La organización de un festival de metal de tres días representa un desafío enorme, más aún cuando se trata del primero en un país: Uruguay, en este caso. El Carnival Fest Metal Camp tuvo lugar el 7, 8 y 9 de febrero en la ciudad de Paysandú, y fue, sin lugar a dudas, un gran éxito. La concurrencia de público fue notoria y todo se desarrolló sin dificultades. La gente pudo disfrutar de las 33 bandas repartidas a lo largo de cada jornada del evento.
Por empezar, hay que destacar la calidad excepcional del escenario. Sabemos que todo fue hecho a pulmón, y con todo el compromiso que implica querer hacer las cosas bien desde la primera vez. La iluminación espectacular, el humo, el backline, la atención permanente de los sonidistas, el tamaño del escenario para que los músicos pudieran desplazarse; me animaría a decir que fue todo impecable.
El camping seleccionado era agradable. Había amplio espacio para que la gente pudiera estar cómoda. La cercanía del río, la vista de un enorme barco abandonado y la puesta del sol detrás de la arboleda, sumaban a un marco acogedor.
Todas las bandas demostraron profesionalismo y estuvieron a la altura de la convocatoria. Por supuesto, siempre hay algunas que se destacan, y acá es inevitable la subjetividad de quien escribe. Los uruguayos de Vademekhum y Days of the Phoenix, impactaron con su Metalcore y brindaron excelentes presentaciones. Serpentor, histórica banda argentina de Thrash Metal tiene basta experiencia en agitar a la gente con la potencia de su espectáculo. El Death Metal estuvo bien representado por Apneuma, de Uruguay, y el Blackened Death Metal tuvo un exponente de nivel internacional en Horror On Black Hills, del mismo país, que además de ofrecer un set poderoso, deleitaron a la audiencia con un brillante cover de Behemoth. La apuesta escénica de Vermiforme, banda uruguaya de Doom Metal es muy fuerte. Los argentinos de V.I.D.A y Plan 4 saben dar un show que convierta al público en un pogo masivo; y así sucedió. Detrás de la organización del evento estuvieron los locales Ritual de Nacimiento, que contaron con gran apoyo de la audiencia. El Crossover de Rotten State fue digno de destacar; banda que fue al Wacken Open Air, tal como Ritual de Nacimiento. La representación de los distintos subgéneros del metal fue bastante equilibrada. Llamó la atención la fuerte presencia del Hardcore entre las 33 bandas.
La feria con stands dedicados a la gastronomía, cervecería artesanal, tatuajes, venta de vinilos, CDs y tapes, fue una gran idea. Lo mismo que la participación de un colectivo de muralistas, El Ojo Blindado, que trabajó a lo largo de los tres días de esta celebración de la música pesada, dejando plasmado un esqueleto gigante en la pared.
Más allá de los elogios, siempre es útil opinar constructivamente acerca de los aspectos que podrían mejorarse, porque esa es la apuesta, que este festival, de enorme potencial a futuro, pueda crecer y posicionarse como una referencia sudamericana.
No se vendían entradas en el predio, sino que había que comprarlas en puntos de venta. Creo que eso puede ser incómodo para quienes deciden sumarse a último momento. Sería recomendable que hubiera un puesto sanitario o ambulancia en el lugar, algo que siempre inspira confianza a la gente y es una garantía para los propios organizadores.
Las instalaciones del camping no eran aptas para una concurrencia tan grande como la que hubo. Sería una excelente idea emplear baños químicos como complemento de los sanitarios ya existentes. En este sentido, tampoco había una despensa o almacén en el lugar, donde poder comprar agua o yerba mate, por decir algo. Se podría concesionar un kiosco entre los stands, para que la gente no tenga que salir del predio a cada rato. Además, los precios de los alimentos y bebidas en el lugar eran mucho más elevados que afuera.
De todas maneras, ninguna de estas cuestiones opacó un evento espectacular, un debut brillante de un festival que ojalá siga desarrollándose y cuente en futuras ediciones con mayor presencia de bandas argentinas, brasileras y de otros países cercanos.
La organización de un festival de metal de tres días representa un desafío enorme, más aún cuando se trata del primero en un país: Uruguay, en este caso. El Carnival Fest Metal Camp tuvo lugar el 7, 8 y 9 de febrero en la ciudad de Paysandú, y fue, sin lugar a dudas, un gran éxito. La concurrencia de público fue notoria y todo se desarrolló sin dificultades. La gente pudo disfrutar de las 33 bandas repartidas a lo largo de cada jornada del evento.
Por empezar, hay que destacar la calidad excepcional del escenario. Sabemos que todo fue hecho a pulmón, y con todo el compromiso que implica querer hacer las cosas bien desde la primera vez. La iluminación espectacular, el humo, el backline, la atención permanente de los sonidistas, el tamaño del escenario para que los músicos pudieran desplazarse; me animaría a decir que fue todo impecable.
El camping seleccionado era agradable. Había amplio espacio para que la gente pudiera estar cómoda. La cercanía del río, la vista de un enorme barco abandonado y la puesta del sol detrás de la arboleda, sumaban a un marco acogedor.
Todas las bandas demostraron profesionalismo y estuvieron a la altura de la convocatoria. Por supuesto, siempre hay algunas que se destacan, y acá es inevitable la subjetividad de quien escribe. Los uruguayos de Vademekhum y Days of the Phoenix, impactaron con su Metalcore y brindaron excelentes presentaciones. Serpentor, histórica banda argentina de Thrash Metal tiene basta experiencia en agitar a la gente con la potencia de su espectáculo. El Death Metal estuvo bien representado por Apneuma, de Uruguay, y el Blackened Death Metal tuvo un exponente de nivel internacional en Horror On Black Hills, del mismo país, que además de ofrecer un set poderoso, deleitaron a la audiencia con un brillante cover de Behemoth. La apuesta escénica de Vermiforme, banda uruguaya de Doom Metal es muy fuerte. Los argentinos de V.I.D.A y Plan 4 saben dar un show que convierta al público en un pogo masivo; y así sucedió. Detrás de la organización del evento estuvieron los locales Ritual de Nacimiento, que contaron con gran apoyo de la audiencia. El Crossover de Rotten State fue digno de destacar; banda que fue al Wacken Open Air, tal como Ritual de Nacimiento. La representación de los distintos subgéneros del metal fue bastante equilibrada. Llamó la atención la fuerte presencia del Hardcore entre las 33 bandas.
La feria con stands dedicados a la gastronomía, cervecería artesanal, tatuajes, venta de vinilos, CDs y tapes, fue una gran idea. Lo mismo que la participación de un colectivo de muralistas, El Ojo Blindado, que trabajó a lo largo de los tres días de esta celebración de la música pesada, dejando plasmado un esqueleto gigante en la pared.
Más allá de los elogios, siempre es útil opinar constructivamente acerca de los aspectos que podrían mejorarse, porque esa es la apuesta, que este festival, de enorme potencial a futuro, pueda crecer y posicionarse como una referencia sudamericana.
No se vendían entradas en el predio, sino que había que comprarlas en puntos de venta. Creo que eso puede ser incómodo para quienes deciden sumarse a último momento. Sería recomendable que hubiera un puesto sanitario o ambulancia en el lugar, algo que siempre inspira confianza a la gente y es una garantía para los propios organizadores.
Las instalaciones del camping no eran aptas para una concurrencia tan grande como la que hubo. Sería una excelente idea emplear baños químicos como complemento de los sanitarios ya existentes. En este sentido, tampoco había una despensa o almacén en el lugar, donde poder comprar agua o yerba mate, por decir algo. Se podría concesionar un kiosco entre los stands, para que la gente no tenga que salir del predio a cada rato. Además, los precios de los alimentos y bebidas en el lugar eran mucho más elevados que afuera.
De todas maneras, ninguna de estas cuestiones opacó un evento espectacular, un debut brillante de un festival que ojalá siga desarrollándose y cuente en futuras ediciones con mayor presencia de bandas argentinas, brasileras y de otros países cercanos.