

Viernes 11
El viernes se postulaba para mí como el mejor día del SonicBlast y creedme que lo fue. Empezaban demasiado pronto Weedpecker, banda que llevo unos meses escuchando y me transportan de formas bastante intensas a otros páramos con un psych-rock muy denso y desértico. Editan con Stickman Records y todo lo que se relacione con Elder me suele atraer… Me sorprendió el slot y el escenario, creo que podrían haber hecho una gran performance en algún main stage y haberlos disfrutado mucha más gente.
Después de los polacos, era turno de Monarch, no los Monarch que conocíamos la gente que venimos del sludge, estos son otros y no son franceses. Desde California (otra banda más) nos regalaron una buena experiencia de southern rock algo experimental atesorando alguna que otra intro memorable. Limpios con reverb, una voz onírica y solos a dos guitarras bastante imponentes. Como también lo fueron Naxatras, griegos pero no muy de letras. La banda instrumental de rock psicodélico logró drenar las mentes de la gente que se acercó en la sobremesa del festival. Mucho chorus, mucho flanger, bridges muy robóticos que nos hicieron avanzar la tarde sin casi darnos cuenta.
Cinco y media y empezaba Temple Fang, una banda que el pasado año abrió el festival el miércoles en el escenario 3 y las sensaciones habían sido buenísimas, me recordaron mucho a bandas de nivel y tras escucharlos en disco me parecieron mucho mejores en directo. Este año han demostrado cómo hacerlo perfecto en un main stage y merecido lo tenían.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: SonicBlast Fest, Días 1 y 2: “Fuzz y furia”
Tras la banda holandesa llegaba el turno de Greenleaf, uno de los platos fuertes, sin duda, de la jornada intermedia de este SonicBlast. Festejé con bastante efusividad el anuncio de última hora que los incluía en el cartel y me levantaron el hype bastante. La actuación se basó prácticamente en el derroche de carisma de su vocalista Arvid Jonsson que supo de sobra mover a la gente que igual por la hora, continuaba algo parada. No faltaron bromas acerca de su colega Tommi Holappa, de Dozer, haciendo referencia a estos como Monster Truck, Truck of tractors y un sinfín de faltadas que hicieron la velada muy divertida. El concierto fue una especie de homenaje a Trail & Passes que tocó su techo con Bound to be Machines y el juego de coros con el público. Agradecido de que se unieran a la fiesta.
La que continuaron Nick Oliveri and the Mondo Generator, siempre acelerados, más punk rock que stoner y con un abanico de temas que le dieron un aire al viernes hasta que sonó Green Machine y pudimos ir a merendar tranquilamente.
Un poco más de calma la que nos trajo Bombino, uno de los grandes exponentes del tuareg, un género que va consolidándose como un fijo para el SonicBlast y gran parte del público parece agradecerlo. Llegó a nuestros oídos hace unos diez años producido por Dan Auerbach, que algo sabrá de talento… Una puesta en escena muy dinámica y divertida. Ritmos africanos fusionados con blues y psicodelia que nos hicieron entrar en una especie trance que nos llevó de paseo a Santa Cruz, California. De allí llegan Scowl, y por cosas de la vida he tenido la maravillosa suerte de verlos dos veces en menos de un mes. Qué locura de banda, qué locura de frontgirl y qué manera tan increíble de llenar un escenario y recorrerlo. Presentando su EP Psychic Dance Routine, desde luego nos hicieron bailar y bailar, cabecear y saltar hasta lo más alto de Âncora en el momento en el que se atrevieron a hacer 99 Luftballons de Nena. Una actuación entre la diversión y la protesta. Lo visceral y lo animal, las flores y los hechizos. Me quedaría en su concierto todo el verano.
No sé si por lo bien que me lo pasé con Scowl se me hizo un poco pesado lo que venía, pero no terminé de conectar mucho con Thurston Moore. Llegaba como uno de los platos fuertes del festival y se me quedó un tanto descafeinado. El cantante de Sonic Youth no consiguió meterse a toda la gente en el bolsillo, pese a dar, a mi entender, un concierto muy correcto. Y de lo correcto, en términos de lo establecido, siempre huyen Frankie and the Witch Fingers. Quienes los vimos el pasado año ya sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, mucho desfase entre psicodelia y noise, mucha conexión entre la banda y un desgaste físico que notaríamos seguramente al día siguiente. Al igual que me ocurrió en la pasada edición, confirman que son una banda que se disfruta mucho más en directo que en disco, donde son excesivamente garageros y mantienen ese encanto de maqueta en muchos de sus trabajos. El directo les sirve para demostrar lo que saben hacer y la calidad con la que pueden llegar a sonar. Tengo, eso sí, que quedarme con su actuación de 2022, que con luz del día y mucho calor fue incluso mejor que la de este año, quizás por la sorpresa o la novedad que supuso.
Las predicciones anunciaban lluvia y que Elder iban a sonar a auténtica barbaridad. El pronóstico fue del todo cierto. La melena de DiSalvo brillaba en un verde extraño que me hizo recordar la portada del Reflections of a Floating World y no podía tener más ganas de escuchar esa sexta cuerda empezando lo que iba a ser el mejor concierto, sino de la noche, de todo el festival. Los de Boston llegaban al SonicBlast a tocar no más de cinco canciones por razones más que obvias. La columna vertebral tenía que ser Sanctuary, Compendium y Halcyon. Dudaba si volverían a lanzarse con In Procession como la última vez que los tuve delante pero finalmente tuvieron que cubrir expediente con un tema de su último disco, Innate Passage, lanzado a finales del 2022. Con la lluvia bañando a todo el SonicBlast, nos sumergimos en la atmósfera del art-rock más psicodélico esperando el momento para cantar las dos o tres líneas por tema y finalmente terminar coreando el riff que concluye la apoteósica Halcyon, que se ha convertido en mi mantra para cualquier festival donde coincido con esta banda, convertida ya en una de mis favoritas de todo el panorama musical.
Gracias Elder, el viaje fue de otro planeta. Para concluir el viernes solo faltaba disfrutar un rato de Babalis Sr. y Jr., los padre e hijo de Acid Mammoth. Creo que perjudicados por el slot tan complicado que les tocó, casi a las tres de la mañana con las energías muy agotadas para la audiencia. Pura onda Black Sabbath, los griegos demostraron tener la fuerza para levantar a la gente que aún quedaba por el festival (y no era poca) dejando muy alto el listón del viernes.
- Elder
- Elder
- Elder
- Elder
- Elder
- Elder
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Greenleaf
- Greenleaf
- Greenleaf
- Greenleaf
- Greenleaf
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore


Viernes 11
El viernes se postulaba para mí como el mejor día del SonicBlast y creedme que lo fue. Empezaban demasiado pronto Weedpecker, banda que llevo unos meses escuchando y me transportan de formas bastante intensas a otros páramos con un psych-rock muy denso y desértico. Editan con Stickman Records y todo lo que se relacione con Elder me suele atraer… Me sorprendió el slot y el escenario, creo que podrían haber hecho una gran performance en algún main stage y haberlos disfrutado mucha más gente.
Después de los polacos, era turno de Monarch, no los Monarch que conocíamos la gente que venimos del sludge, estos son otros y no son franceses. Desde California (otra banda más) nos regalaron una buena experiencia de southern rock algo experimental atesorando alguna que otra intro memorable. Limpios con reverb, una voz onírica y solos a dos guitarras bastante imponentes. Como también lo fueron Naxatras, griegos pero no muy de letras. La banda instrumental de rock psicodélico logró drenar las mentes de la gente que se acercó en la sobremesa del festival. Mucho chorus, mucho flanger, bridges muy robóticos que nos hicieron avanzar la tarde sin casi darnos cuenta.
Cinco y media y empezaba Temple Fang, una banda que el pasado año abrió el festival el miércoles en el escenario 3 y las sensaciones habían sido buenísimas, me recordaron mucho a bandas de nivel y tras escucharlos en disco me parecieron mucho mejores en directo. Este año han demostrado cómo hacerlo perfecto en un main stage y merecido lo tenían.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: SonicBlast Fest, Días 1 y 2: “Fuzz y furia”
Tras la banda holandesa llegaba el turno de Greenleaf, uno de los platos fuertes, sin duda, de la jornada intermedia de este SonicBlast. Festejé con bastante efusividad el anuncio de última hora que los incluía en el cartel y me levantaron el hype bastante. La actuación se basó prácticamente en el derroche de carisma de su vocalista Arvid Jonsson que supo de sobra mover a la gente que igual por la hora, continuaba algo parada. No faltaron bromas acerca de su colega Tommi Holappa, de Dozer, haciendo referencia a estos como Monster Truck, Truck of tractors y un sinfín de faltadas que hicieron la velada muy divertida. El concierto fue una especie de homenaje a Trail & Passes que tocó su techo con Bound to be Machines y el juego de coros con el público. Agradecido de que se unieran a la fiesta.
La que continuaron Nick Oliveri and the Mondo Generator, siempre acelerados, más punk rock que stoner y con un abanico de temas que le dieron un aire al viernes hasta que sonó Green Machine y pudimos ir a merendar tranquilamente.
Un poco más de calma la que nos trajo Bombino, uno de los grandes exponentes del tuareg, un género que va consolidándose como un fijo para el SonicBlast y gran parte del público parece agradecerlo. Llegó a nuestros oídos hace unos diez años producido por Dan Auerbach, que algo sabrá de talento… Una puesta en escena muy dinámica y divertida. Ritmos africanos fusionados con blues y psicodelia que nos hicieron entrar en una especie trance que nos llevó de paseo a Santa Cruz, California. De allí llegan Scowl, y por cosas de la vida he tenido la maravillosa suerte de verlos dos veces en menos de un mes. Qué locura de banda, qué locura de frontgirl y qué manera tan increíble de llenar un escenario y recorrerlo. Presentando su EP Psychic Dance Routine, desde luego nos hicieron bailar y bailar, cabecear y saltar hasta lo más alto de Âncora en el momento en el que se atrevieron a hacer 99 Luftballons de Nena. Una actuación entre la diversión y la protesta. Lo visceral y lo animal, las flores y los hechizos. Me quedaría en su concierto todo el verano.
No sé si por lo bien que me lo pasé con Scowl se me hizo un poco pesado lo que venía, pero no terminé de conectar mucho con Thurston Moore. Llegaba como uno de los platos fuertes del festival y se me quedó un tanto descafeinado. El cantante de Sonic Youth no consiguió meterse a toda la gente en el bolsillo, pese a dar, a mi entender, un concierto muy correcto. Y de lo correcto, en términos de lo establecido, siempre huyen Frankie and the Witch Fingers. Quienes los vimos el pasado año ya sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, mucho desfase entre psicodelia y noise, mucha conexión entre la banda y un desgaste físico que notaríamos seguramente al día siguiente. Al igual que me ocurrió en la pasada edición, confirman que son una banda que se disfruta mucho más en directo que en disco, donde son excesivamente garageros y mantienen ese encanto de maqueta en muchos de sus trabajos. El directo les sirve para demostrar lo que saben hacer y la calidad con la que pueden llegar a sonar. Tengo, eso sí, que quedarme con su actuación de 2022, que con luz del día y mucho calor fue incluso mejor que la de este año, quizás por la sorpresa o la novedad que supuso.
Las predicciones anunciaban lluvia y que Elder iban a sonar a auténtica barbaridad. El pronóstico fue del todo cierto. La melena de DiSalvo brillaba en un verde extraño que me hizo recordar la portada del Reflections of a Floating World y no podía tener más ganas de escuchar esa sexta cuerda empezando lo que iba a ser el mejor concierto, sino de la noche, de todo el festival. Los de Boston llegaban al SonicBlast a tocar no más de cinco canciones por razones más que obvias. La columna vertebral tenía que ser Sanctuary, Compendium y Halcyon. Dudaba si volverían a lanzarse con In Procession como la última vez que los tuve delante pero finalmente tuvieron que cubrir expediente con un tema de su último disco, Innate Passage, lanzado a finales del 2022. Con la lluvia bañando a todo el SonicBlast, nos sumergimos en la atmósfera del art-rock más psicodélico esperando el momento para cantar las dos o tres líneas por tema y finalmente terminar coreando el riff que concluye la apoteósica Halcyon, que se ha convertido en mi mantra para cualquier festival donde coincido con esta banda, convertida ya en una de mis favoritas de todo el panorama musical.
Gracias Elder, el viaje fue de otro planeta. Para concluir el viernes solo faltaba disfrutar un rato de Babalis Sr. y Jr., los padre e hijo de Acid Mammoth. Creo que perjudicados por el slot tan complicado que les tocó, casi a las tres de la mañana con las energías muy agotadas para la audiencia. Pura onda Black Sabbath, los griegos demostraron tener la fuerza para levantar a la gente que aún quedaba por el festival (y no era poca) dejando muy alto el listón del viernes.
- Elder
- Elder
- Elder
- Elder
- Elder
- Elder
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Frankie And The Witch Fingers
- Greenleaf
- Greenleaf
- Greenleaf
- Greenleaf
- Greenleaf
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Mondo Generator
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Scowl
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore
- Thurston Moore