Cuando llegó este álbum de los blackers colombianos Gexerott, podría decirse que era fácil hacerse una idea de cómo sería su contenido: incluso si su portada se alejaba de la monocromía típica del género, el hecho de que fuera un grupo de black metal de Sudamérica ya me anticipaba un sonido crudo, oscuro e influenciado por la escena noruega, como se suele esperar de este continente. Pero las cosas terminaron siendo un tanto diferentes a lo que esperaba.

Hallucinetic Violet Ignition, tercer álbum de estos medellinenses y con edición a cargo del sello ruso Satanath Records en colaboración con los ecuatorianos de Exhumed Records, llega a ocho años de su antecesor Into Descensus Impious ad Gloriam, que a su vez había salido seis años después del debut Grim Arcane Winds, de 2007. Gexerott no son el primer grupo  al que le guste tomarse su tiempo entre lanzamientos, pero su caso es interesante en el hecho de que se puede encontrar una evolución muy importante entre cada uno de ellos, con GAW siendo un trabajo bastante derivativo del sonido noruego, y con IDIAG ya evidenciando la búsqueda de un sonido propio, más introspectivo y experimental.

Esta tendencia continúa en HVI: la apertura “Ain” arranca con sonidos ambiente que le van dando paso a una línea de guitarra oscura, seguida del ritmo ultra lento de la batería y un bajo bien presente y al frente. No es algo tan fuera de lo común al ser una simple introducción, pero las cosas se hacen más claras con el siguiente track, el tema título: tendrá el doble bombo, las voces podridas y las baterías que agarran velocidad, pero de la mano de eso hay también voces limpias, chillidos casi inhumanos, guitarras acústicas y riffs más melódicos.

Las voces limpias toman protagonismo en “EgoKinesis”, que además es una canción lenta pero no por eso falta de fuerza. Lejos de la atmósfera de blasfemia helada del común del black metal, en este caso es más lúgubre, casi melancólica por momentos. Aunque Gexerott sigan siendo, técnicamente, un grupo que tiene al black metal como la base de su sonido, no hay que hacer una escucha muy profunda para darse cuenta de que en la actualidad los colombianos son una entidad bastante diferente a los que estaban ataviados de riguroso corpsepaint blanco y negro en la portada de su álbum debut.

Esto no quiere decir que no haya algo de black metal más directo, porque “Ketagnosis” demuestra que Gexerott siguen llevando el estilo en la sangre, y también la final “Inseminated”, con esos chillidos extremos apareciendo de vez en cuando entre esas baterías abrumadoras y riffs pesados. Pero ahora son más la excepción que la regla, y en el medio entre esas canciones también está “Threshold of Crystal Maze”, que combina esa atmósfera oscura con las guitarras limpias y toda una variedad de voces. A falta de un mejor término, se podría definir esta nueva atmósfera de las canciones de Gexerott como “gótica”, combinando esos elementos extremos con una estética un tanto melancólica en su presentación.

Aparte del estilo de las canciones, es para destacar la estructura del álbum en si: son nueve tracks que acumulan 37 minutos, pero sólo cinco de esos son canciones tradicionales, mientras que los otros cuatro son la introducción y tres interludios, que sirven como pequeñas viñetas musicales. Como opinión personal, esta organización sirve en darle una gran variedad a los tracks en el menor tiempo posible, con cada canción mostrando una identidad propia.

El tercer álbum de Gexerott es una sorpresa agradable en el contexto del metal extremo sudamericano, creando un trabajo sumamente entretenido en su mezcla de influencias y que complementa una discografía variada y cambiante pero con un sello propio. Desde ya, un trabajo recomendable para explorar en busca de nuevas propuestas.