


El dúo barcelonés Zharzha, formado por Marta Moreno al bajo y la voz e Iván Ruiz a la batería, abrió la noche en la sala Upload con un set que desbordó energía y oscuridad. Su alquimia entre el heavy metal y el jazz más libre volvió a funcionar como un ritual de sombras: precisión rítmica, groove hipnótico y una voz que arañaba el aire con intensidad controlada. En su repertorio, piezas como “Disforia Dimensional”, grabada en directo en Wheel Sound Studio, “Acierto Perihepático”, extraída de su álbum en vivo Zharzha Live 2021, y el nuevo sencillo “La Perra de Bugarach”, mostraron el poder de un “power dúo” que no necesita artificios para sonar monumental. Cuando dejaron el escenario, la ovación fue tan densa como su sonido.
Lo que siguió no fue un concierto, sino una ceremonia. Castle Rat no toca: conjura. Desde el primer instante, con las luces cayendo en negrura y el rumor de cantos gregorianos, el público entendió que entraba a un templo. Riley Pinkerton, The Rat Queen, emergió entre humo y destellos, empuñando la guitarra como un arma sagrada. Su voz cortó la penumbra con autoridad ritual, mientras el público asistía al nacimiento de una liturgia metálica. A su lado, Franco Vittore, The Count, lanzó relámpagos con cada solo; Charley Ruddell, The Plague Doctor, hizo temblar el suelo con un bajo que sonaba como el corazón de una bestia enterrada; y Joshua Strmic, The Druid, desde su trono de percusión, invocó truenos con cada golpe.
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La ceremonia ardió con “Phoenix I”, un bautismo en fuego donde el público se transformó en congregación. Con “Dragon”, el aire se volvió incandescente, los riffs chocaban como espadas en un campo de batalla, y la Reina Rata nombró a su séquito como si dictara un conjuro: El Conde, el Doctor, el Druida. “Wizard” descendió como un hechizo en cámara lenta, preludio de las tormentas “Feed the Dream” y “Wolf I (The Wolf is Welcomed Into The Realm)”, donde Madeline Wright, The Rat Reaperess, apareció en escena ataviada con pieles blancas, mitad espectro, mitad lobo. En “Unicorn”, la atmósfera se quebró en melancolía medieval, y la voz de Riley se volvió un rezo perdido entre antorchas.
El clímax llegó con “Sun Song”. La Reina cayó al suelo poseída por su propio mito, mientras la Segadora blandía su guadaña sobre ella en una danza de muerte y renacimiento. El público contuvo el aliento. Charley Ruddell, desde su rincón, se inclinó sobre la Reina para devolverle la vida con un conjuro simbólico. Entonces, ella se levantó. Gritó. Y el Reino resucitó. El encore con “Cry for Me” fue una plegaria final; “Siren” cerró el ciclo con solemnidad épica. Y cuando sonó el outro de “Don’t Fear the Reaper” de Blue Öyster Cult, la sala entera comprendió la verdad: Castle Rat no interpreta canciones, crea mundos. Y nosotros, esa noche, fuimos súbditos de la Rata Eterna.
Etiquetas: barcelona, Castle Rat, España, Primavera Tours, Zharzha


El dúo barcelonés Zharzha, formado por Marta Moreno al bajo y la voz e Iván Ruiz a la batería, abrió la noche en la sala Upload con un set que desbordó energía y oscuridad. Su alquimia entre el heavy metal y el jazz más libre volvió a funcionar como un ritual de sombras: precisión rítmica, groove hipnótico y una voz que arañaba el aire con intensidad controlada. En su repertorio, piezas como “Disforia Dimensional”, grabada en directo en Wheel Sound Studio, “Acierto Perihepático”, extraída de su álbum en vivo Zharzha Live 2021, y el nuevo sencillo “La Perra de Bugarach”, mostraron el poder de un “power dúo” que no necesita artificios para sonar monumental. Cuando dejaron el escenario, la ovación fue tan densa como su sonido.
Lo que siguió no fue un concierto, sino una ceremonia. Castle Rat no toca: conjura. Desde el primer instante, con las luces cayendo en negrura y el rumor de cantos gregorianos, el público entendió que entraba a un templo. Riley Pinkerton, The Rat Queen, emergió entre humo y destellos, empuñando la guitarra como un arma sagrada. Su voz cortó la penumbra con autoridad ritual, mientras el público asistía al nacimiento de una liturgia metálica. A su lado, Franco Vittore, The Count, lanzó relámpagos con cada solo; Charley Ruddell, The Plague Doctor, hizo temblar el suelo con un bajo que sonaba como el corazón de una bestia enterrada; y Joshua Strmic, The Druid, desde su trono de percusión, invocó truenos con cada golpe.
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