


Llegar con tiempo al OVO Hydro permitió hacer todo con calma: retirar el pase, organizar el equipo y entrar al predio sin apuros. Una vez dentro, lo primero que llamó la atención fue lo vacío que estaba el recinto. Faltaban apenas treinta minutos para que comenzara la primera banda y el espacio seguía con una cantidad de público poco habitual para el horario. Mi sorpresa fue mayor porque nunca antes había visto el Hydro tan despejado a tan poco del inicio. Durante una breve charla con el personal de seguridad, comentaron que se habían vendido alrededor de cinco mil entradas para la noche, lejos de la capacidad total cercana a quince mil. Al final, estos detalles no son un problema para quien llega a disfrutar una banda que le gusta, pero sí muestran un contexto particular para una fecha en semejante recinto.
Cuando el reloj marcó las 19, Kelsey Karter & The Heroines apareció puntualmente en escena. Kelsey salió sola hacia el centro del escenario y comenzó a cantar a cappella una interpretación de “God Knows I’ve Tried”. La decisión fue interesante por lo directa que resulta, especialmente en un recinto grande, abriendo para una banda como Halestorm y con parte del público todavía ingresando. Ese primer contacto mostró seguridad y un control vocal firme. Aunque no generé una conexión profunda con el proyecto, es imposible negar que sonaron bien y que Kelsey tiene una voz que se sostiene con naturalidad incluso en una arena.
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Uno de los momentos más comentados fue el cover de “Cryin’” de Aerosmith. Desde los primeros acordes quedó claro que la banda sabía perfectamente hacia dónde llevar la versión. La interpretación respetó lo esencial de la original, pero encajó de manera orgánica con el enfoque vocal de Kelsey. Durante esta canción su voz se sintió especialmente sólida. En los últimos meses, muchas crónicas de diferentes ciudades dentro de la gira remarcaron que Kelsey Karter & The Heroines está creciendo con velocidad como acto soporte, destacando su presencia escénica y el trabajo de canciones que conectan con un público amplio. Lo visto en Glasgow coincidió con esa percepción: un show cuidado, un set directo y una propuesta que funciona bien en escenarios grandes.
Con la llegada de Bloodywood, la energía del recinto cambió de inmediato. Apenas pisaron el escenario, el pit se abrió de forma instantánea. Hay algo particular en la relación entre Bloodywood y Glasgow; cada vez que se presentan en esta ciudad, la respuesta del público es inmediata. Ese ida y vuelta hace que la banda entregue todavía más sobre el escenario. Su estilo, que fusiona elementos del metal moderno con influencias de su cultura y un enfoque rítmico muy marcado, se adapta bien a un formato de show enérgico y sin pausas largas.
Con cada visita, la base de fans local crece de forma sostenida, algo que se nota en la reacción del público desde la primera canción. Después de cada presentación, la percepción general es muy positiva, y no sorprende que la media de sus conciertos ronde un 84–85% en plataformas como Live Rating. Este show volvió a confirmar esa tendencia. Entre los comentarios escuchados al finalizar su set, uno se repetía bastante: cuarenta minutos habían sido muy poco. La banda dejó la sensación de tener mucho más para dar en un formato extendido. Todo apunta a que, si continúan con este crecimiento, podría no faltar demasiado para verlos volver a Glasgow como cabeza de cartel y quizás llenar por completo un recinto como el O2 Academy. En ciudades anteriores de la gira, varias crónicas mencionaron el impacto de la banda en vivo y cómo su combinación de energía, mensaje y ritmo los convierte en un acto difícil de ignorar. Glasgow volvió a ser una muestra clara de ello.
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Llegaba el turno de Halestorm, el número central de la noche. Durante el briefing previo al ingreso al foso se advirtió que habría fuego, confeti y otros elementos especiales, lo que ya anticipaba un nivel de producción superior. Y así fue: el show estuvo planificado al detalle. Ya en la segunda canción, “I Miss the Misery”, los cañones de confeti se activaron y cubrieron a buena parte del público con una lluvia de papel. Más tarde, durante “Love Bites (So Do I)”, las llamas rodearon el escenario, aportando un impacto visual que elevó la presentación a un nivel propio de una banda consolidada en grandes recintos.
La energía de Lzzy Hale es un factor central del espectáculo. Su presencia mantiene el show en movimiento constante y transmite la sensación de que está disfrutando cada segundo en el escenario. Su manera de manejar la dinámica del público, de ocupar el espacio y de sostener un set largo con seguridad, es uno de los motivos por los cuales Halestorm se mantiene firme como una banda confiable y sólida en vivo.
El setlist incluyó veinte canciones, con varias piezas de su lanzamiento reciente, Everest. Esto generó opiniones divididas. Por un lado, hubo quienes comentaron que habrían preferido una selección mayor de canciones clásicas. Por otro, muchos destacaron lo bien que suenan las nuevas composiciones en un entorno en vivo, donde adquieren más fuerza que en estudio. Lo cierto es que Everest está siendo un disco importante dentro de esta etapa de la banda, y su presencia marcada en el repertorio refleja cómo están encarando esta fase de su carrera.
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El despliegue técnico fue uno de los puntos más sólidos. Todo, desde las luces hasta el uso del escenario completo, respondió a un plan detallado. Las transiciones entre canciones, los efectos visuales, la manera en que cada integrante se movió por la plataforma y los momentos pensados para interactuar con el público, mostraron un nivel de producción trabajado y consciente del espacio en el que tocaban. Varios medios internacionales que cubrieron fechas previas de la gira remarcaron justamente ese aspecto: un espectáculo con estándar de arena, pero sin perder la naturalidad de una banda que aún conserva la esencia de sus inicios. Glasgow confirmó esa lectura de manera clara.
Lo interesante de esta fecha fue la suma de tres propuestas muy distintas que, sin competir entre sí, construyeron una progresión lógica a lo largo de la noche. Kelsey Karter & The Heroines ofreció un inicio centrado en lo vocal y en un show breve pero sólido. Bloodywood llevó la intensidad al máximo y convirtió al Hydro en un espacio cargado de movimiento. Halestorm, con una producción mayor y un repertorio extenso, coronó la noche con un espectáculo que no dejó puntos librados al azar.
La respuesta del público acompañó cada momento a su manera. En el comienzo, la poca asistencia visible contrastaba con lo que suele esperarse de una fecha en este recinto, pero a medida que avanzó la noche el ambiente se equilibró. El público de Halestorm, fiel y participativo, sostuvo la energía hasta el final con un entusiasmo constante.
- Halestorm
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- Bollywood
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- Kelsey Karter & The Heroines
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- Kelsey Karter & The Heroines



Llegar con tiempo al OVO Hydro permitió hacer todo con calma: retirar el pase, organizar el equipo y entrar al predio sin apuros. Una vez dentro, lo primero que llamó la atención fue lo vacío que estaba el recinto. Faltaban apenas treinta minutos para que comenzara la primera banda y el espacio seguía con una cantidad de público poco habitual para el horario. Mi sorpresa fue mayor porque nunca antes había visto el Hydro tan despejado a tan poco del inicio. Durante una breve charla con el personal de seguridad, comentaron que se habían vendido alrededor de cinco mil entradas para la noche, lejos de la capacidad total cercana a quince mil. Al final, estos detalles no son un problema para quien llega a disfrutar una banda que le gusta, pero sí muestran un contexto particular para una fecha en semejante recinto.
Cuando el reloj marcó las 19, Kelsey Karter & The Heroines apareció puntualmente en escena. Kelsey salió sola hacia el centro del escenario y comenzó a cantar a cappella una interpretación de “God Knows I’ve Tried”. La decisión fue interesante por lo directa que resulta, especialmente en un recinto grande, abriendo para una banda como Halestorm y con parte del público todavía ingresando. Ese primer contacto mostró seguridad y un control vocal firme. Aunque no generé una conexión profunda con el proyecto, es imposible negar que sonaron bien y que Kelsey tiene una voz que se sostiene con naturalidad incluso en una arena.
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Uno de los momentos más comentados fue el cover de “Cryin’” de Aerosmith. Desde los primeros acordes quedó claro que la banda sabía perfectamente hacia dónde llevar la versión. La interpretación respetó lo esencial de la original, pero encajó de manera orgánica con el enfoque vocal de Kelsey. Durante esta canción su voz se sintió especialmente sólida. En los últimos meses, muchas crónicas de diferentes ciudades dentro de la gira remarcaron que Kelsey Karter & The Heroines está creciendo con velocidad como acto soporte, destacando su presencia escénica y el trabajo de canciones que conectan con un público amplio. Lo visto en Glasgow coincidió con esa percepción: un show cuidado, un set directo y una propuesta que funciona bien en escenarios grandes.
Con la llegada de Bloodywood, la energía del recinto cambió de inmediato. Apenas pisaron el escenario, el pit se abrió de forma instantánea. Hay algo particular en la relación entre Bloodywood y Glasgow; cada vez que se presentan en esta ciudad, la respuesta del público es inmediata. Ese ida y vuelta hace que la banda entregue todavía más sobre el escenario. Su estilo, que fusiona elementos del metal moderno con influencias de su cultura y un enfoque rítmico muy marcado, se adapta bien a un formato de show enérgico y sin pausas largas.
Con cada visita, la base de fans local crece de forma sostenida, algo que se nota en la reacción del público desde la primera canción. Después de cada presentación, la percepción general es muy positiva, y no sorprende que la media de sus conciertos ronde un 84–85% en plataformas como Live Rating. Este show volvió a confirmar esa tendencia. Entre los comentarios escuchados al finalizar su set, uno se repetía bastante: cuarenta minutos habían sido muy poco. La banda dejó la sensación de tener mucho más para dar en un formato extendido. Todo apunta a que, si continúan con este crecimiento, podría no faltar demasiado para verlos volver a Glasgow como cabeza de cartel y quizás llenar por completo un recinto como el O2 Academy. En ciudades anteriores de la gira, varias crónicas mencionaron el impacto de la banda en vivo y cómo su combinación de energía, mensaje y ritmo los convierte en un acto difícil de ignorar. Glasgow volvió a ser una muestra clara de ello.
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Llegaba el turno de Halestorm, el número central de la noche. Durante el briefing previo al ingreso al foso se advirtió que habría fuego, confeti y otros elementos especiales, lo que ya anticipaba un nivel de producción superior. Y así fue: el show estuvo planificado al detalle. Ya en la segunda canción, “I Miss the Misery”, los cañones de confeti se activaron y cubrieron a buena parte del público con una lluvia de papel. Más tarde, durante “Love Bites (So Do I)”, las llamas rodearon el escenario, aportando un impacto visual que elevó la presentación a un nivel propio de una banda consolidada en grandes recintos.
La energía de Lzzy Hale es un factor central del espectáculo. Su presencia mantiene el show en movimiento constante y transmite la sensación de que está disfrutando cada segundo en el escenario. Su manera de manejar la dinámica del público, de ocupar el espacio y de sostener un set largo con seguridad, es uno de los motivos por los cuales Halestorm se mantiene firme como una banda confiable y sólida en vivo.
El setlist incluyó veinte canciones, con varias piezas de su lanzamiento reciente, Everest. Esto generó opiniones divididas. Por un lado, hubo quienes comentaron que habrían preferido una selección mayor de canciones clásicas. Por otro, muchos destacaron lo bien que suenan las nuevas composiciones en un entorno en vivo, donde adquieren más fuerza que en estudio. Lo cierto es que Everest está siendo un disco importante dentro de esta etapa de la banda, y su presencia marcada en el repertorio refleja cómo están encarando esta fase de su carrera.
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El despliegue técnico fue uno de los puntos más sólidos. Todo, desde las luces hasta el uso del escenario completo, respondió a un plan detallado. Las transiciones entre canciones, los efectos visuales, la manera en que cada integrante se movió por la plataforma y los momentos pensados para interactuar con el público, mostraron un nivel de producción trabajado y consciente del espacio en el que tocaban. Varios medios internacionales que cubrieron fechas previas de la gira remarcaron justamente ese aspecto: un espectáculo con estándar de arena, pero sin perder la naturalidad de una banda que aún conserva la esencia de sus inicios. Glasgow confirmó esa lectura de manera clara.
Lo interesante de esta fecha fue la suma de tres propuestas muy distintas que, sin competir entre sí, construyeron una progresión lógica a lo largo de la noche. Kelsey Karter & The Heroines ofreció un inicio centrado en lo vocal y en un show breve pero sólido. Bloodywood llevó la intensidad al máximo y convirtió al Hydro en un espacio cargado de movimiento. Halestorm, con una producción mayor y un repertorio extenso, coronó la noche con un espectáculo que no dejó puntos librados al azar.
La respuesta del público acompañó cada momento a su manera. En el comienzo, la poca asistencia visible contrastaba con lo que suele esperarse de una fecha en este recinto, pero a medida que avanzó la noche el ambiente se equilibró. El público de Halestorm, fiel y participativo, sostuvo la energía hasta el final con un entusiasmo constante.
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- Kelsey Karter & The Heroines
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