

Mark Boals demostró que la edad no tiene limitaciones cuando se es un gran profesional. El legendario vocalista estadounidense regresó a Buenos Aires después de 6 años de ausencia y ofreció una masterclass de cómo debe sonar el metal melódico. Una noche donde el repertorio de Yngwie Malmsteen, sus trabajos solistas y los clásicos de Deep Purple se fusionaron en una experiencia que confirmó por qué sigue siendo una de las voces más respetadas del género.
La jornada comenzó temprano y con gran marco de público, confirmando que el nombre de Boals sigue despertando devoción entre varias generaciones de metaleros argentinos. No era sólo una cita con la nostalgia, sino la oportunidad de reencontrarse con un artista cuya carrera marcó a fuego la historia del género, sobre todo por su etapa junto a Yngwie Malmsteen en el inolvidable Trilogy (1986).
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La velada arrancó con Unlimited, la banda local que cuenta entre sus filas con Facundo Pérez Schneider, hijo del legendario Marcelo Pérez Schneider bajista y mente maestra de Presto Vivace, acompañado por Jon Faerman en voz/guitarra. A pesar de haber presenciado un par de temas, su interpretación fue prolija, funcionando como apertura perfecta para lo que vendría después.
Luego subieron al escenario los Portals of Glory con una propuesta que se apoya en una formación atípica para el circuito local: dos cantantes, uno de voz limpia de impronta powermetalera y otro con registros guturales. Esa dualidad, que en estudio resulta atractiva, en vivo tuvo que luchar contra problemas de acoples y volúmenes que no terminaron de resolverse del todo. Sin embargo, la banda mostró temple, no bajó los brazos y logró completar un set que, aunque accidentado, fue aplaudido con justicia por un público que valoró la entrega y la resiliencia.
Tras 20 minutos de ajustes en el sonido, Neon Rider tomó el escenario con su propuesta hardrockera. La banda se despachó con temas de su autoría mostrando un sonido sólido y cristalino. Si bien los momentos más celebrados llegaron con los covers que hicieron levantar al público, en primer lugar llegaría “The Beast” de Tina Turner y “Burning Heart” de Survivor. La banda se retiró dejando una imagen muy positiva ante los presentes.
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Pasadas las 23:40, Mark Boals subió al escenario y el inicio fue demoledor: “Rising Force” del mítico disco Odyssey de Yngwie Malmsteen. El segundo golpe llegó con “Liar” de Trilogy, álbum que está a punto de cumplir 40 años y que fue interpretado prácticamente en su totalidad durante la noche. Con Mark a punto de cumplir 67 años, su voz se encuentra intacta como en aquellas épocas gloriosas. Los clásicos se sucedieron sin pausa: “Queen in Love”, “Fury”, “Fire” y “Magic Mirror” sonaron con la potencia y precisión que caracterizaron las grabaciones originales.
La banda que acompañó a Boals estuvo a la altura de las circunstancias. Los hermanos David y Marcelo Lemma en batería y bajo respectivamente, junto a Ezequiel Napoli en guitarra y Adrián Gentile en teclados, demostraron profesionalismo y técnica a lo largo de todo el show. El propio cantante se tomó un momento para agradecerles en público y felicitarlos por la entrega, destacando el aporte fundamental que hicieron para que su regreso a Buenos Aires resultara impecable.
El set continuó con “Dark Ages”, la canción más oscura y sombría de Trilogy, que no podía faltar en una noche dedicada a repasar los clásicos y también hubo lugar también para el repertorio solista con la hermosa balada “Broken Heart” del álbum Ignition (1998) y la poderosa “Betrayer” de Ring of Fire (2000).
Y en una noche de clásicos, no podían faltar los homenajes, con dedicatoria especial para los ídolos de Mark, llegaron “Burn” y “Highway Star” de Deep Purple, en donde se lució ampliamente, demostrando que sigue manteniendo esa conexión directa con las raíces del hard rock clásico.
La conexión con Yngwie Malmsteen se hizo presente cuando recordó su incorporación a la gira de “Marching Out“, reemplazando a Jeff Scott Soto. “I Am The Viking” de aquel álbum maravilloso hizo que los presentes elevaran el puño en lo más alto, recreando esos momentos épicos del metal melódico de los 80. La noche se fue apagando con el himno de Trilogy “You Don’t Remember, I’ll Never Forget”. Una canción que se metió al público en el bolsillo, con todos dejándose llevar por ese estribillo acompañado por la base de teclado hipnótica que caracteriza el tema. Fue el broche perfecto para una noche que demostró que lo que vale es la gran actitud. Mark Boals sigue siendo uno de esos grandes profesionales que trascienden las limitaciones de la edad, manteniendo esa calidad vocal y presencia escénica que lo convirtieron en leyenda.
Después de 6 años de ausencia, el vocalista confirmó por qué sigue siendo una referencia indiscutible del metal melódico y aquella noche logró recrear esos momentos gloriosos de los álbumes clásicos de Yngwie y sus trabajos solistas. Para quienes vivimos el metal melódico de los 80 y 90, fue una oportunidad única de reencontrarse con esas composiciones que definieron el sonido de una generación.
Etiquetas: deep purple, Mark Boals, Neon Rider, Portals of Glory, Presto Vivace, unlimited, Yngwie Malmsteen

Mark Boals demostró que la edad no tiene limitaciones cuando se es un gran profesional. El legendario vocalista estadounidense regresó a Buenos Aires después de 6 años de ausencia y ofreció una masterclass de cómo debe sonar el metal melódico. Una noche donde el repertorio de Yngwie Malmsteen, sus trabajos solistas y los clásicos de Deep Purple se fusionaron en una experiencia que confirmó por qué sigue siendo una de las voces más respetadas del género.
La jornada comenzó temprano y con gran marco de público, confirmando que el nombre de Boals sigue despertando devoción entre varias generaciones de metaleros argentinos. No era sólo una cita con la nostalgia, sino la oportunidad de reencontrarse con un artista cuya carrera marcó a fuego la historia del género, sobre todo por su etapa junto a Yngwie Malmsteen en el inolvidable Trilogy (1986).
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La velada arrancó con Unlimited, la banda local que cuenta entre sus filas con Facundo Pérez Schneider, hijo del legendario Marcelo Pérez Schneider bajista y mente maestra de Presto Vivace, acompañado por Jon Faerman en voz/guitarra. A pesar de haber presenciado un par de temas, su interpretación fue prolija, funcionando como apertura perfecta para lo que vendría después.
Luego subieron al escenario los Portals of Glory con una propuesta que se apoya en una formación atípica para el circuito local: dos cantantes, uno de voz limpia de impronta powermetalera y otro con registros guturales. Esa dualidad, que en estudio resulta atractiva, en vivo tuvo que luchar contra problemas de acoples y volúmenes que no terminaron de resolverse del todo. Sin embargo, la banda mostró temple, no bajó los brazos y logró completar un set que, aunque accidentado, fue aplaudido con justicia por un público que valoró la entrega y la resiliencia.
Tras 20 minutos de ajustes en el sonido, Neon Rider tomó el escenario con su propuesta hardrockera. La banda se despachó con temas de su autoría mostrando un sonido sólido y cristalino. Si bien los momentos más celebrados llegaron con los covers que hicieron levantar al público, en primer lugar llegaría “The Beast” de Tina Turner y “Burning Heart” de Survivor. La banda se retiró dejando una imagen muy positiva ante los presentes.
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Pasadas las 23:40, Mark Boals subió al escenario y el inicio fue demoledor: “Rising Force” del mítico disco Odyssey de Yngwie Malmsteen. El segundo golpe llegó con “Liar” de Trilogy, álbum que está a punto de cumplir 40 años y que fue interpretado prácticamente en su totalidad durante la noche. Con Mark a punto de cumplir 67 años, su voz se encuentra intacta como en aquellas épocas gloriosas. Los clásicos se sucedieron sin pausa: “Queen in Love”, “Fury”, “Fire” y “Magic Mirror” sonaron con la potencia y precisión que caracterizaron las grabaciones originales.
La banda que acompañó a Boals estuvo a la altura de las circunstancias. Los hermanos David y Marcelo Lemma en batería y bajo respectivamente, junto a Ezequiel Napoli en guitarra y Adrián Gentile en teclados, demostraron profesionalismo y técnica a lo largo de todo el show. El propio cantante se tomó un momento para agradecerles en público y felicitarlos por la entrega, destacando el aporte fundamental que hicieron para que su regreso a Buenos Aires resultara impecable.
El set continuó con “Dark Ages”, la canción más oscura y sombría de Trilogy, que no podía faltar en una noche dedicada a repasar los clásicos y también hubo lugar también para el repertorio solista con la hermosa balada “Broken Heart” del álbum Ignition (1998) y la poderosa “Betrayer” de Ring of Fire (2000).
Y en una noche de clásicos, no podían faltar los homenajes, con dedicatoria especial para los ídolos de Mark, llegaron “Burn” y “Highway Star” de Deep Purple, en donde se lució ampliamente, demostrando que sigue manteniendo esa conexión directa con las raíces del hard rock clásico.
La conexión con Yngwie Malmsteen se hizo presente cuando recordó su incorporación a la gira de “Marching Out“, reemplazando a Jeff Scott Soto. “I Am The Viking” de aquel álbum maravilloso hizo que los presentes elevaran el puño en lo más alto, recreando esos momentos épicos del metal melódico de los 80. La noche se fue apagando con el himno de Trilogy “You Don’t Remember, I’ll Never Forget”. Una canción que se metió al público en el bolsillo, con todos dejándose llevar por ese estribillo acompañado por la base de teclado hipnótica que caracteriza el tema. Fue el broche perfecto para una noche que demostró que lo que vale es la gran actitud. Mark Boals sigue siendo uno de esos grandes profesionales que trascienden las limitaciones de la edad, manteniendo esa calidad vocal y presencia escénica que lo convirtieron en leyenda.
Después de 6 años de ausencia, el vocalista confirmó por qué sigue siendo una referencia indiscutible del metal melódico y aquella noche logró recrear esos momentos gloriosos de los álbumes clásicos de Yngwie y sus trabajos solistas. Para quienes vivimos el metal melódico de los 80 y 90, fue una oportunidad única de reencontrarse con esas composiciones que definieron el sonido de una generación.
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