El pasado 17 de junio, el Palacio Vistalegre de Madrid se convirtió en una catedral del heavy metal clásico con la presencia de tres de sus bandas más legendarias: Uriah Heep, Saxon y Judas Priest. Un cartel de lujo que reunió a varias generaciones de fans ansiosos por revivir los himnos que han marcado la historia del género.
Uriah Heep, pioneros del hard rock y el heavy metal, abrieron la noche con un repertorio que repasó algunos de sus clásicos más atemporales como “Easy Livin'”, “Gypsy Queen” o “July Morning”. La banda, liderada por el incombustible Mick Box a la guitarra y la poderosa voz de Bernie Shaw, demostró que sigue en plena forma y que su música no ha perdido ni un ápice de frescura.
Saxon, adalides de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), tomaron el relevo con una dosis de energía arrolladora. Biff Byford, con su voz inconfundible, comandó a sus tropas a través de himnos como “Crusader”, “Wheels of Steel” o “Ride Like the Wind”, contagiando al público de su pasión por el heavy metal. Biff aprovecha para dar la bienvenida a todas las generaciones, porque como deja claro en su discurso lo importante no es la edad sino la música. Al poco de empezar desde el público lanzaron un chaleco vaquero cubierto de parques que Biff no tardó en colocar sobre trípode del micro y luego vestirlo durante un par de temas. También llegó a las tablas una bandera de Saxon que colocaron frente a la batería donde pasaría casi el concierto completo.
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La banda al completo demuestra una gran energía en el escenario que se contagia en la pista que está completamente entregada con la propuesta, cantando, saltando y agitando las melenas. Cuando comienza “Crusader” la ovación es brutal y se celebra el tema cantado a pulmón por todo el Vistalegre, espectacular. El calor también se notaba a pesar de la buena climatización del recinto y Biff lanza un par de botellas al publico para refrescarles. Con “Wheels of stell” Biff aprovecha para pedir las luces del recinto y grabar un video para redes sociales, todos damos el máximo para devolver el gesto a la banda dejando una imágen inolvidable con todos con los brazos en alto y cantando el estribillo a pulmón para cerrar el tema. Con un sonido decente, unas luces muy profesionales y una gran actuación, Saxon conquista al público con un show lleno de energía y clásicos, un recital perfecto.
Finalmente, Judas Priest, los “Dioses del Metal”, cerraron la noche por todo lo alto con un show espectacular lleno de temazos y efectos de luces. Rob Halford, con su voz operística y su imponente presencia escénica, lideró a la banda a través de un repertorio plagado de clásicos como “Breaking the Law”, “Living After Midnight”, “You’ve Got Another Thing Coming” o “Painkiller”. La banda demostró una vez más por qué es una de las más influyentes de la historia del heavy metal y por qué sigue cosechando éxitos después de más de cinco décadas sobre los escenarios.
“War Pigs” de Black Sabbath sonaba por los altavoces y las luces se apagaban dejando en penumbra el telón de la gira. Cantando las letras del clásico calentábamos para lo que se nos venía encima, casi dos horas de metal en estado puro repasando grandes clásicos y festejando los nuevos temas de la banda.
Los cinco músicos dieron un espectáculo al nivel de la fama de la banda demostrando que 50 años no son nada. Rob en particular estubo soberbio, casi sin pausas y con un nivel bocal sobresaliente. Se cambión varias veces de ropa y no dejó ni una linea sin entonar. A sus pies por siempre.
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A nivel de luces estuvo brutal todo el concierto, algunas programadas, pero muchas alternadas a mano acompañando el ritmo de los temas y dando mucha profundidad al escenario. Espectacular el simbolo que coronaba el escenario con luces de neon y luces de fuertes haces. Tres pantallas verticales proyectaban videos creados para el tema o mostraba la realización del evento que ayudaba a ver de cerca a los artistas. Destacable la cámara pan&till sobre el escenario que daba planos espectaculares y te metía de lleno sobre la banda.
El sonido fue con diferencia el mejor de la noche y mi opinión es que se comió el eco habitual del recinto. La batería sonaba como estuviera a mi lado y se podía disfrutar de las guitarras y bajo sin tráfico y con claridad.
Está claro que todos saben el grupo que son, son metal puro, lo gozan sobre el escenario, con su actitud, su carisma y entrega. El publico les compra cada propuestas y es constante la fiesta canción tras canción. Se ve gente sonriente por todas partes, grupos cantando abrazados, cuernos al aire y puños golpeando el cielo al ritmo. Un concierto de metal en estado puro.
Rob se sienta en un lateral del escenario en el que se ha quedado solo, comienza a agradecer la presencia de tanto “metal maniac” destaca los 50 años de la creación de la banda junto a sus amigos de Black Sabbath. Hace un repaso por los discos publicados, con cada nombre el público estalla en una ovación. Bonito momento de unión con la comunidad y pequeña pausa para seguir con el recital.
También fue un momentazo cuando el señor Halford se puso en modo Freddy Mercuri cantando acapella para que el público repitiera, estuvo muy guay y la verdad que se sintió como un momento de agradecimiento. Lo alargó al máximo y más de uno estuvo todo el tiempo con los pelos de punta.
Para cerrar 4 temazos casi encadenados subiendo al máximo la energia y dejando bien alto el nivel de interpretación con “Painkiller”, soberbio Rob en las notas agudas casi en falsete, “Electric Eye”, “Hell Bent for Leather” y “Living After Midnight” como un colofón de la fiesta cantado a todo pulmón.
Me llevo, el impecable estado de forma de Rob Halford, que demostró una vez más por qué es considerado uno de los mejores vocalistas del heavy metal, el setlist plagado de himnos, que hizo vibrar al público de principio a fin con una entrega a la altura de la banda, la conexión especial entre la banda y el público, que se vio reflejada en muchos momentos y se sintió sincera.
En definitiva, un evento que demuestra que este género sigue más vivo que nunca, que tiene mucho que ofrecer a las nuevas generaciones y un concierto épico que lo demuestra y reafirma a Judas Priest como una de las bandas más importantes del heavy metal.
El pasado 17 de junio, el Palacio Vistalegre de Madrid se convirtió en una catedral del heavy metal clásico con la presencia de tres de sus bandas más legendarias: Uriah Heep, Saxon y Judas Priest. Un cartel de lujo que reunió a varias generaciones de fans ansiosos por revivir los himnos que han marcado la historia del género.
Uriah Heep, pioneros del hard rock y el heavy metal, abrieron la noche con un repertorio que repasó algunos de sus clásicos más atemporales como “Easy Livin'”, “Gypsy Queen” o “July Morning”. La banda, liderada por el incombustible Mick Box a la guitarra y la poderosa voz de Bernie Shaw, demostró que sigue en plena forma y que su música no ha perdido ni un ápice de frescura.
Saxon, adalides de la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), tomaron el relevo con una dosis de energía arrolladora. Biff Byford, con su voz inconfundible, comandó a sus tropas a través de himnos como “Crusader”, “Wheels of Steel” o “Ride Like the Wind”, contagiando al público de su pasión por el heavy metal. Biff aprovecha para dar la bienvenida a todas las generaciones, porque como deja claro en su discurso lo importante no es la edad sino la música. Al poco de empezar desde el público lanzaron un chaleco vaquero cubierto de parques que Biff no tardó en colocar sobre trípode del micro y luego vestirlo durante un par de temas. También llegó a las tablas una bandera de Saxon que colocaron frente a la batería donde pasaría casi el concierto completo.
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Finalmente, Judas Priest, los “Dioses del Metal”, cerraron la noche por todo lo alto con un show espectacular lleno de temazos y efectos de luces. Rob Halford, con su voz operística y su imponente presencia escénica, lideró a la banda a través de un repertorio plagado de clásicos como “Breaking the Law”, “Living After Midnight”, “You’ve Got Another Thing Coming” o “Painkiller”. La banda demostró una vez más por qué es una de las más influyentes de la historia del heavy metal y por qué sigue cosechando éxitos después de más de cinco décadas sobre los escenarios.
“War Pigs” de Black Sabbath sonaba por los altavoces y las luces se apagaban dejando en penumbra el telón de la gira. Cantando las letras del clásico calentábamos para lo que se nos venía encima, casi dos horas de metal en estado puro repasando grandes clásicos y festejando los nuevos temas de la banda.
Los cinco músicos dieron un espectáculo al nivel de la fama de la banda demostrando que 50 años no son nada. Rob en particular estubo soberbio, casi sin pausas y con un nivel bocal sobresaliente. Se cambión varias veces de ropa y no dejó ni una linea sin entonar. A sus pies por siempre.
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A nivel de luces estuvo brutal todo el concierto, algunas programadas, pero muchas alternadas a mano acompañando el ritmo de los temas y dando mucha profundidad al escenario. Espectacular el simbolo que coronaba el escenario con luces de neon y luces de fuertes haces. Tres pantallas verticales proyectaban videos creados para el tema o mostraba la realización del evento que ayudaba a ver de cerca a los artistas. Destacable la cámara pan&till sobre el escenario que daba planos espectaculares y te metía de lleno sobre la banda.
El sonido fue con diferencia el mejor de la noche y mi opinión es que se comió el eco habitual del recinto. La batería sonaba como estuviera a mi lado y se podía disfrutar de las guitarras y bajo sin tráfico y con claridad.
Está claro que todos saben el grupo que son, son metal puro, lo gozan sobre el escenario, con su actitud, su carisma y entrega. El publico les compra cada propuestas y es constante la fiesta canción tras canción. Se ve gente sonriente por todas partes, grupos cantando abrazados, cuernos al aire y puños golpeando el cielo al ritmo. Un concierto de metal en estado puro.
Rob se sienta en un lateral del escenario en el que se ha quedado solo, comienza a agradecer la presencia de tanto “metal maniac” destaca los 50 años de la creación de la banda junto a sus amigos de Black Sabbath. Hace un repaso por los discos publicados, con cada nombre el público estalla en una ovación. Bonito momento de unión con la comunidad y pequeña pausa para seguir con el recital.
También fue un momentazo cuando el señor Halford se puso en modo Freddy Mercuri cantando acapella para que el público repitiera, estuvo muy guay y la verdad que se sintió como un momento de agradecimiento. Lo alargó al máximo y más de uno estuvo todo el tiempo con los pelos de punta.
Para cerrar 4 temazos casi encadenados subiendo al máximo la energia y dejando bien alto el nivel de interpretación con “Painkiller”, soberbio Rob en las notas agudas casi en falsete, “Electric Eye”, “Hell Bent for Leather” y “Living After Midnight” como un colofón de la fiesta cantado a todo pulmón.
Me llevo, el impecable estado de forma de Rob Halford, que demostró una vez más por qué es considerado uno de los mejores vocalistas del heavy metal, el setlist plagado de himnos, que hizo vibrar al público de principio a fin con una entrega a la altura de la banda, la conexión especial entre la banda y el público, que se vio reflejada en muchos momentos y se sintió sincera.
En definitiva, un evento que demuestra que este género sigue más vivo que nunca, que tiene mucho que ofrecer a las nuevas generaciones y un concierto épico que lo demuestra y reafirma a Judas Priest como una de las bandas más importantes del heavy metal.