

Llegamos al Copenhell justo cuando Nestor terminaba su set, ese momento en que la noche empezaba a desplegar todo su potencial y el ambiente se cargaba de expectativas. Desde ese instante, el recorrido musical fue intenso y variado. Heaven Shall Burn apareció en el escenario Helviti con las cartas marcadas en contra: su vocalista Marcus Bischoff fuera de combate por una infección, dos shows cancelados a cuestas y la difícil tarea de abrir la tarde dominical. Sin embargo, gracias a la irrupción de Britta Görtz, que tomó el micrófono con una convicción implacable, la banda desplegó un show quirúrgico y potente. Temas como “Übermacht”, “Voice of the Voiceless” y el estreno en vivo de “My Revocation of Compliance” de su próximo álbum Heimat hicieron vibrar al público que, aunque disperso al principio, terminó entregándose por completo. La mezcla de humanidad, honestidad y determinación con la que tocaron, convirtió lo que pudo haber sido un fiasco en una ovación sincera y emotiva.
Más tarde, el paso de Alien Ant Farm fue un recordatorio crudo de lo difícil que es sostener una identidad más allá de un gran hit. A pesar de iniciar con el melódico “Courage” y de un esfuerzo visible por parte de Dryden Mitchell y Michael Anaya, el show nunca terminó de despegar. La respuesta del público fue educada pero tibia, esperando ese único momento esperado, la inevitable “Smooth Criminal”, que aunque repleta de nostalgia, no alcanzó para disimular la falta de chispa del resto del concierto. Fue una actuación que osciló entre la memoria y la indiferencia, sin llegar a ser desastre, pero tampoco celebración.
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A pesar de llegar tarde al Pandæmonium, pude presenciar a Fit For An Autopsy desatar toda la furia del deathcore estadounidense. Entre circle pits dobles y un público dispuesto a quemar cada caloría, la banda demostró estar en plena forma. Joe Badolato lideró con carisma, aunque su voz limpia sonó algo ahogada entre la acústica deficiente. Temas como “Red Horizon”, “Savior of None / Ashes of All” y “Sea of Tragic Beasts” se mezclaron con breakdowns demoledores, recuperando la dignidad de un género a menudo menospreciado. Incluso hubo espacio para la política, con una breve declaración a favor de la libertad palestina, que dejó clara la postura del grupo sin entorpecer el ritmo de la descarga.
En contraste, Powerwolf convirtió el escenario en una misa metalera bajo el sol, con una estética gótica y teatral que dominó la jornada diurna. Attila Dorn lideró una hora impecable de power metal, donde “Armata Strigoi” y otros himnos mantuvieron la atención de un público entregado, aunque la repetición de gestos y frases a mitad del set evidenció cierta monotonía en el ritual cuidadosamente coreografiado. Fue un show sólido, carismático y efectivo para los fieles, pero que dejó la sensación de haber perdido algo de alma en su perfección.
Más adelante, Skillet subió al escenario Hades con una energía casi perfecta y un show producido al detalle. Desde “Showtime” hasta himnos como “Feel Invincible” y “Legendary”, el público respondió con brazos en alto y coros masivos, contagiado por la intensidad de Korey Cooper y Jen Ledger. La producción visual, con efectos de niebla y plataformas elevadoras, elevó literalmente la energía, aunque la pulcritud y ausencia de sorpresas dejaron un espectáculo muy ensayado, careciendo del riesgo o crudeza que algunos esperan. Mientras tanto, en Pandæmonium, Kim Dracula ofreció la antítesis total: un show caótico, experimental y teatral que mezcló metalcore, metal alternativo y hip-hop, con saxofón y cambios abruptos entre secciones bailables y agresivas. Su mezcla de caos y diversión impulsó a la audiencia a moshpits juveniles y energía desenfrenada, aunque musicalmente todavía está en búsqueda de una identidad sólida. Así, entre la precisión pulida de Skillet y la irreverencia desatada de Kim Dracula, el metal contemporáneo mostró dos caras radicalmente opuestas.
Al caer la tarde, In Flames dominó el escenario con una actuación potente y llena de energía que reafirmó por qué son pilares del metal melódico. A pesar de un escenario reducido, aprovecharon cada centímetro con un set que combinó clásicos como “Only For The Weak” y “Cloud Connected” con temas recientes como “State of Slow Decay” y “Meet Your Maker”. La conexión con el público fue inmediata, con un pit giratorio y una masa de fans saltando y coreando sin descanso. Anders Fridén, intenso y con furia característica, mostró destellos de humor y complicidad, haciendo que la atmósfera brillara aún más. ¡Sin lugar a dudas, lo mejor del día!
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La noche avanzó con la llegada de Slipknot, que entró al festival con una fuerza que pocos esperaban de una banda con 25 años de carrera. Corey Taylor sorprendió con una voz joven y potente, y la banda entera sonó afinada y en forma. La setlist combinó éxitos clásicos, incluyendo cinco temas de su álbum debut, con sorpresas como “Gematria”, tocada por primera vez en Dinamarca, y temas que hicieron vibrar a la multitud como “Psychosocial” y “The Devil In I”. A pesar de algunos momentos menos brillantes, como el remix extraño de “Tattered and Torn”, la energía no decayó y los pits espontáneos y el coro masivo en “Duality” mantuvieron la intensidad. Corey lanzó un mensaje claro de rebeldía y autenticidad que resonó profundamente. Sin embargo, el cierre con “Scissors” dejó un sabor agridulce, siendo un jam largo y extraño que se alejó del pulso frenético del show, dejando una sensación de oportunidad perdida. Aun así, la presentación fue un recordatorio contundente de que Slipknot sigue siendo una fuerza imparable.
Para cerrar la jornada, la veteranía y fiereza de Sodom se dejaron sentir en Pandæmonium con riffs afilados y ejecución precisa, recordando por qué llevan 40 años como referentes del thrash. Aunque el nivel fue impecable y la energía inagotable, el ambiente algo disperso y la plaza medio vacía restaron chispa a la conexión. Clásicos como “Agent Orange” y “Remember the Fallen” estuvieron presentes, pero el set perdió fuerza hacia el final, dejando una sensación de concierto sólido pero sin momentos memorables.
En un contraste fascinante, Blood Incantation tomó el escenario Hades para desplegar un death metal técnico y atmosférico que combinó brutalidad y elementos prog setenteros con una precisión y emotividad excepcionales. Ejecutaron íntegro su aclamado álbum Absolute Elsewhere (2024), con pasajes hipnóticos y riffs demoledores que evidenciaron la evolución sin perder la esencia. La conexión entre banda y público fue profunda, con momentos de intensa emoción que recordaron la fuerza única de su propuesta, haciendo de su show una lección magistral sobre cómo presentar música compleja en vivo. Así, mientras Sodom representó la tradición y el thrash directo, Blood Incantation cerró con una atmósfera introspectiva y expansiva, dejando una huella imborrable y un cierre fascinante para el festival.
Con una mezcla tan intensa y diversa de sonidos, emociones y energía, este Copenhell 2025 nos dejó llenos de ganas y expectativas para la próxima edición. Ya contamos los días para volver a sumergirnos en esta celebración única donde cada banda aporta su universo y cada concierto es una experiencia que perdura mucho más allá del último acorde. ¡Hasta la próxima!
Etiquetas: AAF, Alien Ant Farm, Blood Incantation, Copenhell, Copenhell 2025, Dinarmarca, Fit For An Autopsy, Heaven Shall Burn, in flames, Kim Dracula, Powerwolf, Skillet, slipknot, Sodom


Llegamos al Copenhell justo cuando Nestor terminaba su set, ese momento en que la noche empezaba a desplegar todo su potencial y el ambiente se cargaba de expectativas. Desde ese instante, el recorrido musical fue intenso y variado. Heaven Shall Burn apareció en el escenario Helviti con las cartas marcadas en contra: su vocalista Marcus Bischoff fuera de combate por una infección, dos shows cancelados a cuestas y la difícil tarea de abrir la tarde dominical. Sin embargo, gracias a la irrupción de Britta Görtz, que tomó el micrófono con una convicción implacable, la banda desplegó un show quirúrgico y potente. Temas como “Übermacht”, “Voice of the Voiceless” y el estreno en vivo de “My Revocation of Compliance” de su próximo álbum Heimat hicieron vibrar al público que, aunque disperso al principio, terminó entregándose por completo. La mezcla de humanidad, honestidad y determinación con la que tocaron, convirtió lo que pudo haber sido un fiasco en una ovación sincera y emotiva.
Más tarde, el paso de Alien Ant Farm fue un recordatorio crudo de lo difícil que es sostener una identidad más allá de un gran hit. A pesar de iniciar con el melódico “Courage” y de un esfuerzo visible por parte de Dryden Mitchell y Michael Anaya, el show nunca terminó de despegar. La respuesta del público fue educada pero tibia, esperando ese único momento esperado, la inevitable “Smooth Criminal”, que aunque repleta de nostalgia, no alcanzó para disimular la falta de chispa del resto del concierto. Fue una actuación que osciló entre la memoria y la indiferencia, sin llegar a ser desastre, pero tampoco celebración.
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A pesar de llegar tarde al Pandæmonium, pude presenciar a Fit For An Autopsy desatar toda la furia del deathcore estadounidense. Entre circle pits dobles y un público dispuesto a quemar cada caloría, la banda demostró estar en plena forma. Joe Badolato lideró con carisma, aunque su voz limpia sonó algo ahogada entre la acústica deficiente. Temas como “Red Horizon”, “Savior of None / Ashes of All” y “Sea of Tragic Beasts” se mezclaron con breakdowns demoledores, recuperando la dignidad de un género a menudo menospreciado. Incluso hubo espacio para la política, con una breve declaración a favor de la libertad palestina, que dejó clara la postura del grupo sin entorpecer el ritmo de la descarga.
En contraste, Powerwolf convirtió el escenario en una misa metalera bajo el sol, con una estética gótica y teatral que dominó la jornada diurna. Attila Dorn lideró una hora impecable de power metal, donde “Armata Strigoi” y otros himnos mantuvieron la atención de un público entregado, aunque la repetición de gestos y frases a mitad del set evidenció cierta monotonía en el ritual cuidadosamente coreografiado. Fue un show sólido, carismático y efectivo para los fieles, pero que dejó la sensación de haber perdido algo de alma en su perfección.
Más adelante, Skillet subió al escenario Hades con una energía casi perfecta y un show producido al detalle. Desde “Showtime” hasta himnos como “Feel Invincible” y “Legendary”, el público respondió con brazos en alto y coros masivos, contagiado por la intensidad de Korey Cooper y Jen Ledger. La producción visual, con efectos de niebla y plataformas elevadoras, elevó literalmente la energía, aunque la pulcritud y ausencia de sorpresas dejaron un espectáculo muy ensayado, careciendo del riesgo o crudeza que algunos esperan. Mientras tanto, en Pandæmonium, Kim Dracula ofreció la antítesis total: un show caótico, experimental y teatral que mezcló metalcore, metal alternativo y hip-hop, con saxofón y cambios abruptos entre secciones bailables y agresivas. Su mezcla de caos y diversión impulsó a la audiencia a moshpits juveniles y energía desenfrenada, aunque musicalmente todavía está en búsqueda de una identidad sólida. Así, entre la precisión pulida de Skillet y la irreverencia desatada de Kim Dracula, el metal contemporáneo mostró dos caras radicalmente opuestas.
Al caer la tarde, In Flames dominó el escenario con una actuación potente y llena de energía que reafirmó por qué son pilares del metal melódico. A pesar de un escenario reducido, aprovecharon cada centímetro con un set que combinó clásicos como “Only For The Weak” y “Cloud Connected” con temas recientes como “State of Slow Decay” y “Meet Your Maker”. La conexión con el público fue inmediata, con un pit giratorio y una masa de fans saltando y coreando sin descanso. Anders Fridén, intenso y con furia característica, mostró destellos de humor y complicidad, haciendo que la atmósfera brillara aún más. ¡Sin lugar a dudas, lo mejor del día!
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La noche avanzó con la llegada de Slipknot, que entró al festival con una fuerza que pocos esperaban de una banda con 25 años de carrera. Corey Taylor sorprendió con una voz joven y potente, y la banda entera sonó afinada y en forma. La setlist combinó éxitos clásicos, incluyendo cinco temas de su álbum debut, con sorpresas como “Gematria”, tocada por primera vez en Dinamarca, y temas que hicieron vibrar a la multitud como “Psychosocial” y “The Devil In I”. A pesar de algunos momentos menos brillantes, como el remix extraño de “Tattered and Torn”, la energía no decayó y los pits espontáneos y el coro masivo en “Duality” mantuvieron la intensidad. Corey lanzó un mensaje claro de rebeldía y autenticidad que resonó profundamente. Sin embargo, el cierre con “Scissors” dejó un sabor agridulce, siendo un jam largo y extraño que se alejó del pulso frenético del show, dejando una sensación de oportunidad perdida. Aun así, la presentación fue un recordatorio contundente de que Slipknot sigue siendo una fuerza imparable.
Para cerrar la jornada, la veteranía y fiereza de Sodom se dejaron sentir en Pandæmonium con riffs afilados y ejecución precisa, recordando por qué llevan 40 años como referentes del thrash. Aunque el nivel fue impecable y la energía inagotable, el ambiente algo disperso y la plaza medio vacía restaron chispa a la conexión. Clásicos como “Agent Orange” y “Remember the Fallen” estuvieron presentes, pero el set perdió fuerza hacia el final, dejando una sensación de concierto sólido pero sin momentos memorables.
En un contraste fascinante, Blood Incantation tomó el escenario Hades para desplegar un death metal técnico y atmosférico que combinó brutalidad y elementos prog setenteros con una precisión y emotividad excepcionales. Ejecutaron íntegro su aclamado álbum Absolute Elsewhere (2024), con pasajes hipnóticos y riffs demoledores que evidenciaron la evolución sin perder la esencia. La conexión entre banda y público fue profunda, con momentos de intensa emoción que recordaron la fuerza única de su propuesta, haciendo de su show una lección magistral sobre cómo presentar música compleja en vivo. Así, mientras Sodom representó la tradición y el thrash directo, Blood Incantation cerró con una atmósfera introspectiva y expansiva, dejando una huella imborrable y un cierre fascinante para el festival.
Con una mezcla tan intensa y diversa de sonidos, emociones y energía, este Copenhell 2025 nos dejó llenos de ganas y expectativas para la próxima edición. Ya contamos los días para volver a sumergirnos en esta celebración única donde cada banda aporta su universo y cada concierto es una experiencia que perdura mucho más allá del último acorde. ¡Hasta la próxima!
Etiquetas: AAF, Alien Ant Farm, Blood Incantation, Copenhell, Copenhell 2025, Dinarmarca, Fit For An Autopsy, Heaven Shall Burn, in flames, Kim Dracula, Powerwolf, Skillet, slipknot, Sodom