hay alguna imagen lírica o verso que, con el tiempo y la madurez, les haya revelado un nuevo significado o les genere una sensación diferente a la de hace tres décadas?
Con Espíritu Combativo (NDR: canción), en el verso de la letra, no nos genera otra sensación distinta, es lo mismo. Es pelear por lo tuyo, por tu derecho, de que no te exploten, de combatir. Eso no quiere decir que agarres un arma y salgas a la calle a matar gente, solamente pelear por tus derechos y obviamente siempre por un futuro mejor. Es lo que pensamos hace 30 años y sigo pensando ahora, con mucho más criterio después de ser padre, tener hijos y nietos.
Siempre voy a desear un mundo mejor para mis hijos, un país mejor, así que mientras nosotros tengamos la posibilidad de mantener vivo el mensaje, lo vamos a hacer. Yo creo que la madurez de los años reafirma todo eso que pensábamos hace treinta años atrás.
La banda proviene de lo que fue la escuela de Hermética. Si tuvieran que aislar un único consejo (musical o de ética de trabajo) que heredaron de esa primera etapa y que fue crucial para forjar la identidad de Malón, ¿Cuál sería?
Ellos tres venían de Hermética y yo estuve mucho tiempo como a la par por intermedio del Tano, que es mi amigo de chico. Yo creo que cuando nos juntamos la primera vez estaba claro para dónde apuntaban, yo aporté lo mío, y creo que se armó una linda química de sonar como una superbanda de entrada.
Venían con mucho rollo de tocar mucho, de grabar, yo por ahí no tanto, pero me acoplé rápido. La idea era esa. Era obvio que al estar el Tano y Claudio iba a sonar algo a Hermética, pero laburamos mucho con el tema audio y tratamos de despegar un poco con eso. Creo que vos escuchas el último disco de Hermética o los discos de Hermética y escuchas el primero de Malón, el segundo, y la verdad que despegaron.
Son discos que tienen su personalidad, a nivel musical y técnica, lo mires por donde lo mires. Ellos, al venir de laburar de una manera y cambiarla ahí, se nota mucho la personalidad del grupo que se forjó en ese momento.
Pensando en la época de grabación del álbum, ¿Cuál fue el momento de mayor fricción, la decisión más discutida a nivel instrumental o de producción, o aquel error feliz que terminó dejando una marca en la mezcla final del disco?
Fue un lindo comienzo, fue todo rápido y muy lindo. Lo cruzo al Tano a fines del 94, antes de año nuevo, y me cuenta lo de Hermética (NDR: la separación), que si quería ir a probarme como bajista, que iban a hacer una banda nueva. Al ir, probarme, quedar automáticamente, fue ponerse a ensayar los primeros días de enero y en febrero ya a Mar del Plata a darle forma al disco, que fue donde lo terminamos de armar. Fue entrar en el estudio en marzo, abril a grabar y no hubo muchas fricciones.
Estábamos todos enfocados para el mismo lado y aportando cada uno lo suyo. Por ahí si algún detalle, algún arreglo o de las vueltas de las canciones, que por ahí a una le sacamos un pedazo, a otra le agregamos. Ideas que se te ocurrían en el estudio.
El final fue feliz porque el disco quedó poderoso de donde se escuche. Hasta del arte de tapa de José Pereyra, que es un capo, quien interpretó muy bien lo que queríamos. Así que no hubo mucha fricción. Fue un comienzo muy positivo, con mucha energía. Obviamente una juventud divina.
¿Cómo describirían la química actual que se da entre ustedes al tocar juntos estas canciones, comparada con la que tenían en 1995, y cómo influye eso en la performance actual del material?
La química actual sigue siendo buenísima. Obviamente la entrada de Javi Rubio nos dio esa energía que por ahí estábamos perdiendo. La química que la vemos más que nada en los shows, que son casi dos horas de show, muchos shows por año, creo que se mantiene bien.
Nosotros disfrutamos mucho de las canciones, de tocarlas, y ver que a la gente le pasa lo mismo o mejor. Hay mucha gente que se emociona. Gente grande, chica, nueva que se arrima y que es parte y te ayuda con esa química en el escenario a la hora de tocar.
Estamos más grandes, por ahí no compartimos tanto tiempo después en la semana, pero sí nos seguimos viendo en los ensayos. Todavía tenemos ganas de seguir haciendo lo que nos gusta hacer y lo que sabemos hacer y vamos a darle hasta que no podamos más. Yo calculo que eso de la edad en algún momento, obviamente, nos va a afectar, pero mientras podamos va a haber Malón para rato.
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Al encarar la gira de 30 años tocando el álbum completo, tuvieron que revivir canciones que quizás no tocaban hace mucho o nunca. Más allá del desafío técnico, ¿cuál fue la emoción o el recuerdo más inesperado que les trajo de vuelta alguna pista en particular al volver a interpretarla en vivo?
Obviamente trajo muchos lindos recuerdos volver a tocar temas que hacía mucho no hacíamos, y que por ahí sí decíamos: “¡Fa, este tema, cómo suena!”. Como “Ciego del mundo”, que hacía mucho que no lo tocábamos, o “La fábula” o “Mendigos”. La verdad que fue una alegría enorme poder volver a sacarle el polvo que tenían encima, porque al tener tantos temas tampoco podes hacer, si te podes tocar todos los temas de todos los discos, tenés que hacer un show de cuatro horas.
Sí nos trajo mucha nostalgia, en el momento que empezamos a zapar, que la idea fue conmemorar treinta años de Espíritu, fue muy lindo, lo hicimos de entrada, los primeros diez temas del show es el disco completo.
Es una alegría enorme poder revivirlo y llevarlo por un montón de lados, de provincias, de países. Hasta España hemos llegado con esto. Así que estamos felices por el presente.
El público de Malón es multigeneracional. ¿Qué diferencias notan en la reacción o el pogo entre el fan de los ’90 y el joven que lo está descubriendo 30 años después en esta gira?
A comparación de los noventa, que fue el principio y el auge de los conciertos heavy que ya venía con Hermética, sumando mucho público, nos llevó el vivo. Con Malón arrancamos con un show con un Cemento repleto de gente, hasta había quedado gente afuera y lo que se vivió esa noche, el pogo terrible, yo creo que era un poco más salvaje.
El actual no cambia tanto, empujarse o cantar más, obviamente, porque en ese momento recién salía Malón y por ahí no están tan escuchadas las canciones, pero ahora se disfruta mucho escuchar a la gente cantar. Con las ganas que lo cantan, con la emoción que sienten, y la pasión que se siente en el show, ahí está la diferencia.
Estuvo buenísimo al principio, éramos jóvenes y disfrutábamos mucho de toda esa energía que te volvía loco. Hacíamos shows de más de dos horas y la gente acompañó mucho siempre, así que agradecidos de eso.
Poder hoy en día seguir volver a tocar todos esos temas y ver muchos chicos jóvenes nuevos y, obviamente, los veteranos de los noventa que todavía siguen viniendo, los que pueden venir. Se armó algo muy lindo y que se disfruta mucho.
Si el álbum fue una declaración de principios, ¿Qué mensaje o sensación quieren que se lleve el público al salir del último show de esta gira de 30 años?
Lo que queremos que se lleve la gente después de cada show es esa sensación de haber pasado un gran momento, de disfrutar mucho, de sentirse representado por las canciones y nada más. Creo que eso resume todo lo que nosotros queremos que pase en nuestros shows.
No somos un partido político ni nada de esas cosas. Somos músicos que por ahí no nos gusta escribir de novelas o de algo que no te pase todos los días, porque a todos nosotros nos ha pasado de pelearla mucho de pibes, de laburar en fábricas, de cosas que hoy ya casi no pasan.
La vida cambió un montón, las épocas cambiaron. Yo iba a ver a bandas, a V8, al principio a Pappo, y era para descargar esa furia que juntaba en la semana después de laburar todos los días diez, doce horas en una fábrica. Llegaba el fin de semana y mi descarga era esa, también disfrutar del show con gente piola que pensaba como yo. Así que la sensación ahora que la gente se vaya bien, que se vaya feliz, contenta de haber pasado un par de horas con amigos, disfrutando de la banda que le gusta, sentirse identificado con las canciones, yo creo que eso es lo más importante.
Una vez que baje el telón de esta celebración, ¿Qué planes tienen en el horizonte?
El 20 de diciembre en el Teatro Flores culmina la gira de conmemoración de Espíritu Combativo, que nos llevó por tantísimos lados y cerramos un año muy lindo, de mucho trabajo. Agradecidos a toda la gente que estuvo y que está, obviamente, que está con nosotros, que labura día a día, como los mánager, la gente de prensa, los asistentes, los técnicos, todos. No sé si somos una familia, pero somos personas que nos queremos mucho, nos ayudamos y eso lleva a una convivencia muy buena después de muchos años.
Somos muchos de los que estamos en toda la carrera casi de Malón. En el horizonte se ve otro año en el cual vamos a laburar. Vamos a estar tocando con La H No Murió en Huracán en octubre como soportes de Iron Maiden. Se viene otra gira por España. Se viene algo que no puedo adelantar mucho, que ya se van a enterar, en Capital, un poquito más grande de lo normal. Así con muchas ganas todavía de seguir subiendo al escenario y mantener viva, llevar la bandera del heavy como una de las bandas legendarias que tenemos hoy en Argentina como Malón.
Siempre dejamos todo en el escenario, la gente lo valora mucho, por eso viene y disfruta. Y hacia eso mis respetos y mi agradecimiento. También empezar a laburar algunas cosas nuevas.
La idea es volver a grabar otro disco de Malón, pero a su tiempo, no estamos desesperados. Siempre salen cosas nuevas, en los ensayos hay zapadas y vamos grabando y juntando ideas, ojalá que eso quede plasmado en un nuevo disco.
Por último, con la cual suelo cerrar mis entrevistas, ¿Cómo armarían el line-up ideal de su festival favorito y en qué orden tocarían ustedes? (Puede ser un line-up de bandas actuales o históricas).
Estaría bueno hacer un Malón Fest, que nunca hicimos y obviamente cerrarlo, creo que sería lo lógico. Me voy a tomar el atrevimiento de poder incorporar bandas que no existen, como Motörhead, me encantaría que estén. Obviamente Ozzy Osbourne solista, dejemos a Black Sabbath tranquilo ahí. Puede ser Horcas de acá.
Hay tantas bandas que se me hace difícil dejar afuera, nuevas y buenas, pero creo que las dos internacionales serían esas.
En un festival que tocamos acá en Capital en el año 2015 tocamos con Motörhead, Ozzy Osbourne solista y Judas Priest (NDR: Monsters of Rock) . Y no me acuerdo si Rata Blanca o Carajo (NDR: Carajo, Heavysaurios y Plan 4). Se me hace difícil, es cruel nombrar una y dejar afuera a muchas bandas conocidas y amigas, me gustaría que estén todas. Tampoco es un festival tan largo.
Les mando un abrazo a todos y nos estaremos viendo en cualquier momento en un escenario.



Previo al show de Malón en el Teatro Flores, cerrando la gira por los 30 años de Espíritu Combativo, charlamos con Carlos Kuadrado, eterno batallador del metal nacional. Revivimos lo que fue vivir en la Argentina en época de crisis, lucha, resistencia y cómo fue grabar un disco tan emblemático.
El álbum se lanza en 1995, un año de transición política y social en Argentina. Viendo el disco con 30 años de perspectiva, ¿sienten que el “espíritu combativo” que capturaron en esas letras sigue resonando en las problemáticas actuales, o notan un cambio en la naturaleza de la lucha que describen?
Sí, hoy las vemos muy actuales, lamentablemente. Han pasado varios gobiernos y hemos tenido épocas un poco mejor, pero ahora tenemos un presente nefasto en la que se ven reflejadas todas esas canciones. Por eso el disco se siente muy actual.
La manera y el derecho a protestar sigue igual. Marchar por una justa causa representa que te caguen a palos, como a los jubilados, como todas las marchas de los miércoles. Estamos en épocas de muchas redes sociales y la gente usa mucho esa vía como una manera de protestar, no solamente saliendo a la calle a levantar una pancarta o a gritar lo que uno siente y por lo que uno seguramente va a pelear hasta el último de sus días.
¿Hay alguna imagen lírica o verso que, con el tiempo y la madurez, les haya revelado un nuevo significado o les genere una sensación diferente a la de hace tres décadas?
Con Espíritu Combativo (NDR: canción), en el verso de la letra, no nos genera otra sensación distinta, es lo mismo. Es pelear por lo tuyo, por tu derecho, de que no te exploten, de combatir. Eso no quiere decir que agarres un arma y salgas a la calle a matar gente, solamente pelear por tus derechos y obviamente siempre por un futuro mejor. Es lo que pensamos hace 30 años y sigo pensando ahora, con mucho más criterio después de ser padre, tener hijos y nietos.
Siempre voy a desear un mundo mejor para mis hijos, un país mejor, así que mientras nosotros tengamos la posibilidad de mantener vivo el mensaje, lo vamos a hacer. Yo creo que la madurez de los años reafirma todo eso que pensábamos hace treinta años atrás.
La banda proviene de lo que fue la escuela de Hermética. Si tuvieran que aislar un único consejo (musical o de ética de trabajo) que heredaron de esa primera etapa y que fue crucial para forjar la identidad de Malón, ¿Cuál sería?
Ellos tres venían de Hermética y yo estuve mucho tiempo como a la par por intermedio del Tano, que es mi amigo de chico. Yo creo que cuando nos juntamos la primera vez estaba claro para dónde apuntaban, yo aporté lo mío, y creo que se armó una linda química de sonar como una superbanda de entrada.
Venían con mucho rollo de tocar mucho, de grabar, yo por ahí no tanto, pero me acoplé rápido. La idea era esa. Era obvio que al estar el Tano y Claudio iba a sonar algo a Hermética, pero laburamos mucho con el tema audio y tratamos de despegar un poco con eso. Creo que vos escuchas el último disco de Hermética o los discos de Hermética y escuchas el primero de Malón, el segundo, y la verdad que despegaron.
Son discos que tienen su personalidad, a nivel musical y técnica, lo mires por donde lo mires. Ellos, al venir de laburar de una manera y cambiarla ahí, se nota mucho la personalidad del grupo que se forjó en ese momento.
Pensando en la época de grabación del álbum, ¿Cuál fue el momento de mayor fricción, la decisión más discutida a nivel instrumental o de producción, o aquel error feliz que terminó dejando una marca en la mezcla final del disco?
Fue un lindo comienzo, fue todo rápido y muy lindo. Lo cruzo al Tano a fines del 94, antes de año nuevo, y me cuenta lo de Hermética (NDR: la separación), que si quería ir a probarme como bajista, que iban a hacer una banda nueva. Al ir, probarme, quedar automáticamente, fue ponerse a ensayar los primeros días de enero y en febrero ya a Mar del Plata a darle forma al disco, que fue donde lo terminamos de armar. Fue entrar en el estudio en marzo, abril a grabar y no hubo muchas fricciones.
Estábamos todos enfocados para el mismo lado y aportando cada uno lo suyo. Por ahí si algún detalle, algún arreglo o de las vueltas de las canciones, que por ahí a una le sacamos un pedazo, a otra le agregamos. Ideas que se te ocurrían en el estudio.
El final fue feliz porque el disco quedó poderoso de donde se escuche. Hasta del arte de tapa de José Pereyra, que es un capo, quien interpretó muy bien lo que queríamos. Así que no hubo mucha fricción. Fue un comienzo muy positivo, con mucha energía. Obviamente una juventud divina.
¿Cómo describirían la química actual que se da entre ustedes al tocar juntos estas canciones, comparada con la que tenían en 1995, y cómo influye eso en la performance actual del material?
La química actual sigue siendo buenísima. Obviamente la entrada de Javi Rubio nos dio esa energía que por ahí estábamos perdiendo. La química que la vemos más que nada en los shows, que son casi dos horas de show, muchos shows por año, creo que se mantiene bien.
Nosotros disfrutamos mucho de las canciones, de tocarlas, y ver que a la gente le pasa lo mismo o mejor. Hay mucha gente que se emociona. Gente grande, chica, nueva que se arrima y que es parte y te ayuda con esa química en el escenario a la hora de tocar.
Estamos más grandes, por ahí no compartimos tanto tiempo después en la semana, pero sí nos seguimos viendo en los ensayos. Todavía tenemos ganas de seguir haciendo lo que nos gusta hacer y lo que sabemos hacer y vamos a darle hasta que no podamos más. Yo calculo que eso de la edad en algún momento, obviamente, nos va a afectar, pero mientras podamos va a haber Malón para rato.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Iron Maiden llega a Buenos Aires para celebrar sus 50 años de hierro
Al encarar la gira de 30 años tocando el álbum completo, tuvieron que revivir canciones que quizás no tocaban hace mucho o nunca. Más allá del desafío técnico, ¿cuál fue la emoción o el recuerdo más inesperado que les trajo de vuelta alguna pista en particular al volver a interpretarla en vivo?
Obviamente trajo muchos lindos recuerdos volver a tocar temas que hacía mucho no hacíamos, y que por ahí sí decíamos: “¡Fa, este tema, cómo suena!”. Como “Ciego del mundo”, que hacía mucho que no lo tocábamos, o “La fábula” o “Mendigos”. La verdad que fue una alegría enorme poder volver a sacarle el polvo que tenían encima, porque al tener tantos temas tampoco podes hacer, si te podes tocar todos los temas de todos los discos, tenés que hacer un show de cuatro horas.
Sí nos trajo mucha nostalgia, en el momento que empezamos a zapar, que la idea fue conmemorar treinta años de Espíritu, fue muy lindo, lo hicimos de entrada, los primeros diez temas del show es el disco completo.
Es una alegría enorme poder revivirlo y llevarlo por un montón de lados, de provincias, de países. Hasta España hemos llegado con esto. Así que estamos felices por el presente.
El público de Malón es multigeneracional. ¿Qué diferencias notan en la reacción o el pogo entre el fan de los ’90 y el joven que lo está descubriendo 30 años después en esta gira?
A comparación de los noventa, que fue el principio y el auge de los conciertos heavy que ya venía con Hermética, sumando mucho público, nos llevó el vivo. Con Malón arrancamos con un show con un Cemento repleto de gente, hasta había quedado gente afuera y lo que se vivió esa noche, el pogo terrible, yo creo que era un poco más salvaje.
El actual no cambia tanto, empujarse o cantar más, obviamente, porque en ese momento recién salía Malón y por ahí no están tan escuchadas las canciones, pero ahora se disfruta mucho escuchar a la gente cantar. Con las ganas que lo cantan, con la emoción que sienten, y la pasión que se siente en el show, ahí está la diferencia.
Estuvo buenísimo al principio, éramos jóvenes y disfrutábamos mucho de toda esa energía que te volvía loco. Hacíamos shows de más de dos horas y la gente acompañó mucho siempre, así que agradecidos de eso.
Poder hoy en día seguir volver a tocar todos esos temas y ver muchos chicos jóvenes nuevos y, obviamente, los veteranos de los noventa que todavía siguen viniendo, los que pueden venir. Se armó algo muy lindo y que se disfruta mucho.
Si el álbum fue una declaración de principios, ¿Qué mensaje o sensación quieren que se lleve el público al salir del último show de esta gira de 30 años?
Lo que queremos que se lleve la gente después de cada show es esa sensación de haber pasado un gran momento, de disfrutar mucho, de sentirse representado por las canciones y nada más. Creo que eso resume todo lo que nosotros queremos que pase en nuestros shows.
No somos un partido político ni nada de esas cosas. Somos músicos que por ahí no nos gusta escribir de novelas o de algo que no te pase todos los días, porque a todos nosotros nos ha pasado de pelearla mucho de pibes, de laburar en fábricas, de cosas que hoy ya casi no pasan.
La vida cambió un montón, las épocas cambiaron. Yo iba a ver a bandas, a V8, al principio a Pappo, y era para descargar esa furia que juntaba en la semana después de laburar todos los días diez, doce horas en una fábrica. Llegaba el fin de semana y mi descarga era esa, también disfrutar del show con gente piola que pensaba como yo. Así que la sensación ahora que la gente se vaya bien, que se vaya feliz, contenta de haber pasado un par de horas con amigos, disfrutando de la banda que le gusta, sentirse identificado con las canciones, yo creo que eso es lo más importante.
Una vez que baje el telón de esta celebración, ¿Qué planes tienen en el horizonte?
El 20 de diciembre en el Teatro Flores culmina la gira de conmemoración de Espíritu Combativo, que nos llevó por tantísimos lados y cerramos un año muy lindo, de mucho trabajo. Agradecidos a toda la gente que estuvo y que está, obviamente, que está con nosotros, que labura día a día, como los mánager, la gente de prensa, los asistentes, los técnicos, todos. No sé si somos una familia, pero somos personas que nos queremos mucho, nos ayudamos y eso lleva a una convivencia muy buena después de muchos años.
Somos muchos de los que estamos en toda la carrera casi de Malón. En el horizonte se ve otro año en el cual vamos a laburar. Vamos a estar tocando con La H No Murió en Huracán en octubre como soportes de Iron Maiden. Se viene otra gira por España. Se viene algo que no puedo adelantar mucho, que ya se van a enterar, en Capital, un poquito más grande de lo normal. Así con muchas ganas todavía de seguir subiendo al escenario y mantener viva, llevar la bandera del heavy como una de las bandas legendarias que tenemos hoy en Argentina como Malón.
Siempre dejamos todo en el escenario, la gente lo valora mucho, por eso viene y disfruta. Y hacia eso mis respetos y mi agradecimiento. También empezar a laburar algunas cosas nuevas.
La idea es volver a grabar otro disco de Malón, pero a su tiempo, no estamos desesperados. Siempre salen cosas nuevas, en los ensayos hay zapadas y vamos grabando y juntando ideas, ojalá que eso quede plasmado en un nuevo disco.
Por último, con la cual suelo cerrar mis entrevistas, ¿Cómo armarían el line-up ideal de su festival favorito y en qué orden tocarían ustedes? (Puede ser un line-up de bandas actuales o históricas).
Estaría bueno hacer un Malón Fest, que nunca hicimos y obviamente cerrarlo, creo que sería lo lógico. Me voy a tomar el atrevimiento de poder incorporar bandas que no existen, como Motörhead, me encantaría que estén. Obviamente Ozzy Osbourne solista, dejemos a Black Sabbath tranquilo ahí. Puede ser Horcas de acá.
Hay tantas bandas que se me hace difícil dejar afuera, nuevas y buenas, pero creo que las dos internacionales serían esas.
En un festival que tocamos acá en Capital en el año 2015 tocamos con Motörhead, Ozzy Osbourne solista y Judas Priest (NDR: Monsters of Rock) . Y no me acuerdo si Rata Blanca o Carajo (NDR: Carajo, Heavysaurios y Plan 4). Se me hace difícil, es cruel nombrar una y dejar afuera a muchas bandas conocidas y amigas, me gustaría que estén todas. Tampoco es un festival tan largo.
Les mando un abrazo a todos y nos estaremos viendo en cualquier momento en un escenario.







