

Texto: Stefano Di Genti
Fue una noche teatral y épica en el Royal Arena para The Legendary Tour de la mano de los mayores exponentes del power metal histórico, donde revivieron a los grandes líderes de las antiguas civilizaciones, tal como bien capturan en su último álbum.
A las 19:00, llegando al campo, nos recibió The Legendary Orchestra, quienes nos deleitaron con un tributo a Sabaton mucho más medieval. En la apertura pudimos disfrutar versiones más conmovedoras de algunos de los clásicos de la banda como “Ghost Division”, “Bismarck” y “Winged Hussars”.
La instrumentación estuvo encabezada por el trío femenino en la batuta y voz principal Noa Gruman, la violinista principal Mia Asano y la zanfona a manos de Patty Gurdy, quien le dio el mayor tinte feudal a la banda. La orquesta contaba con el tamaño adecuado para esta arena, donde la acústica puede ser un desafío para la producción, y esta vez se lucieron: la percusión nunca opacó y el coro pudo transmitir toda su viveza y emoción.
Cabe decir que pocas bandas pueden combinar una orquesta con un recital de metal. Teniendo en cuenta que el público escandinavo es frío desde el vamos, esto puede perjudicar el ambiente del campo y hacer que un pogo nunca llegue a suceder.
Entre bandas, cuando ya se olía la llegada del plato fuerte, se escuchaba al unísono el coreo icónico de “Swedish Pagans”. Hasta que Napoleón Bonaparte se anunció en el centro del campo entre antorchas, donde monologó en contra de los ingleses y sus logros con su estúpido acento francés. Luego, el bárbaro Genghis Khan irrumpió en escena para un choque de “Civilización y Barbarie”. Para el próximo acto de esta breve obra, Julio César se hizo presente como último bastión, desafiando a los otros líderes, solo para terminar siendo apuñalado por el Khan y Napoleón. Finalmente, llegaron los caballeros templarios, quienes, tras sacarse sus yelmos, calzaron sus instrumentos y marcharon desde el centro del campo al escenario a través de un puente elevado, terminando así esta obra de teatro y dando inicio al recital con “Templars”.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Helloween en Madrid: “Gigantes y monstruos”
Una vez que arrancó la función, ya sin el look templario, Joakim no medió muchas palabras con el público. Él mismo dijo: “Demasiada cháchara, yo sé que ustedes están acá por el fucking heavy metal”. Pero sí remarcó su emoción por estar allí y cómo los daneses siempre lo hacen sentir como en casa. Por esa misma razón, creemos que por estar en Dinamarca no los iba a detener de tocar “Carolous Rex” en sueco.
Contrario a la orquesta previa, el sonido no estuvo a la altura, con el micrófono principal notablemente más bajo que la banda y una batería que invadía por sobre el teclado, característico en Sabaton. El sonido se fue puliendo a lo largo del show y, para cuando sonó “The Red Baron”, ya estaban todos los cañones literalmente tirando a la par.
Al mismo tiempo, el público también despertó y se pudieron disfrutar rondas en el pogo, no sin que me tomaran del cuello pidiendo que parara de saltar. Algo que me enervó: nunca antes creí que alguien pidiese frenar el mosh pit en un recital de metal, pero eso no me detuvo de arengar al círculo, que en un principio me recibió de muy buena manera, y terminar haciendo más quilombo, volcando un poco de nuestra sangre y pasión latina en Copenhague. Puedo entender cierta timidez a la hora de tener gente más grande que uno chocando y desparramando cerveza, pero en contexto… no vinimos a ver a Coldplay.
Lo que marcó el medio tiempo del concierto fue la batería de Hannes Van Dahl, quien lo dio todo en un solo súper técnico donde su plataforma se elevó como una torre de guardia. Esto bajó el ritmo que había acumulado el campo y dio un lindo respiro para “Christmas Truce”, en lo que fue un momento de hermandad y miles de teléfonos iluminando la escena. Algo que se siente como un verdadero privilegio de vivir en diciembre.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Sabaton – Legends (2025)
Lo más triste fue uno de los momentos que más se anticipaban, cuando en la intro de “Primo Victoria” el micrófono de Joakim tuvo más problemas técnicos. Pero no detuvo al público de cantar y poguear, que a esta altura del partido ya no tenía vergüenza y aún menos sobriedad.
Ya cerrando, dejaron otro de sus clásicos para el final con “To Hell and Back”, otra canción con una intro icónica para despertar al ya agotado público después de dos horas en el Royal Arena.
Sabaton continúa demostrando su destreza técnica en sus músicos, con un frontman carismático y tenaz. Pese a los problemas de audio, el resto de la producción fue impoluta y brindó un show con pirotecnia, luces, niebla y escenografía que incluyó cañones de fuego y un castillo por escenario. Este conjunto sigue moviendo a todos los fanáticos de la historia y la guerra después de más de 25 años.



Texto: Stefano Di Genti
Fue una noche teatral y épica en el Royal Arena para The Legendary Tour de la mano de los mayores exponentes del power metal histórico, donde revivieron a los grandes líderes de las antiguas civilizaciones, tal como bien capturan en su último álbum.
A las 19:00, llegando al campo, nos recibió The Legendary Orchestra, quienes nos deleitaron con un tributo a Sabaton mucho más medieval. En la apertura pudimos disfrutar versiones más conmovedoras de algunos de los clásicos de la banda como “Ghost Division”, “Bismarck” y “Winged Hussars”.
La instrumentación estuvo encabezada por el trío femenino en la batuta y voz principal Noa Gruman, la violinista principal Mia Asano y la zanfona a manos de Patty Gurdy, quien le dio el mayor tinte feudal a la banda. La orquesta contaba con el tamaño adecuado para esta arena, donde la acústica puede ser un desafío para la producción, y esta vez se lucieron: la percusión nunca opacó y el coro pudo transmitir toda su viveza y emoción.
Cabe decir que pocas bandas pueden combinar una orquesta con un recital de metal. Teniendo en cuenta que el público escandinavo es frío desde el vamos, esto puede perjudicar el ambiente del campo y hacer que un pogo nunca llegue a suceder.
Entre bandas, cuando ya se olía la llegada del plato fuerte, se escuchaba al unísono el coreo icónico de “Swedish Pagans”. Hasta que Napoleón Bonaparte se anunció en el centro del campo entre antorchas, donde monologó en contra de los ingleses y sus logros con su estúpido acento francés. Luego, el bárbaro Genghis Khan irrumpió en escena para un choque de “Civilización y Barbarie”. Para el próximo acto de esta breve obra, Julio César se hizo presente como último bastión, desafiando a los otros líderes, solo para terminar siendo apuñalado por el Khan y Napoleón. Finalmente, llegaron los caballeros templarios, quienes, tras sacarse sus yelmos, calzaron sus instrumentos y marcharon desde el centro del campo al escenario a través de un puente elevado, terminando así esta obra de teatro y dando inicio al recital con “Templars”.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Helloween en Madrid: “Gigantes y monstruos”
Una vez que arrancó la función, ya sin el look templario, Joakim no medió muchas palabras con el público. Él mismo dijo: “Demasiada cháchara, yo sé que ustedes están acá por el fucking heavy metal”. Pero sí remarcó su emoción por estar allí y cómo los daneses siempre lo hacen sentir como en casa. Por esa misma razón, creemos que por estar en Dinamarca no los iba a detener de tocar “Carolous Rex” en sueco.
Contrario a la orquesta previa, el sonido no estuvo a la altura, con el micrófono principal notablemente más bajo que la banda y una batería que invadía por sobre el teclado, característico en Sabaton. El sonido se fue puliendo a lo largo del show y, para cuando sonó “The Red Baron”, ya estaban todos los cañones literalmente tirando a la par.
Al mismo tiempo, el público también despertó y se pudieron disfrutar rondas en el pogo, no sin que me tomaran del cuello pidiendo que parara de saltar. Algo que me enervó: nunca antes creí que alguien pidiese frenar el mosh pit en un recital de metal, pero eso no me detuvo de arengar al círculo, que en un principio me recibió de muy buena manera, y terminar haciendo más quilombo, volcando un poco de nuestra sangre y pasión latina en Copenhague. Puedo entender cierta timidez a la hora de tener gente más grande que uno chocando y desparramando cerveza, pero en contexto… no vinimos a ver a Coldplay.
Lo que marcó el medio tiempo del concierto fue la batería de Hannes Van Dahl, quien lo dio todo en un solo súper técnico donde su plataforma se elevó como una torre de guardia. Esto bajó el ritmo que había acumulado el campo y dio un lindo respiro para “Christmas Truce”, en lo que fue un momento de hermandad y miles de teléfonos iluminando la escena. Algo que se siente como un verdadero privilegio de vivir en diciembre.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Sabaton – Legends (2025)
Lo más triste fue uno de los momentos que más se anticipaban, cuando en la intro de “Primo Victoria” el micrófono de Joakim tuvo más problemas técnicos. Pero no detuvo al público de cantar y poguear, que a esta altura del partido ya no tenía vergüenza y aún menos sobriedad.
Ya cerrando, dejaron otro de sus clásicos para el final con “To Hell and Back”, otra canción con una intro icónica para despertar al ya agotado público después de dos horas en el Royal Arena.
Sabaton continúa demostrando su destreza técnica en sus músicos, con un frontman carismático y tenaz. Pese a los problemas de audio, el resto de la producción fue impoluta y brindó un show con pirotecnia, luces, niebla y escenografía que incluyó cañones de fuego y un castillo por escenario. Este conjunto sigue moviendo a todos los fanáticos de la historia y la guerra después de más de 25 años.

















