Los suecos Dynazty sacan su sexto álbum, más cercanos al hard rock melódico (como algunos los  encasillaron al principio) han ido añadiendo diferentes versiones del rock en sus respectivos materiales.  Actualmente son eclipsados por otros grupos, que en verdad, distan de la calidad que estos tienen en el ámbito del hard rock.  Pero bueno, no se puede tener todo y espero que algún día les llegue la fama que se merecen.

Vayamos al disco, que para eso hemos venido:

Presence of Mind inaugura el disco con una introducción mediante una voz que progresivamente va subiendo de tono hasta dominar el tema.  Es perfecta para comenzar, te mete de lleno en la tónica del disco. la voz de Nils Molin te lleva de la mano y los coros que puntualmente se van añadiendo hacen que sea una delicia de canción, sencilla y eficaz.  Incluso se permite meter un mensaje narrado a la mitad.

Paradise of the Architect comienza con un teclado en solitario al que se le van añadiendo el resto de instrumentos hasta llegar la voz. Se convierte en una de esas imprescindibles canciones pegadizas, con un estribillo muy fácil de tararear e ideal para que el público se deje llevar en los conciertos. A la banda le suele gustar ir de poco a más, comenzando con tranquilidad y explotando en el estribillo tras un puente contundente.  No será la única en la que se repita esta estructura.

The black es otra canción sencilla pero pegadiza, bastante similar a la anterior, aunque tras Paradise of the Architect esta The black me queda como un secundario más.

From Sound to Silence incluye algo que la diferencia del resto de cortes del álbum: Voces guturales.  Totalmente inesperadas y que le dan un toque único y oscuro.  Cuando suena a la vez que la voz limpia de Nils, es una delicia.

Hologram nos confunde al principio, piano, guitarra y voz muy tranquilos y suaves.  La balada del disco, podríamos pensar. Y en efecto, lo es, pero aún asi tiene un tono bastante alto y a medida que avanza se van introduciendo guitarras más fuertes.  Tranquila e interesante. Un buen medio tiempo.

Heartless Madness es magnífica.  Tiene un movimiento muy bien conseguido y un ritmo en el que no puedes evitar mover los pies.  Tiene mucha energía  y todo está colocado en consonancia y tiene unas notas iníciales que se te incrustan en la cabeza.

Waterfall es la canción que mas sentimiento lleva consigo.  El videoclip que le dedicaron acompaña perfectamente a lo que nos está contando. Parece que nos está gritando que quiere respirar con cada acorde, y su voz, de nuevo, esta impecable.

Heartless Madness se parece bastante a The black, aunque algo más sosa que aquella.  Eso no significa que sea mala, si no que en comparación con el resto del disco se me queda algo floja.

The man and the elements tiene un toque celta en el ritmo que hace que el titulo  quede perfecto con esta música.  Es otra canción que me hace moverme, también es que siento debilidad por esos momentos folk en cualquier género existente.

Apex vuelve a los ritmos del resto del disco, y empieza con un coro que da paso a una canción sin más pretensiones que seguir un camino marcado para estar en consonancia con el muy buen álbum que están haciendo.

The road to redemption nos lleva a otro lugar del mapa.  Así como  The man and the elements  nos movía hacia espacios más celtas, esta canción nos transporta a los paisajes áridos del medio oeste americano.  La guitarra está muy conseguida, sin duda, y Nils aquí se permite alargar los gritos más que en el resto de canciones.

The dark delight es bastante más clásica en la mayor parte del camino.  Da nombre al disco, y aunque no es la que será la más recordada del mismo, si tiene una buena potencia independientemente de las demás.  Conforme avanza la canción va dejando atrás ese estilo clásico para chocarse de frente con el  que Dynazty nos tiene acostumbrados.

En conclusión, un discazo que merece ser escuchado.  Seguro que repites.