

El rugido de las guitarras reverberaba en las paredes de la Sala Salamandra de Barcelona el 28 de febrero. Era una noche cargada de promesas y anticipación por Therion y Satra, con dos bandas dispuestas a hacer temblar los cimientos del lugar. Primero en el escenario, desde las frías tierras finlandesas, emergió Satra, una banda que parecía llevar consigo el viento helado del norte.
Satra, con su repertorio de canciones como “From the Night”, “Sand of Time” y “Golden City”, trató de capturar el corazón del público. Sin embargo, tras la magia de sus títulos, se escondía una realidad más cruda. La cantante luchaba por afinar sus notas, su voz se deslizaba entre los acordes con una fragilidad que dejaba al descubierto la inexperiencia o los nervios. Quizás era la presión de estar frente a una audiencia tan entregada, o tal vez, era simplemente una mala noche. En cualquier caso, Satra no logró romper fronteras con su música. A pesar de sus orígenes exóticos, su sonido no era más que una reminiscencia de lo que ya se había escuchado antes.
Pero el verdadero evento de la noche estaba a punto de comenzar. Therion, que presentaban su nuevo disco Leviathan III, irrumpió en el escenario con la fuerza de un huracán. Con su setlist repleto de himnos del metal, transportaron a la audiencia a un mundo de fantasía y oscuridad.
“The Blood of Kingu” inundó el ambiente con su poderío, seguido por “Ruler of Tamag” que se deslizó sobre la audiencia como una ola imparable. “Birth of Venus Illegitima” desató una tormenta de emociones, mientras “Tuonela” llevaba a los oyentes por un viaje a través de los reinos del más allá.
Pero fue durante “Ginnungagap” cuando la noche alcanzó su punto culminante. El guitarrista Christian Vidal desafió las leyes de la física con su destreza, volteando su mano sobre el diapasón en un espectáculo que desafió la gravedad y dejó a la multitud atónita. Fue un momento de pura magia, donde la música y la habilidad se fusionaron en un acto de virtuosismo puro.
Y así, mientras las últimas notas de “To Mega Therion” resonaban en el aire, Therion demostró una vez más por qué son considerados leyendas del metal. No solo por su talento musical, sino por su capacidad para crear una experiencia que va más allá de las palabras. Una noche en la Sala Salamandra que quedará grabada en la memoria de todos los presentes como un testimonio de la grandeza del metal en su forma más pura y poderosa.
- Satra
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- Therion
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Etiquetas: barcelona, Leviathan III, Metal Sinfónico, Salamandra, Satra, Therion


El rugido de las guitarras reverberaba en las paredes de la Sala Salamandra de Barcelona el 28 de febrero. Era una noche cargada de promesas y anticipación por Therion y Satra, con dos bandas dispuestas a hacer temblar los cimientos del lugar. Primero en el escenario, desde las frías tierras finlandesas, emergió Satra, una banda que parecía llevar consigo el viento helado del norte.
Satra, con su repertorio de canciones como “From the Night”, “Sand of Time” y “Golden City”, trató de capturar el corazón del público. Sin embargo, tras la magia de sus títulos, se escondía una realidad más cruda. La cantante luchaba por afinar sus notas, su voz se deslizaba entre los acordes con una fragilidad que dejaba al descubierto la inexperiencia o los nervios. Quizás era la presión de estar frente a una audiencia tan entregada, o tal vez, era simplemente una mala noche. En cualquier caso, Satra no logró romper fronteras con su música. A pesar de sus orígenes exóticos, su sonido no era más que una reminiscencia de lo que ya se había escuchado antes.
Pero el verdadero evento de la noche estaba a punto de comenzar. Therion, que presentaban su nuevo disco Leviathan III, irrumpió en el escenario con la fuerza de un huracán. Con su setlist repleto de himnos del metal, transportaron a la audiencia a un mundo de fantasía y oscuridad.
“The Blood of Kingu” inundó el ambiente con su poderío, seguido por “Ruler of Tamag” que se deslizó sobre la audiencia como una ola imparable. “Birth of Venus Illegitima” desató una tormenta de emociones, mientras “Tuonela” llevaba a los oyentes por un viaje a través de los reinos del más allá.
Pero fue durante “Ginnungagap” cuando la noche alcanzó su punto culminante. El guitarrista Christian Vidal desafió las leyes de la física con su destreza, volteando su mano sobre el diapasón en un espectáculo que desafió la gravedad y dejó a la multitud atónita. Fue un momento de pura magia, donde la música y la habilidad se fusionaron en un acto de virtuosismo puro.
Y así, mientras las últimas notas de “To Mega Therion” resonaban en el aire, Therion demostró una vez más por qué son considerados leyendas del metal. No solo por su talento musical, sino por su capacidad para crear una experiencia que va más allá de las palabras. Una noche en la Sala Salamandra que quedará grabada en la memoria de todos los presentes como un testimonio de la grandeza del metal en su forma más pura y poderosa.
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