Comienza el disco con “Children of the Next Level”, y desde el primer segundo, las guitarras de Skolnick y Peterson, junto a las cuatro cuerdas de DiGiorgio y los parches de Hoglan, van marcando el paso de lo que será el disco. Luego de un arrasante comienzo, empieza a sonar la chillante e inconfundible voz de Chuck Billy, contándonos la historia de la secta “Heaven’s Gate”, en donde sus seguidores cometieron suicido en masa convencidos por su líder. Seguimos con “WWIII”, con riffs, acentos y cortes aún más violentos.

Con “Dream Deceiver”, Gene Hoglan y Skolnick se vuelven dos de las estrellas musicales del grupo y dejan bien en claro quienes son la columna vertebral de la banda, marcando el ritmo y el tempo, con sus cortes y aceleraciones, incitando a que todos nos pongamos a hacer headbanging. Continuamos con “Night of the Witch”, canción con un poco más de groove, donde resalta más la influencia de Eric Peterson, y que tranquilamente podría pasar a ser una estable para el set list. El track número cinco es el mas largo del disco, “City of Angels”, en el cual desde el vamos, podemos apreciar la enorme presencia del bajo a manos de Steve, bien al frente y brillante, y complementando con sus arpegios. Cabe destacar también el excelente uso de cortes, dando lugar a las variedades de riffs y abriendo la puerta para los solos de Skolnick, en donde deja cada vez más en claro el por qué es un reverenciado guitarrista.

Y con “Ishtar’s Gate” llegamos a la mitad del disco, en donde nuevamente se resalta el bajo de DiGiorgio en el principio, dando lugar a riffs más thrasheros para seguir con el headbanging y si de solos de guitarra hablamos, los brindados aquí son dignos de apreciar. Seguimos con “Symptoms” que con una principio en las cuerdas nos deleitan con un juego melódico, para luego dar lugar a otro riff medianamente denso y con un tempo más bajo para seguir sacudiendo la cabeza. Todo esto acompañado de un estribillo con coros, dando lugar para que todos lo cantemos en vivo. “False Prophet” nos vuelve a subir el tempo del disco, marcado con precisión por Hoglan. Riffs más agresivos y rápidos, y Chuck Billy dejando en evidencia a los falsos profetas.

Entrando en el último tramo del disco, empieza a sonar “The Healers”. Un doble bombo que resuena a una metralleta, acompañando en los versos con un juego de platillos bien presente y una voz más al estilo Corrosion of Conformity. Llega el turno del tema más pesado del disco, “Code of Hammurabi”, en donde cada uno de los integrantes resalta y demuestran por qué Testament está considerada una de los “Big Eight” del Thrash Metal mundial. Esperamos poder escuchar pronto esta canción en vivo y armar un pogo que esté a la altura. Llegamos a “Curse of Osiris”, anteúltimo tema del disco. El tempo y la velocidad continúan estando bien arriba y Chuck pasa de un extremo a otro, brindándonos una voz bien grave y luego mostrando sus agudos, dejando en claro que su rango vocal está intacto. Y llegamos al final del disco, con “Catacombs” (sí, yo tampoco quería que se termine). Tema instrumental de corta duración, es la única crítica que tengo hacia el disco. En lugar de ponerlo como cierre del disco, hubiese estado más acorde ser la intro del mismo, para así dejar la escucha con toda la energía de “Curse of Osiris”.

Analizando el disco en su conjunto, puedo decir que es un muy buen material que nos han presentado. No es de los mejores discos que han sacado, pero claramente está a la altura de lo que podemos esperar de Testament. Lo que sí queda clarísimo, es que definitivamente son una de las bandas mejor establecidas de Thrash de la actualidad. La formación sigue madurando a la perfección y se los siente cada vez más a gusto y renovados con todo lo que ello implica. Un placer poder seguir disfrutando de lanzamientos como este. Keep on Thrashin’!