Una noche primaveral bochornosa envolvía Barcelona mientras la Sala Bóveda se llenaba a rebosar, desafiando la apatía típica de un lunes con un aforo impresionante. Sorprendentemente, el público se comportaba con una calma inquietante, considerando que tres monstruos del metal extremo estaban a punto de desatar el caos sobre el escenario.
La primera embestida vino de la mano de BodyFarm, cuyo cantante, emulando a un luchador de Lucha Libre, se abrió paso entre riffs implacables y una percusión que golpeaba como un martillo sobre yunque. Con un sonido ajustadísimo, demostraron por qué son una fuerza a tener en cuenta en la escena del death metal.
Carnation tomó el relevo con su vocalista, un misterioso individuo con un bigote que rivalizaba con el de un villano de novela policiaca, pintado de forma enigmática. Aunque el resto de la banda optó por una estética más convencional, su música no tenía nada de ordinaria. Desde los rugidos de “Herald of Demise” hasta la frenética energía de “Fathomless Depths”, cada canción era una puñalada directa al corazón, extraída de sus más recientes ofrendas discográficas.
Pero la verdadera oscuridad descendió con la llegada de los legendarios Pestilence, veteranos del metal extremo en una forma que desafiaba el tiempo. Con una lista de canciones que abarcaba décadas de devastación sónica, cada nota de “Morbvs Propagationem” resonaba con la ferocidad de los años dorados del death metal. Desde los rugidos guturales de “The Process of Suffocation” hasta la complejidad técnica de “Prophetic Revelations”, Pestilence demostró por qué siguen siendo titanes en el género. Con cada riff, cada batería furiosa, transportaban al público a un reino donde el caos reinaba supremo y solo los más fuertes sobrevivían.
El Black Death Over Europe Tour fue más que un simple concierto; fue un ritual de adoración al poder del metal extremo, un recordatorio de que incluso en la tranquilidad de una noche primaveral, la furia y la pasión pueden encender las llamas del infierno en el corazón de Barcelona.
Etiquetas: barcelona, Bodyfarm, boveda, Carnation, Pestilence
Una noche primaveral bochornosa envolvía Barcelona mientras la Sala Bóveda se llenaba a rebosar, desafiando la apatía típica de un lunes con un aforo impresionante. Sorprendentemente, el público se comportaba con una calma inquietante, considerando que tres monstruos del metal extremo estaban a punto de desatar el caos sobre el escenario.
La primera embestida vino de la mano de BodyFarm, cuyo cantante, emulando a un luchador de Lucha Libre, se abrió paso entre riffs implacables y una percusión que golpeaba como un martillo sobre yunque. Con un sonido ajustadísimo, demostraron por qué son una fuerza a tener en cuenta en la escena del death metal.
Carnation tomó el relevo con su vocalista, un misterioso individuo con un bigote que rivalizaba con el de un villano de novela policiaca, pintado de forma enigmática. Aunque el resto de la banda optó por una estética más convencional, su música no tenía nada de ordinaria. Desde los rugidos de “Herald of Demise” hasta la frenética energía de “Fathomless Depths”, cada canción era una puñalada directa al corazón, extraída de sus más recientes ofrendas discográficas.
Pero la verdadera oscuridad descendió con la llegada de los legendarios Pestilence, veteranos del metal extremo en una forma que desafiaba el tiempo. Con una lista de canciones que abarcaba décadas de devastación sónica, cada nota de “Morbvs Propagationem” resonaba con la ferocidad de los años dorados del death metal. Desde los rugidos guturales de “The Process of Suffocation” hasta la complejidad técnica de “Prophetic Revelations”, Pestilence demostró por qué siguen siendo titanes en el género. Con cada riff, cada batería furiosa, transportaban al público a un reino donde el caos reinaba supremo y solo los más fuertes sobrevivían.
El Black Death Over Europe Tour fue más que un simple concierto; fue un ritual de adoración al poder del metal extremo, un recordatorio de que incluso en la tranquilidad de una noche primaveral, la furia y la pasión pueden encender las llamas del infierno en el corazón de Barcelona.
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