


La segunda y última jornada del CastellHell 2025, celebrada el sábado 18 de octubre, se alzó como una verdadera lección de historia y brutalidad. Si el viernes había servido para abrir las puertas del infierno, el sábado las dejó completamente derribadas. Con una asistencia que rozó el lleno absoluto y un ambiente de camaradería ejemplar, el festival reafirmó su papel como uno de los templos del metal extremo en el sur de Europa. El público, curtido pero eufórico, vivió una jornada donde el Death, el Doom y el Thrash se fundieron en una celebración sin fisuras del espíritu underground.
La tarde comenzó con God’s Funeral (Cataluña), quienes sumergieron al público en una densa atmósfera de Death/Doom tan solemne como opresiva. Sus tempos lentos y la voz cavernosa del frontman tejieron una procesión fúnebre de pura desesperanza, que convirtió el recinto en una catedral sonora. El cuarteto tarraconense desplegó una experiencia casi ritual, en la que cada nota parecía pesar toneladas. Su actuación funcionó como una misa negra de apertura: introspectiva, catártica y cargada de belleza sombría.
A continuación, Indar (Cataluña) rompió los esquemas con su propuesta Post/Progresiva, ofreciendo un contraste envolvente y emocional. Presentando su álbum ANLAGE, el cuarteto navegó entre la luz y la oscuridad, combinando voces limpias y guturales con pasajes que oscilaron entre la calma del post-metal y la crudeza del black. Su directo fue un viaje sensorial donde la técnica se fundió con la emoción, consolidándolos como una de las propuestas más originales de la escena catalana actual.
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La intensidad se desató con Peace After Pain (Cataluña), quienes demostraron que el Crossover Thrash sigue siendo un arma cargada de rabia y vitalidad. Su actuación, plagada de riffs afilados y grooves arrolladores, incendió los primeros mosh pits del día. Presentando material de su álbum The Essence of Insanity, la banda dejó claro que su sonido es puro ataque frontal. Con una actitud desbordante, convirtieron el escenario en un campo de batalla, revitalizando el espíritu de los 80 con una furia completamente contemporánea.
El ambiente se tornó introspectivo y emocional con Vidres a la Sang (Cataluña), quienes ofrecieron una de las actuaciones más intensas y emotivas del festival. Su Black Metal maduro y poético, extraído de su disco Virtut del Desencís, resonó con fuerza en temas como “Màrtirs” y “Salveu-me els ulls”. La banda liderada por Eloi Boucherie desplegó un directo hipnótico, cargado de densidad y sentimiento, demostrando una vez más por qué son una institución dentro del metal extremo nacional. Su actuación fue una experiencia casi espiritual, un puente entre la brutalidad y la reflexión.
El turno de Avulsed (España) marcó un antes y un después en la jornada. Los madrileños ofrecieron una auténtica clase magistral de Death Metal, reafirmando su condición de leyenda viva. Con más de tres décadas de trayectoria, Avulsed demostró que siguen siendo una de las bandas más sólidas y respetadas de la península. El carismático Dave Rotten protagonizó uno de los momentos más impactantes del festival al ejecutar un ritual macabro con un cráneo ensangrentado, bebiendo y rociando al público en un gesto de comunión extrema. Su setlist fue un repaso brutal a su historia, con himnos como “Lacerate to Dominate”, “Blessed by Gore”, “Stabwound Orgasm”, “Nullo (The Pleasure of Self-Mutilation)” y un cierre apoteósico con “Exorcismo Vaginal”. Un concierto que quedará grabado en la memoria colectiva del CastellHell.
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El siguiente acto histórico vino de la mano de Master (EE. UU.), en su único show en España celebrando 40 años de trayectoria. El legendario Paul Speckmann dio una lección de humildad y entrega, atendiendo personalmente a los fans en el puesto de merchandising antes de subir al escenario. Su set fue un manifiesto del Death Metal más primigenio: crudo, directo y sin adornos. Temas como “Master”, “Judgement of Will”, “Terrorizer” y “Vindictive Miscreant” demostraron que la vieja escuela sigue viva y rugiendo. El cierre con “Pay to Die” —precedido del guiño a Death Strike con “Re-Entry and Destruction”— fue pura historia del metal underground, recibida con reverencia por todos los presentes.
El festival alcanzó su clímax final con Suicidal Angels (Grecia), que transformaron el recinto en un torbellino de thrash metal de alto voltaje. Con una energía arrolladora, el cuarteto griego no dio un segundo de respiro, descargando una tormenta de riffs y actitud. “Bloodbath” y “Years of Aggression” provocaron pogos salvajes, mientras que el explosivo encore con “Deathstalker” —junto a invitados especiales, incluido Sakis Tolis de Rotting Christ— desató la locura colectiva. Fue el broche perfecto para un festival que se despidió en estado de euforia total.
Cuando el último acorde se desvaneció, el CastellHell 2025 cerró sus puertas dejando tras de sí un legado de pasión, civismo y compromiso. Con un 95% de aforo, un crecimiento palpable del camping y cero incidentes, el evento reafirmó que el underground puede brillar con profesionalidad y orgullo. La organización, fiel a su espíritu autogestionado, agradeció “de corazón” al público su apoyo y prometió volver aún más fuerte. El fuego del CastellHell sigue vivo… y la cuenta atrás para la próxima edición ya ha comenzado.



La segunda y última jornada del CastellHell 2025, celebrada el sábado 18 de octubre, se alzó como una verdadera lección de historia y brutalidad. Si el viernes había servido para abrir las puertas del infierno, el sábado las dejó completamente derribadas. Con una asistencia que rozó el lleno absoluto y un ambiente de camaradería ejemplar, el festival reafirmó su papel como uno de los templos del metal extremo en el sur de Europa. El público, curtido pero eufórico, vivió una jornada donde el Death, el Doom y el Thrash se fundieron en una celebración sin fisuras del espíritu underground.
La tarde comenzó con God’s Funeral (Cataluña), quienes sumergieron al público en una densa atmósfera de Death/Doom tan solemne como opresiva. Sus tempos lentos y la voz cavernosa del frontman tejieron una procesión fúnebre de pura desesperanza, que convirtió el recinto en una catedral sonora. El cuarteto tarraconense desplegó una experiencia casi ritual, en la que cada nota parecía pesar toneladas. Su actuación funcionó como una misa negra de apertura: introspectiva, catártica y cargada de belleza sombría.
A continuación, Indar (Cataluña) rompió los esquemas con su propuesta Post/Progresiva, ofreciendo un contraste envolvente y emocional. Presentando su álbum ANLAGE, el cuarteto navegó entre la luz y la oscuridad, combinando voces limpias y guturales con pasajes que oscilaron entre la calma del post-metal y la crudeza del black. Su directo fue un viaje sensorial donde la técnica se fundió con la emoción, consolidándolos como una de las propuestas más originales de la escena catalana actual.
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El ambiente se tornó introspectivo y emocional con Vidres a la Sang (Cataluña), quienes ofrecieron una de las actuaciones más intensas y emotivas del festival. Su Black Metal maduro y poético, extraído de su disco Virtut del Desencís, resonó con fuerza en temas como “Màrtirs” y “Salveu-me els ulls”. La banda liderada por Eloi Boucherie desplegó un directo hipnótico, cargado de densidad y sentimiento, demostrando una vez más por qué son una institución dentro del metal extremo nacional. Su actuación fue una experiencia casi espiritual, un puente entre la brutalidad y la reflexión.
El turno de Avulsed (España) marcó un antes y un después en la jornada. Los madrileños ofrecieron una auténtica clase magistral de Death Metal, reafirmando su condición de leyenda viva. Con más de tres décadas de trayectoria, Avulsed demostró que siguen siendo una de las bandas más sólidas y respetadas de la península. El carismático Dave Rotten protagonizó uno de los momentos más impactantes del festival al ejecutar un ritual macabro con un cráneo ensangrentado, bebiendo y rociando al público en un gesto de comunión extrema. Su setlist fue un repaso brutal a su historia, con himnos como “Lacerate to Dominate”, “Blessed by Gore”, “Stabwound Orgasm”, “Nullo (The Pleasure of Self-Mutilation)” y un cierre apoteósico con “Exorcismo Vaginal”. Un concierto que quedará grabado en la memoria colectiva del CastellHell.
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El festival alcanzó su clímax final con Suicidal Angels (Grecia), que transformaron el recinto en un torbellino de thrash metal de alto voltaje. Con una energía arrolladora, el cuarteto griego no dio un segundo de respiro, descargando una tormenta de riffs y actitud. “Bloodbath” y “Years of Aggression” provocaron pogos salvajes, mientras que el explosivo encore con “Deathstalker” —junto a invitados especiales, incluido Sakis Tolis de Rotting Christ— desató la locura colectiva. Fue el broche perfecto para un festival que se despidió en estado de euforia total.
Cuando el último acorde se desvaneció, el CastellHell 2025 cerró sus puertas dejando tras de sí un legado de pasión, civismo y compromiso. Con un 95% de aforo, un crecimiento palpable del camping y cero incidentes, el evento reafirmó que el underground puede brillar con profesionalidad y orgullo. La organización, fiel a su espíritu autogestionado, agradeció “de corazón” al público su apoyo y prometió volver aún más fuerte. El fuego del CastellHell sigue vivo… y la cuenta atrás para la próxima edición ya ha comenzado.




























