Debut de Cailleach Calling, este dúo de post black metal con rasgos atmosféricos y progresivos formado el año pasado por Chelsea Murphy (voz) y Tony Thomas (guitarra, bajo, sintetizadores), con la participación, en este álbum, de Yurii Kononov (batería). Murphy y Thomas provienen de la banda californiana Dawn Of Ouroboros, mientras Kononov es exintegrante del grupo ucraniano White Ward. Todo fue grabado en Estados Unidos excepto la batería, registrada en Ucrania. La masterización se realizó en Bélgica y la edición está a cargo del excelente sello Debemur Morti Productions.

Cailleach es la diosa celta del invierno, creadora de paisajes sublimes y protectora de su fauna y flora, de manera que el nombre del grupo remite a su llamado. Lo interesante es la estética eminentemente urbana que exploran en la gráfica, marcando un contraste que da la idea de que ese llamado, en verdad, es un clamor.

“Phosphenic Array” asesta un golpe directo. Todo lo que el grupo puede demostrar en cuanto a la potencia de cada componente queda expuesto: batería a puro blast beat, bajo cual muralla, guitarra despiadada, sintetizadores de sonido incesante y voz rabiosa. Conforme avanza el track aparecen riffs atrapantes, el canto se vuelve gutural y la base rítmica muestra versatilidad.

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Cailleach Calling se suma a las bandas de black metal que usan los sintetizadores no con fines sinfónicos sino ambientales, con una fuerte influencia synthwave. Esto se torna evidente cuando empieza “Bound by Neon”, una canción absolutamente cautivante. El clima que generan los teclados y la batería es magnífico, y los susurros se convierten en alaridos desesperados. Todo se intensifica hasta que emerge un efímero pasaje de ritmo calmo con una melodía de guitarra tan suave como fría. El aporte de las teclas es sutilmente protagónico, valga el oxímoron. 

El videoclip profundiza en la imaginería nocturna y urbana que propone este nuevo proyecto. Es algo imposible de demostrar, pero creo que aún si nunca hubiera visto la tapa del disco o el video, el sonido de la banda, sobre todo en los momentos menos pesados, me remitiría mentalmente a escenas en una ciudad de película, de noche, con luces en edificios, carteles y vehículos. “Cascading Waves” no hace más que aumentar mi convicción de que eso sería así. Creo que la influencia synthwave es la principal responsable.

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En esta canción, aparece por primera vez la voz limpia recitando y luego cantando a lo largo de un viaje a través de una autopista bajo un cielo estrellado, de esos que nos hacen adquirir perspectiva de lo que somos y de los sentidos que construimos para encerrarnos o liberarnos como personas. El estallido hacia el final no sorprende: rara vez es la felicidad lo que nos espera si no tomamos conciencia de las consecuencias que tienen muchas de nuestras acciones. Vibra cada elemento, cada fibra de este tejido palpitante, que sigue latiendo fuerte en “Mercurial Inversion”. Los cambios abruptos son efectivos y la guitarra se distancia de los usos y costumbres dentro del black metal, como en todo el disco.

Gran debut de una banda donde lo femenino es una presencia con un significado complejo, totalmente alejado de la imagen, y más aún de lo exótico. Si es un valor en sí mismo, lo es éticamente. Esto es digno de mención, pues no suele ser el caso en muchos grupos con una mujer como voz cantante.