La noche del 22 de Octubre en el Garaje Beat Club de Murcia nos sumergió en un oscuro e intenso viaje musical con tres poderosas bandas: Seth, Borknagar y los esperados Rotting Christ. Desde el inicio, el ambiente en la sala anticipaba una velada memorable, y cada banda dejó su marca indeleble en el público.
Los franceses Seth inauguraron el concierto puntualmente a las 19:00h, con una interpretación sólida que ya contaba con la presencia de más de la mitad del aforo. Desde el primer tema, la banda consiguió un sonido nítido, en el que cada instrumento podía distinguirse a pesar de la complejidad de las partes más rápidas. El teclado se destacó especialmente, aunque en algunos momentos la voz del vocalista se perdía ligeramente debido a la intensidad de los demás instrumentos.
La atmósfera creada fue envolvente y tétrica, con luces traseras dominadas por tonos rojos y ausencia de luces frontales que mantuvieron el “corpse paint” de los músicos en un misterioso juego de sombras. El humo, omnipresente en la puesta en escena, acentuó la esencia oscura del black metal, mientras que el vocalista añadía teatralidad con una capa que mantuvo puesta hasta el último tema, además de blandir un puñal en momentos clave, un toque dramático que enloqueció al público. Aunque no contamos con el setlist completo, la energía de Seth fue el arranque perfecto para la noche.
A las 20:00h, Borknagar tomó el escenario y se notó una mejora notable en el sonido. Su set brilló particularmente en las secciones melódicas, que sonaron cristalinas, y para este punto, la sala ya estaba prácticamente llena. La banda noruega ofreció una conexión intensa con el público, que respondió enérgicamente a cada interacción.
El repertorio abarcó tanto su último trabajo, “True North”, del cual interpretaron temas como “Nordic Anthem” y “Summits”, como canciones emblemáticas de álbumes previos, entre ellas “The Fire That Burns”, “Up North”, “The Rhymes Of The Mountain” y “Winter Thrice”. La botella de vino sobre los amplificadores y la actitud relajada de la banda dieron un toque de cercanía y autenticidad al concierto, que solo sufrió algunos pequeños problemas de acople que no lograron opacar la intensidad de su actuación. Fue, sin duda, una actuación a la altura de sus seguidores.
Finalmente, a las 21:45h, la legendaria banda griega Rotting Christ tomó el escenario, y desde el primer acorde quedó claro que habían reservado el mejor despliegue de sonido y luces para ellos. La comunión con el público fue instantánea: entre cuernos al aire, pogos y cánticos que reverberaban en toda la sala, los asistentes corearon cada uno de los clásicos que fueron cayendo como himnos a lo largo de la noche.
En su repertorio destacaron piezas icónicas como “Áealo”, “Kata Ton Daimona Eaytoy”, “Like Father, Like Son”, “Non Serviam”, “Brandis Spiritu Diabolos” y “The Raven”. La banda demostró una vez más su conexión profunda con el público, interactuando constantemente: el vocalista chocaba puños y sonreía entre temas, dejando claro el cariño y el respeto por sus seguidores.
Aunque su actuación fue breve y apenas superó la hora, la intensidad fue tal que la mayoría nos quedamos con ganas de más. Un cierre magistral para una noche que, sin duda, quedó grabada en la memoria de quienes estuvimos allí.
La noche del 22 de Octubre en el Garaje Beat Club de Murcia nos sumergió en un oscuro e intenso viaje musical con tres poderosas bandas: Seth, Borknagar y los esperados Rotting Christ. Desde el inicio, el ambiente en la sala anticipaba una velada memorable, y cada banda dejó su marca indeleble en el público.
Los franceses Seth inauguraron el concierto puntualmente a las 19:00h, con una interpretación sólida que ya contaba con la presencia de más de la mitad del aforo. Desde el primer tema, la banda consiguió un sonido nítido, en el que cada instrumento podía distinguirse a pesar de la complejidad de las partes más rápidas. El teclado se destacó especialmente, aunque en algunos momentos la voz del vocalista se perdía ligeramente debido a la intensidad de los demás instrumentos.
La atmósfera creada fue envolvente y tétrica, con luces traseras dominadas por tonos rojos y ausencia de luces frontales que mantuvieron el “corpse paint” de los músicos en un misterioso juego de sombras. El humo, omnipresente en la puesta en escena, acentuó la esencia oscura del black metal, mientras que el vocalista añadía teatralidad con una capa que mantuvo puesta hasta el último tema, además de blandir un puñal en momentos clave, un toque dramático que enloqueció al público. Aunque no contamos con el setlist completo, la energía de Seth fue el arranque perfecto para la noche.
A las 20:00h, Borknagar tomó el escenario y se notó una mejora notable en el sonido. Su set brilló particularmente en las secciones melódicas, que sonaron cristalinas, y para este punto, la sala ya estaba prácticamente llena. La banda noruega ofreció una conexión intensa con el público, que respondió enérgicamente a cada interacción.
El repertorio abarcó tanto su último trabajo, “True North”, del cual interpretaron temas como “Nordic Anthem” y “Summits”, como canciones emblemáticas de álbumes previos, entre ellas “The Fire That Burns”, “Up North”, “The Rhymes Of The Mountain” y “Winter Thrice”. La botella de vino sobre los amplificadores y la actitud relajada de la banda dieron un toque de cercanía y autenticidad al concierto, que solo sufrió algunos pequeños problemas de acople que no lograron opacar la intensidad de su actuación. Fue, sin duda, una actuación a la altura de sus seguidores.
Finalmente, a las 21:45h, la legendaria banda griega Rotting Christ tomó el escenario, y desde el primer acorde quedó claro que habían reservado el mejor despliegue de sonido y luces para ellos. La comunión con el público fue instantánea: entre cuernos al aire, pogos y cánticos que reverberaban en toda la sala, los asistentes corearon cada uno de los clásicos que fueron cayendo como himnos a lo largo de la noche.
En su repertorio destacaron piezas icónicas como “Áealo”, “Kata Ton Daimona Eaytoy”, “Like Father, Like Son”, “Non Serviam”, “Brandis Spiritu Diabolos” y “The Raven”. La banda demostró una vez más su conexión profunda con el público, interactuando constantemente: el vocalista chocaba puños y sonreía entre temas, dejando claro el cariño y el respeto por sus seguidores.
Aunque su actuación fue breve y apenas superó la hora, la intensidad fue tal que la mayoría nos quedamos con ganas de más. Un cierre magistral para una noche que, sin duda, quedó grabada en la memoria de quienes estuvimos allí.