La noche del sábado 24 de octubre, la Sala Razzmatazz 3 de Barcelona se convirtió en el epicentro de una descarga incesante de hardcore y metalcore, con Guilt Trip, Foreign Hands y Sorcerer como protagonistas. Desde la entrada, el ambiente estaba impregnado de adrenalina; una multitud de seguidores ansiosos se congregaba para vivir una noche que prometía ser inolvidable. La cita era imprescindible para cualquier amante de estos géneros, y la expectativa en el aire lo decía todo.
Sorcerer, el quinteto parisino, abrió la noche con su distintiva mezcla de hardcore y matices emo, dejando claro desde el primer momento que no había espacio para tibiezas. Empezaron con “Badlands”, un tema que llenó la sala de riffs oscuros y una batería implacable. La sincronía entre los músicos era perfecta, y el público respondió de inmediato. Uno de los puntos álgidos de su set fue “In The Arms Of Mortality”, donde los coros espontáneos y el desborde de energía en temas como “Devotion” transformaron al espacio en un hervidero de emociones. Un vocalista improvisado del público se unió a la banda, amplificando el espectáculo con una intensidad que electrizaba. Sorcerer cerró su actuación con “Seeds Of Decline”, dejando a la audiencia con un retumbar de aplausos y saltos que anticipaban lo que vendría.
Desde el otro lado del Atlántico, Foreign Hands subió al escenario, trayendo con ellos la esencia del metalcore de los 2000, un sonido crudo y emocional que resonó con fuerza. A pesar de algunos problemas técnicos con la mesa de efectos del guitarrista, rápidamente resueltos, la banda no perdió un segundo de energía. La interacción entre los miembros era palpable; ambos guitarristas compartían miradas cómplices mientras el vocalista arengaba a un público ya encendido: “¡Barcelona, what’s up!” se escuchaba entre canción y canción, como un grito de comunión. Temas como “Hesitation Marks” y “Laceration Wings” destacaron por su mezcla de caos melódico y contundencia, mientras que el cierre inesperado con “A Memory in Latency” y “Separation Souvenir” dejó al público en suspenso, cerrando su set de forma memorable.
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Finalmente, el plato fuerte de la noche llegó con Guilt Trip, los embajadores de Manchester que han llevado el nuevo hardcore británico a otro nivel. El set comenzó con una breve introducción de “Roll With It” de Oasis, un guiño que hizo vibrar a la audiencia antes de que la banda, ataviada con su inconfundible estética de adidas, arremetiera con “Fallen At My Feet”. Desde el primer acorde, la sala se transformó en un mar de saltos y voces coreando. Jay Valentine, el vocalista, conectó de inmediato con el público, desplegando una presencia avasalladora en temas como “Surrounded by Pain”, “Sweet Dreams” y “Yes Without Shut”. Los cambios de ritmo y la alternancia entre melodías pesadas y momentos más suaves sumergieron a la audiencia en un vaivén emocional que solo se intensificaba.
Entre los momentos más destacados estuvo “Unrelenting Force”, donde la bajista, la más reciente incorporación de la banda, captó todas las miradas. Con “Separate”, las primeras filas vibraron al unísono con los coros, mientras que en “The Gates” un fan tomó el micrófono, dándole un toque inesperado y aún más salvaje al show. La energía aumentó aún más cuando el guitarrista, activando su pedal wah-wah, transformó la atmósfera en una explosión de furia sonora. Guilt Trip cerró con su potente versión de “Davidian” de Machine Head, un final arrollador que dejó a todos clamando por más.
La noche en Razzmatazz 3 no fue solo un concierto; fue una catarsis colectiva que resonará en la memoria de todos los asistentes. Una velada donde el hardcore y el metalcore se unieron en una experiencia electrizante, consolidando a estas tres bandas como potencias en sus respectivos géneros y dejando claro que Barcelona sigue siendo un epicentro de la música más visceral.
La noche del sábado 24 de octubre, la Sala Razzmatazz 3 de Barcelona se convirtió en el epicentro de una descarga incesante de hardcore y metalcore, con Guilt Trip, Foreign Hands y Sorcerer como protagonistas. Desde la entrada, el ambiente estaba impregnado de adrenalina; una multitud de seguidores ansiosos se congregaba para vivir una noche que prometía ser inolvidable. La cita era imprescindible para cualquier amante de estos géneros, y la expectativa en el aire lo decía todo.
Sorcerer, el quinteto parisino, abrió la noche con su distintiva mezcla de hardcore y matices emo, dejando claro desde el primer momento que no había espacio para tibiezas. Empezaron con “Badlands”, un tema que llenó la sala de riffs oscuros y una batería implacable. La sincronía entre los músicos era perfecta, y el público respondió de inmediato. Uno de los puntos álgidos de su set fue “In The Arms Of Mortality”, donde los coros espontáneos y el desborde de energía en temas como “Devotion” transformaron al espacio en un hervidero de emociones. Un vocalista improvisado del público se unió a la banda, amplificando el espectáculo con una intensidad que electrizaba. Sorcerer cerró su actuación con “Seeds Of Decline”, dejando a la audiencia con un retumbar de aplausos y saltos que anticipaban lo que vendría.
Desde el otro lado del Atlántico, Foreign Hands subió al escenario, trayendo con ellos la esencia del metalcore de los 2000, un sonido crudo y emocional que resonó con fuerza. A pesar de algunos problemas técnicos con la mesa de efectos del guitarrista, rápidamente resueltos, la banda no perdió un segundo de energía. La interacción entre los miembros era palpable; ambos guitarristas compartían miradas cómplices mientras el vocalista arengaba a un público ya encendido: “¡Barcelona, what’s up!” se escuchaba entre canción y canción, como un grito de comunión. Temas como “Hesitation Marks” y “Laceration Wings” destacaron por su mezcla de caos melódico y contundencia, mientras que el cierre inesperado con “A Memory in Latency” y “Separation Souvenir” dejó al público en suspenso, cerrando su set de forma memorable.
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Entre los momentos más destacados estuvo “Unrelenting Force”, donde la bajista, la más reciente incorporación de la banda, captó todas las miradas. Con “Separate”, las primeras filas vibraron al unísono con los coros, mientras que en “The Gates” un fan tomó el micrófono, dándole un toque inesperado y aún más salvaje al show. La energía aumentó aún más cuando el guitarrista, activando su pedal wah-wah, transformó la atmósfera en una explosión de furia sonora. Guilt Trip cerró con su potente versión de “Davidian” de Machine Head, un final arrollador que dejó a todos clamando por más.
La noche en Razzmatazz 3 no fue solo un concierto; fue una catarsis colectiva que resonará en la memoria de todos los asistentes. Una velada donde el hardcore y el metalcore se unieron en una experiencia electrizante, consolidando a estas tres bandas como potencias en sus respectivos géneros y dejando claro que Barcelona sigue siendo un epicentro de la música más visceral.