

Foto de portada: Cortesía de NWM Producciones y Maru Debiassi
Como si de un reloj suizo se tratara —o mejor dicho, un reloj finlandés—, a las 21:00 en punto del sábado 4 de mayo, Tony Kakko y sus compañeros de Sonata Arctica saltaron una vez más al escenario del Teatro Flores con la puntualidad que los caracteriza. La banda volvió al país luego de un año, en el marco del “Clear Cold Beyond Tour“, que mezcla clásicos de todas las épocas con composiciones recientes.
La apertura de la noche estuvo a cargo de Beto Vázquez Infinity, proyecto emblemático de uno de los íconos del metal nacional, ahora en su etapa sinfónica. Aunque el set fue breve —como suele suceder en estos casos—, hubo espacio para algunas sorpresas. El bajista y líder del proyecto presentó dos canciones nuevas con invitados especiales. Primero subió al escenario Hernán Chávez para interpretar “Kill Technology“, una pieza potente con tintes modernos. Más tarde, fue el turno de Javier Bagalá, reconocido guitarrista de Nepal, quien aportó su destreza a “Spirit“, otra composición inédita que dejó a varios con ganas de más.
Sin embargo, quedó un dejo de nostalgia entre los presentes. Muchos esperábamos escuchar alguna de las joyas del famoso mini CD “Battle of Valmourt“, que lanzó a la fama al proyecto allá por 2001, aquel que incluía colaboraciones con Fabio Lione y Tarja Turunen. Hoy convertido en una rareza para coleccionistas, ese material representa una época dorada del metal sinfónico local y europeo que, lamentablemente, queda relegado en el repertorio habitual de la banda.
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Pasadas las 21, ya con el público caldeado y el recinto completo, comenzó el verdadero viaje emocional con Sonata Arctica. El inicio fue con “First in Line“, que funcionó como declaración de principios: están de vuelta, firmes y con una formación sólida. Le siguió “Dark Empath“, una muestra de la evolución sonora que la banda ha experimentado en los últimos años, combinando su costado más melódico con una oscuridad lírica más profunda.
A lo largo del show, Sonata logró equilibrar su repertorio con maestría. Hubo lugar para los nuevos temas, pero también para los clásicos que los fanáticos esperaban con ansiedad. El primero en hacer estallar al público fue “Flag in the Ground“, del The Days of Grays, con sus melodías coreables y su épica contagiosa.
La conexión entre Tony Kakko y el público argentino fue instantánea. Como es costumbre, el vocalista expresó su admiración por la entrega local con un “el argentino es el mejor público del mundo” que, lejos de sonar trillado, desató una ovación cerrada. No se trató solo de palabras: el ida y vuelta entre banda y audiencia fue constante y genuino.
Uno de los momentos más íntimos de la noche llegó con “Tallulah“, esa balada que atraviesa generaciones y que sigue estremeciendo a pesar del paso del tiempo. Era momento de repasar algunos de los temas más emblemáticos en la carrera de la banda, como “San Sebastian” y “Broken“, cada uno mostrando una faceta distinta del universo musical de Sonata: lo épico, lo melódico y lo introspectivo.
El tramo final del setlist fue una sucesión de himnos que dejaron sin aliento: “Replica“, “My Land” y el inevitable clásico “FullMoon“, que fue coreado a todo pulmón por un Teatro Flores en éxtasis. Como si eso no bastara, el encore incluyó dos piezas esperadísimas: “Wolf & Raven“, con su velocidad vertiginosa y técnica impecable, y el cierre con “Don’t Say a Word“, coronado por ese final festivo que ya es marca registrada: el infaltable grito de “Vodka!”, que desató saltos, pogos y brindis imaginarios entre amigos y desconocidos.
Desde lo técnico, el sonido fue nítido y potente, algo no siempre garantizado en recintos como el Flores. Cada instrumento se distinguía con claridad: las guitarras afiladas de Elias Viljanen, el bajo preciso de Pasi Kauppinen, la batería sólida de Tommy Portimo y los teclados envolventes de Henrik Klingenberg armaron una base perfecta para la voz de Tony, que se mostró en excelente forma a lo largo de todo el show.
Argentina volvió a abrazar a Sonata Arctica con la misma pasión de siempre. Y ellos, fieles a su estilo, respondieron con un show ajustado, emotivo y memorable. Agradecemos a Gaby Sisti y NWM Productions por la acreditación para cubrir el evento
Fotos: Los Guardianes Ciegos
- Jezabel
- BVI
- Beto Vazquez Infitiny
- Sonata Arctica


Foto de portada: Cortesía de NWM Producciones y Maru Debiassi
Como si de un reloj suizo se tratara —o mejor dicho, un reloj finlandés—, a las 21:00 en punto del sábado 4 de mayo, Tony Kakko y sus compañeros de Sonata Arctica saltaron una vez más al escenario del Teatro Flores con la puntualidad que los caracteriza. La banda volvió al país luego de un año, en el marco del “Clear Cold Beyond Tour“, que mezcla clásicos de todas las épocas con composiciones recientes.
La apertura de la noche estuvo a cargo de Beto Vázquez Infinity, proyecto emblemático de uno de los íconos del metal nacional, ahora en su etapa sinfónica. Aunque el set fue breve —como suele suceder en estos casos—, hubo espacio para algunas sorpresas. El bajista y líder del proyecto presentó dos canciones nuevas con invitados especiales. Primero subió al escenario Hernán Chávez para interpretar “Kill Technology“, una pieza potente con tintes modernos. Más tarde, fue el turno de Javier Bagalá, reconocido guitarrista de Nepal, quien aportó su destreza a “Spirit“, otra composición inédita que dejó a varios con ganas de más.
Sin embargo, quedó un dejo de nostalgia entre los presentes. Muchos esperábamos escuchar alguna de las joyas del famoso mini CD “Battle of Valmourt“, que lanzó a la fama al proyecto allá por 2001, aquel que incluía colaboraciones con Fabio Lione y Tarja Turunen. Hoy convertido en una rareza para coleccionistas, ese material representa una época dorada del metal sinfónico local y europeo que, lamentablemente, queda relegado en el repertorio habitual de la banda.
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Pasadas las 21, ya con el público caldeado y el recinto completo, comenzó el verdadero viaje emocional con Sonata Arctica. El inicio fue con “First in Line“, que funcionó como declaración de principios: están de vuelta, firmes y con una formación sólida. Le siguió “Dark Empath“, una muestra de la evolución sonora que la banda ha experimentado en los últimos años, combinando su costado más melódico con una oscuridad lírica más profunda.
A lo largo del show, Sonata logró equilibrar su repertorio con maestría. Hubo lugar para los nuevos temas, pero también para los clásicos que los fanáticos esperaban con ansiedad. El primero en hacer estallar al público fue “Flag in the Ground“, del The Days of Grays, con sus melodías coreables y su épica contagiosa.
La conexión entre Tony Kakko y el público argentino fue instantánea. Como es costumbre, el vocalista expresó su admiración por la entrega local con un “el argentino es el mejor público del mundo” que, lejos de sonar trillado, desató una ovación cerrada. No se trató solo de palabras: el ida y vuelta entre banda y audiencia fue constante y genuino.
Uno de los momentos más íntimos de la noche llegó con “Tallulah“, esa balada que atraviesa generaciones y que sigue estremeciendo a pesar del paso del tiempo. Era momento de repasar algunos de los temas más emblemáticos en la carrera de la banda, como “San Sebastian” y “Broken“, cada uno mostrando una faceta distinta del universo musical de Sonata: lo épico, lo melódico y lo introspectivo.
El tramo final del setlist fue una sucesión de himnos que dejaron sin aliento: “Replica“, “My Land” y el inevitable clásico “FullMoon“, que fue coreado a todo pulmón por un Teatro Flores en éxtasis. Como si eso no bastara, el encore incluyó dos piezas esperadísimas: “Wolf & Raven“, con su velocidad vertiginosa y técnica impecable, y el cierre con “Don’t Say a Word“, coronado por ese final festivo que ya es marca registrada: el infaltable grito de “Vodka!”, que desató saltos, pogos y brindis imaginarios entre amigos y desconocidos.
Desde lo técnico, el sonido fue nítido y potente, algo no siempre garantizado en recintos como el Flores. Cada instrumento se distinguía con claridad: las guitarras afiladas de Elias Viljanen, el bajo preciso de Pasi Kauppinen, la batería sólida de Tommy Portimo y los teclados envolventes de Henrik Klingenberg armaron una base perfecta para la voz de Tony, que se mostró en excelente forma a lo largo de todo el show.
Argentina volvió a abrazar a Sonata Arctica con la misma pasión de siempre. Y ellos, fieles a su estilo, respondieron con un show ajustado, emotivo y memorable. Agradecemos a Gaby Sisti y NWM Productions por la acreditación para cubrir el evento
Fotos: Los Guardianes Ciegos
- Jezabel
- BVI
- Beto Vazquez Infitiny
- Sonata Arctica