El pasado viernes 28 de noviembre tuvimos la fortuna de presenciar un concierto demoledor de cuatro exponentes de la música pesada, encabezado por los padrinos creadores de este movimiento denominado metalcore. Al llegar al evento, descubrimos que ya había comenzado a calentar motores la primera banda: Employed to Serve. Fue en ese instante que nos acercamos al recinto cercano al escenario y pudimos deleitar nuestro paladar musical con un grupo que ya habíamos apreciado previamente en el festival Copenhell de este mismo año. Un arranque contundente, potenciado por los guturales aguerridos de la vocalista Justine Jones junto a su marido Sammy Urwin, acompañados por guitarras explosivas y bien afinadas. La banda podría describirse como una mezcla entre metalcore y groove metal moderno. Su actuación duró apenas media hora, pero pudimos disfrutar parte de su repertorio y la breve colaboración en vivo de Jesse Leach (cantante de Killswitch Engage) en el tema “Whose Side Are You On?”.
A continuación fue el turno de los polacos Decapitated, una banda marcada tanto por el virtuosismo técnico como por la tragedia. En 2007, un accidente automovilístico fatal cobró la vida del entonces baterista Vitek y dejó gravemente herido al vocalista Adrian “Covan” Kowanek, lo que llevó a una disolución temporal. Sin embargo, el guitarrista Vogg reformó Decapitated en 2009, y desde entonces el grupo ha lanzado cuatro álbumes más, consolidando su legado. La banda ejecuta un death metal técnico donde abundan la brutalidad y los pasajes de groove que traen a la memoria la inspiración de agrupaciones legendarias como Pantera. Hubo momentos de blast beats en los que el baterista tomó el micrófono y bromeó diciendo que el público danés no estaba preparado para eso, pero quedó demostrado que sí lo estaba, entregándose por completo y desatando los primeros circle pits de la noche. El virtuosismo técnico, sumado al sonido potente y demoledor del grupo, logró cautivar al público danés en muy poco tiempo, generando las primeras respuestas de aliento y compromiso con la banda. Los riffs disonantes, los solos de guitarra y el carisma del cantante, que se desplazaba de un lado al otro del escenario animando sin descanso, hicieron que la velada se desarrollara con entusiasmo y algarabía. Una experiencia conmovedora y una de las mejores presentaciones de la noche por su entrega y energía sin igual.
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Promediando la jornada, llegaría el turno de Fit for an Autopsy, pero en el intervalo hicimos una pausa para refrescarnos, tomar una cerveza y visitar el sector de merchandising, donde las remeras de Killswitch Engage se vendían como pan caliente y se formaban largas colas para adquirir alguna. A eso de las 21 horas tomó el escenario un exponente estadounidense de la devastación sónica misantrópica, combinando la brutalidad del death metal con la agresión del metalcore para crear un sonido distintivo dentro del deathcore. La actuación de Fit for an Autopsy no pasó desapercibida: la capacidad técnica, el machaque constante de la batería de doble bombo, los guturales salvajes del cantante y las habilidades técnicas de guitarras y bajo lograron convencernos de su demostración de agresividad y brutalidad sonora. El setlist incluyó una mezcla equilibrada de material nuevo y clásico, y temas como “The Conqueror”, “Black Mammoth”, “Heads Will Hang” y “Mirrors” demostraron la habilidad de la banda para combinar riffs aplastantes, breakdowns brutales y voces intensas con elementos melódicos y atmosféricos. El sonido durante su actuación fue claro, aunque un poco bajo (al menos en el centro del recinto). Aun así destacaron los elementos técnicos y versátiles del deathcore que tanto caracterizan al grupo. Joe Badolato demostró ser uno de los vocalistas más versátiles del género y un gran animador, arengando al público y pidiendo constantes circle pits como respuesta emocional.
Cerca de las 22 horas la temperatura había incrementado considerablemente ante un recinto colmado de mil almas expectantes, y entonces llegó el momento cumbre de la noche. Killswitch Engage, los pioneros del metalcore melódico, subieron al escenario del Amager Bio ante una multitud eufórica y entusiasmada. Cuando sonaron las primeras estrofas de “Strength of the Mind”, seguidas por “Rose of Sharyn”, la gente explotó de emoción, cantando cada estribillo como si fuera un himno nacional: un verdadero acto de pasión y entrega. Después de este subidón de adrenalina, Jesse Leach comentó lo emocionado que estaba de no ver tantos teléfonos filmando o sacando fotos, remarcando una vez más que la música en vivo es una experiencia sensorial donde se valora al artista, liberándonos por un rato de la dependencia tecnológica. A continuación, la banda continuó con algunas canciones no tan populares y más actuales, como “I Believe”, pero lo hicieron con la maestría y profesionalismo que los caracteriza.
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Dieciocho canciones nos tenían preparadas en una hora y media de show que realmente se pasó volando, porque fue un sacudón constante de adrenalina en el que el público no dejó de moverse, haciendo pogo, circle pits y stage diving. El mismísimo Jesse se animó a lanzarse y “nadar” sobre la marea de brazos que lo sostenía. Los duelos de guitarras entre Joel Stroetzel y Adam Dutkiewicz fueron magistrales, pero lo que más caracteriza a Adam es su carisma, su capacidad para moverse y saltar por todo el escenario, además de los chistes que lanza cada vez que toma el micrófono; sin dudas, todo un showman además de su talento con la guitarra. La sección rítmica, a cargo de Mike D’Antonio en bajo y Justin Foley en batería, proporcionó una base sólida durante todo el set, transmitiendo seguridad y un profesionalismo implacable.
El sonido fue potente, claro y perfectamente balanceado. Cada elemento de su compleja música fue apreciado: los gritos de Jesse cortaban el aire como cuchillas, los duelos de guitarra eran cristalinos, y la sección rítmica brindaba un groove implacable que mantenía a la multitud en constante movimiento. En su setlist no faltaron clásicos como “This Is Absolution”, “Hate by Design”, “The Arms of Sorrow” y, para finalizar, “My Last Serenade”, a modo de despedida para cerrar una noche mágica de emoción, sudor y alegría.
La devoción del público fue total, y la gente se despidió de la banda entre sonrisas, cuernos en alto y aplausos. Una celebración musical que comenzó hace 25 años con aquella banda de Massachusetts, que logra que un grupo de desconocidos se reúna para apreciar el talento, la capacidad creativa y el entusiasmo que solo Killswitch Engage puede ofrecer.



















