La impactante banda portuguesa de Black Metal Gaerea, acaba de lanzar su segundo álbum, “Limbo” a través de Season of Mist. Lo hizo publicando un original vídeo dirigido por Catarina Rocha en el que podemos ver al quinteto enmascarado reproduciendo el vinilo con su música, mientras ellos mismos lo escuchan (tres sentados en un sofá y dos parados detrás) con la tenue iluminación de dos lámparas. Daría la impresión de ser un grupo transmitiendo un mensaje al mundo a través de un medio masivo. De hecho, es lo que hacen, pero se encargaron de darle una vuelta de tuerca visual.

“Limbo” completa la línea conceptual iniciada en el disco anterior, “Unsettling Whispers” (2018), aunque, tal como el líder de la banda comentara en entrevista a Headbanger.es, el desarrollo musical entre uno y otro es evidente. La obra fue grabada, mezclada y masterizada por Miguel Tereso en el estudio Demigod Recordings. El mencionado concepto que hila cada letra de ambos álbumes es complejo; implica una trama narrativa que deben seguir quienes así lo deseen, pero que -a grandes rasgos- se vincula con una sociedad en la que individuos sufrientes buscan la salvación, pero lo hacen recorriendo caminos que, irónicamente, los llevan a la autodestrucción, en medio de un mundo que terminará, al menos en su forma conocida.  

El primer tema, “To Ain”, fue el segundo corte de difusión y contó con videoclip propio. Ya desde el comienzo mismo, Gaerea desarrolla su propuesta de un elaborado Black Metal de la Nueva Ola, que puede asociarse a la sonoridad de Behemoth, sobre todo en los pasajes más lentos, pero también a Watain, Mgla y Uada, entre otras. “Null”, el segundo track, fue el primer corte de difusión, también con su respectivo video. Empieza con una temporalidad más agitada, sobrevolada por trémolos flotantes que dan lugar a melodías que cautivan. El sonido de la batería es constantemente excepcional, y junto a un bajo implacable, sientan las bases con solidez. La voz demuestra gran versatilidad, yendo de guturales a clamores desgarradores, pasando por gritos agónicos y susurros admonitorios, emergiendo por momentos casi limpia.

“Glare” continúa exhibiendo este variado arsenal, donde lo más destacable, además de la composición en sí misma, es el esmero puesto en la musicalidad de las guitarras. Y es hora de hablar de musicalidad, porque ya no se trata de las adolescentes actitudes de sonar “crudo” o “vieja escuela” usando esos términos como eufemismos para una rusticidad que denota limitaciones artísticas (sobre todo técnicas), ni tampoco el otro extremo: buscar la complejidad mediante contorsiones que desafían la biomecánica para lograr lo exótico o disonante per se, lo cual también denota limitaciones artísticas (sobre todo creativas).

“Conspiranoia” fue la tercera canción en darse a conocer mediante un videoclip. Hay que decir que los tres videos que la banda publicó fueron de una calidad excelente. El nombre de este track resuena fuerte en la época que estamos viviendo. El líder de la banda dijo en la entrevista con Headbanger.es que, si bien la letra fue escrita un año y medio antes de la pandemia y del estallido de los conflictos raciales en los Estados Unidos, parecía reflejar más al mundo actual, que al del tiempo en que fue escrita. A su vez, “Conspiranoia” es el tema que más resalta en términos estructurales, y los riffs de guitarra son elocuentes, aunque es en “Urge” donde aparece la producción más “ganchera” de las cuerdas, incitando a sacudir la cabeza como nunca antes. Son varias las ocasiones en que el fondo se puebla de voces lejanas que forman un coro ominoso.

“Mare”, es el tema más extenso y ofrece unos solos de guitarra sobresalientes. Al ser el último del disco, es el que da cierre a la historia que cuenta Gaerea, de la que forma parte también el aspecto visual. Por eso, mención aparte merece el arte de tapa a cargo del pintor Eliran Kantor, que con una gran técnica y una paleta de colores muy especial, logra reflejar la desesperación que atraviesa toda la música de Gaerea e ilustra el contenido de “Mare” en particular.

“Limbo”, tanto como su predecesor, es un disco que vale la pena escuchar con atención y contextualizarlo, no solo en la apuesta integral de Gaerea, sino en el marco de las transformaciones que el Black Metal está desplegando en su evolución como subgénero y subcultura dentro del campo de lo que suele llamarse “música extrema”.