Suecia sigue siendo una fuente inagotable de proyectos musicales, algo que se explica por múltiples factores: situación económica favorecida por una socialdemocracia, un Estado que apoya con medidas concretas a las bandas independientes, espacios para que la juventud pueda acceder al aprendizaje y la práctica de la música, y por supuesto, cientos de personas que logran compensar una introversión bastante generalizada, mediante la expresión artística.  

Suffocate For Fuck Sake (SFFS) acaba de lanzar su tercer álbum, que se suma a un EP debut, desde que el grupo se formó hace más de dieciséis años. No obstante, siempre se mantuvieron en un nivel underground, y dado que los siete integrantes (Tommy Norin, Daniel Loefgren, Joi Malmqvist, Jonathan Lemberg, Sebastian Stralucke, Jesper Danielson y Jens Niehoff) viven alejados entre sí, conforman un proyecto que se desarrolla generando e intercambiando ideas que luego se plasman cuando se reúnen en el estudio de grabación. Su música puede caracterizarse como Post-Hardcore o Post-Metal con un uso intensivo del sampleo y momentos de Post-Rock. Se podrían rastrear influencias diversas, que irían desde Cult Of Luna, hasta Mogwai, pasando por Sólstafir. Otro rasgo interesante, es que, si bien no hay una búsqueda de anonimato, la banda es tan reservada en cuanto a todo lo relativo a sus miembros y el proceso de grabación, que poco se conoce al respecto. Más aún: saben que tienen poco público y, aun así, van complejizando su obra. La edición estuvo a cargo del sello Moment Of Collapse Records. 

“Fyra” (que significa “cuatro” en sueco) es un álbum conceptual acerca de los trastornos mentales y las historias reales de cuatro personas, separadas en cuatro “capítulos”. Primero, Mikael y su drogadicción; luego, Mia y el alcoholismo de su madre, seguida por la ludopatía de Adam y finalmente la bulimia de Martina. Están representados por cuatro símbolos distintos que se combinan en el arte de tapa, junto con las figuras sombrías de las personas mencionadas.   

Todo empieza con “From The Window” y su introducción solemne de teclados proveyendo un clima para el discurso sampleado. La voz irrumpe quebrada, desgarrada, y emerge el conjunto instrumental con esa sonoridad que ya nos remite a los arpegios y acordes tan caros a este nuevo paradigma de bandas –en especial escandinavas- junto con un bajo muy al frente y una batería ajustada para marcar el paso de lo que tiene que suceder, casi como un reloj. Al ser uno de los tracks más largos del disco, ya permite vislumbrar la propuesta de alternar momentos pesados, con pasajes calmos, intercalando samples diversos. Entre dichos samples y las letras, se mezclan el idioma sueco y el inglés.  

“15 Missed Calls”, segundo corte de difusión con videoclip, explota desde el principio, y da la pauta de la que la banda no busca seguir estructuras tradicionales en la composición, sino desarrollar climas emocionales bastante inestables. Las voces reflejan lo mismo. Por eso, la irrupción de los fragmentos hablados, puede resultar desafiante para una audiencia ávida de un sentido de coherencia dado por la continuidad musical.

Le sigue “All Our Memories” que inicia con las teclas y luego atacan los gritos, y esa percusión que marca la marcha de los eventos, mediante un espectro de recursos técnicos nada escaso. Aquí termina el primer capítulo dedicado a Mikael y pasamos al de Mia, por eso, en “Alone” (primer corte con video) ya escuchamos una voz femenina dando testimonio. La intención musical sigue siendo la misma: acompañar dramáticamente, el drama -valga la redundancia- que es la existencia para tanta gente. El bajo adquiere más protagonismo en algunos lapsos.

“The Surface” se desarrolla en una depresión desde el punto de vista del paisaje que veníamos recorriendo, y luego en “Hope” se retoma la intensidad, cuesta arriba, siempre con las apariciones momentáneas de la mujer cuya historia se narra. Aquí también, el bajo vuelve a sobresalir, emergen apacibles melodías de guitarra y hasta una dulce voz femenina. Es comprensible que a mucha gente pueda perturbarle la composición musical-narrativa que elabora SFFS, en especial, por el sentimiento de fragmentación que a cualquiera puede resultarle incómodo. Cabe preguntarse si no es ese, en efecto, el propósito, dada la temática que explora el disco como obra conceptual.

 “Cosmopol” inaugura el capítulo de Adam, con su propia voz, y guitarras que resuenan lejanas, como ecos amenazantes. Nos encontramos con otro de los momentos que más nos trasladan al Post-Sludge de bandas como Cult Of Luna, pero sin abandonar nunca los samples y el fin de movilizar a la audiencia más allá de la necesidad de linealidad por inercia. “Behind The Door” tiene un impulso agresivo, pero de vuelta, matizado por texturas suaves. A riesgo de ser reiterativo, es interesante señalar el rol del bajo en las bandas de Post-Sludge/Doom/Metal: claramente al frente, pero sencillo y contundente.  

“To Fall Apart” arranca iracunda, pero cae en un pozo de aire viciado, donde la instrumentación incorpora otros elementos, y nos resulta obvia la exploración “ambient” de la banda. El último capítulo, la experiencia de Martina, comienza en “Here”. El track sigue exponiendo a quien escuche, a todo el arsenal “psicomusical” de la banda. En “Small Comments” retorna el desconcierto, con la electrónica y una voz masculina delicada. Todo termina con “Quiet”: el relato de esta mujer, en primera persona, y el disco como unidad conceptual.

Se trata de un álbum muy recomendable, pero con advertencias. Es difícil, inquietante, casi limitando con el estilo de muchos cineastas contemporáneos. Tiene una teatralidad en sí mismo, que lo hace destacar para quienes busquen explorar diversas posibilidades creativas sin conservadurismo estético, pero no es para un público que guste de las fórmulas.