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Después de una breve pausa en la que el sol se ocultó, volvió a salir rápidamente para darnos la bienvenida al último día de uno de los mejores festivales europeos de verano, Copenhell. Con un sabor agridulce (porque había que volver a la realidad al otro día) y luego de un día plagado de hardcore y bandas nuevas, nos tocaba el plato fuerte del festival durante el día de hoy, la banda que más expectativas había generado… Tool.
El día arrancó con los históricos teutones Accept, una banda que ha sido una constante en la escena del metal desde los años 70. Wolf Hoffmann, con su aspecto cada vez más parecido a Bruce Willis, comandó una actuación que fue una lección magistral de heavy metal. Desde la apertura con “The Reckoning” hasta el cierre épico con “Balls to the Wall”, Accept demostró por qué siguen siendo relevantes después de tantas décadas. “Princess of the Dawn” y “Metal Heart” resonaron con una intensidad que solo se puede describir como electrizante. Hoffmann, con su guitarra que parecía un arma de destrucción masiva, lanzó riffs como si fueran misiles, mientras la multitud coreaba cada palabra con devoción. La combinación de sus nuevos temas con clásicos ineludibles creó un ambiente de celebración y nostalgia, una mezcla perfecta para comenzar el último día del festival.
Luego, Hatebreed, en su gira de 30 aniversario, tomó el escenario y demostró que la edad es solo un número. La energía de la banda era contagiosa, y su setlist, que incluía “To the Threshold” y “I Will Be Heard”, era una declaración de principios. Cada acorde era un grito de resistencia, y la audiencia respondía con una ferocidad que solo el hardcore puede despertar. Era como si el escenario estuviera ardiendo, y los fans no podían resistir la tentación de lanzarse al mosh pit, dejando todo en la cancha.
Body Count, con Ice-T a la cabeza, fue el siguiente en subir al escenario. Ice-T, conocido tanto por su música como por su papel en “Law & Order: SVU”, se tomó su tiempo entre cada canción para hablar con el público. Su sentido del humor irreverente mantenía a todos riendo y pensando. Con temas como “Body Count’s in the House” y “Cop Killer”, su setlist fue una montaña rusa de críticas sociales y brutalidad musical. El cover de Slayer fue recibido con un rugido de aprobación que se sintió como un trueno.
Asinhell, la banda formada por Michael Poulsen de Volbeat, demostró ser una auténtica aplanadora sobre el escenario. Con un sonido demoledor y canciones como “Desert of Doom” y un cover de “Leprosy” de Death, sacudieron el recinto con una fuerza implacable. Cada nota era un terremoto, y alejándose un poco, se podía apreciar cómo su música arrasaba con todo a su paso.
High on Fire ofreció algo diferente, con su bajista empuñando un bajo de doble cuello y una guitarra, creando un sonido denso y agresivo. Con temas como “Fertile Green” y “Snakes for the Divine”, transportaron a la audiencia a un mundo de riffs pesados y ritmos frenéticos, distintos al resto de las bandas del festival pero igual de impactantes.
Y finalmente, el plato fuerte. Qué decir de Tool… No solamente cumplieron con las expectativas, sino que las superaron. En todo sentido. Utilizaron visuales gracias a las enormes pantallas del escenario principal. La ejecución, el sonido, la puesta en escena, y el enorme misterio que envuelve a la banda, se transmite de inmediato como una ola de un tsunami en un tempo extraño… “Jambi”, “Fear Inoculum” y “Stinkfist” fueron solo algunos de los temas que elevaron la experiencia a otro nivel. La atmósfera creada por Tool es algo que no se puede describir fácilmente; es una mezcla de misticismo, precisión técnica y una presencia escénica que atrapa y no deja ir. Las visuales hipnóticas y las proyecciones psicodélicas en las pantallas gigantes detrás de ellos transformaron el escenario en una experiencia casi espiritual. Cada miembro de la banda, desde el enigmático Maynard James Keenan hasta el virtuoso Danny Carey, estaba en perfecta sincronía, creando una sinfonía de sonidos que era tanto un asalto como una bendición para los sentidos.
De más está, agradecerle a la organización del festival por habernos recibido nuevamente. Algo que nos jugó muy a favor, fue el clima, que a pesar de haber tenido pronósticos un tanto desalentadores, no impidieron para nada el disfrute, y tampoco hubo que lamentar caídas de pantallas como el año pasado. No quiero dejar de agradecer a los colegas de otros medios con los que compartimos cuatro días muy divertidos, y llenos de anécdotas buenas. Imaginamos que el año que viene volveremos, como se viene dando en los últimos años, para poder cubrir nuevamente este tan hermoso como brutal encuentro. Hasta el año que viene, Copenhell!!
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Etiquetas: Accept, Asinhell, Body Count, Copenhell, Copenhell 2024, Dinamarca, hatebreed, High on Fire, Nervosa, Tool
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Después de una breve pausa en la que el sol se ocultó, volvió a salir rápidamente para darnos la bienvenida al último día de uno de los mejores festivales europeos de verano, Copenhell. Con un sabor agridulce (porque había que volver a la realidad al otro día) y luego de un día plagado de hardcore y bandas nuevas, nos tocaba el plato fuerte del festival durante el día de hoy, la banda que más expectativas había generado… Tool.
El día arrancó con los históricos teutones Accept, una banda que ha sido una constante en la escena del metal desde los años 70. Wolf Hoffmann, con su aspecto cada vez más parecido a Bruce Willis, comandó una actuación que fue una lección magistral de heavy metal. Desde la apertura con “The Reckoning” hasta el cierre épico con “Balls to the Wall”, Accept demostró por qué siguen siendo relevantes después de tantas décadas. “Princess of the Dawn” y “Metal Heart” resonaron con una intensidad que solo se puede describir como electrizante. Hoffmann, con su guitarra que parecía un arma de destrucción masiva, lanzó riffs como si fueran misiles, mientras la multitud coreaba cada palabra con devoción. La combinación de sus nuevos temas con clásicos ineludibles creó un ambiente de celebración y nostalgia, una mezcla perfecta para comenzar el último día del festival.
Luego, Hatebreed, en su gira de 30 aniversario, tomó el escenario y demostró que la edad es solo un número. La energía de la banda era contagiosa, y su setlist, que incluía “To the Threshold” y “I Will Be Heard”, era una declaración de principios. Cada acorde era un grito de resistencia, y la audiencia respondía con una ferocidad que solo el hardcore puede despertar. Era como si el escenario estuviera ardiendo, y los fans no podían resistir la tentación de lanzarse al mosh pit, dejando todo en la cancha.
Body Count, con Ice-T a la cabeza, fue el siguiente en subir al escenario. Ice-T, conocido tanto por su música como por su papel en “Law & Order: SVU”, se tomó su tiempo entre cada canción para hablar con el público. Su sentido del humor irreverente mantenía a todos riendo y pensando. Con temas como “Body Count’s in the House” y “Cop Killer”, su setlist fue una montaña rusa de críticas sociales y brutalidad musical. El cover de Slayer fue recibido con un rugido de aprobación que se sintió como un trueno.
Asinhell, la banda formada por Michael Poulsen de Volbeat, demostró ser una auténtica aplanadora sobre el escenario. Con un sonido demoledor y canciones como “Desert of Doom” y un cover de “Leprosy” de Death, sacudieron el recinto con una fuerza implacable. Cada nota era un terremoto, y alejándose un poco, se podía apreciar cómo su música arrasaba con todo a su paso.
High on Fire ofreció algo diferente, con su bajista empuñando un bajo de doble cuello y una guitarra, creando un sonido denso y agresivo. Con temas como “Fertile Green” y “Snakes for the Divine”, transportaron a la audiencia a un mundo de riffs pesados y ritmos frenéticos, distintos al resto de las bandas del festival pero igual de impactantes.
Y finalmente, el plato fuerte. Qué decir de Tool… No solamente cumplieron con las expectativas, sino que las superaron. En todo sentido. Utilizaron visuales gracias a las enormes pantallas del escenario principal. La ejecución, el sonido, la puesta en escena, y el enorme misterio que envuelve a la banda, se transmite de inmediato como una ola de un tsunami en un tempo extraño… “Jambi”, “Fear Inoculum” y “Stinkfist” fueron solo algunos de los temas que elevaron la experiencia a otro nivel. La atmósfera creada por Tool es algo que no se puede describir fácilmente; es una mezcla de misticismo, precisión técnica y una presencia escénica que atrapa y no deja ir. Las visuales hipnóticas y las proyecciones psicodélicas en las pantallas gigantes detrás de ellos transformaron el escenario en una experiencia casi espiritual. Cada miembro de la banda, desde el enigmático Maynard James Keenan hasta el virtuoso Danny Carey, estaba en perfecta sincronía, creando una sinfonía de sonidos que era tanto un asalto como una bendición para los sentidos.
De más está, agradecerle a la organización del festival por habernos recibido nuevamente. Algo que nos jugó muy a favor, fue el clima, que a pesar de haber tenido pronósticos un tanto desalentadores, no impidieron para nada el disfrute, y tampoco hubo que lamentar caídas de pantallas como el año pasado. No quiero dejar de agradecer a los colegas de otros medios con los que compartimos cuatro días muy divertidos, y llenos de anécdotas buenas. Imaginamos que el año que viene volveremos, como se viene dando en los últimos años, para poder cubrir nuevamente este tan hermoso como brutal encuentro. Hasta el año que viene, Copenhell!!
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