


El pasado 13 de noviembre, El Poolen de Copenhague se transformó en el templo del metal extremo cuando Arch Enemy, acompañados por Amorphis, Eluveitie y Gatecreeper, desembarcaron en la capital danesa como parte del Blood Dynasty European Tour 2025. Durante cinco horas intensas, cuatro de las bandas más representativas del death metal demostraron por qué este tour se ha convertido en uno de los eventos más esperados del año en la escena metalera europea.
Los estadounidenses Gatecreeper abrieron la velada puntualmente a las 18:00 con su particular propuesta de death metal crudo y directo. La banda de Phoenix, Arizona, que saltó a la fama con su álbum debut Sonoran Depravation (2016) y consolidó su reputación con Deserted (2019), demostró que su posición como teloneros era solo nominal. Liderados por el vocalista Chase H. Mason, desataron una tormenta sónica que sacudió al público desde el primer acorde. Su sonido, que rinde homenaje al death metal de la vieja escuela con influencias de Bolt Thrower y Obituary, funcionó como el calentamiento perfecto para lo que vendría después.
El setlist estuvo compuesto por diez canciones, con espacio para temas como “Dead Star”, “A Chilling Aura” y “The Black Curtain”, todos pertenecientes al nuevo disco Dark Superstition, lanzado este mismo año. Al final de su repertorio cerraron con “Flamethrower”, un show corto pero intenso y contundente.
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A continuación fue el turno de los finlandeses Amorphis. Formados en Helsinki en 1990 por Jan Rechberger y Esa Holopainen, ofrecieron quizás el set más versátil de la noche. Con más de tres décadas de carrera y catorce álbumes de estudio, la banda ha evolucionado desde sus raíces en el death metal hasta un sonido que fusiona elementos progresivos, folk y melódicos de manera magistral.
Amorphis es conocido por el uso de la mitología finlandesa, especialmente el Kalevala, como fuente de inspiración lírica. La agrupación hizo un recorrido por su carrera que incluyó material del legendario Tales from the Thousand Lakes (1994), pasando por Skyforger (2009), hasta su trabajo más reciente, Borderland. El vocalista Tomi Joutsen demostró por qué es considerado uno de los cantantes más versátiles del metal, alternando sin esfuerzo entre guturales y voces limpias. Su incorporación en 2006, tras la salida de Pasi Koskinen, marcó el inicio de la era más exitosa de Amorphis; cada álbum desde Eclipse ha sido testimonio de su talento.
El público danés coreó cada estribillo de clásicos como “House of Sleep” y “The Bee”, mientras que los temas más recientes confirmaron que Amorphis no se duerme en los laureles. El sonido durante su presentación fue sólido, aunque algunos fans señalaron que el volumen podría haber estado un poco bajo.
La energía cambió radicalmente cuando los suizos Eluveitie tomaron el escenario. Formados en 2002 por Chrigel Glanzmann en Winterthur, Zúrich, la banda se ha especializado en fusionar death metal melódico con música tradicional celta, creando lo que ellos mismos denominan “la nueva ola del folk metal”.
La formación actual incluye a ocho músicos sobre el escenario y una variada cantidad de instrumentos, entre los que destacan la mandola, las gaitas, el bodhrán y el arpa celta, además de batería, guitarras, bajo y el violín interpretado por la talentosa Lea-Sophie Fischer. Esta combinación de instrumentos tradicionales y metal moderno creó una experiencia visual y sonora única.
TAMBIEN TE PUEDE INTERESAR: Amorphis – Borderland (2025)
Eluveitie presentó material de su extensa discografía, que abarca nueve álbumes de estudio, incluyendo clásicos como Slania (2008), Helvetios (2012) y Origins (2014), así como temas de su trabajo más reciente, ÀNV, lanzado en abril de 2025. La icónica “Inis Mona” hizo vibrar el Poolen, mientras las gaitas y el arpa celta de Fabienne Erni añadían una dimensión mística que transportó al público a los bosques de la antigua Galia.
Y luego llegó el momento que todos esperaban: Arch Enemy. Con casi tres décadas de trayectoria desde su formación en 1995 por el guitarrista Michael Amott, la banda sueca ha sido pionera del género y continúa siendo una de las fuerzas más poderosas del metal extremo mundial.
La expectativa era palpable incluso antes de que subieran al escenario. En la zona de merchandising, las camisetas y accesorios de Arch Enemy dominaban claramente, con filas de fans ansiosos por llevarse un recuerdo de la noche. Era evidente que, para muchos en el recinto, Arch Enemy era la banda del día.
El set arrancó con “Deceiver, Deceiver”, “Ravenous” y “Dream Stealer”, el explosivo tema de apertura de su más reciente álbum Blood Dynasty, el duodécimo en su discografía. Las canciones nuevas fueron recibidas con el mismo entusiasmo que los clásicos.
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Alissa White-Gluz demostró por qué es considerada una de las mejores vocalistas del metal extremo. Sus guturales más profundos apenas se alternaron con momentos de voz melódica, excepto en temas como “Illuminate the Path”, que incorpora voces limpias en el coro, algo inusual en Arch Enemy.
Los duelos de guitarras entre Michael Amott y Joey Concepcion fueron magistrales, con solos vertiginosos que arrancaron gritos de admiración. Concepcion, quien se unió a la banda en 2023, ha demostrado ser una adición perfecta, complementando el estilo virtuoso de Amott con su propia intensidad y técnica.
El setlist incluyó una mezcla equilibrada de material nuevo como Blood Dynasty junto con clásicos de álbumes como War Eternal (2014), Will to Power (2017) y Deceivers (2022). Cuando las primeras notas de “Nemesis” resonaron, el Poolen se convirtió en una marea de cuerpos en movimiento, y el mosh pit alcanzó dimensiones épicas.
El sonido durante el set de Arch Enemy fue impecable, potente y claro, permitiendo que cada elemento de su compleja música se apreciara con nitidez. Los gritos de Alissa cortaban el aire como cuchillas, mientras que la sección rítmica de Daniel Erlandsson y Sharlee D’Angelo brindaba una base sólida e implacable.
Cuando las luces se encendieron poco después de las 23:00, el público salió del Poolen exhausto pero eufórico. La noche había sido un recordatorio perfecto de por qué el metal extremo sigue siendo una fuerza vital en la música moderna.




El pasado 13 de noviembre, El Poolen de Copenhague se transformó en el templo del metal extremo cuando Arch Enemy, acompañados por Amorphis, Eluveitie y Gatecreeper, desembarcaron en la capital danesa como parte del Blood Dynasty European Tour 2025. Durante cinco horas intensas, cuatro de las bandas más representativas del death metal demostraron por qué este tour se ha convertido en uno de los eventos más esperados del año en la escena metalera europea.
Los estadounidenses Gatecreeper abrieron la velada puntualmente a las 18:00 con su particular propuesta de death metal crudo y directo. La banda de Phoenix, Arizona, que saltó a la fama con su álbum debut Sonoran Depravation (2016) y consolidó su reputación con Deserted (2019), demostró que su posición como teloneros era solo nominal. Liderados por el vocalista Chase H. Mason, desataron una tormenta sónica que sacudió al público desde el primer acorde. Su sonido, que rinde homenaje al death metal de la vieja escuela con influencias de Bolt Thrower y Obituary, funcionó como el calentamiento perfecto para lo que vendría después.
El setlist estuvo compuesto por diez canciones, con espacio para temas como “Dead Star”, “A Chilling Aura” y “The Black Curtain”, todos pertenecientes al nuevo disco Dark Superstition, lanzado este mismo año. Al final de su repertorio cerraron con “Flamethrower”, un show corto pero intenso y contundente.
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A continuación fue el turno de los finlandeses Amorphis. Formados en Helsinki en 1990 por Jan Rechberger y Esa Holopainen, ofrecieron quizás el set más versátil de la noche. Con más de tres décadas de carrera y catorce álbumes de estudio, la banda ha evolucionado desde sus raíces en el death metal hasta un sonido que fusiona elementos progresivos, folk y melódicos de manera magistral.
Amorphis es conocido por el uso de la mitología finlandesa, especialmente el Kalevala, como fuente de inspiración lírica. La agrupación hizo un recorrido por su carrera que incluyó material del legendario Tales from the Thousand Lakes (1994), pasando por Skyforger (2009), hasta su trabajo más reciente, Borderland. El vocalista Tomi Joutsen demostró por qué es considerado uno de los cantantes más versátiles del metal, alternando sin esfuerzo entre guturales y voces limpias. Su incorporación en 2006, tras la salida de Pasi Koskinen, marcó el inicio de la era más exitosa de Amorphis; cada álbum desde Eclipse ha sido testimonio de su talento.
El público danés coreó cada estribillo de clásicos como “House of Sleep” y “The Bee”, mientras que los temas más recientes confirmaron que Amorphis no se duerme en los laureles. El sonido durante su presentación fue sólido, aunque algunos fans señalaron que el volumen podría haber estado un poco bajo.
La energía cambió radicalmente cuando los suizos Eluveitie tomaron el escenario. Formados en 2002 por Chrigel Glanzmann en Winterthur, Zúrich, la banda se ha especializado en fusionar death metal melódico con música tradicional celta, creando lo que ellos mismos denominan “la nueva ola del folk metal”.
La formación actual incluye a ocho músicos sobre el escenario y una variada cantidad de instrumentos, entre los que destacan la mandola, las gaitas, el bodhrán y el arpa celta, además de batería, guitarras, bajo y el violín interpretado por la talentosa Lea-Sophie Fischer. Esta combinación de instrumentos tradicionales y metal moderno creó una experiencia visual y sonora única.
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Eluveitie presentó material de su extensa discografía, que abarca nueve álbumes de estudio, incluyendo clásicos como Slania (2008), Helvetios (2012) y Origins (2014), así como temas de su trabajo más reciente, ÀNV, lanzado en abril de 2025. La icónica “Inis Mona” hizo vibrar el Poolen, mientras las gaitas y el arpa celta de Fabienne Erni añadían una dimensión mística que transportó al público a los bosques de la antigua Galia.
Y luego llegó el momento que todos esperaban: Arch Enemy. Con casi tres décadas de trayectoria desde su formación en 1995 por el guitarrista Michael Amott, la banda sueca ha sido pionera del género y continúa siendo una de las fuerzas más poderosas del metal extremo mundial.
La expectativa era palpable incluso antes de que subieran al escenario. En la zona de merchandising, las camisetas y accesorios de Arch Enemy dominaban claramente, con filas de fans ansiosos por llevarse un recuerdo de la noche. Era evidente que, para muchos en el recinto, Arch Enemy era la banda del día.
El set arrancó con “Deceiver, Deceiver”, “Ravenous” y “Dream Stealer”, el explosivo tema de apertura de su más reciente álbum Blood Dynasty, el duodécimo en su discografía. Las canciones nuevas fueron recibidas con el mismo entusiasmo que los clásicos.
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Alissa White-Gluz demostró por qué es considerada una de las mejores vocalistas del metal extremo. Sus guturales más profundos apenas se alternaron con momentos de voz melódica, excepto en temas como “Illuminate the Path”, que incorpora voces limpias en el coro, algo inusual en Arch Enemy.
Los duelos de guitarras entre Michael Amott y Joey Concepcion fueron magistrales, con solos vertiginosos que arrancaron gritos de admiración. Concepcion, quien se unió a la banda en 2023, ha demostrado ser una adición perfecta, complementando el estilo virtuoso de Amott con su propia intensidad y técnica.
El setlist incluyó una mezcla equilibrada de material nuevo como Blood Dynasty junto con clásicos de álbumes como War Eternal (2014), Will to Power (2017) y Deceivers (2022). Cuando las primeras notas de “Nemesis” resonaron, el Poolen se convirtió en una marea de cuerpos en movimiento, y el mosh pit alcanzó dimensiones épicas.
El sonido durante el set de Arch Enemy fue impecable, potente y claro, permitiendo que cada elemento de su compleja música se apreciara con nitidez. Los gritos de Alissa cortaban el aire como cuchillas, mientras que la sección rítmica de Daniel Erlandsson y Sharlee D’Angelo brindaba una base sólida e implacable.
Cuando las luces se encendieron poco después de las 23:00, el público salió del Poolen exhausto pero eufórico. La noche había sido un recordatorio perfecto de por qué el metal extremo sigue siendo una fuerza vital en la música moderna.

















