
Heir (2025)
Season of Mist
Tracklist
1 – Kingdom
2 – No Sun, Nor Moon
3 – Void Bringer
4 – Death Maker
5 – Passing
6 – Seers Of No Light
7 – Cosmic Voice
8 – Vow Sayer
9 – Old Space
10 – Ascension
This Gift Is A Curse es una excelente banda sueca que, por algún motivo, viene pasando desapercibida para mucha gente. Claramente, no ha sido así para el sello Season of Mist, o para mí, que tengo toda su discografía en CD. Empecé a seguirlos cuando salió el magnífico All Hail the Swinelord (2015), y en ese entonces, me enteré de la existencia de un lanzamiento anterior, I, Gvilt Bearer (2012), lo cual es una señal más del fenómeno que estoy comentando. Luego, A Throne of Ash (2019) confirmó que este quinteto oriundo de Estocolmo, era una fuerza digna de ser tenida en cuenta y con mucha atención.
Si fuera un grupo de death metal o de post metal, viniendo de esa nación escandinava, no me sorprendería que se perdiera en medio de la avalancha de propuestas, o que permaneciera eclipsado por los grandes exponentes. Sin embargo, la música de This Gift Is A Curse es una mezcla de black metal y sludge con algunos toques bastante sobresalientes de hardcore. La imaginería que usa explota símbolos y escenarios paganos de impronta ancestral.
El line-up del grupo es: Jonas A. Holmberg (voz), Patrik Andersson (guitarra y voz), David Deravian (guitarra), Lars Gunnarsson (bajo) y Christian Augustin (batería). El vocalista también fue el encargado del arte de tapa. Laura Morgan participó como cantante invitada en tres tracks. Este cuarto álbum contó con la producción de William Blackmon, alguien que desde hace mucho tiempo viene trabajando fuertemente en la escena under de ese país (en mi opinión se destaca su aporte a la banda hardcore Victims), y la masterización de Magnus Lindberg, integrante de Cult of Luna, que ya se ha ocupado de proyectos del calibre de Russian Circles, Crippled Black Phoenix, Tribulation, Norna, Dool, Birds In Row, Lucifer, además de cumplir un doble en rol en su propia banda.
“Kingdom” es un comienzo brutal, a puro blast beat y trémolos siniestros. El timbre y la cadencia de la voz, junto al estilo de algunos riffs, son algunos de los elementos “hardcore” que encuentro en la alquimia que se nos ofrece. Hay un tramo de tenso discurso acompañado por un ritmo ralentizado y un punteo de guitarra que, rápidamente, recuerda la versatilidad del grupo, capaz de alcanzar lapsos de intenso caos organizado. La presencia femenina es un buen aporte a la totalidad y retorna en las dos canciones finales, aunque casi como una presencia espectral. La intro de veta noise que tiene “No Sun, Nor Moon” no tarda en dar lugar a la sonoridad de un black metal muy moderno. Las progresiones armónicas utilizadas están muy bien seleccionadas en función de evocar la crispación de lo ominoso. Hay una sección de poderosa percusión acompañada por un bajo de vibración cataclísmica que es seductoramente oscura. Puede decirse que el trabajo vocal tiene cierto histrionismo ritual que resulta muy coherente con la estética visual del grupo.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Dool – The Shape of Fluidity (2024)
“Void Bringer” da un giro hacia espacios más densos y de una potencia impactante. La canción se estructura alternando momentos de calamidad abrumadora con pasajes introspectivos y furiosos en medidas similares. La ejecución de la batería es de una variabilidad impresionante. La calidad de la mezcla es excepcional: permite escuchar cada instrumento con profunda claridad. Este track, como otros que son más extensos que el resto, despliega un aspecto progresivo que la música de estos suecos puede tener. “Death Maker” tiene un riff de guitarra que remite a las raíces más primitivas del black metal. Le sigue “Passing“, un bienvenido interludio tétricamente atmosférico, que abre paso a “Seers Of No Light“, con un inicio in crescendo hasta todo que explota sin piedad, despidiendo esquirlas de maldad. La energía que se maneja se mantiene dentro de los límites que permiten el groove, lo cual constituye un gran acierto.
En “Cosmic Voice” se acentúa el costado más apoyado en los sintetizadores, con una batería que vuelve a lucirse en su intencionalidad. This Gift Is A Curse logra representar muy bien los alcances de la desesperación, la angustia existencial, el vacío interior que opaca al mundo y le otorga rasgos apocalípticos. Hay algo de un espíritu marcial en el ritmo, hace pensar en la marcha honrosa hacia un final inevitable, frente al cual, el patetismo podría ser la opción más popular. “Vow Sayer” es visceral y agresiva, nuevamente invoca el consejo de los antepasados. La ejecución instrumental se luce explorando los extremos.
Con la llegada de “Old Space” se puede recuperar el aliento, de vuelta con un primer trayecto gradual y reflexivo que, como era de esperarse, anunciaba la caída en un nuevo precipicio. La canción es espesa, lúgubre y de una contundencia despiadada. El bajo adquiere una fuerza gravitatoria propia. La elección de los acordes es maquiavélica. Ascension marca el fin, con una violencia atroz en líneas de guitarra que son como cuchilladas sobre una base pulsátil. Algunos arpegios suenan etéreos sobrevolando la catástrofe. En conclusión: estamos ante un disco de escucha absolutamente recomendable para el público fanático de la música más pesada y en la búsqueda de novedades. Un título que ya se va sumando a mi lista anual de preferencias a lo largo de la vuelta al sol que está en curso.

Heir (2025)
Season of Mist
Tracklist
1 – Kingdom
2 – No Sun, Nor Moon
3 – Void Bringer
4 – Death Maker
5 – Passing
6 – Seers Of No Light
7 – Cosmic Voice
8 – Vow Sayer
9 – Old Space
10 – Ascension
This Gift Is A Curse es una excelente banda sueca que, por algún motivo, viene pasando desapercibida para mucha gente. Claramente, no ha sido así para el sello Season of Mist, o para mí, que tengo toda su discografía en CD. Empecé a seguirlos cuando salió el magnífico All Hail the Swinelord (2015), y en ese entonces, me enteré de la existencia de un lanzamiento anterior, I, Gvilt Bearer (2012), lo cual es una señal más del fenómeno que estoy comentando. Luego, A Throne of Ash (2019) confirmó que este quinteto oriundo de Estocolmo, era una fuerza digna de ser tenida en cuenta y con mucha atención.
Si fuera un grupo de death metal o de post metal, viniendo de esa nación escandinava, no me sorprendería que se perdiera en medio de la avalancha de propuestas, o que permaneciera eclipsado por los grandes exponentes. Sin embargo, la música de This Gift Is A Curse es una mezcla de black metal y sludge con algunos toques bastante sobresalientes de hardcore. La imaginería que usa explota símbolos y escenarios paganos de impronta ancestral.
El line-up del grupo es: Jonas A. Holmberg (voz), Patrik Andersson (guitarra y voz), David Deravian (guitarra), Lars Gunnarsson (bajo) y Christian Augustin (batería). El vocalista también fue el encargado del arte de tapa. Laura Morgan participó como cantante invitada en tres tracks. Este cuarto álbum contó con la producción de William Blackmon, alguien que desde hace mucho tiempo viene trabajando fuertemente en la escena under de ese país (en mi opinión se destaca su aporte a la banda hardcore Victims), y la masterización de Magnus Lindberg, integrante de Cult of Luna, que ya se ha ocupado de proyectos del calibre de Russian Circles, Crippled Black Phoenix, Tribulation, Norna, Dool, Birds In Row, Lucifer, además de cumplir un doble en rol en su propia banda.
“Kingdom” es un comienzo brutal, a puro blast beat y trémolos siniestros. El timbre y la cadencia de la voz, junto al estilo de algunos riffs, son algunos de los elementos “hardcore” que encuentro en la alquimia que se nos ofrece. Hay un tramo de tenso discurso acompañado por un ritmo ralentizado y un punteo de guitarra que, rápidamente, recuerda la versatilidad del grupo, capaz de alcanzar lapsos de intenso caos organizado. La presencia femenina es un buen aporte a la totalidad y retorna en las dos canciones finales, aunque casi como una presencia espectral. La intro de veta noise que tiene “No Sun, Nor Moon” no tarda en dar lugar a la sonoridad de un black metal muy moderno. Las progresiones armónicas utilizadas están muy bien seleccionadas en función de evocar la crispación de lo ominoso. Hay una sección de poderosa percusión acompañada por un bajo de vibración cataclísmica que es seductoramente oscura. Puede decirse que el trabajo vocal tiene cierto histrionismo ritual que resulta muy coherente con la estética visual del grupo.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Dool – The Shape of Fluidity (2024)
“Void Bringer” da un giro hacia espacios más densos y de una potencia impactante. La canción se estructura alternando momentos de calamidad abrumadora con pasajes introspectivos y furiosos en medidas similares. La ejecución de la batería es de una variabilidad impresionante. La calidad de la mezcla es excepcional: permite escuchar cada instrumento con profunda claridad. Este track, como otros que son más extensos que el resto, despliega un aspecto progresivo que la música de estos suecos puede tener. “Death Maker” tiene un riff de guitarra que remite a las raíces más primitivas del black metal. Le sigue “Passing“, un bienvenido interludio tétricamente atmosférico, que abre paso a “Seers Of No Light“, con un inicio in crescendo hasta todo que explota sin piedad, despidiendo esquirlas de maldad. La energía que se maneja se mantiene dentro de los límites que permiten el groove, lo cual constituye un gran acierto.
En “Cosmic Voice” se acentúa el costado más apoyado en los sintetizadores, con una batería que vuelve a lucirse en su intencionalidad. This Gift Is A Curse logra representar muy bien los alcances de la desesperación, la angustia existencial, el vacío interior que opaca al mundo y le otorga rasgos apocalípticos. Hay algo de un espíritu marcial en el ritmo, hace pensar en la marcha honrosa hacia un final inevitable, frente al cual, el patetismo podría ser la opción más popular. “Vow Sayer” es visceral y agresiva, nuevamente invoca el consejo de los antepasados. La ejecución instrumental se luce explorando los extremos.
Con la llegada de “Old Space” se puede recuperar el aliento, de vuelta con un primer trayecto gradual y reflexivo que, como era de esperarse, anunciaba la caída en un nuevo precipicio. La canción es espesa, lúgubre y de una contundencia despiadada. El bajo adquiere una fuerza gravitatoria propia. La elección de los acordes es maquiavélica. Ascension marca el fin, con una violencia atroz en líneas de guitarra que son como cuchilladas sobre una base pulsátil. Algunos arpegios suenan etéreos sobrevolando la catástrofe. En conclusión: estamos ante un disco de escucha absolutamente recomendable para el público fanático de la música más pesada y en la búsqueda de novedades. Un título que ya se va sumando a mi lista anual de preferencias a lo largo de la vuelta al sol que está en curso.