


Geoff Tate, el ex vocalista de Queensrÿche, volvía a la ciudad condal en una de sus giras temáticas, ahora para celebrar el 30 aniversario de Empire. En su anterior visita en 2018 se presentó bajo el epígrafe de Operation: Mindcrime, y anteriormente lo había hecho en 2008 en única visita junto a su banda original. En 1991 estaban incluidos en el cartel del Monsters of Rock junto a Metallica y AC/DC, pero ni ellos ni Mötley Crüe llegarían a actuar en el Estadi Olimpic, siendo sustituidos por Tesla, y los thrashers catalanes Legion.
Tras unas breves actuaciones del baterista Josh Watts, y del guitarrista Alex Hart con su último proyecto Leksi, viejos compañeros de viaje durante estos últimos años en las diversas aventuras de Geoff Tate, todo está listo y preparado para la reproducción en vivo y en directo de Rage of Order (1986), y Empire (1990), dos de los álbumes más emblemáticos de la discografía de la banda de metal progresivo Queensrÿche, en la que el cantante se mantuvo al frente desde su fundación en 1982 hasta 2012 en el que fue despedido del grupo.
Con un Razzmatazz II tristemente reducido prácticamente a la mitad de su aforo, es decir, a unos cuatrocientos, aunque en realidad éramos bastantes menos, saltaron a escena el batería californiano de origen colombiano Daniel Laverde, el guitarrista irlandés James Brown, que junto a los escoceses Jack Ross al bajo, y el guitarrista Keiran Robertson conforman una de las rotatorias formaciones que acompañan a Jeffrey Wayne Tate, en sus diferentes configuraciones, ya sea para sus shows de grandes éxitos, en Operation: Mindcrime donde si cuentan con un teclista, o en los shows rememorando estos dos álbumes de principio a fin, y siguiendo el mismo orden que en los discos. Empezando por el que les convirtió en una banda de metal progresivo con todas las de la ley, tras dos discos previos, el EP homónimo, y el álbum The Warning (1984).
Así que la primera en rodar seria “Walk in the Shadows” destacando desde el primer momento el brillante estado vocal del vocalista nacido en Stuttgart, tan brillante como su traje, y la enorme sonrisa que lució durante toda la velada. La balada “I Dream in Infrared” sonó de arrebatadora y de maravilla gracias a las guitarras de Robertson y Brown, el irlandés, con su barba, y sombrero me recordó desde el primer instante al que fuera guitarra de los originales Whitesnake, Mickey Moody.
Una luminotecnia violácea acompaña “The Whisper”, igual que a la siniestra “Gonna Get Close to You” rebosante de guitarras penetrantes. En “The Killing Words” es el escocés quien lleva el peso, y el lucimiento a la guitarra, con un Geoff Tate que acaba emocionado, o al menos eso lo que se interpreta por sus gestos ante un mar de palmas final.
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Antes de seguir, Geoff hace un pequeño speech sobre el álbum, que finaliza preguntando al personal ¿Quién de la sala había nacido en el 86?, y claro, lógicamente la mayoría de los presentes, hombres en su gran mayoria debimos levantar la mano. Durante “Surgical Strike” los tres hachas efectuaron movimientos al unísono, que como todo el show se apreció muy elaborado, como los intercambios de posición entre Brown y Robertson, que se conjuntan de maravilla, en alguna que otra gira Tate ha llegado a contar con tres guitarras, y teclados, no en esta ocasión. Un poco de humo para dar algo de ambiente a “Neue Regel” con el cantante levantando el puño en varias ocasiones, para acabar haciéndonos unos bonitos cuernos. Un mini solo de batería del angelino, y unos sonidos pregrabados preceden a “Chemical Youth (We Are Rebellion), que contó con algún que otro grito espeluznante de Tate, modulando diferentes tonos vocales, así como, un cara a cara entre guitarristas. En “London” el vocalista simula desgarrarse el cuello, y durante “Screaming in Digital” Robertson realiza movimientos robóticos, mientras Tate hace también unas voces cibernéticas, como si de Darth Vader se tratase, no sé si gracias a filtros, o material pregrabado lanzado desde mesa. En la postrera “I Will Remember” el foso se convierte en una coral, y Tate canta entre silbidos en una tonalidad que recuerda al gran King Diamond, antes de retirarse por quince minutos de reloj, para volver a contraatacar con el segundo plato de la noche.
A la vuelta, Tate ha dejado el opresivo traje, y las gafas oscuras, para enfundarse una camisa ancha floreada, al estilo hawaiano. Aunque menos ostentosos, los músicos también han optado por un cambio de ropaje, e incluso de peinado, ya que Robertson aparece con el pelo recogido, mientras que Ross continua con sus gafas de sol, le gusta andar en la sombra al chico, eso, o es que venía con resaca después de actuar en Bilbao la noche anterior, y del HRH Road Trip en Eivïssa donde iniciaron el viernes este largo tour estatal, que pasará también por Burgos, Madrid, y Murcia.
Al igual que con Rage of Order, la ejecución de Empire se hará de forma ordenada y pulida, empezando por “Best I Can”, con los allí congregados cantándola lo mejor que pudimos. Para “The Thin Line” Geoff se cuelga un saxofón al cuello, con el que nos deleitara con un escueto solo, y como no, con una interpretación magistral por parte de la banda de esta preciosista pieza.
“Jet City Woman” está inspirada en su segunda esposa Sue, es una de los hits de la banda de Seattle, y eso se nota con la mar de móviles que inundan las primeras filas, e impiden ver a los protagonistas del evento, pero eso sí, un monumento para el tipo que tenía al lado, que se grabó todo el concierto, brazo de hierro el hombre. Entre neblinas y fuego cruzado de luces interpretan la embriagadora y delicada “Della Brown”. Una lluvia de aplausos se llevó otro de sus grandes éxitos, como es el “Another Rainy Night (Without You)” con un sonido algo retocado desde mesa, en la que se denostó de nuevo su buen rollo con James Brown al que dio paso en él solo, y la palmadita con su yerno, Kieran. Una canción que siempre que la escucho, recuerdo la tormentosa noche en que aterricé en la lluviosa Seattle, para ver como Queensrÿche registraban su directo Live Evolution (2001). Pero dejémonos de batallitas para llegar a la piedra angular del álbum, “Empire”, un alegato contra el imperio de la droga que Geoff dirige como quien maneja una orquesta envuelto en un sonido estratosférico, dirigiendo una audiencia con la que se deshizo en halagos.
”Resistance” sonó compacta, con ese ritmo de fácil asimilación con coros potenciadores de dulzor, y que saldó con un aplauso cerrado antes de relajarnos. Con la poderosa balada “Silent Lucidity” donde vuelve a tomar protagonismo el guitarra irlandés, y que termina con Robertson sentado en el bombo del kit, no diré básico, pero si standard de la batería de un serio Daniel Laverde, nada que ver con los enormes armazones de Scott Rockenfield.
“Hand on Heart” también transpira esa glucosa en sangre con un ritmo amable que nos deja encantados de la vida, mientras que para “One and Only”, GT agudiza sus cuerdas vocales, y dirige una coreografía de manos, y palmas. El ultimo corte, es la calmada “Anybody Listening?”, contó con otro sonido colosal de guitarras, así llegamos al final del álbum, pero no podían terminar así.
Faltaba el postre, no iba a ser ninguno de los bonus track que contiene su reedición, ni “Last Time in Paris”, ni “Scarborough Fair”, o la usual “Eyes of A Stranger”, sino que decidió preguntarnos cuál queríamos, y la respuesta estaba cantada, ya que no podía ser otra más que su primer single, “Queen of the Reich” con ese escalofriante grito inicial, guitarras hombro contra hombro, y locura general con esta primigenia composición como colofón a una gran sesión que nos dejó a todos más que contentos, felices.
Tate se despido dando las gracias en castellano, y un nos vemos de nuevo, mientras Robertson lanzaba una y otra vez su guitarra hacia las alturas. Un espléndido final, para un espléndido show, con el señor Tate dando lo mejor de sí, demostrando que sigue con la voz intacta, aunque no sería extraño que utilice algún que otro efecto, y quizás no realiza todos los complicados giros que contienen estas intrincadas composiciones. Un concierto que tardaremos en olvidar, y que será sin duda uno de los mejores de esta temporada que nos ocupa, lastima de la baja asistencia para una visita que estaba programada para 2020, que merecía más, mucho más.



Geoff Tate, el ex vocalista de Queensrÿche, volvía a la ciudad condal en una de sus giras temáticas, ahora para celebrar el 30 aniversario de Empire. En su anterior visita en 2018 se presentó bajo el epígrafe de Operation: Mindcrime, y anteriormente lo había hecho en 2008 en única visita junto a su banda original. En 1991 estaban incluidos en el cartel del Monsters of Rock junto a Metallica y AC/DC, pero ni ellos ni Mötley Crüe llegarían a actuar en el Estadi Olimpic, siendo sustituidos por Tesla, y los thrashers catalanes Legion.
Tras unas breves actuaciones del baterista Josh Watts, y del guitarrista Alex Hart con su último proyecto Leksi, viejos compañeros de viaje durante estos últimos años en las diversas aventuras de Geoff Tate, todo está listo y preparado para la reproducción en vivo y en directo de Rage of Order (1986), y Empire (1990), dos de los álbumes más emblemáticos de la discografía de la banda de metal progresivo Queensrÿche, en la que el cantante se mantuvo al frente desde su fundación en 1982 hasta 2012 en el que fue despedido del grupo.
Con un Razzmatazz II tristemente reducido prácticamente a la mitad de su aforo, es decir, a unos cuatrocientos, aunque en realidad éramos bastantes menos, saltaron a escena el batería californiano de origen colombiano Daniel Laverde, el guitarrista irlandés James Brown, que junto a los escoceses Jack Ross al bajo, y el guitarrista Keiran Robertson conforman una de las rotatorias formaciones que acompañan a Jeffrey Wayne Tate, en sus diferentes configuraciones, ya sea para sus shows de grandes éxitos, en Operation: Mindcrime donde si cuentan con un teclista, o en los shows rememorando estos dos álbumes de principio a fin, y siguiendo el mismo orden que en los discos. Empezando por el que les convirtió en una banda de metal progresivo con todas las de la ley, tras dos discos previos, el EP homónimo, y el álbum The Warning (1984).
Así que la primera en rodar seria “Walk in the Shadows” destacando desde el primer momento el brillante estado vocal del vocalista nacido en Stuttgart, tan brillante como su traje, y la enorme sonrisa que lució durante toda la velada. La balada “I Dream in Infrared” sonó de arrebatadora y de maravilla gracias a las guitarras de Robertson y Brown, el irlandés, con su barba, y sombrero me recordó desde el primer instante al que fuera guitarra de los originales Whitesnake, Mickey Moody.
Una luminotecnia violácea acompaña “The Whisper”, igual que a la siniestra “Gonna Get Close to You” rebosante de guitarras penetrantes. En “The Killing Words” es el escocés quien lleva el peso, y el lucimiento a la guitarra, con un Geoff Tate que acaba emocionado, o al menos eso lo que se interpreta por sus gestos ante un mar de palmas final.
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Antes de seguir, Geoff hace un pequeño speech sobre el álbum, que finaliza preguntando al personal ¿Quién de la sala había nacido en el 86?, y claro, lógicamente la mayoría de los presentes, hombres en su gran mayoria debimos levantar la mano. Durante “Surgical Strike” los tres hachas efectuaron movimientos al unísono, que como todo el show se apreció muy elaborado, como los intercambios de posición entre Brown y Robertson, que se conjuntan de maravilla, en alguna que otra gira Tate ha llegado a contar con tres guitarras, y teclados, no en esta ocasión. Un poco de humo para dar algo de ambiente a “Neue Regel” con el cantante levantando el puño en varias ocasiones, para acabar haciéndonos unos bonitos cuernos. Un mini solo de batería del angelino, y unos sonidos pregrabados preceden a “Chemical Youth (We Are Rebellion), que contó con algún que otro grito espeluznante de Tate, modulando diferentes tonos vocales, así como, un cara a cara entre guitarristas. En “London” el vocalista simula desgarrarse el cuello, y durante “Screaming in Digital” Robertson realiza movimientos robóticos, mientras Tate hace también unas voces cibernéticas, como si de Darth Vader se tratase, no sé si gracias a filtros, o material pregrabado lanzado desde mesa. En la postrera “I Will Remember” el foso se convierte en una coral, y Tate canta entre silbidos en una tonalidad que recuerda al gran King Diamond, antes de retirarse por quince minutos de reloj, para volver a contraatacar con el segundo plato de la noche.
A la vuelta, Tate ha dejado el opresivo traje, y las gafas oscuras, para enfundarse una camisa ancha floreada, al estilo hawaiano. Aunque menos ostentosos, los músicos también han optado por un cambio de ropaje, e incluso de peinado, ya que Robertson aparece con el pelo recogido, mientras que Ross continua con sus gafas de sol, le gusta andar en la sombra al chico, eso, o es que venía con resaca después de actuar en Bilbao la noche anterior, y del HRH Road Trip en Eivïssa donde iniciaron el viernes este largo tour estatal, que pasará también por Burgos, Madrid, y Murcia.
Al igual que con Rage of Order, la ejecución de Empire se hará de forma ordenada y pulida, empezando por “Best I Can”, con los allí congregados cantándola lo mejor que pudimos. Para “The Thin Line” Geoff se cuelga un saxofón al cuello, con el que nos deleitara con un escueto solo, y como no, con una interpretación magistral por parte de la banda de esta preciosista pieza.
“Jet City Woman” está inspirada en su segunda esposa Sue, es una de los hits de la banda de Seattle, y eso se nota con la mar de móviles que inundan las primeras filas, e impiden ver a los protagonistas del evento, pero eso sí, un monumento para el tipo que tenía al lado, que se grabó todo el concierto, brazo de hierro el hombre. Entre neblinas y fuego cruzado de luces interpretan la embriagadora y delicada “Della Brown”. Una lluvia de aplausos se llevó otro de sus grandes éxitos, como es el “Another Rainy Night (Without You)” con un sonido algo retocado desde mesa, en la que se denostó de nuevo su buen rollo con James Brown al que dio paso en él solo, y la palmadita con su yerno, Kieran. Una canción que siempre que la escucho, recuerdo la tormentosa noche en que aterricé en la lluviosa Seattle, para ver como Queensrÿche registraban su directo Live Evolution (2001). Pero dejémonos de batallitas para llegar a la piedra angular del álbum, “Empire”, un alegato contra el imperio de la droga que Geoff dirige como quien maneja una orquesta envuelto en un sonido estratosférico, dirigiendo una audiencia con la que se deshizo en halagos.
”Resistance” sonó compacta, con ese ritmo de fácil asimilación con coros potenciadores de dulzor, y que saldó con un aplauso cerrado antes de relajarnos. Con la poderosa balada “Silent Lucidity” donde vuelve a tomar protagonismo el guitarra irlandés, y que termina con Robertson sentado en el bombo del kit, no diré básico, pero si standard de la batería de un serio Daniel Laverde, nada que ver con los enormes armazones de Scott Rockenfield.
“Hand on Heart” también transpira esa glucosa en sangre con un ritmo amable que nos deja encantados de la vida, mientras que para “One and Only”, GT agudiza sus cuerdas vocales, y dirige una coreografía de manos, y palmas. El ultimo corte, es la calmada “Anybody Listening?”, contó con otro sonido colosal de guitarras, así llegamos al final del álbum, pero no podían terminar así.
Faltaba el postre, no iba a ser ninguno de los bonus track que contiene su reedición, ni “Last Time in Paris”, ni “Scarborough Fair”, o la usual “Eyes of A Stranger”, sino que decidió preguntarnos cuál queríamos, y la respuesta estaba cantada, ya que no podía ser otra más que su primer single, “Queen of the Reich” con ese escalofriante grito inicial, guitarras hombro contra hombro, y locura general con esta primigenia composición como colofón a una gran sesión que nos dejó a todos más que contentos, felices.
Tate se despido dando las gracias en castellano, y un nos vemos de nuevo, mientras Robertson lanzaba una y otra vez su guitarra hacia las alturas. Un espléndido final, para un espléndido show, con el señor Tate dando lo mejor de sí, demostrando que sigue con la voz intacta, aunque no sería extraño que utilice algún que otro efecto, y quizás no realiza todos los complicados giros que contienen estas intrincadas composiciones. Un concierto que tardaremos en olvidar, y que será sin duda uno de los mejores de esta temporada que nos ocupa, lastima de la baja asistencia para una visita que estaba programada para 2020, que merecía más, mucho más.