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Noche de rock progresivo sobre Buenos Aires. Y no una cualquiera porque lo que se presentaba como opción era nada menos que Rick Wakeman en su gira despedida, uno de los más virtuosos tecladistas y pianistas de la historia del género. Me animo a decir que su importancia como artista excede con creces al género mencionado, pero esa discusión es para otro momento. Lo que hoy nos convoca es reseñar esta estupenda velada.
Fue el elegante Teatro Gran Rex, a tan solo metros del Obelisco porteño, el recinto que tuvo el honor de albergar este evento y, como se podría esperar, presentó un lleno completo. Un marco impecable para una noche memorable.
El show comenzó a las 21:00 hs con el maestro de muy buen humor, como siempre, sobre un escenario despojado de cualquier parafernalia. Apenas un piano y un combo de teclado/sintetizador ubicados uno a cada lado, elementos suficientes para dejar lucir lo mejor de la noche que es en definitiva lo que nos convoca: La performance en vivo de este Mago de las teclas. Tampoco hubo lugar para sus famosas capas. En esta oportunidad el maestro optó por un mucho más sobrio (aunque no tanto) traje negro a rayas.
Tras un breve saludo, la velada arrancó con “Jane Seymour” y “Catherine Howard”, acaso las más destacadas del imprescindible “Six Wives of Henry VIII”. Para muchos, el más sinfónico de su inmensa discografía. Ejecutadas con maestría en el teclado fueron fieles versiones de aquel clásico disco.
Entre canción y canción Wakeman se encargaba de presentar los números, dar alguna breve explicación sobre lo que íbamos a escuchar y, ¿por qué no?, también lugar para alguna broma.
Rápidamente Wakeman se mudó al piano para ejecutar dos versiones de temas que no son de su autoría, pero que sí contaron con su participación al momento de ser grabadas: “Space Oddity” y “Life on Mars?”, de David Bowie. La primera de las canciones en aquella oportunidad fue registrada con un Mellotron, y la segunda más enmarcada dentro del glam rock británico de principios de los 70s, ambas ahora adaptadas a una versión unplugged. De hecho, ya habían sido grabadas en este nuevo formato en el muy recomendable disco “Piano Portraits” del 2017.
El acto siguiente lo tuvo a Wakeman de nuevo frente al teclado para recrear el tremendamente épico “The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table”. Las canciones elegidas para representar esta obra maestra fueron “Arthur”, “Guinevere”, “Merlin the Magician” y “The Last Battle”. Gran combo para dar vida a aquel disco conceptual tan influyente y necesario que, al día de hoy, no pierde vigencia. También hubo lugar para una pequeña joya escondida en su vasta discografía: “Sea Horses” del extenso “Rhapsodies”.
Nuevamente el Mago intercambió lugares para volver al Steinway and Sons y ejecutar el plato fuerte de la noche, al menos así estaba promocionado en el flyer. La única pieza nueva del repertorio, aunque lo de nueva en este caso es relativo. Se trató de un arreglo titulado “Yessonata”, nada menos que un ensamble de canciones de YES, todas ejecutadas en piano de forma continua e ininterrumpida. Allí pasaron clásicos de todos los tiempos de la legendaria banda a la que Wakeman tanto aportara. Desde “Cans and Brahms” hasta “And You, and I”, pasando por “Going for the One”… Una pieza de extensa duración, unos veinte minutos, y que no tiene una forma definida, a la que el maestro va nutriendo de distintas canciones y partes en cada recital.
Vuelta al teclado eléctrico para otras dos versiones de canciones no propias, pero de un peso histórico gigantesco. “Help!” y “Eleonore Rigby” de los eternos Beatles. O, como las presentara el maestro, “una de Lennon y otra de McCartney”. También ambas dos habían formado parte del antes mencionado “Piano Portraits”.
Por último, y a modo de bis, quedaba tiempo para una perla más: Una ejecución del mágico “Journey to the Centre of the Earth”. De este modo, sus tres discos solistas más importantes quedaban representados a lo largo de la noche. Pero no se trató de una versión en teclados sino de una más íntima en piano ya que, como el propio Wakeman explicó, así fue como la compuso de muy joven.
Un cierre perfecto para una noche impecable y que tiene un sabor algo triste de saber que es la despedida, al menos en escenarios argentinos, para uno de los más grandes exponentes de la música progresiva y clásica. Un artista que tantas veces nos ha visitado y que cuesta pensar que ya no lo hará en el futuro. ¿Quién sabe si podremos verlo nuevamente? Por lo pronto se trató de un adiós a la altura de su imponente carrera.
Etiquetas: argentina, Buenos Aires, Inglaterra, Rick Wakeman, Rock Progresivo
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Noche de rock progresivo sobre Buenos Aires. Y no una cualquiera porque lo que se presentaba como opción era nada menos que Rick Wakeman en su gira despedida, uno de los más virtuosos tecladistas y pianistas de la historia del género. Me animo a decir que su importancia como artista excede con creces al género mencionado, pero esa discusión es para otro momento. Lo que hoy nos convoca es reseñar esta estupenda velada.
Fue el elegante Teatro Gran Rex, a tan solo metros del Obelisco porteño, el recinto que tuvo el honor de albergar este evento y, como se podría esperar, presentó un lleno completo. Un marco impecable para una noche memorable.
El show comenzó a las 21:00 hs con el maestro de muy buen humor, como siempre, sobre un escenario despojado de cualquier parafernalia. Apenas un piano y un combo de teclado/sintetizador ubicados uno a cada lado, elementos suficientes para dejar lucir lo mejor de la noche que es en definitiva lo que nos convoca: La performance en vivo de este Mago de las teclas. Tampoco hubo lugar para sus famosas capas. En esta oportunidad el maestro optó por un mucho más sobrio (aunque no tanto) traje negro a rayas.
Tras un breve saludo, la velada arrancó con “Jane Seymour” y “Catherine Howard”, acaso las más destacadas del imprescindible “Six Wives of Henry VIII”. Para muchos, el más sinfónico de su inmensa discografía. Ejecutadas con maestría en el teclado fueron fieles versiones de aquel clásico disco.
Entre canción y canción Wakeman se encargaba de presentar los números, dar alguna breve explicación sobre lo que íbamos a escuchar y, ¿por qué no?, también lugar para alguna broma.
Rápidamente Wakeman se mudó al piano para ejecutar dos versiones de temas que no son de su autoría, pero que sí contaron con su participación al momento de ser grabadas: “Space Oddity” y “Life on Mars?”, de David Bowie. La primera de las canciones en aquella oportunidad fue registrada con un Mellotron, y la segunda más enmarcada dentro del glam rock británico de principios de los 70s, ambas ahora adaptadas a una versión unplugged. De hecho, ya habían sido grabadas en este nuevo formato en el muy recomendable disco “Piano Portraits” del 2017.
El acto siguiente lo tuvo a Wakeman de nuevo frente al teclado para recrear el tremendamente épico “The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table”. Las canciones elegidas para representar esta obra maestra fueron “Arthur”, “Guinevere”, “Merlin the Magician” y “The Last Battle”. Gran combo para dar vida a aquel disco conceptual tan influyente y necesario que, al día de hoy, no pierde vigencia. También hubo lugar para una pequeña joya escondida en su vasta discografía: “Sea Horses” del extenso “Rhapsodies”.
Nuevamente el Mago intercambió lugares para volver al Steinway and Sons y ejecutar el plato fuerte de la noche, al menos así estaba promocionado en el flyer. La única pieza nueva del repertorio, aunque lo de nueva en este caso es relativo. Se trató de un arreglo titulado “Yessonata”, nada menos que un ensamble de canciones de YES, todas ejecutadas en piano de forma continua e ininterrumpida. Allí pasaron clásicos de todos los tiempos de la legendaria banda a la que Wakeman tanto aportara. Desde “Cans and Brahms” hasta “And You, and I”, pasando por “Going for the One”… Una pieza de extensa duración, unos veinte minutos, y que no tiene una forma definida, a la que el maestro va nutriendo de distintas canciones y partes en cada recital.
Vuelta al teclado eléctrico para otras dos versiones de canciones no propias, pero de un peso histórico gigantesco. “Help!” y “Eleonore Rigby” de los eternos Beatles. O, como las presentara el maestro, “una de Lennon y otra de McCartney”. También ambas dos habían formado parte del antes mencionado “Piano Portraits”.
Por último, y a modo de bis, quedaba tiempo para una perla más: Una ejecución del mágico “Journey to the Centre of the Earth”. De este modo, sus tres discos solistas más importantes quedaban representados a lo largo de la noche. Pero no se trató de una versión en teclados sino de una más íntima en piano ya que, como el propio Wakeman explicó, así fue como la compuso de muy joven.
Un cierre perfecto para una noche impecable y que tiene un sabor algo triste de saber que es la despedida, al menos en escenarios argentinos, para uno de los más grandes exponentes de la música progresiva y clásica. Un artista que tantas veces nos ha visitado y que cuesta pensar que ya no lo hará en el futuro. ¿Quién sabe si podremos verlo nuevamente? Por lo pronto se trató de un adiós a la altura de su imponente carrera.
Etiquetas: argentina, Buenos Aires, Inglaterra, Rick Wakeman, Rock Progresivo