


El Cathouse Rock Club de Glasgow se vistió de gala para recibir la esperada gira Death of the Party de South of Salem, un evento que prometía energía, espectáculo y, sobre todo, un derroche de hard rock con tintes oscuros. La noche contó con dos bandas soporte que marcaron la antesala de lo que sería un show memorable: In Search of Sun y High Parasite.
Los primeros en tomar el escenario fueron In Search of Sun, quienes ofrecieron una presentación sólida, repleta de energía y buen desempeño técnico. Sin embargo, si bien la banda no dejó nada que desear en términos de ejecución, tampoco hubo momentos particularmente memorables. Lo único digno de mención fue la presencia escénica de Quinton Lucion, el guitarrista que reemplazó a Rory, quien se robó algunas miradas con su actitud imponente y carisma en el escenario. Más allá de eso, la banda cumplió su rol de abrir la noche sin mayores sobresaltos.
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El verdadero punto de inflexión de la noche llegó con High Parasite, la nueva banda de Aaron Stainthorpe, líder de My Dying Bride. Desde el primer momento, la estética del grupo impactó: todos los miembros vestidos de negro, salvo Aaron, quien contrastaba en un atuendo completamente blanco y con la mitad de su rostro pintado del mismo color. Danny Tombs, con su media máscara de calavera sobre un face paint oscuro, sumó al aura teatral y perturbadora del grupo. Además, todos los instrumentos eran de color blanco, lo que reforzó la estética visual del set.
A nivel sonoro, High Parasite demostró ser una entidad completamente distinta a My Dying Bride. Aunque en ciertos pasajes se percibieron ecos de la legendaria banda de doom metal, High Parasite se adentró en territorios más accesibles y melódicos, con un sonido que encaja a la perfección en su autodefinido género de death pop. Las letras, cargadas de simbolismo y existencialismo, dejaron en claro la marca inconfundible de Stainthorpe como letrista.
El concepto detrás del nombre de la banda – la humanidad como el parásito supremo – resuena con una fuerza perturbadora, y su ejecución en vivo consolidó a High Parasite como una banda con mucho por ofrecer en la escena.
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Finalmente, South of Salem tomó el escenario y, desde el primer acorde de “Let Us Prey“, dejaron en claro que lo suyo no es solo música, sino un verdadero espectáculo audiovisual. Con una puesta en escena que recuerda a Alice Cooper, The 69 Eyes y hasta ciertos toques de Mötley Crüe, la banda combinó luces, humo, chispas y bailarinas en una presentación llena de teatralidad.
El set avanzó con “To the Moon and Back” y “Pretty Little Nightmare“, donde el público coreó cada estribillo con fervor. Sin embargo, hubo algunos problemas técnicos que empañaron ligeramente la experiencia: la guitarra de Dennis Sheriff falló en ciertos momentos, y el volumen de Jodi estuvo notoriamente bajo a lo largo de todo el show. A pesar de esto, la banda supo sobrellevarlo con profesionalismo, manteniendo la energía en lo más alto.
La selección de temas dejó satisfechos tanto a los seguidores de su primer disco como a aquellos que esperaban lo mejor de Death of the Party. “Vultures” y “Static” destacaron por su potencia, mientras que “Jet Black Eyes” se convirtió en un momento catártico de la noche. La banda manejó perfectamente los tiempos, llevando al público en una montaña rusa de intensidad y emoción.
El cierre del set principal con “A Life Worth Dying For” y “Villain” dejó a la audiencia en un estado de euforia, exigiendo más. Y South of Salem no decepcionó: regresaron al escenario para un encore que terminó por encender aún más la noche con “Demons Are Forever” y “Cold Day in Hell“, dos temas que resumen perfectamente la esencia de la banda.
Más allá de los pequeños inconvenientes técnicos, South of Salem demostró que están listos para dar el siguiente paso y llevar su espectáculo a escenarios más grandes. Su combinación de rock pegadizo, letras oscuras y un show visualmente impactante los posiciona como una de las propuestas más interesantes dentro del hard rock actual. Sería fascinante ver qué podrían lograr en un espacio con mayor producción, donde su espectáculo podría alcanzar nuevas alturas.
En definitiva, una noche que dejó claro que South of Salem es una banda en ascenso, High Parasite es una sorpresa más que bienvenida en la escena y In Search of Sun sigue ofreciendo su dosis de energía sin mayores sobresaltos. Un show que dejó a Glasgow con ganas de más y con la certeza de que el hard rock sigue más vivo que nunca.



El Cathouse Rock Club de Glasgow se vistió de gala para recibir la esperada gira Death of the Party de South of Salem, un evento que prometía energía, espectáculo y, sobre todo, un derroche de hard rock con tintes oscuros. La noche contó con dos bandas soporte que marcaron la antesala de lo que sería un show memorable: In Search of Sun y High Parasite.
Los primeros en tomar el escenario fueron In Search of Sun, quienes ofrecieron una presentación sólida, repleta de energía y buen desempeño técnico. Sin embargo, si bien la banda no dejó nada que desear en términos de ejecución, tampoco hubo momentos particularmente memorables. Lo único digno de mención fue la presencia escénica de Quinton Lucion, el guitarrista que reemplazó a Rory, quien se robó algunas miradas con su actitud imponente y carisma en el escenario. Más allá de eso, la banda cumplió su rol de abrir la noche sin mayores sobresaltos.
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A nivel sonoro, High Parasite demostró ser una entidad completamente distinta a My Dying Bride. Aunque en ciertos pasajes se percibieron ecos de la legendaria banda de doom metal, High Parasite se adentró en territorios más accesibles y melódicos, con un sonido que encaja a la perfección en su autodefinido género de death pop. Las letras, cargadas de simbolismo y existencialismo, dejaron en claro la marca inconfundible de Stainthorpe como letrista.
El concepto detrás del nombre de la banda – la humanidad como el parásito supremo – resuena con una fuerza perturbadora, y su ejecución en vivo consolidó a High Parasite como una banda con mucho por ofrecer en la escena.
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La selección de temas dejó satisfechos tanto a los seguidores de su primer disco como a aquellos que esperaban lo mejor de Death of the Party. “Vultures” y “Static” destacaron por su potencia, mientras que “Jet Black Eyes” se convirtió en un momento catártico de la noche. La banda manejó perfectamente los tiempos, llevando al público en una montaña rusa de intensidad y emoción.
El cierre del set principal con “A Life Worth Dying For” y “Villain” dejó a la audiencia en un estado de euforia, exigiendo más. Y South of Salem no decepcionó: regresaron al escenario para un encore que terminó por encender aún más la noche con “Demons Are Forever” y “Cold Day in Hell“, dos temas que resumen perfectamente la esencia de la banda.
Más allá de los pequeños inconvenientes técnicos, South of Salem demostró que están listos para dar el siguiente paso y llevar su espectáculo a escenarios más grandes. Su combinación de rock pegadizo, letras oscuras y un show visualmente impactante los posiciona como una de las propuestas más interesantes dentro del hard rock actual. Sería fascinante ver qué podrían lograr en un espacio con mayor producción, donde su espectáculo podría alcanzar nuevas alturas.
En definitiva, una noche que dejó claro que South of Salem es una banda en ascenso, High Parasite es una sorpresa más que bienvenida en la escena y In Search of Sun sigue ofreciendo su dosis de energía sin mayores sobresaltos. Un show que dejó a Glasgow con ganas de más y con la certeza de que el hard rock sigue más vivo que nunca.