


El Broche de Oro del Z Live 2025: El Factor X de una Década que Resuena en la Historia
Cumplir diez años en la escena musical, sin importar de qué rincón de esta disciplina provenga el logro, es un verdadero hito. ¡Y que se lo digan al equipo indomable de Z! Hace solo dos años, el cielo les cayó encima, pero demostraron una resiliencia admirable, digna de la historia de batallas y victorias que forjaron Castilla y León. Se levantaron, se conectaron y, de repente, los vemos más aguerridos y centrados en el universo del metal que nunca. ¡Felicidades, Z Live Rock Fest! ¡Que venga al menos el doble de ese factor X!
La jornada final fue un reflejo de este camino. Incluso en las horas menos concurridas, el aumento de asistentes era notable, confirmando el rotundo éxito de un festival que, año tras año, supera todas las expectativas. Un sábado de inicio de verano con temperaturas estivales sólo podía traducirse en un ambiente inmejorable. Si a esto le sumamos un cartel con nombres mayúsculos, quizás menos recurrentes que de costumbre, o al menos con argumentos más sólidos que en otras ocasiones, el resultado es evidente: ¡un imán que atrae a la multitud!
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El escenario vibró con la fuerza de Sepultura, la inconfundible presencia de Lita Ford, el hard rock melódico de Gotthard y la épica sinfonía de Rhapsody of Fire. No faltaron los locales Ankhara con su potente metal ni la oscuridad envolvente de los nórdicos Dark Funeral, conformando una mezcla que atrajo a todo tipo de amantes del rock y el metal. El cesto se llenó de entusiastas, ¡y eso es digno de ovación!
Opensight: Un Espectáculo Audiovisual Bizarro
Los británicos Opensight, liderados por la enérgica voz y guitarra de Iván David, irrumpieron en el escenario con una propuesta tan audaz como inesperada. Con Iván dirigiéndose al público en un español fluido, la banda, ataviada con trajes impecables y camisas rojas, no solo presentó música, sino una auténtica odisea cinematográfica. Neil McLaughlin en la segunda guitarra, Duncan Arkley al bajo y Redd Reddington en la batería, todos ellos cual hombres de negro, desplegaron una ofensiva musical acompañada de proyecciones de películas clásicas y de serie B, tejiendo un tapiz visual que complementaba a la perfección su sonido.
Este cuarteto, más cercano a lo bizarro que a lo convencional, apostó por una atmósfera sonora intensa y la anarquía como estandarte. Su estilo, que navega entre el metal progresivo, el groove metal y toques de thrash, se caracteriza por riffs intrincados, ritmos contundentes y una vocalización versátil que transita entre lo melódico y lo gutural. Demostraron que no dejan nada al azar, y bajo el sol radiante, se entregaron por completo a su esquizoide propuesta, cautivando incluso a los más indecisos. Su secreto radica en la imprevisibilidad; uno nunca sabe qué maravilla sacarán de su chistera. Tras adelantar algunas piezas de su próximo disco en un “petit comité”, el público disfrutó de un setlist arrollador.
Abrieron con la contundencia de “Killer“, una explosión de energía que estableció el tono. Le siguió la envolvente “Plain Sight“, donde las melodías complejas se entrelazan con pasajes más pesados. Después, arremetieron con la furia de “Stained Remains” y la fuerza implacable de “Primitive Principle“, dos temas que destacaron su habilidad para combinar agresividad y técnica. La intriga llegó con una nueva canción, aún con el título provisional de “Clan“, o la potente “Defying Eye“, que ofrecieron un adelanto de su evolución musical. Luego, dieron paso a la compleja “Plot Twist“, una pieza que ejemplifica su enfoque progresivo con cambios de ritmo y atmósferas. La noche culminó con la vibrante “Midnight Hunter“, un cierre potente y memorable que dejó al público con ganas de más de esta banda singular.
Ankhara: La Maestra Evolución del Heavy Metal Español
Ankhara, los veteranos de Madrid, están viviendo un auténtico revival, demostrando que el buen vino, con el tiempo, solo mejora. Desde su formación en 1995, se labraron una reputación merecida en la escena del heavy metal español, fusionando elementos clásicos con toques de power y progresivo. Tres álbumes fueron suficientes para catapultar a la fama, y aunque su actividad se detuvo por un tiempo, su regreso discográfico hace cinco años y dos nuevos trabajos les ha sentado francamente bien.
La voz de Pacho Brea se mantiene tan distintiva como siempre, un sello inconfundible de la banda. Alberto Marín, un músico multifacético, y Cecilio Sánchez en las guitarras han perfeccionado su virtuosismo con cada paso, construyendo armonías y riffs que suenan como el relámpago en la noche. Alberto, en particular, deslumbra con su talento, tejiendo solos intrincados y melodías que elevan cada composición. Dani Criado se ha adueñado de las líneas de bajo, aportando una solidez impecable, mientras que Matías de Vallejo en la batería ha inyectado una vitalidad contagiosa, dándoles más vida que la que nos roba el “conejo de Duracell”. Aunque Matías no pudo acompañarlos en esta ocasión, un joven y enérgico sustituto asumió el rol de motor, impulsando la banda con una fuerza impresionante.
Sobre el escenario, Ankhara es una banda que ha agrietado la barrica de su sonido, extrayendo toda la nobleza de su esencia. Esparcen semillas de genialidad con cada nota, atrayendo a una legión de seguidores que buscan refugio en su ímpetu y se nutren de la brillantez que irradian. En sus presentaciones recientes, su setlist es un recorrido por su rica discografía, combinando himnos del pasado con la fuerza de sus nuevas creaciones. Es habitual escuchar la intensidad de “Demasiado tarde“, la promesa de “Un paso más“, la épica de “Hasta el fin” y la introspección de “No mires atrás“, todas ellas piezas fundamentales de su aclamado álbum Dueño del Tiempo (1999). También resuenan la turbulencia de “Mente atormentada“, la camaradería de “Junto al viento” y la fortaleza de “En mis manos“. La inspiradora “Nunca mueras por un sueño” y la mágica “Acordes mágicos” de Sombras del Pasado (2003) no suelen faltar, al igual que la contundencia de “Sigue en pie” de Sinergia (2018). Cada canción es una muestra de su coherencia y evolución, reafirmando por qué Ankhara sigue siendo un referente en el heavy metal nacional.
Dynazty: La Fuerza Sueca que Redefine el Metal Moderno
La cuestión flota en el aire: ¿es Dynazty una nueva generación del metal, o es su música la que engendra una nueva estirpe de metaleros? Lo que es innegable es la expectación que rodeaba a los suecos, quienes, tras una década pivotando desde el hard rock, han consolidado un sonido híbrido entre el power metal melódico y el heavy más aplastante. ¡El público respondió llenando el recinto hasta la bandera, ansioso por presenciar su imponente despliegue!
Nils Molin, nuestro frontman, no solo canta como los ángeles (o demonios, según el tema), sino que su presencia en el escenario es pura magia. ¡El tío tiene un carisma que te engancha desde el primer riff! Y hablando de riffs, la maquinaria musical de Dynazty es una locura. Jonathan Olsson y Love Magnusson en las guitarras son unos auténticos maestros, tejiendo melodías que te atrapan y riffs que te hacen headbangear sin control. Georg Härnsten Egg a la batería es una bestia parda, un metrónomo humano que le da una pegada brutal a cada tema. Y Mike Lavér al bajo, aunque a veces no lo veamos tanto, es el pilar que lo une todo, ¡con una solidez que te deja flipando! La verdad es que esta gente tiene un sonido tan macizo que, estés donde estés, te llega con una fuerza que te sacude. A ver, sí, su propuesta está muy trabajada y a veces parece todo súper programado, pero eso no quita que cada canción sea una auténtica bomba.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Dynazty – Game Of Faces (2025)
El setlist fue un recorrido contundente por su evolución, intercalando himnos conocidos con el frescor de su último trabajo. Abrieron con la flamante “Game of Faces” y el potente sencillo “Call of the Night“, ambos extraídos de su nuevo álbum de 2025, que marcó una clara apuesta por su material más reciente. La contundencia no cesó con la demoledora “Natural Born Killer” y la épica “Waterfall“. La emotiva “Yours” ofreció un respiro melódico antes de que la batería de Egg tomará el protagonismo en un solo que demostró su maestría. Retomaron la embestida con la potente “Presence of Mind” y la intrincada “The Human Paradox“, para culminar con la arrolladora “Heartless Madness“. Aunque la banda se pasó un poco de la raya interactuando con el público y perdieron algo de tiempo, su innegable calidad musical y la entrega en cada interpretación dejaron una marca imborrable en la jornada.
Rhapsody Of Fire: La Fuerza Imperecedera del Metal Sinfónico y sus Raíces Épicas
¡Prepárense, amantes del metal! Rhapsody Of Fire, los titanes del power metal sinfónico que te hace soñar despierto, nos ofrecieron un show que, a pesar de los años y algún que otro cambio en la banda, demostró que su magia sigue intacta. Es verdad que ahora solo queda un miembro original al frente y que a veces se debate cuánto es en vivo y cuánto viene de “cintas”, pero la verdad es que la esencia de lo que los hizo grandes sigue ahí, ¡a tope! Para muchos, esa nostalgia es justo lo que nos tiene enganchados a este género tan especial.
El genio de Alex Staropoli en los teclados es, sin duda, el alma de la fiesta. ¡Este tío es un mago! Su capacidad para crear esos paisajes sonoros gigantescos y complejos es lo que ha marcado el sonido de Rhapsody desde el principio. Y ojo al dato con el guitarrista Roberto De Micheli: ¡es un fuera de serie! Sus solos y melodías no solo están a la altura de las composiciones originales, sino que a menudo las mejoran, dándole un toque de virtuosismo y potencia que te deja con la boca abierta. El resto de la banda, con su energía y precisión, se encargan de que todo suene espectacular.
La banda nos demostró que no se quedan estancados. Nos soltaron temas recientes como “Rain of Fury” y “Warrior Heart” (de The Eighth Mountain, 2019), la emotiva “I’ll Be Your Hero” (de su EP de 2021) y la poderosa “Challenge the Wind” (de su álbum homónimo de 2024). Estas canciones no solo muestran que siguen evolucionando, sino que mantienen esa identidad épica y esa complejidad melódica que los hace únicos.
Pero seamos sinceros, el verdadero subidón del concierto llega cuando tiran de clásicos, ¡esos himnos que nos volaron la cabeza hace años y que siguen resonando en el alma de los fans! El setlist fue una mezcla explosiva de lo nuevo y lo glorioso del pasado. Arrancaron con el canto de batalla épico “Unholy Warcry“, que desató la locura con sus coros grandilocuentes y esa velocidad que nos encanta del power metal. Luego nos metieron una de las nuevas, “I’ll Be Your Hero“, que sirvió de puente entre su presente y su sonido más melódico. Después vino “Chains of Destiny“, que te lleva de viaje por sus historias fantásticas con sus cambios de ritmo y atmósferas. El concierto siguió con el temazo “The March of the Swordmaster”, cargado de energía y con orquestaciones que te hacían mover la cabeza sin parar, ¡un clásico de sus raíces más potentes! Y para rematar, la atronadora “Dawn of Victory“, otro himno que electrificó el ambiente con la contundencia de sus guitarras y la majestuosidad sinfónica. El broche de oro, como no podía ser de otra forma, fue “Emerald Sword“. ¡Esto ya fue la explosión total! Miles de voces se unieron en un coro unánime, puños en alto, confirmando el legado eterno de una banda que ha sabido construir su propio reino épico en la historia del metal.
Al final, Rhapsody Of Fire sigue siendo un faro para los amantes del metal sinfónico, capaces de arrastrar a miles de fans que, inmersos en la fantasía de sus relatos y la grandiosidad de su música, responden con una pasión brutal a cada llamada de sus profundas y majestuosas raíces. ¡Larga vida a la espada de esmeralda!
Gotthard: El Fénix Resurge con Poder Renovado
¡Es un hecho! La legendaria banda de Lugano, Suiza, Gotthard, ha superado la inmensa sombra de la trágica pérdida de su icónico vocalista Steve Lee. A pesar de que la comparación consigo mismos ha sido un obstáculo constante, impidiendo a veces competir con la inmediatez de otras bandas, Gotthard ha demostrado que el legado musical forjado por el respetado Leo Leoni es inmortal. Nic Maeder, con una fortaleza inquebrantable, ha llevado el manto del “nuevo” vocalista durante trece años, y con su flamante disco, Stereo Crush, bajo el brazo, ¡es hora de dejar de considerarlo sólo “el otro”! Este álbum es una auténtica joya. Así que, tómense un momento, despréndanse de prejuicios y, ¡simplemente gocen! Puede que no sea exactamente lo mismo, pero cada vez se acercan más a la perfección.
Donde realmente demuestran su valía es sobre el escenario, y ¡vaya si lo consiguen! Con un sonido apabullante que merecía aún más volumen, la banda se reafirma en sus convicciones. Como era de esperar, la respuesta a los temas nuevos es diferente a la euforia que generan sus éxitos de antes de 2010. ¿Frustrante? Quizás, pero esa sensación se disipa cuando ves a miles de personas vibrar con cada nota, inhalando y exhalando vida a través de su música. ¡Es un espectáculo que te eleva!
El setlist fue una muestra impecable de su trayectoria, mezclando la potencia de lo nuevo con la inmortalidad de sus himnos. Abrieron con la profunda “AI & I“, seguida por la electrizante “Thunder & Lightning“. La multitud coreó al unísono “All We Are” antes de que la banda rindiera un emotivo tributo con su poderosa versión de “Hush“, original de Joe South. Fue originalmente grabada por Billy Joe Royal, y luego versionada por Deep Purple en su álbum debut “Shades of Deep Purple” en 1968, que les valió una de las primeras grandes ovaciones de la noche.
Continuaron con la enérgica “Mountain Mama“, un clásico que siempre levanta pasiones, y la impresionante “Burning Bridges” de su nuevo álbum, que sonó espectacularmente potente en vivo. La atmósfera se volvió mágica con la belleza de “Heaven“, donde permitieron al público cantar los primeros compases, haciéndonos sentir parte de la leyenda. El viaje siguió con la emotiva “Feel What I Feel” y la inconfundible “Top of the World“. Finalmente, la banda cerró con la inspiradora “Lift U Up“, dejando una sensación de triunfo y conexión con la audiencia.
Gotthard ha retoñado como pequeñas llamas desprendidas del Fénix absoluto, mostrando una resiliencia admirable. Ahora es el momento de apoyarlos de verdad, ya que ellos no guardan rencor y desean seguir compartiendo su luz musical con el mundo.
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Lita Ford: Un Torbellino de Rock y Legado
¡Qué fuerza la de Lita Ford sobre el escenario! Con 66 años de pura energía, Lita demuestra que la pasión por el rock no tiene edad. Sus presentaciones son una auténtica descarga de potencia y actitud rockera, prueba viviente de que el número 66, lejos de cualquier connotación, simboliza la vitalidad incombustible de una leyenda. Lita no solo es una guitarrista excepcional, capaz de hacer rugir las seis cuerdas con una destreza impresionante, sino que su voz poderosa complementa a la perfección cada riff y cada solo. Verla en acción es ser testigo de una verdadera leyenda del rock.
Desde el primer acorde, Lita sabe cómo conectar con su gente. En este concierto, una fan con un cartel en mano pidió un tema apenas comenzó el show, y la mismísima Lita, con una sonrisa, prometió cumplir su deseo casi al final. Esta interacción es parte de su encanto, mostrando una pasión contagiosa por la música que se desborda en cada nota.
El repertorio de la noche fue un viaje electrizante a través de su trayectoria. Arrancó con la pegadiza “Gotta Let Go“, marcando un ritmo implacable. Le siguió la vibrante “Restless“, que mantuvo la energía a tope. La sorpresa llegó con una contundente versión de “The Bitch Is Back” de Elton John, que demostró su versatilidad y respeto por los clásicos. La temperatura subió con la incendiaria “Playin’ With Fire” y el potente groove de “Back to the Cave“. Un solo de batería permitió a la banda lucirse antes de que Lita nos regalara un momento de pura nostalgia con “Cherry Bomb“. Este himno, aquel que una adolescente en las primeras filas pedía a gritos y que la emparenta directamente con otra grande de las seis cuerdas como Joan Jett, nos transportó a su icónica etapa en The Runaways, poniendo a corear a todo el público. No faltó otra reinterpretación inesperada, la explosiva “Black Leather” de Sex Pistols; su vertiente más punk hizo que la línea de bajo y el demoledor estribillo pusieran a la multitud a hacer pogo. El ambiente se volvió íntimo con la emotiva balada “Close My Eyes Forever“, la cual interpretó a dúo con el mismísimo y gran Ozzy Osbourne, y donde su voz brilló con luz propia. Y para cerrar la noche por todo lo alto, el público estalló con el inmortal “Kiss Me Deadly“, donde por un instante, volvimos a los tiempos de la laca, los pelos cardados y la dominación del hard rock en la MTV. Fue un broche de oro que dejó a todos con ganas de más rock and roll de la mano de esta incombustible artista.
Sepultura: Un Adiós Épico Marcado por la Historia del Metal Brasileño
El telón se baja para Sepultura, y es una despedida agridulce que marca el fin de una era. Cuarenta años de “chaos” musical llegan a su punto final, una odisea relatada por el cincuenta por ciento de sus protagonistas, pero con la notable ausencia de una parte fundamental de su alma. Es verdaderamente una pena que una banda que, sin contar con los mismos medios y la visibilidad de las grandes potencias musicales, logró colarse entre los gigantes del metal extremo, diga adiós en medio de divisiones. La actual gira de despedida de Sepultura, sin los hermanos Cavalera, ha provocado profundas reflexiones sobre la trayectoria de la banda y la inmensa importancia de sus miembros originales. Esto ha generado debates constantes entre los fans sobre quiénes representan realmente el espíritu de Sepultura y ha impulsado comparaciones entre su música actual (con Kisser y Paulo Jr.) y la de Cavalera Conspiracy y Soulfly (con los hermanos Cavalera), notándose claramente las diferencias en estilo y sonido que definieron cada etapa.
Andreas Kisser, el virtuoso guitarrista de São Bernardo do Campo, se unió a la banda en 1987, y su técnica depurada, con el tapping, sweep picking y slide, se convirtió en un pilar fundamental del sonido distintivo de Sepultura. Su pasión al tocar es innegable y palpable en cada riff, y ha sido una figura clave en la evolución y consolidación del thrash metal brasileño a nivel mundial. A su lado, Paulo Jr. Se ha mantenido como el inmutable y sólido bajista, un ancla vital que ha brindado la base rítmica inquebrantable a lo largo de décadas de cambios y evoluciones. Acompañándolos en esta etapa final, encontramos a Derrick Green, un vocalista potente y solvente que, a pesar de haber pasado más años en la banda que el propio Max Cavalera, siempre ha cargado con la difícil pero inevitable sombra de no poder reemplazar la figura icónica y fundacional del creador de la banda. Y para completar esta formidable formación, el sorprendente Greyson Nekrutman, un joven pero ya consolidado talento que ha demostrado ser un digno sucesor del todopoderoso Eloy Casagrande en la batería, aportando una energía arrolladora y una precisión impecable. Ha llegado el momento de la despedida para esta era dorada del metal.
En esta ocasión, la banda ofreció, probablemente, el concierto de su vida, o al menos, el mejor de todos los que les he visto en las múltiples ocasiones en las que he podido unirme a su “chaos” controlado. El setlist fue una verdadera y brutal embestida sonora que hizo temblar los cimientos del recinto, una declaración de intenciones desde el primer momento. Tras una “Mixed Intro” cargada de tensión y anticipación, la banda abrió fuego con un trío demoledor que dejó a todos sin aliento. La atmósfera se volvió densa y electrizante cuando los primeros acordes de “Beneath the Remains” e “Inner Self” –dos himnos atemporales del álbum homónimo de 1989– resonaron, seguidos de la implacable y brutal “Desperate Cry” de Arise (1991). ¡Aquello fue sencillamente acojonante! Arise fue, sin duda, una patada en la boca que los catapultó al olimpo del metal desde el “tercer mundo”, un disco que solidifica su sonido y los llevó a una audiencia global. Derrick Green, con su imponente presencia escénica y su voz gutural y potente, lideraba el asalto sonoro mientras Kisser desgranaba riffs demoledores y solos vertiginosos que cortaban el aire. La base rítmica, con Paulo Jr. imperturbable y sólido al bajo, y Greyson Nekrutman demostrando por qué es el nuevo prodigio de la batería, mantenía una potencia descomunal que hacía vibrar el suelo bajo nuestros pies. Incluso se atrevieron con una inesperada versión de “Polícia” de Titãs, una joya brasileña que conectó aún más con el público local, mostrando el orgullo de sus raíces.
Después de este arranque fulminante, con una vitalidad asombrosa, la banda se empastó en un batiburrillo magistral de clásicos inmortales de la era de Max e Iggor, inteligentemente intercalados con joyas de sus introspecciones artísticas más recientes, que han cogido peso y relevancia. Así, resonaron la potente y rítmica “Phantom Self” de Machine Messiah (2017), la enérgica “Attitude” del popular álbum Roots (1996), un verdadero punto de inflexión en su carrera por su incursión en sonidos tribales, y la contundente “Means to an End” junto a las épicas “Guardians of Earth” y “Agony of Defeat” del aclamado Quadra (2020), que demostraron su evolución sonora y su capacidad para seguir creando material impactante. No faltaron temas esenciales como “Kairos” del disco del mismo título (2011), la oscura y atmosférica.



El Broche de Oro del Z Live 2025: El Factor X de una Década que Resuena en la Historia
Cumplir diez años en la escena musical, sin importar de qué rincón de esta disciplina provenga el logro, es un verdadero hito. ¡Y que se lo digan al equipo indomable de Z! Hace solo dos años, el cielo les cayó encima, pero demostraron una resiliencia admirable, digna de la historia de batallas y victorias que forjaron Castilla y León. Se levantaron, se conectaron y, de repente, los vemos más aguerridos y centrados en el universo del metal que nunca. ¡Felicidades, Z Live Rock Fest! ¡Que venga al menos el doble de ese factor X!
La jornada final fue un reflejo de este camino. Incluso en las horas menos concurridas, el aumento de asistentes era notable, confirmando el rotundo éxito de un festival que, año tras año, supera todas las expectativas. Un sábado de inicio de verano con temperaturas estivales sólo podía traducirse en un ambiente inmejorable. Si a esto le sumamos un cartel con nombres mayúsculos, quizás menos recurrentes que de costumbre, o al menos con argumentos más sólidos que en otras ocasiones, el resultado es evidente: ¡un imán que atrae a la multitud!
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Opensight: Un Espectáculo Audiovisual Bizarro
Los británicos Opensight, liderados por la enérgica voz y guitarra de Iván David, irrumpieron en el escenario con una propuesta tan audaz como inesperada. Con Iván dirigiéndose al público en un español fluido, la banda, ataviada con trajes impecables y camisas rojas, no solo presentó música, sino una auténtica odisea cinematográfica. Neil McLaughlin en la segunda guitarra, Duncan Arkley al bajo y Redd Reddington en la batería, todos ellos cual hombres de negro, desplegaron una ofensiva musical acompañada de proyecciones de películas clásicas y de serie B, tejiendo un tapiz visual que complementaba a la perfección su sonido.
Este cuarteto, más cercano a lo bizarro que a lo convencional, apostó por una atmósfera sonora intensa y la anarquía como estandarte. Su estilo, que navega entre el metal progresivo, el groove metal y toques de thrash, se caracteriza por riffs intrincados, ritmos contundentes y una vocalización versátil que transita entre lo melódico y lo gutural. Demostraron que no dejan nada al azar, y bajo el sol radiante, se entregaron por completo a su esquizoide propuesta, cautivando incluso a los más indecisos. Su secreto radica en la imprevisibilidad; uno nunca sabe qué maravilla sacarán de su chistera. Tras adelantar algunas piezas de su próximo disco en un “petit comité”, el público disfrutó de un setlist arrollador.
Abrieron con la contundencia de “Killer“, una explosión de energía que estableció el tono. Le siguió la envolvente “Plain Sight“, donde las melodías complejas se entrelazan con pasajes más pesados. Después, arremetieron con la furia de “Stained Remains” y la fuerza implacable de “Primitive Principle“, dos temas que destacaron su habilidad para combinar agresividad y técnica. La intriga llegó con una nueva canción, aún con el título provisional de “Clan“, o la potente “Defying Eye“, que ofrecieron un adelanto de su evolución musical. Luego, dieron paso a la compleja “Plot Twist“, una pieza que ejemplifica su enfoque progresivo con cambios de ritmo y atmósferas. La noche culminó con la vibrante “Midnight Hunter“, un cierre potente y memorable que dejó al público con ganas de más de esta banda singular.
Ankhara: La Maestra Evolución del Heavy Metal Español
Ankhara, los veteranos de Madrid, están viviendo un auténtico revival, demostrando que el buen vino, con el tiempo, solo mejora. Desde su formación en 1995, se labraron una reputación merecida en la escena del heavy metal español, fusionando elementos clásicos con toques de power y progresivo. Tres álbumes fueron suficientes para catapultar a la fama, y aunque su actividad se detuvo por un tiempo, su regreso discográfico hace cinco años y dos nuevos trabajos les ha sentado francamente bien.
La voz de Pacho Brea se mantiene tan distintiva como siempre, un sello inconfundible de la banda. Alberto Marín, un músico multifacético, y Cecilio Sánchez en las guitarras han perfeccionado su virtuosismo con cada paso, construyendo armonías y riffs que suenan como el relámpago en la noche. Alberto, en particular, deslumbra con su talento, tejiendo solos intrincados y melodías que elevan cada composición. Dani Criado se ha adueñado de las líneas de bajo, aportando una solidez impecable, mientras que Matías de Vallejo en la batería ha inyectado una vitalidad contagiosa, dándoles más vida que la que nos roba el “conejo de Duracell”. Aunque Matías no pudo acompañarlos en esta ocasión, un joven y enérgico sustituto asumió el rol de motor, impulsando la banda con una fuerza impresionante.
Sobre el escenario, Ankhara es una banda que ha agrietado la barrica de su sonido, extrayendo toda la nobleza de su esencia. Esparcen semillas de genialidad con cada nota, atrayendo a una legión de seguidores que buscan refugio en su ímpetu y se nutren de la brillantez que irradian. En sus presentaciones recientes, su setlist es un recorrido por su rica discografía, combinando himnos del pasado con la fuerza de sus nuevas creaciones. Es habitual escuchar la intensidad de “Demasiado tarde“, la promesa de “Un paso más“, la épica de “Hasta el fin” y la introspección de “No mires atrás“, todas ellas piezas fundamentales de su aclamado álbum Dueño del Tiempo (1999). También resuenan la turbulencia de “Mente atormentada“, la camaradería de “Junto al viento” y la fortaleza de “En mis manos“. La inspiradora “Nunca mueras por un sueño” y la mágica “Acordes mágicos” de Sombras del Pasado (2003) no suelen faltar, al igual que la contundencia de “Sigue en pie” de Sinergia (2018). Cada canción es una muestra de su coherencia y evolución, reafirmando por qué Ankhara sigue siendo un referente en el heavy metal nacional.
Dynazty: La Fuerza Sueca que Redefine el Metal Moderno
La cuestión flota en el aire: ¿es Dynazty una nueva generación del metal, o es su música la que engendra una nueva estirpe de metaleros? Lo que es innegable es la expectación que rodeaba a los suecos, quienes, tras una década pivotando desde el hard rock, han consolidado un sonido híbrido entre el power metal melódico y el heavy más aplastante. ¡El público respondió llenando el recinto hasta la bandera, ansioso por presenciar su imponente despliegue!
Nils Molin, nuestro frontman, no solo canta como los ángeles (o demonios, según el tema), sino que su presencia en el escenario es pura magia. ¡El tío tiene un carisma que te engancha desde el primer riff! Y hablando de riffs, la maquinaria musical de Dynazty es una locura. Jonathan Olsson y Love Magnusson en las guitarras son unos auténticos maestros, tejiendo melodías que te atrapan y riffs que te hacen headbangear sin control. Georg Härnsten Egg a la batería es una bestia parda, un metrónomo humano que le da una pegada brutal a cada tema. Y Mike Lavér al bajo, aunque a veces no lo veamos tanto, es el pilar que lo une todo, ¡con una solidez que te deja flipando! La verdad es que esta gente tiene un sonido tan macizo que, estés donde estés, te llega con una fuerza que te sacude. A ver, sí, su propuesta está muy trabajada y a veces parece todo súper programado, pero eso no quita que cada canción sea una auténtica bomba.
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Rhapsody Of Fire: La Fuerza Imperecedera del Metal Sinfónico y sus Raíces Épicas
¡Prepárense, amantes del metal! Rhapsody Of Fire, los titanes del power metal sinfónico que te hace soñar despierto, nos ofrecieron un show que, a pesar de los años y algún que otro cambio en la banda, demostró que su magia sigue intacta. Es verdad que ahora solo queda un miembro original al frente y que a veces se debate cuánto es en vivo y cuánto viene de “cintas”, pero la verdad es que la esencia de lo que los hizo grandes sigue ahí, ¡a tope! Para muchos, esa nostalgia es justo lo que nos tiene enganchados a este género tan especial.
El genio de Alex Staropoli en los teclados es, sin duda, el alma de la fiesta. ¡Este tío es un mago! Su capacidad para crear esos paisajes sonoros gigantescos y complejos es lo que ha marcado el sonido de Rhapsody desde el principio. Y ojo al dato con el guitarrista Roberto De Micheli: ¡es un fuera de serie! Sus solos y melodías no solo están a la altura de las composiciones originales, sino que a menudo las mejoran, dándole un toque de virtuosismo y potencia que te deja con la boca abierta. El resto de la banda, con su energía y precisión, se encargan de que todo suene espectacular.
La banda nos demostró que no se quedan estancados. Nos soltaron temas recientes como “Rain of Fury” y “Warrior Heart” (de The Eighth Mountain, 2019), la emotiva “I’ll Be Your Hero” (de su EP de 2021) y la poderosa “Challenge the Wind” (de su álbum homónimo de 2024). Estas canciones no solo muestran que siguen evolucionando, sino que mantienen esa identidad épica y esa complejidad melódica que los hace únicos.
Pero seamos sinceros, el verdadero subidón del concierto llega cuando tiran de clásicos, ¡esos himnos que nos volaron la cabeza hace años y que siguen resonando en el alma de los fans! El setlist fue una mezcla explosiva de lo nuevo y lo glorioso del pasado. Arrancaron con el canto de batalla épico “Unholy Warcry“, que desató la locura con sus coros grandilocuentes y esa velocidad que nos encanta del power metal. Luego nos metieron una de las nuevas, “I’ll Be Your Hero“, que sirvió de puente entre su presente y su sonido más melódico. Después vino “Chains of Destiny“, que te lleva de viaje por sus historias fantásticas con sus cambios de ritmo y atmósferas. El concierto siguió con el temazo “The March of the Swordmaster”, cargado de energía y con orquestaciones que te hacían mover la cabeza sin parar, ¡un clásico de sus raíces más potentes! Y para rematar, la atronadora “Dawn of Victory“, otro himno que electrificó el ambiente con la contundencia de sus guitarras y la majestuosidad sinfónica. El broche de oro, como no podía ser de otra forma, fue “Emerald Sword“. ¡Esto ya fue la explosión total! Miles de voces se unieron en un coro unánime, puños en alto, confirmando el legado eterno de una banda que ha sabido construir su propio reino épico en la historia del metal.
Al final, Rhapsody Of Fire sigue siendo un faro para los amantes del metal sinfónico, capaces de arrastrar a miles de fans que, inmersos en la fantasía de sus relatos y la grandiosidad de su música, responden con una pasión brutal a cada llamada de sus profundas y majestuosas raíces. ¡Larga vida a la espada de esmeralda!
Gotthard: El Fénix Resurge con Poder Renovado
¡Es un hecho! La legendaria banda de Lugano, Suiza, Gotthard, ha superado la inmensa sombra de la trágica pérdida de su icónico vocalista Steve Lee. A pesar de que la comparación consigo mismos ha sido un obstáculo constante, impidiendo a veces competir con la inmediatez de otras bandas, Gotthard ha demostrado que el legado musical forjado por el respetado Leo Leoni es inmortal. Nic Maeder, con una fortaleza inquebrantable, ha llevado el manto del “nuevo” vocalista durante trece años, y con su flamante disco, Stereo Crush, bajo el brazo, ¡es hora de dejar de considerarlo sólo “el otro”! Este álbum es una auténtica joya. Así que, tómense un momento, despréndanse de prejuicios y, ¡simplemente gocen! Puede que no sea exactamente lo mismo, pero cada vez se acercan más a la perfección.
Donde realmente demuestran su valía es sobre el escenario, y ¡vaya si lo consiguen! Con un sonido apabullante que merecía aún más volumen, la banda se reafirma en sus convicciones. Como era de esperar, la respuesta a los temas nuevos es diferente a la euforia que generan sus éxitos de antes de 2010. ¿Frustrante? Quizás, pero esa sensación se disipa cuando ves a miles de personas vibrar con cada nota, inhalando y exhalando vida a través de su música. ¡Es un espectáculo que te eleva!
El setlist fue una muestra impecable de su trayectoria, mezclando la potencia de lo nuevo con la inmortalidad de sus himnos. Abrieron con la profunda “AI & I“, seguida por la electrizante “Thunder & Lightning“. La multitud coreó al unísono “All We Are” antes de que la banda rindiera un emotivo tributo con su poderosa versión de “Hush“, original de Joe South. Fue originalmente grabada por Billy Joe Royal, y luego versionada por Deep Purple en su álbum debut “Shades of Deep Purple” en 1968, que les valió una de las primeras grandes ovaciones de la noche.
Continuaron con la enérgica “Mountain Mama“, un clásico que siempre levanta pasiones, y la impresionante “Burning Bridges” de su nuevo álbum, que sonó espectacularmente potente en vivo. La atmósfera se volvió mágica con la belleza de “Heaven“, donde permitieron al público cantar los primeros compases, haciéndonos sentir parte de la leyenda. El viaje siguió con la emotiva “Feel What I Feel” y la inconfundible “Top of the World“. Finalmente, la banda cerró con la inspiradora “Lift U Up“, dejando una sensación de triunfo y conexión con la audiencia.
Gotthard ha retoñado como pequeñas llamas desprendidas del Fénix absoluto, mostrando una resiliencia admirable. Ahora es el momento de apoyarlos de verdad, ya que ellos no guardan rencor y desean seguir compartiendo su luz musical con el mundo.
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Lita Ford: Un Torbellino de Rock y Legado
¡Qué fuerza la de Lita Ford sobre el escenario! Con 66 años de pura energía, Lita demuestra que la pasión por el rock no tiene edad. Sus presentaciones son una auténtica descarga de potencia y actitud rockera, prueba viviente de que el número 66, lejos de cualquier connotación, simboliza la vitalidad incombustible de una leyenda. Lita no solo es una guitarrista excepcional, capaz de hacer rugir las seis cuerdas con una destreza impresionante, sino que su voz poderosa complementa a la perfección cada riff y cada solo. Verla en acción es ser testigo de una verdadera leyenda del rock.
Desde el primer acorde, Lita sabe cómo conectar con su gente. En este concierto, una fan con un cartel en mano pidió un tema apenas comenzó el show, y la mismísima Lita, con una sonrisa, prometió cumplir su deseo casi al final. Esta interacción es parte de su encanto, mostrando una pasión contagiosa por la música que se desborda en cada nota.
El repertorio de la noche fue un viaje electrizante a través de su trayectoria. Arrancó con la pegadiza “Gotta Let Go“, marcando un ritmo implacable. Le siguió la vibrante “Restless“, que mantuvo la energía a tope. La sorpresa llegó con una contundente versión de “The Bitch Is Back” de Elton John, que demostró su versatilidad y respeto por los clásicos. La temperatura subió con la incendiaria “Playin’ With Fire” y el potente groove de “Back to the Cave“. Un solo de batería permitió a la banda lucirse antes de que Lita nos regalara un momento de pura nostalgia con “Cherry Bomb“. Este himno, aquel que una adolescente en las primeras filas pedía a gritos y que la emparenta directamente con otra grande de las seis cuerdas como Joan Jett, nos transportó a su icónica etapa en The Runaways, poniendo a corear a todo el público. No faltó otra reinterpretación inesperada, la explosiva “Black Leather” de Sex Pistols; su vertiente más punk hizo que la línea de bajo y el demoledor estribillo pusieran a la multitud a hacer pogo. El ambiente se volvió íntimo con la emotiva balada “Close My Eyes Forever“, la cual interpretó a dúo con el mismísimo y gran Ozzy Osbourne, y donde su voz brilló con luz propia. Y para cerrar la noche por todo lo alto, el público estalló con el inmortal “Kiss Me Deadly“, donde por un instante, volvimos a los tiempos de la laca, los pelos cardados y la dominación del hard rock en la MTV. Fue un broche de oro que dejó a todos con ganas de más rock and roll de la mano de esta incombustible artista.
Sepultura: Un Adiós Épico Marcado por la Historia del Metal Brasileño
El telón se baja para Sepultura, y es una despedida agridulce que marca el fin de una era. Cuarenta años de “chaos” musical llegan a su punto final, una odisea relatada por el cincuenta por ciento de sus protagonistas, pero con la notable ausencia de una parte fundamental de su alma. Es verdaderamente una pena que una banda que, sin contar con los mismos medios y la visibilidad de las grandes potencias musicales, logró colarse entre los gigantes del metal extremo, diga adiós en medio de divisiones. La actual gira de despedida de Sepultura, sin los hermanos Cavalera, ha provocado profundas reflexiones sobre la trayectoria de la banda y la inmensa importancia de sus miembros originales. Esto ha generado debates constantes entre los fans sobre quiénes representan realmente el espíritu de Sepultura y ha impulsado comparaciones entre su música actual (con Kisser y Paulo Jr.) y la de Cavalera Conspiracy y Soulfly (con los hermanos Cavalera), notándose claramente las diferencias en estilo y sonido que definieron cada etapa.
Andreas Kisser, el virtuoso guitarrista de São Bernardo do Campo, se unió a la banda en 1987, y su técnica depurada, con el tapping, sweep picking y slide, se convirtió en un pilar fundamental del sonido distintivo de Sepultura. Su pasión al tocar es innegable y palpable en cada riff, y ha sido una figura clave en la evolución y consolidación del thrash metal brasileño a nivel mundial. A su lado, Paulo Jr. Se ha mantenido como el inmutable y sólido bajista, un ancla vital que ha brindado la base rítmica inquebrantable a lo largo de décadas de cambios y evoluciones. Acompañándolos en esta etapa final, encontramos a Derrick Green, un vocalista potente y solvente que, a pesar de haber pasado más años en la banda que el propio Max Cavalera, siempre ha cargado con la difícil pero inevitable sombra de no poder reemplazar la figura icónica y fundacional del creador de la banda. Y para completar esta formidable formación, el sorprendente Greyson Nekrutman, un joven pero ya consolidado talento que ha demostrado ser un digno sucesor del todopoderoso Eloy Casagrande en la batería, aportando una energía arrolladora y una precisión impecable. Ha llegado el momento de la despedida para esta era dorada del metal.
En esta ocasión, la banda ofreció, probablemente, el concierto de su vida, o al menos, el mejor de todos los que les he visto en las múltiples ocasiones en las que he podido unirme a su “chaos” controlado. El setlist fue una verdadera y brutal embestida sonora que hizo temblar los cimientos del recinto, una declaración de intenciones desde el primer momento. Tras una “Mixed Intro” cargada de tensión y anticipación, la banda abrió fuego con un trío demoledor que dejó a todos sin aliento. La atmósfera se volvió densa y electrizante cuando los primeros acordes de “Beneath the Remains” e “Inner Self” –dos himnos atemporales del álbum homónimo de 1989– resonaron, seguidos de la implacable y brutal “Desperate Cry” de Arise (1991). ¡Aquello fue sencillamente acojonante! Arise fue, sin duda, una patada en la boca que los catapultó al olimpo del metal desde el “tercer mundo”, un disco que solidifica su sonido y los llevó a una audiencia global. Derrick Green, con su imponente presencia escénica y su voz gutural y potente, lideraba el asalto sonoro mientras Kisser desgranaba riffs demoledores y solos vertiginosos que cortaban el aire. La base rítmica, con Paulo Jr. imperturbable y sólido al bajo, y Greyson Nekrutman demostrando por qué es el nuevo prodigio de la batería, mantenía una potencia descomunal que hacía vibrar el suelo bajo nuestros pies. Incluso se atrevieron con una inesperada versión de “Polícia” de Titãs, una joya brasileña que conectó aún más con el público local, mostrando el orgullo de sus raíces.
Después de este arranque fulminante, con una vitalidad asombrosa, la banda se empastó en un batiburrillo magistral de clásicos inmortales de la era de Max e Iggor, inteligentemente intercalados con joyas de sus introspecciones artísticas más recientes, que han cogido peso y relevancia. Así, resonaron la potente y rítmica “Phantom Self” de Machine Messiah (2017), la enérgica “Attitude” del popular álbum Roots (1996), un verdadero punto de inflexión en su carrera por su incursión en sonidos tribales, y la contundente “Means to an End” junto a las épicas “Guardians of Earth” y “Agony of Defeat” del aclamado Quadra (2020), que demostraron su evolución sonora y su capacidad para seguir creando material impactante. No faltaron temas esenciales como “Kairos” del disco del mismo título (2011), la oscura y atmosférica.