

Noche fría. Una fría brisa se colaba por las calles, como si el mismísimo viento estuviera decidido a hacer temblar hasta al más fornido de los metaleros. Y allí, en la oscuridad de la Sala Salamandra, una congregación de almas dispuestas a ser zarandeadas por el poder del metal se preparaba para una noche que prometía ser épica… o al menos bastante entretenida.
Casi sold out, por 27 entradas. Sí, casi hasta el último resquicio de la sala se llenó, como si cada fanático de la música metal hubiera sacado sus últimas monedas del bolsillo para asegurarse un lugar en este festín sonoro. Y no era para menos, pues mientras afuera las fiestas de barrio rugían con su propia música y algarabía, dentro se avecinaba algo aún más salvaje, cortesía de El Reno Renardo.
El público era muy variado. Desde niños hasta gente rondando los 70 años. La amalgama de edades y estilos era simplemente fascinante. Desde los jóvenes con sus melenas al viento y camisetas de bandas, hasta los veteranos que probablemente vieron nacer el género y que ahora, con el entusiasmo de un adolescente, esperaban ansiosos el comienzo del espectáculo.
Y así, entre risas y conversaciones entusiastas, comenzó la noche de metal cómico con la emblemática intro: “Pienso Luego Sexito”. ¿Quién dijo que el metal no podía ser gracioso? El público rugió de placer ante esta declaración de intenciones, listo para dejarse llevar por el humor irreverente de El Reno Renardo.
Con “Cipote Ancho”, la banda hizo temblar los cimientos de la sala. La energía era palpable, y los acordes resonaban en los corazones de los presentes, provocando risas y cabeceos al ritmo frenético de la canción. Y así continuó el viaje, con “I.A. En Un Planeta Subnormal”, una oda a la alienación moderna que resonaba con la audiencia, como si cada uno de nosotros fuera un extraterrestre en este mundo absurdo.
“Meriendacena Medieval” transportó al público a tierras lejanas y épocas olvidadas, donde la fantasía se mezcla con el humor más irreverente. Mientras tanto, “Esfinternet” nos recordaba que, en la era digital, incluso los memes pueden ser material de metal.
Pero fue con “La Navaja del Trueno Inmortal” que la verdadera magia se desató. Los riffs vertiginosos y la letra épica hicieron que incluso los más escépticos se dejaran llevar por la fantasía desbordante de El Reno Renardo. Y así, entre canción y canción, el público se entregaba al frenesí del metal cómico, dejando atrás todas sus preocupaciones y sumergiéndose en un mundo de fantasía y risas.
El concierto alcanzó su punto álgido con “Fiesta Palangana”, una oda al desenfreno y la locura que hizo temblar las paredes de la sala. Mientras tanto, “El As de Oros” nos recordaba que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para el humor y la irreverencia.
Pero no todo era risas y diversión. Con “Orcos de Mordor”, El Reno Renardo nos recordó que, incluso en los mundos de fantasía más épicos, siempre hay lugar para la crítica social y el comentario político. Y así, entre canción y canción, la banda nos llevó en un viaje salvaje a través de los reinos del metal cómico, dejando una marca imborrable en nuestros corazones y en nuestras mentes.
Y así, entre risas y aplausos, llegamos al final del concierto. Pero antes de despedirse, El Reno Renardo nos regaló un último momento de éxtasis con “Crecí en los Ochenta”, una oda nostálgica a una década llena de excesos y excentricidades. Y así, con una sonrisa en los labios y el corazón lleno de alegría, nos despedimos de una noche que será recordada por mucho tiempo. Porque cuando se trata de metal cómico, nadie lo hace como El Reno Renardo.
- El Reno Renardo
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Etiquetas: El Reno Renardo, humor, Metal, Salamandra


Noche fría. Una fría brisa se colaba por las calles, como si el mismísimo viento estuviera decidido a hacer temblar hasta al más fornido de los metaleros. Y allí, en la oscuridad de la Sala Salamandra, una congregación de almas dispuestas a ser zarandeadas por el poder del metal se preparaba para una noche que prometía ser épica… o al menos bastante entretenida.
Casi sold out, por 27 entradas. Sí, casi hasta el último resquicio de la sala se llenó, como si cada fanático de la música metal hubiera sacado sus últimas monedas del bolsillo para asegurarse un lugar en este festín sonoro. Y no era para menos, pues mientras afuera las fiestas de barrio rugían con su propia música y algarabía, dentro se avecinaba algo aún más salvaje, cortesía de El Reno Renardo.
El público era muy variado. Desde niños hasta gente rondando los 70 años. La amalgama de edades y estilos era simplemente fascinante. Desde los jóvenes con sus melenas al viento y camisetas de bandas, hasta los veteranos que probablemente vieron nacer el género y que ahora, con el entusiasmo de un adolescente, esperaban ansiosos el comienzo del espectáculo.
Y así, entre risas y conversaciones entusiastas, comenzó la noche de metal cómico con la emblemática intro: “Pienso Luego Sexito”. ¿Quién dijo que el metal no podía ser gracioso? El público rugió de placer ante esta declaración de intenciones, listo para dejarse llevar por el humor irreverente de El Reno Renardo.
Con “Cipote Ancho”, la banda hizo temblar los cimientos de la sala. La energía era palpable, y los acordes resonaban en los corazones de los presentes, provocando risas y cabeceos al ritmo frenético de la canción. Y así continuó el viaje, con “I.A. En Un Planeta Subnormal”, una oda a la alienación moderna que resonaba con la audiencia, como si cada uno de nosotros fuera un extraterrestre en este mundo absurdo.
“Meriendacena Medieval” transportó al público a tierras lejanas y épocas olvidadas, donde la fantasía se mezcla con el humor más irreverente. Mientras tanto, “Esfinternet” nos recordaba que, en la era digital, incluso los memes pueden ser material de metal.
Pero fue con “La Navaja del Trueno Inmortal” que la verdadera magia se desató. Los riffs vertiginosos y la letra épica hicieron que incluso los más escépticos se dejaran llevar por la fantasía desbordante de El Reno Renardo. Y así, entre canción y canción, el público se entregaba al frenesí del metal cómico, dejando atrás todas sus preocupaciones y sumergiéndose en un mundo de fantasía y risas.
El concierto alcanzó su punto álgido con “Fiesta Palangana”, una oda al desenfreno y la locura que hizo temblar las paredes de la sala. Mientras tanto, “El As de Oros” nos recordaba que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay espacio para el humor y la irreverencia.
Pero no todo era risas y diversión. Con “Orcos de Mordor”, El Reno Renardo nos recordó que, incluso en los mundos de fantasía más épicos, siempre hay lugar para la crítica social y el comentario político. Y así, entre canción y canción, la banda nos llevó en un viaje salvaje a través de los reinos del metal cómico, dejando una marca imborrable en nuestros corazones y en nuestras mentes.
Y así, entre risas y aplausos, llegamos al final del concierto. Pero antes de despedirse, El Reno Renardo nos regaló un último momento de éxtasis con “Crecí en los Ochenta”, una oda nostálgica a una década llena de excesos y excentricidades. Y así, con una sonrisa en los labios y el corazón lleno de alegría, nos despedimos de una noche que será recordada por mucho tiempo. Porque cuando se trata de metal cómico, nadie lo hace como El Reno Renardo.
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Etiquetas: El Reno Renardo, humor, Metal, Salamandra