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Dool
The Shape of Fluidity (2024)
Prophecy Productions

Tracklist:

01. Venus in Flames
02. Self-Dissect
03. The Shape of Fluidity
04. Currents
05. Evil in You
06. House of a Thousand Dreams
07. Hermagorgon
08. Hymn for a Memory Lost
09. The Hand of Creation

Dool (no se pronuncia como “tool” pero con “d”, sino usando algo más parecido a una sola “o” en español, es un término holandés que significa “vagar”) es una alucinante banda holandesa de cinco integrantes, liderada por la carismática Raven van Dorst (cantante y guitarrista), que ejecuta un “dark heavy rock” con un estilo tan particular que solamente podemos aproximarnos a esbozarlo con varias pinceladas distintas. Podría decirse que combina elementos de goth rock, hard rock y post-rock, con momentos darkwave y de metal, los cuales pueden ser muy reminiscentes de las expresiones pesadas de los 80’s, incluso del glam (Heart, Vixen, Dokken, etc.), en el sentido sonoro, por el romanticismo de los solos de guitarra y el gancho de los riffs -sin negar la magia de la voz de Raven- pero también porque ese estilo de aquella década dorada también hacía gala de la androginia, y eso, en cierto modo, algo tiene que ver con Dool, como ya veremos.

El quinteto se completa con Nick Polak y Omar Iskandr en guitarras, J.B. van der Wal en bajo y Vincent Kreyder en batería. Este disco es el tercero, tras los brillantes “Here Now, There Then” (2017) y “Summerland” (2020), además de un álbum en vivo y dos EP. Suele decirse que el tercer LP de una banda es el que define su destino como una nueva referencia en la escena, ya que, si alcanzó triunfante este punto, ha demostrado no ser otro proyecto efímero. También algo hay del viejo refrán “la tercera es la vencida”. Pues bien, este trabajo de Dool, sin decir que necesariamente sea el mejor (ya que los anteriores fueron excelentes), mantiene el nivel y muestra al conjunto con un semblante más maduro, afirmando y consolidando una propuesta en su entrega de mayor esfuerzo colectivo hasta la fecha.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Chelsea Wolfe – She Reaches Out To She Reaches Out To She (2024)

Si bien, “The Shape of Fluidity” no es un álbum conceptual, está atravesado por la temática de la búsqueda de la propia identidad en un mundo desafiante, arbitrario, injusto y violento. Un aspecto que resulta fundamental al respecto es la historia personal de Raven, que nació en 1984 como bebé intersexual y fue quirúrgicamente forzada a tener un sexo femenino y criada en consecuencia, es decir, siguiendo los mandatos sociales patriarcales que indican las características del género asignado como correspondiente al sexo biológico en cuestión. Con el tiempo, Raven decidió luchar por lo que se le intentó quitar: la posibilidad de expresar una forma de ser más allá de lo binario, que, en su caso, de hecho, era su derecho de nacimiento (lo que no implica que, en efecto, no sea un derecho de todas las personas sin importar su anatomía y fisiología al nacer). La lucha de Raven llevó a que también se convirtiera en una personalidad mediática, como protagonista en una serie de TV holandesa y como integrante del jurado de RuPaul’s Drag Race Holland. Además, tuvo su propio reality show en la televisión de su país y participó de una serie documental acerca de la identidad de género.

Quiero aprovechar esta reseña para informar un poco acerca de la intersexualidad, en honor a Raven y a todas las personas intersexuales. Por mucho tiempo, se habló de “hermafroditismo” en individuos que nacían con genitales “ambiguos”. Sin embargo, esta denominación es errónea, ya que en las especies animales en las que se encuentra el fenómeno del hermafroditismo, lo que sucede es que un mismo individuo posee órganos genitales femeninos y masculinos completos, en ocasiones pudiendo hasta autofecundarse. Por supuesto, eso no es lo que ocurre en la especie humana, sino que, una de cada cinco mil personas, aproximadamente, nace con rasgos físicos que no pueden ajustarse a las categorías tajantes de “varón” o “mujer”. Esto va más allá de los genitales externos, e incluye la dotación cromosómica, el funcionamiento hormonal, el neurodesarrollo y el comportamiento. Tradicionalmente se ha optado por “decidir” el sexo al momento del nacer, realizando una cirugía que ampute “lo que sobra” en el plano externo, visible, por lo que suele ser más fácil elegir que la persona sea mujer para poder llevar adelante una crianza basada en esa falsa premisa. La triste realidad es que esto suele implicar que una persona deba desarrollarse contra la corriente, ya que nació de una manera que se resiste a ajustarse a las imposiciones culturales, más allá de la abominable práctica de intervenir un cuerpo infantil de manera irreversible condicionando la adolescencia y la adultez. Esto ha llevado, en varios casos, a historias muy tristes de trastornos mentales y algunas han terminado en suicidios. En el caso de Raven, no hace falta aclarar que su condición se refleja en su voz tan especial, tanto en el sentido tímbrico como en cuanto a su mensaje.

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“Todo fluye, nada permanece nunca igual. La vida en sí misma está en un constante estado de flujo”, dice Dool, siguiendo al filósofo griego Heráclito, y el espectacular disco que nos entregan, es un viaje de casi 50 minutos (divididos en nueve tracks) a través del devenir del ser. La portada del disco es la fotografía de una bandera blanca: una hermosa representación que condensa demasiados significados. Una mezcla de tabula rasa, un recordatorio de que la luz blanca incluye todos los colores (por lo tanto, puede descomponerse mediante un prisma), una señal de tregua o de rendición, aunque, en este caso, no sería ante nadie, sino un modo de aceptación de la realidad innegable de la esencia de lo que cada cual es. Además, una bandera flamea con el viento, capta algo del sentido de ese fluir.

El título de cada canción concentra, en sí mismo, la potencia de un manifiesto identitario. “Venus in Flames” es un track glorioso, de un poderío épico. El video, consistente con esta impresión, nos muestra a dos personas anónimas usando armaduras medievales enfrentándose con espadas en una playa, a orillas del mar (símbolo por excelencia del perpetuo movimiento de las cosas). Luego descubrimos sus rostros, justo antes de que se rindan sonriendo. Volviendo a la música, esta canción, que fue el segundo single, tiene mucha fuerza y ya nos ofrece la primera demostración de esa cualidad tan propia de Dool: los estribillos que se convierten en earworms. El trabajo de las guitarras es espectacular. Recordemos que, incluso en vivo, son tres. Los cambios, los cortes, las transiciones (sic) son maravillosos, lo que da cuenta de una labor compositiva de tremendo nivel. Esta melancolía sonora -instrumental y vocal- encuentra un modo contundente de hacernos reflexionar a la vez que gozamos.

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“Self-Dissect” empieza a puro impacto, los riffs vuelan como latigazos. Raven despliega su voz con maestría. No necesita la conquista feminista de los guturales: su expresión es biológica, psicológica, antropológica, sociológica y políticamente única, trascendiendo la técnica. Los solos de guitarra son totalmente fantásticos. Dool es una criatura impiadosamente amorosa: no se me ocurre ningún sector de la audiencia del rock y del metal que pueda decir que su música no es de calidad y que, además, no la disfrute, si es que no tiene prejuicios. Llega el track homónimo al disco: una pieza de una belleza conmovedora. Cada palabra, cada verso, cada estrofa, es testimonio de la odisea de construir el modo propio de ser y estar en el mundo. La dulzura de Raven destila sabiduría. El estribillo es uno de los mejores que he escuchado en varios años y como ya dije, se me ocurre comparar la sensación que me genera con ese encanto que emanaba de la creación musical en la década de los 80’s. Cada canción de Dool es un ejemplo de cómo traducir emociones en arte.

“Currents” funciona como una suerte de interludio, un eco del track anterior que nos va llevando, progresivamente, al siguiente, “Evil in You”, de actitud más enérgica, sigue este recorrido sublime logrado a partir de una mezcla excepcional del aporte de los elementos que se escuchan con una claridad exquisita, aparte de que el talento musical de cada integrante de la banda es innegable. El encargado de la mezcla fue Markus Lindberg (miembro de Cult of Luna, quien, además de producir los discos de su banda, ha trabajado con Russian Circles, entre otros) y la masterización fue realizada por Ted Jensen (que hizo lo propio con AC/DC, Talking Heads y Ghost). Estos datos ayudan aún más a entender la mística lograda por Dool.

En “House of a Thousand Dreams” nos encontramos con lo más cercano a una balada, que incorpora una voz masculina, y luego explota con una intensidad asombrosa, que se incrementa en “Hermagorgon” con su impactante riff a puro metal moderno. Este primer single fue el que me puso en alerta de que la banda estaba a punto de alzarse imparable. Escuchar Dool hace que la electricidad circule por mi médula espinal. “Soy la hija de mi padre y el hijo de mi madre”, ¿cómo no empatizar con un dolor tan crudamente descripto? Aprender a fluir entre las rígidas espinas de los estereotipos de género es extremadamente difícil: son imposiciones culturales contra una naturaleza que los trasciende infinitamente, que es una fuente de incontables posibilidades.

“Hymn for a Memory Lost” me hace sentir que la sorpresa es inacabable: la capacidad de Dool para crear grandes canciones no se agota. En este álbum no hay absolutamente nada de relleno y mi mente ya está repleta de melodías que me acompañan todo el tiempo, no sé hasta cuándo… Más solos de guitarra que me transportan y ya no adónde. El disco termina con “The Hand of Creation”, sombría, apesadumbrada, un in crescendo de meticulosa elaboración que finalmente nos golpea con más de esos preciosos riffs y así, “The Shape of Fluidity” formará parte de mi lista de lo mejor del año y lo recomiendo enfáticamente a cualquier persona amante de la buena música.

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The Shape of Fluidity (2024)
Prophecy Productions

Tracklist:

01. Venus in Flames
02. Self-Dissect
03. The Shape of Fluidity
04. Currents
05. Evil in You
06. House of a Thousand Dreams
07. Hermagorgon
08. Hymn for a Memory Lost
09. The Hand of Creation




Dool (no se pronuncia como “tool” pero con “d”, sino usando algo más parecido a una sola “o” en español, es un término holandés que significa “vagar”) es una alucinante banda holandesa de cinco integrantes, liderada por la carismática Raven van Dorst (cantante y guitarrista), que ejecuta un “dark heavy rock” con un estilo tan particular que solamente podemos aproximarnos a esbozarlo con varias pinceladas distintas. Podría decirse que combina elementos de goth rock, hard rock y post-rock, con momentos darkwave y de metal, los cuales pueden ser muy reminiscentes de las expresiones pesadas de los 80’s, incluso del glam (Heart, Vixen, Dokken, etc.), en el sentido sonoro, por el romanticismo de los solos de guitarra y el gancho de los riffs -sin negar la magia de la voz de Raven- pero también porque ese estilo de aquella década dorada también hacía gala de la androginia, y eso, en cierto modo, algo tiene que ver con Dool, como ya veremos.

El quinteto se completa con Nick Polak y Omar Iskandr en guitarras, J.B. van der Wal en bajo y Vincent Kreyder en batería. Este disco es el tercero, tras los brillantes “Here Now, There Then” (2017) y “Summerland” (2020), además de un álbum en vivo y dos EP. Suele decirse que el tercer LP de una banda es el que define su destino como una nueva referencia en la escena, ya que, si alcanzó triunfante este punto, ha demostrado no ser otro proyecto efímero. También algo hay del viejo refrán “la tercera es la vencida”. Pues bien, este trabajo de Dool, sin decir que necesariamente sea el mejor (ya que los anteriores fueron excelentes), mantiene el nivel y muestra al conjunto con un semblante más maduro, afirmando y consolidando una propuesta en su entrega de mayor esfuerzo colectivo hasta la fecha.

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Si bien, “The Shape of Fluidity” no es un álbum conceptual, está atravesado por la temática de la búsqueda de la propia identidad en un mundo desafiante, arbitrario, injusto y violento. Un aspecto que resulta fundamental al respecto es la historia personal de Raven, que nació en 1984 como bebé intersexual y fue quirúrgicamente forzada a tener un sexo femenino y criada en consecuencia, es decir, siguiendo los mandatos sociales patriarcales que indican las características del género asignado como correspondiente al sexo biológico en cuestión. Con el tiempo, Raven decidió luchar por lo que se le intentó quitar: la posibilidad de expresar una forma de ser más allá de lo binario, que, en su caso, de hecho, era su derecho de nacimiento (lo que no implica que, en efecto, no sea un derecho de todas las personas sin importar su anatomía y fisiología al nacer). La lucha de Raven llevó a que también se convirtiera en una personalidad mediática, como protagonista en una serie de TV holandesa y como integrante del jurado de RuPaul’s Drag Race Holland. Además, tuvo su propio reality show en la televisión de su país y participó de una serie documental acerca de la identidad de género.

Quiero aprovechar esta reseña para informar un poco acerca de la intersexualidad, en honor a Raven y a todas las personas intersexuales. Por mucho tiempo, se habló de “hermafroditismo” en individuos que nacían con genitales “ambiguos”. Sin embargo, esta denominación es errónea, ya que en las especies animales en las que se encuentra el fenómeno del hermafroditismo, lo que sucede es que un mismo individuo posee órganos genitales femeninos y masculinos completos, en ocasiones pudiendo hasta autofecundarse. Por supuesto, eso no es lo que ocurre en la especie humana, sino que, una de cada cinco mil personas, aproximadamente, nace con rasgos físicos que no pueden ajustarse a las categorías tajantes de “varón” o “mujer”. Esto va más allá de los genitales externos, e incluye la dotación cromosómica, el funcionamiento hormonal, el neurodesarrollo y el comportamiento. Tradicionalmente se ha optado por “decidir” el sexo al momento del nacer, realizando una cirugía que ampute “lo que sobra” en el plano externo, visible, por lo que suele ser más fácil elegir que la persona sea mujer para poder llevar adelante una crianza basada en esa falsa premisa. La triste realidad es que esto suele implicar que una persona deba desarrollarse contra la corriente, ya que nació de una manera que se resiste a ajustarse a las imposiciones culturales, más allá de la abominable práctica de intervenir un cuerpo infantil de manera irreversible condicionando la adolescencia y la adultez. Esto ha llevado, en varios casos, a historias muy tristes de trastornos mentales y algunas han terminado en suicidios. En el caso de Raven, no hace falta aclarar que su condición se refleja en su voz tan especial, tanto en el sentido tímbrico como en cuanto a su mensaje.

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“Todo fluye, nada permanece nunca igual. La vida en sí misma está en un constante estado de flujo”, dice Dool, siguiendo al filósofo griego Heráclito, y el espectacular disco que nos entregan, es un viaje de casi 50 minutos (divididos en nueve tracks) a través del devenir del ser. La portada del disco es la fotografía de una bandera blanca: una hermosa representación que condensa demasiados significados. Una mezcla de tabula rasa, un recordatorio de que la luz blanca incluye todos los colores (por lo tanto, puede descomponerse mediante un prisma), una señal de tregua o de rendición, aunque, en este caso, no sería ante nadie, sino un modo de aceptación de la realidad innegable de la esencia de lo que cada cual es. Además, una bandera flamea con el viento, capta algo del sentido de ese fluir.

El título de cada canción concentra, en sí mismo, la potencia de un manifiesto identitario. “Venus in Flames” es un track glorioso, de un poderío épico. El video, consistente con esta impresión, nos muestra a dos personas anónimas usando armaduras medievales enfrentándose con espadas en una playa, a orillas del mar (símbolo por excelencia del perpetuo movimiento de las cosas). Luego descubrimos sus rostros, justo antes de que se rindan sonriendo. Volviendo a la música, esta canción, que fue el segundo single, tiene mucha fuerza y ya nos ofrece la primera demostración de esa cualidad tan propia de Dool: los estribillos que se convierten en earworms. El trabajo de las guitarras es espectacular. Recordemos que, incluso en vivo, son tres. Los cambios, los cortes, las transiciones (sic) son maravillosos, lo que da cuenta de una labor compositiva de tremendo nivel. Esta melancolía sonora -instrumental y vocal- encuentra un modo contundente de hacernos reflexionar a la vez que gozamos.

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“Self-Dissect” empieza a puro impacto, los riffs vuelan como latigazos. Raven despliega su voz con maestría. No necesita la conquista feminista de los guturales: su expresión es biológica, psicológica, antropológica, sociológica y políticamente única, trascendiendo la técnica. Los solos de guitarra son totalmente fantásticos. Dool es una criatura impiadosamente amorosa: no se me ocurre ningún sector de la audiencia del rock y del metal que pueda decir que su música no es de calidad y que, además, no la disfrute, si es que no tiene prejuicios. Llega el track homónimo al disco: una pieza de una belleza conmovedora. Cada palabra, cada verso, cada estrofa, es testimonio de la odisea de construir el modo propio de ser y estar en el mundo. La dulzura de Raven destila sabiduría. El estribillo es uno de los mejores que he escuchado en varios años y como ya dije, se me ocurre comparar la sensación que me genera con ese encanto que emanaba de la creación musical en la década de los 80’s. Cada canción de Dool es un ejemplo de cómo traducir emociones en arte.

“Currents” funciona como una suerte de interludio, un eco del track anterior que nos va llevando, progresivamente, al siguiente, “Evil in You”, de actitud más enérgica, sigue este recorrido sublime logrado a partir de una mezcla excepcional del aporte de los elementos que se escuchan con una claridad exquisita, aparte de que el talento musical de cada integrante de la banda es innegable. El encargado de la mezcla fue Markus Lindberg (miembro de Cult of Luna, quien, además de producir los discos de su banda, ha trabajado con Russian Circles, entre otros) y la masterización fue realizada por Ted Jensen (que hizo lo propio con AC/DC, Talking Heads y Ghost). Estos datos ayudan aún más a entender la mística lograda por Dool.

En “House of a Thousand Dreams” nos encontramos con lo más cercano a una balada, que incorpora una voz masculina, y luego explota con una intensidad asombrosa, que se incrementa en “Hermagorgon” con su impactante riff a puro metal moderno. Este primer single fue el que me puso en alerta de que la banda estaba a punto de alzarse imparable. Escuchar Dool hace que la electricidad circule por mi médula espinal. “Soy la hija de mi padre y el hijo de mi madre”, ¿cómo no empatizar con un dolor tan crudamente descripto? Aprender a fluir entre las rígidas espinas de los estereotipos de género es extremadamente difícil: son imposiciones culturales contra una naturaleza que los trasciende infinitamente, que es una fuente de incontables posibilidades.

“Hymn for a Memory Lost” me hace sentir que la sorpresa es inacabable: la capacidad de Dool para crear grandes canciones no se agota. En este álbum no hay absolutamente nada de relleno y mi mente ya está repleta de melodías que me acompañan todo el tiempo, no sé hasta cuándo… Más solos de guitarra que me transportan y ya no adónde. El disco termina con “The Hand of Creation”, sombría, apesadumbrada, un in crescendo de meticulosa elaboración que finalmente nos golpea con más de esos preciosos riffs y así, “The Shape of Fluidity” formará parte de mi lista de lo mejor del año y lo recomiendo enfáticamente a cualquier persona amante de la buena música.

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