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Retrosatán en Buenos Aires: “Jugando con el Diablo”

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The Troops Of Doom en Madrid: “Espectaculares en el vacío”

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Metalkas Fest 2024, Día 1: “Metal potente para todos los gustos”

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Supersuckers en Barcelona: “Sillas de montar calientes”
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De este modo titulaba en 1996 un reportaje sobre esta panda de cowboys cuando pisaban por vez primera Barcelona, para reinaugurar una remodelada y exquisita sala Bikini, sin dudas, el local de conciertos con mejor sonido de la ciudad, y de Catalunya, con permiso de auditorios varios, o los esculturales Teatro del Liceu, y Palau de la Música Catalana.

Desde aquella visita presentando su tercer álbum, The Sacrilicious Sounds of Supersuckers ha llovido mucho, y sus actuaciones por estos lares han sido una constante desde entonces, por la veintena deben andar, ya sea como banda principal, o acompañando a formaciones del peso de Thin Lizzy, Airbourne o Nashville Pussy, pasando por la mayoría de locales habidos y por haber, como los ya tristemente desaparecidos Garatge Club, o Rocksound, así como las tres piezas de Razzmatazz, las dos de Apolo, Bóveda, KGB, Estraperlo, o la Wolf que hoy ocupamos, en la que ya realizaron su último show hará un par de años.

Precediendo al power trio norteamericano, otra silla de tres patas con los egarenses Wicked Dog, rock and roll, con diferentes trazas, y que ya en 2022 abrieron para Wolfmother en Razzmatazz I nada más, y nada menos. Hoy en un local más reducido dieron buena cuenta de nuevo, de su disco homónimo editado en 2020 ante unos doscientos parroquianos, con una primera fila copada por sus fans más incondicionales. Alberto Córcoles, su guitarra y cantante, empezó como de costumbre ataviado con uno de sus peludos abrigos, y un gorro siberiano de esos con orejeras, del que se desprendió al finalizar “Banana Suicide”, durante la cual se permitió la licencia de tomar un trago de cerveza antes de entrar en el solo de guitarra, ciertamente inverosímil.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: Lendakaris Muertos en Barcelona: “Dos décadas choteándose de (casi) todo”

Otra en caer de su álbum debut en 2020, es la relajada “Collapse”, un medio tiempo que va subiendo de tono a base de guitarrazos y redobles de batería. Tras este corte Alberto se dirige al respetable, con un Bona Nit, que son de Terrassa y que van a introducirnos en los páramos del blues. A la pregunta sobre cuantos metaleros habían en la sala, no levantamos la mano demasiados, unos pocos, estaba claro que era el preludio del tema que cierra su disco, el titulado “I’m Not into Metal Anymore”, dedicado a todos los metaleros presentes. Siguieron con “Picture Man”, durante la cual Alberto se arrodillo junto a la pedalera y empezó a trastear con ella, solo con tapping, antes de retomar el riff original, una composición con aires hendrinianos podríamos decir. Vuelta al rythm’n’blues con “Last Bat of Summer”, que incluye un solo de harmónica, y que el cantante aprovecho para presentar a sus compañeros Jesús Vallejo al bajo, y Daniel Baeza a la secante batería que nos marcó durante los cuarenta minutos sobre el escenario de este ecléctico combo.

Por suerte, la hora del concierto de una noche de domingo no coincidía por un par de horas con el partido de futbol en Sant Andreu al que asistí, no como en Bilbao, donde los de Tucson tuvieron la competencia directa del deporte rey, y tan solo un centenar de valientes desafiaron la también abundante lluvia en Bizkaia para asistir al show de Eddie Spaguetti y los suyos, en una larga gira recorriendo la península ibérica, que también pasaba por la cercana capital de la Catalunya Nord, Perpinyà, dos días antes de entrar en el País Vasco.

Empieza a sonar de fondo “Eruption”, corte instrumental del primer álbum de Van Halen, y con el prodigioso solo que contiene empiezan a desfilar por el escenario Marty Chandler, Eddie Spaghetti Daly, y Chango Von Streicher, para sin más dilación dar rienda suelta a su copiosa discografía, con “Pretty Fucked Up”, uno de los grandes éxitos de su discordante carrera, e incluido en su Motherfuckers Be Trippin’ de 2003, una buena manera de ponerse al público en el bolsillo desde la primera nota. A partir de ahí, toca intentar mantener al personal en danza, y enchufado, así que, unas palmas, y vamos con “All of Time”, del Suck It (2018), con el batería sacando la lengua en plan Gene Simmons, y en la que ya apreciamos al bajista/vocalista con una voz más ronca de lo habitual, no al nivel de su adorado Lemmy Kilmister, pero casi, casi, demasiados shows sin descanso, así que al resto de la formación les tocaba dar el do de pecho, y participar activamente, y en todo momento acompañando a Eddie en las voces, y los coros, caso de “Rock’n’Roll Records (Ain’t Selling this Year)”, y “The Evil Powers of Rock’n’Roll”, tema título de su poderoso disco de 1999.

Curioso como Eddie aplaude a los fans tras cada puta canción, y ahora por fin, dirige unas palabras a modo de presentación, en castellano, preguntando si son el mejor banda de rock’n’roll en el mundo, ¿correcto?, ya en inglés, diría hace tiempo que no tocamos esta canción, tiene unos treinta años, del The Smoke Hell (1992), “Coattail Rider”. Continúan con otra clásica con ciertas reminiscencias indie, el “Creepy Jackalope Eye” desde La Mano Cornuda (1994), en “Get a Hell” Eddie se desgañita a más no poder, sin cesar llega “Ain´t Gonna Stop”, y la intensa “Mudhead “, con notable solo de Marty alzando la guitarra en el aire.

Pequeño parón para preguntar por los Wicked Dog, ¿han estado bien no?, haremos un nueva canción, un nuevo disco de Supersucker se viene, tenéis suerte cabrones, se titula “How Many Times Will It Take to Unscrew it up”, un amable y melodioso rock’n’roll a medio gas, en contraposición a la simple y efectiva “I Want the Drugs”, así como sorpresiva la inclusión de la bailable “Sleepy Vampire”. Otra canción del futuro nuevo álbum es la bien reiterativa “I Tried to Write a Song”, seguida por “Let’s Bounce” desde su Holdin the Bag (2015), y “Rock Your Ass” donde la participación de todos nosotros a los coros tienen un papel vital.

Momento ahora para las presentaciones, empieza el propio Eddie, renombrándose como Eduardo Caliente de los Supermamones, a la batería, el motor de una banda de rock’n’roll, el capitán de esta nave, Christopher Von Streicher, este responde con una serie de poses y gestos, y ante la demanda de un solo de batería, Chango responde con simple y claro NO, ese es mi hombre contesta Eddie. Y finalmente desde Idaho, Metal Marty Chandler, que es quien asume a partir de ese momento el liderazgo de la banda para hacer tres piezas de su disco en solitario, empezando por “Workin’ My Ass Off”, que me sonó bastante a AC/DC, una entrañable “The Locals”, y una coreada “Idaho Baby!”, pero que es una réplica del “Rock’n’Roll” de Gary Glitter. Un trabajo en el que Eddie ha participado tanto en la composición, como en la producción, así que este Metal Marty’s Greatest Hits podría calificarse en realidad, como un álbum encubierto de SS.

Momento de indecisión en el que han de decidir con que canciones siguen fuera de orden, mientras un tipo no deja de gritar Going to Tucson, una y otra vez, hasta que Eddie se decide por “I Say Fuck” de su primer disco, nada complicado para corear junto al grupo este cortísimo acelerado rock’n’roll. Atendiendo finalmente a la petición caería “Going Back to Tucson”. Al terminar, Eddie anuncia otro tema del próximo elepé, según parece titulado “Whessin”, al igual que “Rocket 69”, que parece que también ira embutida en el próximo lanzamiento.

Basada en una historia real es “Supersuckers Drive by Blues”, y tras unas palabras sobre nuestro impecable gusto, y que tenemos unas camisetas y discos, entran a matar con la infaltable “Born in a Tail”, su gran éxito de 1995, con Marty tocando el solo con la guitarra sobre sus hombros, y divertido final con Eddie levantando el dedo índice, e invitando a imitarlo, e incluso grabarlo en el móvil antes de finalizar este pegadizo temazo. Ni bises, ni solos baqueteros.

Con el “Runnin for the Devil” como outro saludaron, y Eddie gritando que ya son 35 años de Supersuckers. Al cabo de unos minutos compartieron con los fans unas palabras, unas selfies, firmar unos discos, antes de partir dirección a Italia, con un dayoff entre medias, y recuperar algo de voz, ya que la tenía bastante perjudicada al actuar durante esta gira seis días seguidos, y descansar los lunes. ¿Súper héroes, o súper locos?

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Supersuckers en Barcelona: “Sillas de montar calientes”
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De este modo titulaba en 1996 un reportaje sobre esta panda de cowboys cuando pisaban por vez primera Barcelona, para reinaugurar una remodelada y exquisita sala Bikini, sin dudas, el local de conciertos con mejor sonido de la ciudad, y de Catalunya, con permiso de auditorios varios, o los esculturales Teatro del Liceu, y Palau de la Música Catalana.

Desde aquella visita presentando su tercer álbum, The Sacrilicious Sounds of Supersuckers ha llovido mucho, y sus actuaciones por estos lares han sido una constante desde entonces, por la veintena deben andar, ya sea como banda principal, o acompañando a formaciones del peso de Thin Lizzy, Airbourne o Nashville Pussy, pasando por la mayoría de locales habidos y por haber, como los ya tristemente desaparecidos Garatge Club, o Rocksound, así como las tres piezas de Razzmatazz, las dos de Apolo, Bóveda, KGB, Estraperlo, o la Wolf que hoy ocupamos, en la que ya realizaron su último show hará un par de años.

Precediendo al power trio norteamericano, otra silla de tres patas con los egarenses Wicked Dog, rock and roll, con diferentes trazas, y que ya en 2022 abrieron para Wolfmother en Razzmatazz I nada más, y nada menos. Hoy en un local más reducido dieron buena cuenta de nuevo, de su disco homónimo editado en 2020 ante unos doscientos parroquianos, con una primera fila copada por sus fans más incondicionales. Alberto Córcoles, su guitarra y cantante, empezó como de costumbre ataviado con uno de sus peludos abrigos, y un gorro siberiano de esos con orejeras, del que se desprendió al finalizar “Banana Suicide”, durante la cual se permitió la licencia de tomar un trago de cerveza antes de entrar en el solo de guitarra, ciertamente inverosímil.

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Otra en caer de su álbum debut en 2020, es la relajada “Collapse”, un medio tiempo que va subiendo de tono a base de guitarrazos y redobles de batería. Tras este corte Alberto se dirige al respetable, con un Bona Nit, que son de Terrassa y que van a introducirnos en los páramos del blues. A la pregunta sobre cuantos metaleros habían en la sala, no levantamos la mano demasiados, unos pocos, estaba claro que era el preludio del tema que cierra su disco, el titulado “I’m Not into Metal Anymore”, dedicado a todos los metaleros presentes. Siguieron con “Picture Man”, durante la cual Alberto se arrodillo junto a la pedalera y empezó a trastear con ella, solo con tapping, antes de retomar el riff original, una composición con aires hendrinianos podríamos decir. Vuelta al rythm’n’blues con “Last Bat of Summer”, que incluye un solo de harmónica, y que el cantante aprovecho para presentar a sus compañeros Jesús Vallejo al bajo, y Daniel Baeza a la secante batería que nos marcó durante los cuarenta minutos sobre el escenario de este ecléctico combo.

Por suerte, la hora del concierto de una noche de domingo no coincidía por un par de horas con el partido de futbol en Sant Andreu al que asistí, no como en Bilbao, donde los de Tucson tuvieron la competencia directa del deporte rey, y tan solo un centenar de valientes desafiaron la también abundante lluvia en Bizkaia para asistir al show de Eddie Spaguetti y los suyos, en una larga gira recorriendo la península ibérica, que también pasaba por la cercana capital de la Catalunya Nord, Perpinyà, dos días antes de entrar en el País Vasco.

Empieza a sonar de fondo “Eruption”, corte instrumental del primer álbum de Van Halen, y con el prodigioso solo que contiene empiezan a desfilar por el escenario Marty Chandler, Eddie Spaghetti Daly, y Chango Von Streicher, para sin más dilación dar rienda suelta a su copiosa discografía, con “Pretty Fucked Up”, uno de los grandes éxitos de su discordante carrera, e incluido en su Motherfuckers Be Trippin’ de 2003, una buena manera de ponerse al público en el bolsillo desde la primera nota. A partir de ahí, toca intentar mantener al personal en danza, y enchufado, así que, unas palmas, y vamos con “All of Time”, del Suck It (2018), con el batería sacando la lengua en plan Gene Simmons, y en la que ya apreciamos al bajista/vocalista con una voz más ronca de lo habitual, no al nivel de su adorado Lemmy Kilmister, pero casi, casi, demasiados shows sin descanso, así que al resto de la formación les tocaba dar el do de pecho, y participar activamente, y en todo momento acompañando a Eddie en las voces, y los coros, caso de “Rock’n’Roll Records (Ain’t Selling this Year)”, y “The Evil Powers of Rock’n’Roll”, tema título de su poderoso disco de 1999.

Curioso como Eddie aplaude a los fans tras cada puta canción, y ahora por fin, dirige unas palabras a modo de presentación, en castellano, preguntando si son el mejor banda de rock’n’roll en el mundo, ¿correcto?, ya en inglés, diría hace tiempo que no tocamos esta canción, tiene unos treinta años, del The Smoke Hell (1992), “Coattail Rider”. Continúan con otra clásica con ciertas reminiscencias indie, el “Creepy Jackalope Eye” desde La Mano Cornuda (1994), en “Get a Hell” Eddie se desgañita a más no poder, sin cesar llega “Ain´t Gonna Stop”, y la intensa “Mudhead “, con notable solo de Marty alzando la guitarra en el aire.

Pequeño parón para preguntar por los Wicked Dog, ¿han estado bien no?, haremos un nueva canción, un nuevo disco de Supersucker se viene, tenéis suerte cabrones, se titula “How Many Times Will It Take to Unscrew it up”, un amable y melodioso rock’n’roll a medio gas, en contraposición a la simple y efectiva “I Want the Drugs”, así como sorpresiva la inclusión de la bailable “Sleepy Vampire”. Otra canción del futuro nuevo álbum es la bien reiterativa “I Tried to Write a Song”, seguida por “Let’s Bounce” desde su Holdin the Bag (2015), y “Rock Your Ass” donde la participación de todos nosotros a los coros tienen un papel vital.

Momento ahora para las presentaciones, empieza el propio Eddie, renombrándose como Eduardo Caliente de los Supermamones, a la batería, el motor de una banda de rock’n’roll, el capitán de esta nave, Christopher Von Streicher, este responde con una serie de poses y gestos, y ante la demanda de un solo de batería, Chango responde con simple y claro NO, ese es mi hombre contesta Eddie. Y finalmente desde Idaho, Metal Marty Chandler, que es quien asume a partir de ese momento el liderazgo de la banda para hacer tres piezas de su disco en solitario, empezando por “Workin’ My Ass Off”, que me sonó bastante a AC/DC, una entrañable “The Locals”, y una coreada “Idaho Baby!”, pero que es una réplica del “Rock’n’Roll” de Gary Glitter. Un trabajo en el que Eddie ha participado tanto en la composición, como en la producción, así que este Metal Marty’s Greatest Hits podría calificarse en realidad, como un álbum encubierto de SS.

Momento de indecisión en el que han de decidir con que canciones siguen fuera de orden, mientras un tipo no deja de gritar Going to Tucson, una y otra vez, hasta que Eddie se decide por “I Say Fuck” de su primer disco, nada complicado para corear junto al grupo este cortísimo acelerado rock’n’roll. Atendiendo finalmente a la petición caería “Going Back to Tucson”. Al terminar, Eddie anuncia otro tema del próximo elepé, según parece titulado “Whessin”, al igual que “Rocket 69”, que parece que también ira embutida en el próximo lanzamiento.

Basada en una historia real es “Supersuckers Drive by Blues”, y tras unas palabras sobre nuestro impecable gusto, y que tenemos unas camisetas y discos, entran a matar con la infaltable “Born in a Tail”, su gran éxito de 1995, con Marty tocando el solo con la guitarra sobre sus hombros, y divertido final con Eddie levantando el dedo índice, e invitando a imitarlo, e incluso grabarlo en el móvil antes de finalizar este pegadizo temazo. Ni bises, ni solos baqueteros.

Con el “Runnin for the Devil” como outro saludaron, y Eddie gritando que ya son 35 años de Supersuckers. Al cabo de unos minutos compartieron con los fans unas palabras, unas selfies, firmar unos discos, antes de partir dirección a Italia, con un dayoff entre medias, y recuperar algo de voz, ya que la tenía bastante perjudicada al actuar durante esta gira seis días seguidos, y descansar los lunes. ¿Súper héroes, o súper locos?

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