

El primer día del 20 aniversario del Resurrection Fest estuvo a la altura de las expectativas con algunos matices. La primera jornada arrancó con los alemanes From Fall to Spring y su Metalcore “eurovisivo”. Una apuesta por la fórmula más estandar dentro del género pero que sorprendió a los asistentes con un buen sonido, una muy buena puesta en escena y un cover de “In The End” de Linkin Park con bastante acierto.
Mind Traveller fue la banda encargada de abrir el Desert en está edición, su motiviación se pudo sentir desde el arranque, todos concentrados en sus instrumentos sin parar de interactuar con el público que comenzaba a llenar la zona. David como frontman se dejó la vida en calentar a los madrugadores y la aparición de los “churros” fue un puntazo que obligó a los más tímidos a sumarse al pit. Todo junto fue un gran debút y nos dejó con las ganas de seguir a la banda para verles en sala. El ritmo no paró con los norteamericanos Letlive. Banda que a título personal me sorprendió muchísimo tanto por el excelente sonido que salía del Chaos Stage como por la energía que desprendían Jason Aalon y compañía. Un muy buen concierto de Rock/Post Hardcore con una imagen para la historia viendo a Jason colgado del famoso árbol que hay dentro de la misma carpa. Por otro lado en el Ritual Stage, se presento: Deimocracy, (pablo)!!!!
Llegaba la hora de los también americanos Signs of the Swarm y su impresionante Deathcore. Liderados por David Simonich (ex Lorna Shore), pusieron el main stage patas arriba con una demostración de potencia y técnica al alcance de pocos grupos a día de hoy. Es de agradecer que sigan contando con bandas de este estilo para el escenario principal de Viveiro. Travo llegó con su personal sonido desde Portugal para convencer en el Desert donde bandas con este sonido son aplaudidas y celebradas. Se notó durante su actuación que es una banda muy trabajada, con sonidos que recordaron al mejor stoner, rock progresivo y tramos psicodélicos. La capacidad de los músicos quedo demostrada con temas de mucha vistuosidad. Como ocurre en ocasiones en festivales su concierto se nos quedó corto aunque por la respuesta del público tras cada tema no fuimos los únicos en disfrutar cada minuto.
Psilicon Flesh ofreció una experiencia intensa y sensorial, con un sonido oscuro y electrónico que no pasó desapercibido. Su puesta en escena, marcada por distorsiones, visuales y una fuerte carga performática, atrajo la atención de quienes buscaban algo distinto. Pese a su propuesta arriesgada, el público respondió con curiosidad y respeto. Turno para Spy, los de California transformaron el Chaos en un ervidero desde la primera canción, con la energía de Peter Pawlak al frente, que no paró ni un segundo de moverse y lanzar patadas o saltar, la banda desató un torbellino de energía. canciones rápidas y contundentes como “Exceptional American” y “Bootlicker” que encendieron un mosh pit implacable, mientras Drew Satterlund y Cody Kryst no se quedaban atrás acompañando cada tema de gestos y más patadas al aire o saltos espectaculares. Un concierto explosivo, directo al grano, sin tregua, perfecto para dejar alto el pabellon de este escenario.
Tras un parón para descansar y conseguir estar cerca de los siguientes protagonistas, Novelists salía a comerse el main stage del Resu con su metalcore progresivo. Presentando varios temas de su nuevo álbum Coda y celebrando la reciente incorporación de Camile Contreras como frontwoman, puedo decir que es de las bandas que más me han sorprendido en directo (y no solo de esta edición). Unos guitarras de otro planeta, Camile demostrando porqué es una de las nuevas “jefas” del metal moderno y el público completamente entregado hicieron de su concierto el mejor de la jornada.
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Årabrot es una banda peculiar desde el origen de su nombre: un vertedero cercano a la ciudad de formación, Haugesund, Noruega. Vestidos en un blanco nuclear bajo un sol directo dejaban sobre el escenario una imagen inigualable, tan original como su música, tan bella como brutal, puro contraste. Imposible permanecer indiferente a su sonido lleno de mezclas y casi inclasificable. Liderada por Kjetil Nernes (voz y guitarra) y, desde 2013, con la fundamental colaboración de Karin Park (Teclados, voy y sintes), su música es una poderosa amalgama de noise rock, sludge metal, doom metal y post-punk, caracterizada por su evolución constante de un sonido crudo a composiciones más melódicas y atmosféricas, una delicia y un espectáculo que concenció.
Lost Society, subió al escenario con una propuesta potente, combinando la agresividad del thrash con la fuerza rítmica del groove metal contemporáneo. Desde los primeros acordes, la banda finlandesa encendió al público con riffs afilados y una energía desbordante. El vocalista, siempre en movimiento, no dejó un rincón del escenario sin recorrer, alimentando una conexión directa y visceral con las primeras filas. Su entrega fue total, y el entusiasmo del público se tradujo en coros masivos y puños en alto. Sin duda, fue uno de los momentos más vibrantes de la jornada, marcando un antes y un después en la intensidad del festival.
Con un Chaos casi lleno Paerish, banda de rock alternativo parisina formada en 2013, dejó claro porque está entre las bandas más escuchadas de su genero en el pais vecino. Integrada por Mathias Court, Frédéric Wah, Martin Dupraz y Loic Fouquet, su sonido fusiona el indie rock con toques de shoegaze (bien de distornsiones y pedales), caracterizado por melodías pegadizas y guitarras enérgicas fueron uno de los grupos descubrimiento del primer día y a los que hemos vuelto par escuchar con más detenimiento desde entonces.
La siguiente banda que tuvimos ocasión de disfrutar fue ni más ni menos que Jinjer. Titanes del metal progresivo que parece que van a mejor cada año que pasa (siendo ya auténticos referentes dentro del género). Tatiana y los suyos salieron a celebrar el aniversario del Resu haciendo repaso de sus temas más legendarios sin olvidar su reciente álbum Duel que aportó mucha frescura para los que ya lea vimos hace un par de años aquí mismo. A su vez, en el Desert stage, se presentaba The Southern River Band, todabía bañados por la luz dorada del atardecer y con el desparpajo que les caracteriza soltaron su rock clasico casi sin pausas, hilando tema tras tema, demostrando su capacidad musical y dando un concierto de mucha calidad musical. Su sonido es una potente mezcla de rock clásico de los 70 y 80, pub rock y hard rock, con claras influencias de AC/DC y Thin Lizzy. Cargados de energía, una actitud rompedora y chulesca convencieron a los que no les conocian y no defraudaron a los que ya sabían lo que esperar. Como dejó claro Cal Cramer, voz y alma de la banda, tras levantar su botella de bourbon y refrescarse el gadnate: “…qué esperabais, somos Australianos…”
Acto seguido llegó uno de los momentos más intensos del día con Terminal Sleep. Procedentes de Melbourne, tomaron por asalto el Chaos Stage con una descarga de hardcore abrasivo que rápidamente transformó el espacio en un campo de batalla. La energía de la banda fue imparable, y su vocalista —una frontwoman con una presencia arrolladora— brilló con una entrega feroz, combinando emoción cruda y agresividad en cada grito, cada gesto. Su actuación dejó claro que tiene todo para convertirse en una figura destacada dentro de la escena hardcore internacional.
El contraste no pudo ser más marcado cuando, poco después, Skynd se adueñó del escenario con una propuesta oscura y teatral. Envuelta en su estética gótica habitual, la vocalista lideró un perturbador ritual sonoro en el que confluyeron sonidos industriales, bases electrónicas y una atmósfera digna del mejor cine de terror psicológico. Las visuales proyectadas sumaron una capa más de inquietud, con imágenes sombrías que envolvieron al público en una experiencia profundamente inmersiva. Más que por su intensidad física, fue una actuación que destacó por su impacto estético y emocional, difícil de olvidar.
Los legendarios Judas Priest encabezaron la jornada inaugural como parte de lo que han anunciado como su gira de despedida. Con más de medio siglo a sus espaldas, los británicos volvieron al Resurrection Fest con una actuación cargada de simbolismo y energía. El setlist combinó clásicos imprescindibles como “Breaking the Law”, “Electric Eye”, “Painkiller” o “Hell Bent for Leather” con material más reciente, mostrando tanto su legado como su vigencia. Verlos en el Main Stage, con una producción impecable y pantallas que permitían seguir cada detalle, fue un auténtico privilegio. Las guitarras de Richie Faulkner y Andy Sneap brillaron con claridad, repartiéndose solos y riffs con precisión; Scott Travis mantuvo todo firme desde la batería, mientras que Ian Hill aportó ese bajo sólido y reconocible de siempre.
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Rob Halford, entrañable y carismático, dirigió el show con la serenidad de quien sabe que ha dejado huella. Aunque su voz lleva años apoyándose en efectos para mantener esos agudos característicos, sigue siendo el alma de la banda. Se dirigió al público en varias ocasiones para agradecer el apoyo durante todos estos años y dejó una frase que resumió el espíritu del concierto: “La música es magia y siempre está aquí contigo”. Como broche final, apareció sobre su icónica Harley-Davidson antes de cerrar con “Living After Midnight”, coreada a pleno pulmón por todo el recinto. Un cierre emotivo para una actuación que quedará en la memoria colectiva del festival.
El Ritual se vistió de gala para recibir a Tarja. Mundialmente reconocida como la ex vocalista original de Nightwish (1996-2005), banda pionera del metal sinfónico, tras su salida, inició una exitosa carrera solista, explorando el metal sinfónico y el rock gótico. Su poderosa voz operística fue recibida por una enorme ovación que no paro de respaldar cada tema de la finlandesa. El foso fue una muestra de caras felices y fans cantando a pulmón la fusión magistral de riffs metaleros con arreglos orquestales . Quedó más que constatada su versatilidad que la mantiene como una figura icónica y relevante en la escena.
Justo después del show de Judas Priest, había que moverse rápido para no perderse a Pentagram en el Desert Stage, donde los pioneros del doom metal ofrecieron un sólido concierto liderado por un sorprendentemente enérgico Bobby Liebling, único miembro original y alma de la banda. En lo que se anuncia como su gira de despedida, el grupo centró su set en su último álbum Lightning in a Bottle (2025), dejando algo corta la presencia de sus clásicos, aunque temas como “Sign of the Wolf (Pentagram)” y “Forever My Queen” desataron la ovación del público. Con un gran sonido y una actuación intensa, Pentagram demostró que, a sus 71 años, Liebling sigue más que vigente.
El cierre de la jornada estuvo a cargo de Kanonenfieber, una de las propuestas más contundentes y singulares del cartel. La banda alemana, conocida por su death metal denso y lleno de matices históricos, ofreció un espectáculo que fue mucho más que música: fue una representación escénica cargada de simbolismo. Con una puesta en escena impactante —uniformes militares, proyecciones en blanco y negro, y una ambientación sombría inspirada en las guerras mundiales—, construyeron una narrativa visual que amplificó el peso emocional de su música. Cada tema parecía contar una historia, no solo con riffs demoledores y una batería implacable, sino también con gestos teatrales medidos y una atmósfera tensa y solemne.
Kanonenfieber demostró no solo solidez musical, sino también una visión artística clara y ambiciosa, que los posiciona como una banda con enorme potencial dentro de la escena extrema. El público más entregado respondió con entusiasmo y respeto, reconociendo el valor de una propuesta que no hace concesiones y que apuesta por una experiencia total, donde la música, la historia y la escenografía se entrelazan con fuerza.
Y para cerrar el primer día del aniversario tuvimos la suerte de disfrutar de los siempre estelares Stick To Your Guns. Habiéndoles visto en su reciente paso por Barcelona, los norteamericanos volvieron a demostrar que son unos referentes para todos los amantes del harcore melódico / post hardcore. Pese a que el concierto empezó pasadas la 1:00, el Chaos Stage se convirtió en una oda al género, a los distintos asuntos sociales que vivimos en 2025 y a la siempre espectacular puesta en escena de Jesse Barnett y los suyos. Concierto para el recuerdo sin lugar a dudas.


El primer día del 20 aniversario del Resurrection Fest estuvo a la altura de las expectativas con algunos matices. La primera jornada arrancó con los alemanes From Fall to Spring y su Metalcore “eurovisivo”. Una apuesta por la fórmula más estandar dentro del género pero que sorprendió a los asistentes con un buen sonido, una muy buena puesta en escena y un cover de “In The End” de Linkin Park con bastante acierto.
Mind Traveller fue la banda encargada de abrir el Desert en está edición, su motiviación se pudo sentir desde el arranque, todos concentrados en sus instrumentos sin parar de interactuar con el público que comenzaba a llenar la zona. David como frontman se dejó la vida en calentar a los madrugadores y la aparición de los “churros” fue un puntazo que obligó a los más tímidos a sumarse al pit. Todo junto fue un gran debút y nos dejó con las ganas de seguir a la banda para verles en sala. El ritmo no paró con los norteamericanos Letlive. Banda que a título personal me sorprendió muchísimo tanto por el excelente sonido que salía del Chaos Stage como por la energía que desprendían Jason Aalon y compañía. Un muy buen concierto de Rock/Post Hardcore con una imagen para la historia viendo a Jason colgado del famoso árbol que hay dentro de la misma carpa. Por otro lado en el Ritual Stage, se presento: Deimocracy, (pablo)!!!!
Llegaba la hora de los también americanos Signs of the Swarm y su impresionante Deathcore. Liderados por David Simonich (ex Lorna Shore), pusieron el main stage patas arriba con una demostración de potencia y técnica al alcance de pocos grupos a día de hoy. Es de agradecer que sigan contando con bandas de este estilo para el escenario principal de Viveiro. Travo llegó con su personal sonido desde Portugal para convencer en el Desert donde bandas con este sonido son aplaudidas y celebradas. Se notó durante su actuación que es una banda muy trabajada, con sonidos que recordaron al mejor stoner, rock progresivo y tramos psicodélicos. La capacidad de los músicos quedo demostrada con temas de mucha vistuosidad. Como ocurre en ocasiones en festivales su concierto se nos quedó corto aunque por la respuesta del público tras cada tema no fuimos los únicos en disfrutar cada minuto.
Psilicon Flesh ofreció una experiencia intensa y sensorial, con un sonido oscuro y electrónico que no pasó desapercibido. Su puesta en escena, marcada por distorsiones, visuales y una fuerte carga performática, atrajo la atención de quienes buscaban algo distinto. Pese a su propuesta arriesgada, el público respondió con curiosidad y respeto. Turno para Spy, los de California transformaron el Chaos en un ervidero desde la primera canción, con la energía de Peter Pawlak al frente, que no paró ni un segundo de moverse y lanzar patadas o saltar, la banda desató un torbellino de energía. canciones rápidas y contundentes como “Exceptional American” y “Bootlicker” que encendieron un mosh pit implacable, mientras Drew Satterlund y Cody Kryst no se quedaban atrás acompañando cada tema de gestos y más patadas al aire o saltos espectaculares. Un concierto explosivo, directo al grano, sin tregua, perfecto para dejar alto el pabellon de este escenario.
Tras un parón para descansar y conseguir estar cerca de los siguientes protagonistas, Novelists salía a comerse el main stage del Resu con su metalcore progresivo. Presentando varios temas de su nuevo álbum Coda y celebrando la reciente incorporación de Camile Contreras como frontwoman, puedo decir que es de las bandas que más me han sorprendido en directo (y no solo de esta edición). Unos guitarras de otro planeta, Camile demostrando porqué es una de las nuevas “jefas” del metal moderno y el público completamente entregado hicieron de su concierto el mejor de la jornada.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Copenhell 2025 – Dia 4: “Resistencia y entrega”
Årabrot es una banda peculiar desde el origen de su nombre: un vertedero cercano a la ciudad de formación, Haugesund, Noruega. Vestidos en un blanco nuclear bajo un sol directo dejaban sobre el escenario una imagen inigualable, tan original como su música, tan bella como brutal, puro contraste. Imposible permanecer indiferente a su sonido lleno de mezclas y casi inclasificable. Liderada por Kjetil Nernes (voz y guitarra) y, desde 2013, con la fundamental colaboración de Karin Park (Teclados, voy y sintes), su música es una poderosa amalgama de noise rock, sludge metal, doom metal y post-punk, caracterizada por su evolución constante de un sonido crudo a composiciones más melódicas y atmosféricas, una delicia y un espectáculo que concenció.
Lost Society, subió al escenario con una propuesta potente, combinando la agresividad del thrash con la fuerza rítmica del groove metal contemporáneo. Desde los primeros acordes, la banda finlandesa encendió al público con riffs afilados y una energía desbordante. El vocalista, siempre en movimiento, no dejó un rincón del escenario sin recorrer, alimentando una conexión directa y visceral con las primeras filas. Su entrega fue total, y el entusiasmo del público se tradujo en coros masivos y puños en alto. Sin duda, fue uno de los momentos más vibrantes de la jornada, marcando un antes y un después en la intensidad del festival.
Con un Chaos casi lleno Paerish, banda de rock alternativo parisina formada en 2013, dejó claro porque está entre las bandas más escuchadas de su genero en el pais vecino. Integrada por Mathias Court, Frédéric Wah, Martin Dupraz y Loic Fouquet, su sonido fusiona el indie rock con toques de shoegaze (bien de distornsiones y pedales), caracterizado por melodías pegadizas y guitarras enérgicas fueron uno de los grupos descubrimiento del primer día y a los que hemos vuelto par escuchar con más detenimiento desde entonces.
La siguiente banda que tuvimos ocasión de disfrutar fue ni más ni menos que Jinjer. Titanes del metal progresivo que parece que van a mejor cada año que pasa (siendo ya auténticos referentes dentro del género). Tatiana y los suyos salieron a celebrar el aniversario del Resu haciendo repaso de sus temas más legendarios sin olvidar su reciente álbum Duel que aportó mucha frescura para los que ya lea vimos hace un par de años aquí mismo. A su vez, en el Desert stage, se presentaba The Southern River Band, todabía bañados por la luz dorada del atardecer y con el desparpajo que les caracteriza soltaron su rock clasico casi sin pausas, hilando tema tras tema, demostrando su capacidad musical y dando un concierto de mucha calidad musical. Su sonido es una potente mezcla de rock clásico de los 70 y 80, pub rock y hard rock, con claras influencias de AC/DC y Thin Lizzy. Cargados de energía, una actitud rompedora y chulesca convencieron a los que no les conocian y no defraudaron a los que ya sabían lo que esperar. Como dejó claro Cal Cramer, voz y alma de la banda, tras levantar su botella de bourbon y refrescarse el gadnate: “…qué esperabais, somos Australianos…”
Acto seguido llegó uno de los momentos más intensos del día con Terminal Sleep. Procedentes de Melbourne, tomaron por asalto el Chaos Stage con una descarga de hardcore abrasivo que rápidamente transformó el espacio en un campo de batalla. La energía de la banda fue imparable, y su vocalista —una frontwoman con una presencia arrolladora— brilló con una entrega feroz, combinando emoción cruda y agresividad en cada grito, cada gesto. Su actuación dejó claro que tiene todo para convertirse en una figura destacada dentro de la escena hardcore internacional.
El contraste no pudo ser más marcado cuando, poco después, Skynd se adueñó del escenario con una propuesta oscura y teatral. Envuelta en su estética gótica habitual, la vocalista lideró un perturbador ritual sonoro en el que confluyeron sonidos industriales, bases electrónicas y una atmósfera digna del mejor cine de terror psicológico. Las visuales proyectadas sumaron una capa más de inquietud, con imágenes sombrías que envolvieron al público en una experiencia profundamente inmersiva. Más que por su intensidad física, fue una actuación que destacó por su impacto estético y emocional, difícil de olvidar.
Los legendarios Judas Priest encabezaron la jornada inaugural como parte de lo que han anunciado como su gira de despedida. Con más de medio siglo a sus espaldas, los británicos volvieron al Resurrection Fest con una actuación cargada de simbolismo y energía. El setlist combinó clásicos imprescindibles como “Breaking the Law”, “Electric Eye”, “Painkiller” o “Hell Bent for Leather” con material más reciente, mostrando tanto su legado como su vigencia. Verlos en el Main Stage, con una producción impecable y pantallas que permitían seguir cada detalle, fue un auténtico privilegio. Las guitarras de Richie Faulkner y Andy Sneap brillaron con claridad, repartiéndose solos y riffs con precisión; Scott Travis mantuvo todo firme desde la batería, mientras que Ian Hill aportó ese bajo sólido y reconocible de siempre.
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Rob Halford, entrañable y carismático, dirigió el show con la serenidad de quien sabe que ha dejado huella. Aunque su voz lleva años apoyándose en efectos para mantener esos agudos característicos, sigue siendo el alma de la banda. Se dirigió al público en varias ocasiones para agradecer el apoyo durante todos estos años y dejó una frase que resumió el espíritu del concierto: “La música es magia y siempre está aquí contigo”. Como broche final, apareció sobre su icónica Harley-Davidson antes de cerrar con “Living After Midnight”, coreada a pleno pulmón por todo el recinto. Un cierre emotivo para una actuación que quedará en la memoria colectiva del festival.
El Ritual se vistió de gala para recibir a Tarja. Mundialmente reconocida como la ex vocalista original de Nightwish (1996-2005), banda pionera del metal sinfónico, tras su salida, inició una exitosa carrera solista, explorando el metal sinfónico y el rock gótico. Su poderosa voz operística fue recibida por una enorme ovación que no paro de respaldar cada tema de la finlandesa. El foso fue una muestra de caras felices y fans cantando a pulmón la fusión magistral de riffs metaleros con arreglos orquestales . Quedó más que constatada su versatilidad que la mantiene como una figura icónica y relevante en la escena.
Justo después del show de Judas Priest, había que moverse rápido para no perderse a Pentagram en el Desert Stage, donde los pioneros del doom metal ofrecieron un sólido concierto liderado por un sorprendentemente enérgico Bobby Liebling, único miembro original y alma de la banda. En lo que se anuncia como su gira de despedida, el grupo centró su set en su último álbum Lightning in a Bottle (2025), dejando algo corta la presencia de sus clásicos, aunque temas como “Sign of the Wolf (Pentagram)” y “Forever My Queen” desataron la ovación del público. Con un gran sonido y una actuación intensa, Pentagram demostró que, a sus 71 años, Liebling sigue más que vigente.
El cierre de la jornada estuvo a cargo de Kanonenfieber, una de las propuestas más contundentes y singulares del cartel. La banda alemana, conocida por su death metal denso y lleno de matices históricos, ofreció un espectáculo que fue mucho más que música: fue una representación escénica cargada de simbolismo. Con una puesta en escena impactante —uniformes militares, proyecciones en blanco y negro, y una ambientación sombría inspirada en las guerras mundiales—, construyeron una narrativa visual que amplificó el peso emocional de su música. Cada tema parecía contar una historia, no solo con riffs demoledores y una batería implacable, sino también con gestos teatrales medidos y una atmósfera tensa y solemne.
Kanonenfieber demostró no solo solidez musical, sino también una visión artística clara y ambiciosa, que los posiciona como una banda con enorme potencial dentro de la escena extrema. El público más entregado respondió con entusiasmo y respeto, reconociendo el valor de una propuesta que no hace concesiones y que apuesta por una experiencia total, donde la música, la historia y la escenografía se entrelazan con fuerza.
Y para cerrar el primer día del aniversario tuvimos la suerte de disfrutar de los siempre estelares Stick To Your Guns. Habiéndoles visto en su reciente paso por Barcelona, los norteamericanos volvieron a demostrar que son unos referentes para todos los amantes del harcore melódico / post hardcore. Pese a que el concierto empezó pasadas la 1:00, el Chaos Stage se convirtió en una oda al género, a los distintos asuntos sociales que vivimos en 2025 y a la siempre espectacular puesta en escena de Jesse Barnett y los suyos. Concierto para el recuerdo sin lugar a dudas.