

Foto de portada: Leyla Tunali
Con el fin de agosto, llega también el cierre de los festivales de verano. Por suerte, pudimos culminar una buena temporada con el pequeño Næstved Metal Fest, realizado en la ciudad que le da nombre, situada a 90 km de Copenhague.
La capacidad hotelera en la ciudad estaba agotada, por lo que la opción más viable fue acampar en un centro de camping a 7 km de distancia. La organización dispuso de buses que regresaban al camping apenas terminaban los conciertos. El festival se llevó a cabo en un centro cultural ubicado en pleno centro, por lo cual todos los vecinos disfrutaron del sonido de las bandas, que tocaron en el escenario principal al aire libre. Había además un segundo escenario techado, con una dinámica bien marcada: una banda tocaba en un escenario y, apenas cinco minutos después, comenzaba otra en el siguiente.
La banda encargada de abrir el festival fue Cabal. Decisión curiosa, ya que es un grupo que viene pisando fuerte en la escena local. Su propuesta es un metalcore industrial, basado en breakdowns intercalados con samplers electrónicos. No cuentan con bajista, pero sí con dos guitarras afiladas y graves, que se complementan muy bien con los pesados golpes de batería. La voz, protagonista en la mezcla sonora, es un grito agudo y desgarrador que ensordeció —en el buen sentido— a toda la audiencia, la cual respondió con entusiasmo.
Lamentablemente, por cuestiones de logística, hubo que perderse a un par de bandas. Sin embargo, pudimos ver a Vulvatorious, una agrupación danesa que sin duda merece atención. Su sonido se ubica en el terreno del black/crust, aunque incorpora influencias de otros estilos que aportan frescura y variedad. Más allá de lo musical, buscan transmitir un mensaje feminista y antisistema, lo que llevó a que el público coreara cantos contra la policía y otras instituciones. Todo esto fue acompañado de una puesta en escena cargada de energía, donde la vocalista Ditte brilló interactuando constantemente con la gente, incluso bajando del escenario para cantar recorriendo el predio.
Siguiendo con las corrientes más extremas, en el escenario secundario se presentó Postulant Flesh, grupo local integrado por músicos muy jóvenes, que practica un death metal de la vieja escuela. Este show me generó varias contradicciones. La primera fue a nivel sonoro: la batería estaba demasiado fuerte y tapaba a las guitarras, aunque la voz se escuchaba bien. Si bien esto fue un error —que luego se corrigió— le dio un aura old school, recordando a las bandas antiguas del género en vivo. La segunda contradicción fue la calidad de las composiciones: por momentos mostraban piezas complejas y bien construidas, pero en otros caían en canciones muy cortas y poco elaboradas. El tercer punto fue una falla técnica que el grupo no supo manejar: en vez de continuar o improvisar, decidieron cortar la canción y transmitir su malestar al público. De todos modos, fue una presentación disfrutable.
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Más allá de las agrupaciones danesas, el festival contó con varios números internacionales de renombre. El primero de ellos fue Grand Magus, trío sueco de Heavy Metal con influencias de Doom, principalmente en sus riffs. Desafortunadamente, el show no estuvo a la altura esperada: el sonido carecía de cuerpo y fuerza, algo inaceptable para una banda que busca contundencia en sus riffs. Además, hubo varias desafinaciones en las voces, sobre todo en los coros del bajista, lo cual arruinaba la épica que intentaban generar en los estribillos. Para empeorar, las canciones resultaron poco inspiradas y monótonas: los riffs eran genéricos y predecibles, mientras que el baterista se limitó a bases simples, sin aportar matices ni cambios. Esto se reflejó en el público, que apenas prestó atención, salvo un pequeño grupo de fans fieles en primera fila. El set se basó en Hammer of the North (2010), cuyas canciones fueron las que más conectaron con la gente.
Mientras los suecos tocaban, llegó el gran protagonista de la jornada: una lluvia torrencial que se extendió durante varias horas. Por suerte, la siguiente banda actuó en el escenario cerrado, lo que permitió refugiarse un poco.
Fue el turno de los noruegos Course of Fate, que ofrecieron un muy buen show cargado de melodías y riffs progresivos, con clara influencia de Dream Theater. La puesta en escena fue entretenida, con una primera guitarra dedicada a solos y melodías, mientras bajo y segunda guitarra marcaban bases entrecortadas. La batería se lució acompañando con precisión cada instrumento. El vocalista cumplió un rol destacado y se encargó de la escasa comunicación con el público. Un show sólido, que no deslumbró, pero mostró una banda en buena forma y con potencial.
Desde Arizona, Estados Unidos, llegaron Flotsam and Jetsam, que tomaron el control con un sonido cercano al metal clásico: estribillos gloriosos, riffs contundentes y mucha energía. Contaron con un audio muy correcto, lo que permitió disfrutar de su gran ejecución. El público acompañó con entusiasmo, hasta que la lluvia volvió con fuerza y obligó a muchos a buscar refugio, perdiéndose la segunda mitad del set. Pese a ello, los músicos no se amedrentaron: agradecieron constantemente y hasta se acercaron al borde del escenario para tocar bajo la lluvia, un gesto de respeto hacia quienes resistían mojándose o desde resguardo. La clásica “No Place for Disgrace”, de su disco homónimo, cerró la jornada dejando el ánimo bien arriba y hambre de más metal, a pesar del clima.
En el escenario secundario, mientras muchos buscaban refugio, se disfrutó del show de Nothing Noble, grupo danés de metalcore moderno que contó con una base de fans fervorosa. Estos transformaron el lugar en una pista de baile, mostrando gran devoción por la banda. Su propuesta fue básica: metalcore de breakdowns, riffs entrecortados y gritos desgarradores. Si bien no destacaban en un estilo tan saturado, el sonido fue impecable, lo que ayudó a combatir la monotonía.
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Ya sin lluvia y con todos de vuelta en el escenario principal, Blind Guardian salió a escena con “The 9th Wave”, de Beyond the Red Mirror. Una canción larga y progresiva que sirvió de puntapié para un set cargado de hits como “Nightfall” o la poderosa “Tanelorn”. También hubo espacio para su último trabajo, The God Machine (2022), del cual sonaron “Violent Shadows”, “Blood of the Elves” y “Deliver Us From Evil”, aportando un enfoque más pesado y veloz.
El vocalista Hansi Kürsch, con su típico buen humor, no tardó en comunicarse con la gente e invitarla a cantar entre canciones. La presentación contó con un audio perfecto, donde la batería de Frederik marcaba el frente, seguida por teclados y bajo. Encima de todo estaban las guitarras y, sobre todo, las voces, que lucieron con los épicos coros característicos de la banda, transmitiendo con precisión esa sensación de gloria que profesan en sus discos.
Las ejecuciones fueron impecables: cada golpe de batería, acorde y coro estaba en su lugar, respetando muy bien las versiones de estudio, aunque con variaciones sutiles que potenciaban aún más las canciones. Hubo momentos memorables, como “Past and Future Secret”, balada interpretada solo por el vocalista y los dos guitarristas en acústico. Y, por supuesto, la infaltable “The Bard’s Song – In the Forest”, coreada por todo el público. Para hacer aún más especial el momento, continuaron de inmediato con “The Bard’s Song – The Hobbit”, tal como en el disco. El final llegó con las celebradas “Mirror Mirror” y “Valhalla”, cuyo estribillo fue entonado por todo el público incluso después de terminada la canción.
Blind Guardian se retiró triunfante en una jornada que pudo haber quedado arruinada por la lluvia, pero en la que el metal salió victorioso y continuó durante dos días más.
Etiquetas: Blind Guardian, Cabal, flotsam and jetsam, Grand Magus, Heavy Metal, Metalcore, Næstved Metalfest, Power Metal, Vulvatorious


Foto de portada: Leyla Tunali
Con el fin de agosto, llega también el cierre de los festivales de verano. Por suerte, pudimos culminar una buena temporada con el pequeño Næstved Metal Fest, realizado en la ciudad que le da nombre, situada a 90 km de Copenhague.
La capacidad hotelera en la ciudad estaba agotada, por lo que la opción más viable fue acampar en un centro de camping a 7 km de distancia. La organización dispuso de buses que regresaban al camping apenas terminaban los conciertos. El festival se llevó a cabo en un centro cultural ubicado en pleno centro, por lo cual todos los vecinos disfrutaron del sonido de las bandas, que tocaron en el escenario principal al aire libre. Había además un segundo escenario techado, con una dinámica bien marcada: una banda tocaba en un escenario y, apenas cinco minutos después, comenzaba otra en el siguiente.
La banda encargada de abrir el festival fue Cabal. Decisión curiosa, ya que es un grupo que viene pisando fuerte en la escena local. Su propuesta es un metalcore industrial, basado en breakdowns intercalados con samplers electrónicos. No cuentan con bajista, pero sí con dos guitarras afiladas y graves, que se complementan muy bien con los pesados golpes de batería. La voz, protagonista en la mezcla sonora, es un grito agudo y desgarrador que ensordeció —en el buen sentido— a toda la audiencia, la cual respondió con entusiasmo.
Lamentablemente, por cuestiones de logística, hubo que perderse a un par de bandas. Sin embargo, pudimos ver a Vulvatorious, una agrupación danesa que sin duda merece atención. Su sonido se ubica en el terreno del black/crust, aunque incorpora influencias de otros estilos que aportan frescura y variedad. Más allá de lo musical, buscan transmitir un mensaje feminista y antisistema, lo que llevó a que el público coreara cantos contra la policía y otras instituciones. Todo esto fue acompañado de una puesta en escena cargada de energía, donde la vocalista Ditte brilló interactuando constantemente con la gente, incluso bajando del escenario para cantar recorriendo el predio.
Siguiendo con las corrientes más extremas, en el escenario secundario se presentó Postulant Flesh, grupo local integrado por músicos muy jóvenes, que practica un death metal de la vieja escuela. Este show me generó varias contradicciones. La primera fue a nivel sonoro: la batería estaba demasiado fuerte y tapaba a las guitarras, aunque la voz se escuchaba bien. Si bien esto fue un error —que luego se corrigió— le dio un aura old school, recordando a las bandas antiguas del género en vivo. La segunda contradicción fue la calidad de las composiciones: por momentos mostraban piezas complejas y bien construidas, pero en otros caían en canciones muy cortas y poco elaboradas. El tercer punto fue una falla técnica que el grupo no supo manejar: en vez de continuar o improvisar, decidieron cortar la canción y transmitir su malestar al público. De todos modos, fue una presentación disfrutable.
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Más allá de las agrupaciones danesas, el festival contó con varios números internacionales de renombre. El primero de ellos fue Grand Magus, trío sueco de Heavy Metal con influencias de Doom, principalmente en sus riffs. Desafortunadamente, el show no estuvo a la altura esperada: el sonido carecía de cuerpo y fuerza, algo inaceptable para una banda que busca contundencia en sus riffs. Además, hubo varias desafinaciones en las voces, sobre todo en los coros del bajista, lo cual arruinaba la épica que intentaban generar en los estribillos. Para empeorar, las canciones resultaron poco inspiradas y monótonas: los riffs eran genéricos y predecibles, mientras que el baterista se limitó a bases simples, sin aportar matices ni cambios. Esto se reflejó en el público, que apenas prestó atención, salvo un pequeño grupo de fans fieles en primera fila. El set se basó en Hammer of the North (2010), cuyas canciones fueron las que más conectaron con la gente.
Mientras los suecos tocaban, llegó el gran protagonista de la jornada: una lluvia torrencial que se extendió durante varias horas. Por suerte, la siguiente banda actuó en el escenario cerrado, lo que permitió refugiarse un poco.
Fue el turno de los noruegos Course of Fate, que ofrecieron un muy buen show cargado de melodías y riffs progresivos, con clara influencia de Dream Theater. La puesta en escena fue entretenida, con una primera guitarra dedicada a solos y melodías, mientras bajo y segunda guitarra marcaban bases entrecortadas. La batería se lució acompañando con precisión cada instrumento. El vocalista cumplió un rol destacado y se encargó de la escasa comunicación con el público. Un show sólido, que no deslumbró, pero mostró una banda en buena forma y con potencial.
Desde Arizona, Estados Unidos, llegaron Flotsam and Jetsam, que tomaron el control con un sonido cercano al metal clásico: estribillos gloriosos, riffs contundentes y mucha energía. Contaron con un audio muy correcto, lo que permitió disfrutar de su gran ejecución. El público acompañó con entusiasmo, hasta que la lluvia volvió con fuerza y obligó a muchos a buscar refugio, perdiéndose la segunda mitad del set. Pese a ello, los músicos no se amedrentaron: agradecieron constantemente y hasta se acercaron al borde del escenario para tocar bajo la lluvia, un gesto de respeto hacia quienes resistían mojándose o desde resguardo. La clásica “No Place for Disgrace”, de su disco homónimo, cerró la jornada dejando el ánimo bien arriba y hambre de más metal, a pesar del clima.
En el escenario secundario, mientras muchos buscaban refugio, se disfrutó del show de Nothing Noble, grupo danés de metalcore moderno que contó con una base de fans fervorosa. Estos transformaron el lugar en una pista de baile, mostrando gran devoción por la banda. Su propuesta fue básica: metalcore de breakdowns, riffs entrecortados y gritos desgarradores. Si bien no destacaban en un estilo tan saturado, el sonido fue impecable, lo que ayudó a combatir la monotonía.
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Ya sin lluvia y con todos de vuelta en el escenario principal, Blind Guardian salió a escena con “The 9th Wave”, de Beyond the Red Mirror. Una canción larga y progresiva que sirvió de puntapié para un set cargado de hits como “Nightfall” o la poderosa “Tanelorn”. También hubo espacio para su último trabajo, The God Machine (2022), del cual sonaron “Violent Shadows”, “Blood of the Elves” y “Deliver Us From Evil”, aportando un enfoque más pesado y veloz.
El vocalista Hansi Kürsch, con su típico buen humor, no tardó en comunicarse con la gente e invitarla a cantar entre canciones. La presentación contó con un audio perfecto, donde la batería de Frederik marcaba el frente, seguida por teclados y bajo. Encima de todo estaban las guitarras y, sobre todo, las voces, que lucieron con los épicos coros característicos de la banda, transmitiendo con precisión esa sensación de gloria que profesan en sus discos.
Las ejecuciones fueron impecables: cada golpe de batería, acorde y coro estaba en su lugar, respetando muy bien las versiones de estudio, aunque con variaciones sutiles que potenciaban aún más las canciones. Hubo momentos memorables, como “Past and Future Secret”, balada interpretada solo por el vocalista y los dos guitarristas en acústico. Y, por supuesto, la infaltable “The Bard’s Song – In the Forest”, coreada por todo el público. Para hacer aún más especial el momento, continuaron de inmediato con “The Bard’s Song – The Hobbit”, tal como en el disco. El final llegó con las celebradas “Mirror Mirror” y “Valhalla”, cuyo estribillo fue entonado por todo el público incluso después de terminada la canción.
Blind Guardian se retiró triunfante en una jornada que pudo haber quedado arruinada por la lluvia, pero en la que el metal salió victorioso y continuó durante dos días más.
Etiquetas: Blind Guardian, Cabal, flotsam and jetsam, Grand Magus, Heavy Metal, Metalcore, Næstved Metalfest, Power Metal, Vulvatorious