Las fiestas de La Mercè no opacaron la celebración del mejor metal alternativo barcelonés. Big Bang y la renovada formación de Inmune, con el inmortal Morti, arroparon a los consagrados Romeo desde Murcia, entregando una noche repleta de elementos electrónicos, metal, rock y samples. Los locales Big Bang fueron los encargados de encender la mecha de la pirotecnia musical en la Sala Bóveda. El carismático Manuel Rubiales sigue promocionando su última producción, Causas naturales (2023), en los escenarios de media península ibérica.
El mini festival “Irreal” comenzó con una progresión de acordes matemáticos, capturando la atención de los valientes que llegaron temprano para no perder detalle del característico sonido, explorando nuevas dimensiones de estos malabaristas del mástil. La balada “Arde” conmovió directamente al corazón. Manu Rubiales domina las tablas desde que empezó la banda allá por los noventa en Badalona. Las letras abstractas conducen a la experimentación con las guitarras de Francisco Rubiales. Asistir a un directo de esta mítica banda es un lujo para quienes apreciamos la calidad musical. Las canciones nuevas hablan por sí solas: “Punto y final”, “Como el viento”, “La gravedad” o “Vértigo” demuestran la versatilidad del cuarteto al reproducir todo lo trabajado en estudio para su último álbum hasta la fecha.
También hubo espacio para la fusión de rock y metal experimental en “Invisible”, y el toque funky de “Revolución”, del maravilloso Permeable (2019), que fue la despedida, dejando la sensación de querer verles nuevamente. La noche avanza en este rara avis festivalero con los siguientes en el cartel: Inmune, con una nueva formación de la mano de Alejandro Martínez, más conocido como Morti, su alter ego artístico. Un puñado de canciones llenas de oscuridad, sello de su líder, van mucho más allá de su personaje de El Circo No Existe. La potencia industrial, sumada al distintivo timbre de voz y a la gran capacidad expresiva, acompaña a esta especie de Eduardo Manostijeras camuflado en un grunge lovecraftiano, con una máscara blanca adornada con luces sobre el atril de las partituras.
A pesar de algunos problemas técnicos en “Seres únicos”, lograron sortear los contratiempos. “El tiempo no existe” hipnotizó al público con su ritmo en busca de la secuencia perdida, manteniendo el hilo del romanticismo cadencioso de “Sirenas”, coreada por un mar de féminas presentes, animadas y dirigidas por Morti, quien parecía llevar la batuta de la noche. La onírica “Ya no me importa” se apoderó del ambiente, mientras la imagen visual de Morti, junto al poder sonoro de su nueva banda, hipnotizaba a los asistentes.
Una de las novedades de la noche fue la gentil invitación a Bego, una intérprete del lenguaje de signos, para traducir las canciones “Llegaré hasta ti” y “Caes, caes, caes”, multiplicando así el mensaje de las letras a todo el público. El final del concierto llegó con la potentísima “Universal”, una camaleónica amalgama de afilados riffs que dejaron su huella dactilar, creando un patrón rítmico con la base de bajo y batería, para acabar de golpe y abandonar el escenario.
Los esperados bises se hicieron desear, hasta que la banda al completo regresó para darlo todo. Antes, Morti nos preguntó qué queríamos escuchar: ¿”Barco a Venus”, de la banda más icónica del pop español, Mecano, o “Ilumíname”? Los fanáticos se decantaron por esta última. Por motivos de tiempo, tuvieron que acortar su presentación, dejando fuera “Habrá que olvidar”, de su otro proyecto Skizoo. La construcción artística de Inmune ha dejado una impronta imborrable, con bases electrónicas machacadas a golpes de riffs, síncopas potentes y letras introspectivas.
Los invitados de piedra fueron Romeo desde Murcia, quienes se encargaron de cerrar la jornada. Arropados por una intro en la nueva pantalla de leds, su nombre se leía desde cualquier punto de la sala: “Salto de fe”, seguido de unas bases pregrabadas para “Contracorriente”, defendida por José Cabrera, su guitarrista y vocalista, quien recuperó la ilusión de volver a la música tras un parón de tres años. “Malas artes” les da un aire melódico y un toque de nostalgia al ser una de sus primeras creaciones. “Soy presente” es otro guiño a sus inicios, mientras que “Antídoto”, una de las canciones más potentes de la noche, rompió el hielo, y contó con el apoyo de los miembros de las otras bandas, que se unieron al público para darles más fuerza a quienes aún quedaban en la sala.
La enérgica “Nada importa”, donde la batería de Erik brilló al compás del bajo de Nacho, levantó los ánimos, aunque la banda perdió algo de fuelle al jugar de visitante. Aun así, demostraron su gallardía con “Lágrimas de terciopelo”, la última canción de un setlist acortado por las limitaciones de tiempo de la sala. Nos quedamos con ganas de una próxima visita.
Romeo lleva años “picando piedra” y parece que son la eterna banda emergente, como ellos mismos han dicho. El rock en español tiene el potencial tanto en la península como al otro lado del charco, donde en los últimos dos años ha cosechado frutos, logrando exposición en festivales a ambos lados del Atlántico. Ahora, queda el reto de sortear la difusión en medios especializados y llamar la atención de las discográficas. Porque el Rock no muere sigue vivo en el nicho del underground.
Las fiestas de La Mercè no opacaron la celebración del mejor metal alternativo barcelonés. Big Bang y la renovada formación de Inmune, con el inmortal Morti, arroparon a los consagrados Romeo desde Murcia, entregando una noche repleta de elementos electrónicos, metal, rock y samples. Los locales Big Bang fueron los encargados de encender la mecha de la pirotecnia musical en la Sala Bóveda. El carismático Manuel Rubiales sigue promocionando su última producción, Causas naturales (2023), en los escenarios de media península ibérica.
El mini festival “Irreal” comenzó con una progresión de acordes matemáticos, capturando la atención de los valientes que llegaron temprano para no perder detalle del característico sonido, explorando nuevas dimensiones de estos malabaristas del mástil. La balada “Arde” conmovió directamente al corazón. Manu Rubiales domina las tablas desde que empezó la banda allá por los noventa en Badalona. Las letras abstractas conducen a la experimentación con las guitarras de Francisco Rubiales. Asistir a un directo de esta mítica banda es un lujo para quienes apreciamos la calidad musical. Las canciones nuevas hablan por sí solas: “Punto y final”, “Como el viento”, “La gravedad” o “Vértigo” demuestran la versatilidad del cuarteto al reproducir todo lo trabajado en estudio para su último álbum hasta la fecha.
También hubo espacio para la fusión de rock y metal experimental en “Invisible”, y el toque funky de “Revolución”, del maravilloso Permeable (2019), que fue la despedida, dejando la sensación de querer verles nuevamente. La noche avanza en este rara avis festivalero con los siguientes en el cartel: Inmune, con una nueva formación de la mano de Alejandro Martínez, más conocido como Morti, su alter ego artístico. Un puñado de canciones llenas de oscuridad, sello de su líder, van mucho más allá de su personaje de El Circo No Existe. La potencia industrial, sumada al distintivo timbre de voz y a la gran capacidad expresiva, acompaña a esta especie de Eduardo Manostijeras camuflado en un grunge lovecraftiano, con una máscara blanca adornada con luces sobre el atril de las partituras.
A pesar de algunos problemas técnicos en “Seres únicos”, lograron sortear los contratiempos. “El tiempo no existe” hipnotizó al público con su ritmo en busca de la secuencia perdida, manteniendo el hilo del romanticismo cadencioso de “Sirenas”, coreada por un mar de féminas presentes, animadas y dirigidas por Morti, quien parecía llevar la batuta de la noche. La onírica “Ya no me importa” se apoderó del ambiente, mientras la imagen visual de Morti, junto al poder sonoro de su nueva banda, hipnotizaba a los asistentes.
Una de las novedades de la noche fue la gentil invitación a Bego, una intérprete del lenguaje de signos, para traducir las canciones “Llegaré hasta ti” y “Caes, caes, caes”, multiplicando así el mensaje de las letras a todo el público. El final del concierto llegó con la potentísima “Universal”, una camaleónica amalgama de afilados riffs que dejaron su huella dactilar, creando un patrón rítmico con la base de bajo y batería, para acabar de golpe y abandonar el escenario.
Los esperados bises se hicieron desear, hasta que la banda al completo regresó para darlo todo. Antes, Morti nos preguntó qué queríamos escuchar: ¿”Barco a Venus”, de la banda más icónica del pop español, Mecano, o “Ilumíname”? Los fanáticos se decantaron por esta última. Por motivos de tiempo, tuvieron que acortar su presentación, dejando fuera “Habrá que olvidar”, de su otro proyecto Skizoo. La construcción artística de Inmune ha dejado una impronta imborrable, con bases electrónicas machacadas a golpes de riffs, síncopas potentes y letras introspectivas.
Los invitados de piedra fueron Romeo desde Murcia, quienes se encargaron de cerrar la jornada. Arropados por una intro en la nueva pantalla de leds, su nombre se leía desde cualquier punto de la sala: “Salto de fe”, seguido de unas bases pregrabadas para “Contracorriente”, defendida por José Cabrera, su guitarrista y vocalista, quien recuperó la ilusión de volver a la música tras un parón de tres años. “Malas artes” les da un aire melódico y un toque de nostalgia al ser una de sus primeras creaciones. “Soy presente” es otro guiño a sus inicios, mientras que “Antídoto”, una de las canciones más potentes de la noche, rompió el hielo, y contó con el apoyo de los miembros de las otras bandas, que se unieron al público para darles más fuerza a quienes aún quedaban en la sala.
La enérgica “Nada importa”, donde la batería de Erik brilló al compás del bajo de Nacho, levantó los ánimos, aunque la banda perdió algo de fuelle al jugar de visitante. Aun así, demostraron su gallardía con “Lágrimas de terciopelo”, la última canción de un setlist acortado por las limitaciones de tiempo de la sala. Nos quedamos con ganas de una próxima visita.
Romeo lleva años “picando piedra” y parece que son la eterna banda emergente, como ellos mismos han dicho. El rock en español tiene el potencial tanto en la península como al otro lado del charco, donde en los últimos dos años ha cosechado frutos, logrando exposición en festivales a ambos lados del Atlántico. Ahora, queda el reto de sortear la difusión en medios especializados y llamar la atención de las discográficas. Porque el Rock no muere sigue vivo en el nicho del underground.