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W​​​ÿ​​​nt​​​ë​​​r Ärvń – Sous l’Orage Noir L’Astre et la Chute (2025)
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Antes de comenzar con la descripción de lo que hoy les traigo debo hacer una confesión. Es cierto que en cada una de, hasta ahora, mis pocas reseñas, hago inauguración de las mismas señalando que es material que llega a mis manos, como dando a entender que alguno de mis colegas me declara con un disco bajo el brazo “Leo, estimado, esto es lo que te toca hoy”. Pues no, queridos lectores, la única y verdadera realidad, es que en una interminable lista de discos que llegan desde los sellos y están disponibles para su escucha, hasta con varios meses de anticipación, cada uno de nosotros somos libres de elegir, cuantos y cuales discos queramos.
Esas elecciones, deducirán ustedes que al menos para mí, no son azarosas, sino más bien definidas y acertadas.

Por un lado, tenemos el mero hecho de dar apoyo a las bandas del under (no todo es reseñar por millonésima vez 72 Seasons de Metallica), por el otro, la necesidad de poder describir la música con la que conectamos. El arte, en esencia, es un encuentro personal entre artistas e intérpretes, con la obra como nexo, y con origen, muchas veces, en las peripecias de la vida. Es así que, luego del tormento sufrido el día de ayer por la violenta e inesperada inclemencia climática que azotó a mi ciudad, me he visto envuelto en la necesidad de buscar paz inmediata, aquella que pudiera dar consuelo a un corazón malgastado por el recurrente temor a la inexistencia.

Debido a lo anterior, en esta ocasión voy a comentar un poco sobre Sous L’Orage Noir – L’Astre et la Chute, el tercer álbum del artista francés Simon Brette bajo el nombre artístico de Wÿntër Ärvn. El disco, conformado por 8 canciones y unos 35 minutos aproximados de duración, se estará lanzando internacionalmente el próximo 7 de marzo, bajo el particular sello Antiq. Su estilo, es folk principalmente instrumental, con una clara tonalidad oscura y que toma influencias del black metal de los años 90s e inspiración de cada uno de los estados emocionales que lo atraviesan. Si bien Simon, es el encargado de resolver la mayoría de esta producción, es también asistido por las colaboraciones de varios otros artistas en cada una de las piezas musicales.

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“Un Voile sur l’azur” (un velo en el cielo) es la composición al inicio. Esta pieza denota tranquilidad, paz y una calma soledad, como esa que precede a la tormenta. Antes he de aclarar (como curiosidad) que por momentos varios segmentos de este disco me recuerdan a un espacio publicitario del canal 13 de Argentina, donde se podía ver a un hombre manejando a una camioneta Trooper en el medio de la selva (en YouTube lo encuentran como “La aventura del hombre”) y es que claro, este proyecto tiene una profunda conexión con la naturaleza. “Ad Vesperam” (hasta la tarde) es una procesión natural, que extiende todavía la misma sensación de paz de su antecesora, pero aquí podremos encontrarnos con las primeras apariciones vocales hacia el final de la pista.

“Remembrances” (recuerdos) y “Appelé à l_Abîme” (llamados del abismo) nos proporcionan aún de una plena calma y tranquilidad, pero con sutiles aires triunfales, sobre todo en la última, la cual se hace de unos excelentes coros femeninos a media canción y que poco a poco vuelven lejana esa melancolía de las primeras.

“Vingt Ans de Brouillard” (Veinte años de niebla) es un pasaje relativamente corto y que funcionaria perfectamente para una escena de simple transición en una película. Luego llegan las 2 canciones que en conjunto dan nombre al disco. En primera partida nos haremos a la escucha de “Sous L’Orage Noir” (bajo la tormenta negra), una pieza de excelencia musical con unos arreglos de guitarra acústica que me han gustado mucho y de sensaciones algo más enérgicas que todo lo que hemos escuchado hasta ahora. Hacia el final podemos sentir un leve y creciente suspenso que concluye con voces guturales y orquestaciones de fondo. La siguiente, y que también da nombre a este material, “L’Astre et la Chute” (la estrella y la caída), se vuelve levemente aún más ligera que la anterior, como invitándonos a acelerar un poco el paso en un intento de brindarnos animosidad. Para completar esta obra, tenemos a “Ad Umbras”, de nombre latín que se traduce como “a las sombras” y que da un cierre como al inicio, con completa calma, pero incorporando guturales del tipo de canto difónico mongol (o en cuanto al menos, similares a estos).

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No dejemos pasar por alto a la artista Sözotozö quien estuvo a cargo del arte de tapa con una espectacular pintura que parece realizada al oleo y que resulta muy expresiva y profunda.
Concluyendo, no sé si Sous L’Orage Noir – L’Astre et la Chute sea el mejor álbum. Tampoco se si realmente amerita cuestionarse aquello o pararse a pensar mucho sobre cada detalle de cada canción como acabo de hacer. Es más bien, un disco que funciona como un todo, donde cada pieza está perfectamente unida a la siguiente para una escucha fluida, para acompañar caminatas diurnas y para obrar como banda sonora en momentos de reflexión. No creo que pueda recomendarles este disco a partir de otro tipo de artistas similares, puesto que mi elección de esta obra fue por mera necesidad de desconectarme de ciertas preocupaciones que me tenían a mal traer. Por todo lo anterior y más, si de algo estoy seguro, es que les resultará muy bueno para deshacerse por un buen rato de las faenas cotidianas, apagar los pensamientos y dejarse llevar por la paz y tranquilidad que transmite.

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Dream Theater – Parasomnia (2025)
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Estamos en presencia de uno de los álbumes más esperados de los últimos tiempos. Las parasomnias son alteraciones del sueño que impiden descansar adecuadamente. Para los fans de Dream Theater, los últimos catorce años han sido como una larga parasomnia. Este 7 de febrero, por fin salió a la luz Parasomnia, el primer álbum de esta nueva/vieja asociación norteamericana.

La salida de Mike Portnoy de la banda fue un punto de inflexión en el que algunos fans fueron incapaces de comprender a su banda favorita sin su líder natural.
Conocidos desde hace mucho tiempo por sus intrincadas composiciones y virtuosa musicalidad, este nuevo lanzamiento tiene un significado particular, ya que ve a la banda reunirse con su baterista estrella, quien grabó por última vez con la banda en 2009 en Black Clouds & Silver Linings.

Con más de setenta minutos de duración y abarcando fenómenos como el sonambulismo, la parálisis del sueño, las pesadillas y los terrores nocturnos, este es un testimonio de la impecable musicalidad de Dream Theater.
Los maestros del metal progresivo grabaron ocho pistas en donde encontramos su ya clásica complejidad, temas extensos, altísimos solos de guitarra e intrincadas capas de teclados. Hay que destacar que el esperado regreso de Portnoy a Dream Theater es todo un triunfo: nuevamente trajo consigo ritmos altamente impulsados, llenos de precisión y estilo.

El disco se abre con “In the Arms of Morpheus”, un instrumental de cinco minutos de duración compuesto por un inquietante piano y un tic-tac que rápidamente desciende a una cacofonía de pesadilla antes de que el pesado crujido de una guitarra de ocho cuerdas se abre paso, creando una sensación de claustrofobia. Un arranque atípico para un disco de DT, pero que comienza a sumergirnos en el concepto del álbum.

“Night Terror” fue el primer single y la única pieza que la banda ejecutó en vivo en su más reciente visita a Buenos Aires. La misma ofrece una instrumentación enérgica que recuerda a los viejos tiempos de la agrupación en sus casi diez minutos de duración. Cuando ingresa a escena la voz del cantante James LaBrie, lo hace de manera clara, mientras de fondo se escuchan atractivos riffs y secuencias de teclas de Jordan Rudess y el bajo de John Myung.

Seguimos con el segundo tema desvelado antes de la fecha de lanzamiento, “A Broken Man”. La canción comienza con la batería de Portnoy y un riff de Petrucci antes de convertirse en una pieza típica de la agrupación, con un ambiente oscuro y un ritmo frenético e impredecible. Desde el punto de vista lírico, el tema aborda los trastornos del sueño derivados del estrés postraumático, concretamente el de un veterano de guerra que sufre después de abandonar la batalla.

La primera canción que supera los diez minutos de duración lleva por nombre “Dead Asleep”. Las melodías vuelven a ser protagonistas en un corte poderoso que está inspirado en la historia real de Brian Thomas, un hombre de Gales que estranguló accidentalmente a su mujer mientras sufría una pesadilla en la que le robaban. La banda no solo cuenta la historia perfectamente desde una perspectiva lírica, en donde LaBrie se destaca de gran manera, sino que también crea un ambiente que permite al oyente sumergirse profundamente en la historia.

Transcurrida la primera mitad del disco, llega “Midnight Messiah”, tercer single del álbum y la primera contribución lírica de Portnoy desde 2009, en donde se alejan de las estructuras clásicas que se hayan grabado en le pasado. Los cambios de ritmo y los teclados son los grandes ganadores, dando a la canción un giro completamente diferente y llevándola a la pura emoción.

Un nuevo interludio instrumental llega de la mano de “Are We Dreaming”, que comienza con susurros y teclas misteriosas hasta la llegada de “Bend the Clock”. A medida que el tema gana tracción, un riff melódico y seductor cobra protagonismo, combinado con conmovedoras piezas de piano junto a la armónica voz de LaBrie.

Con casi veinte minutos, el polifacético final está a cargo de “The Shadow Man Incident”, una pieza clásica y a la vez moderna en donde la banda nos llevará por paisajes sonoros, utilizando cada momento para desarrollar su narrativa y ofrecer una conclusión poderosa para el arco temático del álbum.

El combo clásico, Portnoy, Petrucci, Myung, Rudess y LaBrie, lo han vuelto a hacer. Sin duda, un disco lleno de calidad que está a la altura de las expectativas, ya que contiene todas las señas de identidad de un sonido patentado por los amos y señores del metal progresivo.

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All that we see or seem, Is but a dream within a dream. (Edgar Allan Poe)

Dream Theater es una de esas bandas que genera grandes expectativas ante cada lanzamiento, ante cada anuncio. Y para este nuevo disco esa expectativa lo era aún más grande porque había un condimento especial que tenía que ver con el regreso de, nada menos, Mike Portnoy, miembro fundador y uno de los principales compositores de las épocas de oro del conjunto formado en Boston. Desde su alejamiento en el 2010, hace casi 15 años, DT editó cinco discos interesantes, a la altura de su discografía, pero donde muchos sentíamos que faltaba algo. Afortunadamente la reunión se concretó y ahora todas las piezas están en su lugar.

Quienes pudimos apreciar el colosal show ofrecido por DT hace un par de meses en el Movistar Arena tuvimos la oportunidad de corroborar que la mística de la formación clásica sigue intacta. Solo faltaba un registro de estudio para confirmar el buen momento y una obra grandiosa como Parasomnia resultó la movida ideal.

Este flamante álbum es todo lo que podemos desear de Dream Theater. Un disco complejo, dinámico, de notable calidad sonora. Mucho tiene que ver una cuidada producción, a cargo del propio John Petrucci, quien parece tener la fórmula para ese sonido tan distintivo del quinteto. El virtuoso guitarrista no estuvo solo en la tarea, sino que fue secundado por expertos como Andy Sneap y Jimmy T Meslin. No perdamos de vista que la bella portada, obra una vez más de Hugh Syme, remite directamente al Images And Words. Nada es casualidad.

Como los grandes discos progresivos, Parasomnia se trata además de una obra conceptual. No vamos a encontrarnos con una narración en el estilo de Metropolis Pt 2, sino de canciones que, en su totalidad, abordan el mundo de los sueños. Pesadillas, sonambulismo, perturbaciones, todo forma parte de ese universo onírico que nos proponen con toda esa destreza técnica y la elegancia que los ha caracterizado siempre.

“In the Arms of Morpheus”: Cautivador comienzo instrumental para sumergirnos en la atmosfera onírica que propone la placa. Un muestrario de la destreza de cada integrante (excepto Labrie, por supuesto). Queda claro quienes serán los dominadores del sonido general del disco: la dupla Petrucci y Portnoy.

“Night Terror”: Lo primero que pudimos escuchar de Parasomnia fue esta canción adelanto, y que incluso los más afortunados pudimos disfrutar en vivo porque fue parte del setlist de su gira reunión. No sorprende su elección como primer corte pues es la esencia pura de Dream Theater, con ese equilibrio entre furiosas secciones instrumentales y las melodías de James LaBrie. Jordan Rudess también interviene para aportar un clima ominoso.

“A Broken Man”: Otro de los temas que tuvimos la chance de escuchar con anticipación. Su temática se centra en el estrés post traumático de la guerra, la imposibilidad de conciliar el sueño y las pesadillas reiteradas, recurrentes. Pasajes melodiosos se alternan con riffs más agresivos y voces afectadas. Gran trabajo de LaBrie y de John Myung.

“Dead Asleep”: Este track narra la trágica historia de un hombre que, afectado por el sonambulismo, termina quitando la vida de su esposa al confundirla con un intruso. El clima sórdido con ritmos bien marcados trasmite la amargura de la historia.

“Midnight Messiah”: La canción más pesada de la placa, también fue otro de los temas que pudimos escuchar como adelanto gracias a un gran videoclip. Como indica el manual, comienza en calma para desarrollar su energía poco a poco y explotar en el coro con un furioso machaque. El costado más agresivo de la banda que me hizo acordar al excelente Train of Thought.

“Are We Dreaming”: Luego de la tormenta tenemos como respiro este breve interludio instrumental que nos prepara para los momentos más progresivos de la placa. Funciona como un respiro para lo que viene.

“Bend the Clock”: Una de esas baladas típicas de Dream Theater, que de típicas no tienen nada. Alcanza momento de gran emotividad. El pasaje más contemplativo e introspectivo del álbum que de todos modos encuentra su lugar de manera orgánica.

“The Shadow Man Incident”: Épica y extensa, la más larga de la placa que da un uso perfecto a sus casi veinte minutos de duración. Su desarrollo, los cambios de marcha y esas progresiones de acordes que ya son una marca de la banda están presentes de manera magistral. Un cierre perfecto para el disco, para su idea conceptual y también para el regreso triunfal de Mike Portnoy. Y la frase “Wake Up” sobre el final… nos sugiere que todo fue un sueño.

Parasomnia es un álbum que recupera el foco que Dream Theater necesitaba. Como toda obra compleja demanda mucho del oyente, pero que no tarda en devolver el esfuerzo invertido. Una nueva joya del metal progresivo que tranquilamente podría ser el disco del año, al menos dentro del género, terreno en el cual no tienen quien les haga sombra.

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Lacuna Coil – Sleepless Empire (2025)
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En el día en que estoy escribiendo esto, en todo el mundo es 14 de febrero, Día de los Enamorados, o San Valentín, como también se lo conoce. Así como muchos, yo también me enamoré cuando vi y escuché a Cristina Scabbia cantar aquellas estrofas de “Falling Again”, canción con la cual conocí a la banda hace unos cuantos larguísimos años. Aquella morocha de canto suave e hipnótica fue cambiando su tono vocal, llegando hasta gritos casi de death metal, lo que la hace una de las mejores vocalistas femeninas de la historia.

Con varios cambios de formación, así como en su sonido, tenemos entre nosotros un nuevo material de los italianos Lacuna Coil titulado Sleepless Empire, el décimo en su carrera. En la actualidad, la banda está formada por Cristina Scabbia (voz), Andrea Ferro (voz), Richard Meiz (batería), Marco Coti Zelati (bajo, guitarra, sintetizadores) y un nuevo guitarrista, que se intuye que sería Daniele Salomone, quien tomó el lugar de Diego Cavallotti a finales del año pasado, aunque aún no lo han oficializado como miembro estable y en los videos no se le ve la cara.

El viaje que ha emprendido la banda con sus dos últimos álbumes ha sido interesante, sobre todo para los fans más veteranos, volviendo a ese sonido metálico más directo después de haber pasado por el gothic sinfónico, death y nu-metal, junto con rock industrial, hard y pop. Esta combinación dispar es lo que puso a Lacuna Coil en el mapa como puerta de entrada para nuevos fans alrededor del mundo.

Como muchos de los que seguimos a la banda sabemos, el núcleo de su sonido sigue siendo la doble voz de Ferro y la icónica Cristina, y todo gira en torno a ellos. Las canciones están armadas para que se luzcan en lo suyo, y eso lo hacen demasiado bien, ya que le da un toque de frescura a cada tema.

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“The Siege” abre el álbum con un aire de Oriente Medio y un gruñido de Andrea Ferro, mientras Cristina llega con un enfoque más refinado y el tema se eleva de repente a través de las teclas pesadas y la interacción vocal. Las armonías entre ambos se funden a la perfección, mostrando la extraordinaria gama y potencia de sus voces en múltiples niveles.

El segundo tema es el prelanzamiento de “Oxygen” y ofrece todo lo que los fans esperan de una canción clásica de Lacuna Coil: voces impresionantes, letras convincentes y grandes ganchos que te dejan asombrado. Los gritos distorsionados de Cristina contribuyen a la atmósfera claustrofóbica de la canción, mientras Ferro ruge en las estrofas sobre un aluvión de riffs realmente aplastantes y una percusión que taladra en sus casi cuatro minutos de duración.

“Scarecrow” ofrece un giro único de la banda, mezclando sintetizadores muy utilizados con guitarras potentes. La combinación de estos elementos te atrae, mientras que la inquietante voz de Cristina complementa el tema a la perfección.

Aparte de los mencionados, se pueden destacar cortes contundentes como “Sleepless Empire” y “Sleep Paralysis”, que mezclan sonidos ya escuchados en Delirium y Black Anima, mostrando una vez más la brillante colocación y la diversa gama de los músicos que argumentaré luego.

Llegando a la mitad del disco, nos encontramos con una pieza con un coro pegadizo que será fija en los shows en vivo de los italianos. “I Wish You Were Dead” amenaza con descarrilar toda la experiencia, ya que la canción en sí recuerda a la mayor parte de su poco querido rock radiofónico. Es un tema optimista que habla de separación y dolor, cuenta con un excelente video y es el más corto de este lanzamiento.

Sleepless Empire cuenta con dos invitados especiales: Randy Blythe de Lamb of God y Ash Costello de New Years Day, quien también hace su cameo. Ambas apariciones ayudan a elevar los temas de los que forman parte, creando momentos destacados a lo largo del álbum.

El líder de Lamb of God presta sus pulmones en “Hosting the Shadow”, y aunque comienza con algunos lamentos vocales suaves y armoniosos de Cristina, una vez más se ve complementada por muestras mucho más agresivas de sus compañeros cantantes. Randy tiene ese característico y casi áspero sonido de sus gruñidos, que realmente encaja con el estilo instrumental de Lacuna Coil, pero la forma en que Cristina lleva su voz en el estribillo, el control de sus notas, su tono y la claridad de todo ello es simplemente de lujo. Un impresionante solo de guitarra hacia el final aumenta la intensidad de la canción, convirtiéndola en una pieza realmente impactante.

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“In Nomine Patris” pone a prueba la voz de Scabbia, con escasas contribuciones de Andrea, mientras suena un riff y el bajo de Maki haciendo de base. Andrea permanece al acecho en el fondo de la canción más larga del álbum, que regresa a los italianos a sus raíces góticas, con un toque moderno gracias al palpitante doble bombo de la batería de Richard.

La canción que da título al disco combina las voces de Ferro con las de Scabbia, que se elevan en el estribillo con una guitarra melódica y una letra con una mirada crítica y contemporánea a la vida y la existencia en el mundo moderno. Consumidos por la gratificación instantánea y el aislamiento en un mundo tan conectado, la canción representa una acusación condenatoria contra la sociedad y la humanidad en su conjunto.

“Sleep Paralysis”, esta última más lenta y trabajada, es rica en profundidad musical, incluye un sucio breakdown y un pequeño y punzante solo de guitarra, que añaden un aire extra de oscura locura a la canción. Es metódica, calculada y encuentra a una vocalista que alcanza unas notas altas impresionantes, reforzando los sentimientos de frustración de la letra. Otra de las que está destinada a resonar en directo.

“In the Mean Time” llama la atención de inmediato, con una interacción dinámica entre las voces de Andrea y la colaboración de Ash. A medida que la canción crece, la imponente voz de Cristina toma el control durante el estribillo, creando un tema lleno de inmenso poder e impacto emocional.

El álbum concluye con “Never Dawn”, una de sus propuestas más pesadas. Con estruendosas guitarras, implacables golpes de bombo y un duelo de voces electrizantes, es un tema hecho a medida para los mosh pits y un final adecuadamente explosivo para el álbum. Ambas son canciones clásicas de Lacuna Coil, siendo In the Mean Time la más melódica de las dos, mientras que la de cierre es más pesada.

Hay un aire de experimentación a lo largo de Sleepless Empire, ya que la banda busca dar un giro al sonido clásico de Lacuna Coil. A fin de cuentas, no puedo decir que Sleepless Empire me haya decepcionado. Existían pocas posibilidades de que eclipsara los discos emblemáticos de sus comienzos. El énfasis en el lado más pesado de las cosas, así como el enfoque en la experimentación electrónica, han creado una experiencia auditiva consistente y satisfactoria.

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Jinjer – Duél (2025)
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El pasado 7 de febrero de 2025, Jinjer publicó su quinto álbum de estudio, Duél, a través de Napalm Records, y me atrevo a expresar en estas líneas mi opinión luego de darle no menos de cinco escuchas a este nuevo material de los ucranianos.

En 2021, Jinjer golpeó como una bomba con su predecesor Wallflower y encontró una gran cantidad de nuevos fans, además de críticos. El álbum de once pistas ofrece el sonido inconfundible de los álbumes anteriores, aunque con un peso ligeramente mayor.

Enfrentaron algunas circunstancias a lo largo de su carrera, como, por ejemplo, lo sucedido en la gira de su álbum Macro de 2019, la cual se vio obstaculizada por la pandemia de COVID, o cuando hicieron una pausa en la gira de Wallflowers en 2022 para volver a casa y apoyar los esfuerzos de socorro después de que Rusia invadiera su patria.

Debido al título y a la guerra que, lamentablemente, aún asola su país de origen, uno daría por sentado que este nuevo trabajo estaría orientado conceptualmente sobre el conflicto bélico en Ucrania. Otros grupos lo habrían hecho, pero no fue el caso de Jinjer.

Sumergiéndonos en las canciones, Duél continúa la línea del álbum anterior. La versátil voz de Tatiana Shmayluk, la intrigante batería de Vladislav Ulasevich, el refinado toque de guitarra de Roman Ibramkhalilov y las complejas líneas de bajo de Eugene Abdukhanov se unen llenos de musicalidad, emoción y provocación. El resultado es un álbum que impresiona tanto técnica como emocionalmente por ser intenso y complejo.

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La canción que abre el disco, “Tantrum”, estalla con golpes de batería, mientras la feroz voz de Tatiana gruñe sobre riffs progresivos, creando un sonido de caos controlado. En general, la canción encarna el sonido cargado de groove característico de Jinjer, que emplea los tonos limpios distintivos de su vocalista.

La siguiente, “Hedonist”, nos lleva a un terreno más familiar, al menos para los fans de los ucranianos. Es una canción típica de la banda: la primera mitad se interpreta con un juego de voces limpias y gruñidos que van evolucionando constantemente durante los minutos que dura la canción.

“Rogue” canaliza la desgarradora realidad de la lucha en Ucrania. A pesar de la intensidad, la mezcla sigue siendo digerible.

“Tumbleweed” está relacionada temáticamente con la canción anterior, ya que aborda la guerra de Rusia contra Ucrania desde la perspectiva de una persona desplazada cuyo hogar ha sido destruido y que ahora va a la deriva por el mundo, sin hogar. Cuenta con riffs lentos, a los que se suman las inflexiones vocales de Tatiana, que evocan una sensación de narración, tejiendo una historia oscura y fantástica.

Hacia la mitad del álbum, “Green Serpent” ofrece potentes melodías vocales sobre riffs pesados, mezclando elementos ásperos y melódicos para transmitir el conflicto interno de la adicción al alcohol. La letra explora la destructiva relación con el alcohol, utilizando la metáfora de la “serpiente verde“, un término usado para describir el abuso del alcohol en algunas culturas de Europa del Este.

La banda combina tanto sonidos conocidos como otros ya explorados dentro de su discografía. Cuando llega el momento de “Kafka”, encontramos un enfoque de emociones que no es nuevo y que ya se utilizó con gran éxito en Pisces (2016). La letra también es digna de mención, pues hace referencia a dos obras de Franz Kafka, uno de los escritores más influyentes del siglo XX, conocido por su capacidad para expresar emociones y situaciones complejas de una forma casi dolorosamente impactante. Jinjer consigue transmitir esta misma sensación.

El texto de esta edición hace referencia a Die Verwandlung (1915) y Der Prozess (1925). Die Verwandlung cuenta la historia abstracta de Gregor, que pasa de ser humano a convertirse en alimaña, lo que lo lleva a la alienación, la falta de hogar y el miedo. También se menciona a Josef, el personaje de Der Prozess. Esta historia describe un mundo pacífico en el que reinan la arbitrariedad y la inhumanidad. Josef es condenado injustamente y ejecutado. Todo el tema se inspira en “La metamorfosis” de Kafka y en la personalidad vulnerable del propio escritor, que ha sido descrito como introspectivo y reservado.

En “Dark Bile”, Jinjer aborda el tema de la depresión, un asunto familiar para la banda y para la cantante en particular, que también se puede escuchar en la mayoría de las canciones en forma de melodías melancólicas. Aparte del tema pesado, la canción está realizada con mucha fuerza y es sorprendentemente disfrutable de escuchar a pesar del contenido. La apertura es un asalto agresivo y directo, y la batería es particularmente impresionante, cambiando a la perfección entre compases dobles y medios tiempos, lo que añade una tensión palpable que impulsa el tema hacia adelante sin perder nunca su garra.

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“Fast Draw” es, sin duda, uno de los temas más extremos del álbum, una descarga de ritmo rápido y batería que no deja lugar a la sutileza y que recuerda al thrash y al death metal. Las voces de estilo deathcore son afiladas como cuchillas, cortando a través de la agresiva instrumentación con una ferocidad que parece casi primitiva.

“Someone’s Daughter” es una impresionante muestra de la narrativa de Shmaylyuk, que describe la lucha de una mujer en un mundo dominado por hombres. Las melodías oscuras intensifican el peso emocional, y el bello video musical rinde homenaje a mujeres históricas como Cleopatra, Frida Kahlo, Marie Curie y Juana de Arco. Al escucharla por primera vez, todo me recordó a estar escuchando esa fantástica canción a la que años atrás titularon “Pieces”.

Llegando al final quedan las últimas dos canciones. En primer lugar, “A Tongue So Sly” también trata un tema familiar que probablemente todo el mundo ha experimentado alguna vez: chismes y rumores sobre uno mismo que circulan a sus espaldas. Desde el punto de vista musical, junto a una batería contundente y un fraseo de guitarra escalonado y progresivo, este tema encarna el sonido característico de Jinjer, creado a lo largo de su carrera hasta la fecha: familiar, pero con una delicadeza mejorada.

El cierre del álbum corresponde a la pieza que también le da título. La misma incluye bombas de riffs pesados que se alternan con voces que cambian a la perfección entre limpias y conmovedoras, con gritos ásperos y mordaces.

En esta nueva placa no hay lugar para los puristas, aquellos que se quedaron en los 80s o 90s, ni mucho menos para los “true”. No se trata de un álbum que cambiará el rumbo del metal, sino del trabajo de una banda en la cima de su carrera y que, lamentablemente, ya no tiene nada nuevo que ofrecer aunque con el correr de las escuchas termina grabandose en tu cerebro.

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Crimson Storm – Livin’ on the Bad Side (2025)
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Como una tormenta cargada de riffs potentes, llega el tan esperado primer larga duración de la banda ítalo-española Crimson Storm, después de grabar un ep, un demo y algunos sencillos, Livin´ On the Bad Side hace su aparición con un poco más de media en donde la música hace juego con el nombre de la banda.

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9 canciones en donde el speed metal toma la antorcha y lleva a este disco a un nivel de velocidad impresionante, esto es como viajar en el tiempo y regresar al pasado, “Ragin´ Eyes of Darkness” es una bola de fuego a toda marcha, misma que da paso a “Outrageous” que de igual manera se siente una ráfaga de poder en ella.

Con “Nightmare Deceiver” la cosa cambia, las melodías a medios tiempos aparecen pero sin dejar a un lado la poderosa voz de Pau Correas que retumba en cada parte de las canciones del disco; Lögan Heads hace un trabajo enorme con esas guitarras que arden en llamas con cada riff; Pol Esteban (batería) y Aless Oppossed (Bajo) llegan a toda marcha con “Speed Hammerin´ Metal”, un nombre muy adecuado para este tema que te hace vibrar con los puños en alto.

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El disco es relativamente corto pero sustancioso, se puede escuchar dos veces seguidas y no aburre, al contrario, sigue sorprendiendo; la última canción titulada “Seven Days of Mayhem” es cantada en español aunque su título es en ingles, la portada del disco nos recuerda esos álbumes undergound de los ochentas de bandas de speed metal que eran tan buenos sólo por su carátula que sin conocerlos corríamos a comprarlos, así pasa con Livin´ On the Bad Side, de ver sólo su arte, lo compraría a ciegas y estaría seguro que su contenido musical no defraudaría.

Ya sólo queda esperar un segundo disco de Crimson Storm y esperar que sea igual o mejor que este Livin´ On the Bad Side que nos dejó con ganas de más y con grandes expectativas de lo que podría hacer la banda en un futuro no muy lejano.

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Harvst – Mahlstrom (2025)
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Los post black metaleros germanos Harvst vuelven este 2025 con su nuevo trabajo Mahlstrom y lo cierto es que no tenía muy claro que me iba a encontrar en el disco y si tras lo que disfruté con su anterior disco Narbenhain de 2019, los muchachos iban a estar a la altura de aquella gran obra.

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Pero una vez escuchado en repetidas ocasiones y a conciencia el disco, tengo que decir que la banda lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a plasmar una más que interesante y notable obra, llena de matices y secretos a descubrir y que si te gusta el black metal más atmosférico y arrebatador, ya estás tardando en escucharla.

Si bien hay gente que considera a esta banda más próxima al post black metal con ciertas atmósferas, lo cierto es que poco importa cuando vas adentrándote en el disco y empiezas a descubrir lo que tiene para ofrecer, que dicho sea de paso es mucho.

Los germanos siempre han hecho gala de melodías que adornan su sonido contundente, pero que te llega sin caer en lo tedioso ni se excede en ponerle luz a un disco que no lo necesita, Harvst han sabido encontrar el equilibro perfecto entre oscuridad, melodías gélidas y emociones a flor de piel.

Ya desde el comienzo del álbum con “Mahlstrom I – Der Aufschrei des Vergangenen”, puedes ver que la banda vuelve con todo con un corte hermoso y brutal, ese punteo de guitarra inicial es una delicia para el oyente y las voces desgarradoras, llegan a emocionarte como bien podrían hacer bandas como Harakiri For The Sky o en otro estilo distinto bandas como Converge, con esa brutalidad emocional, pero inteligente.

Pero las otras seis, no se van a quedar atrás y es un disco que va ganando con cada escuchar que le des, aunque tampoco es un disco imposible o que te abruma desde la primera escucha y en esto juega un papel importante la producción del disco, que si bien es la que el mismo necesita, lejos está de ser super cruda e inaccesible, proporcionando al oyente la posibilidad de entrar en el disco casi al instante, aún no siendo un experto en el género.

Para los que ya conocíamos a la banda, como es mi caso, no me ha sorprendido el disco en este aspecto, es más creo que está muy bien y es justo lo que esperaba de Harvst, ni más ni menos.

La primera mitad del disco es prácticamente redonda, teniendo en temas como “Wahnmal” y “Laubwacht”, quizás el binomio del disco, donde se condensa lo mejor que Harvst ofrece como banda.

Ambas piezas derrochan unas melodías hermosas y cautivadoras, que si, suenan bastante modernas, pero esto no significa que no estén perfectamente pensadas para estructurar las canciones y luego sumarles las voces agresivas, generando un resultado brillante.

Y lo bueno de ambas es que duran lo que tienen que durar y no caen en el exceso de minutaje ni en la pretenciosidad de algunas bandas del estilo.

Para los últimos tres cortes, quizás la cosa se desvirtúa un poquito justamente por que la segunda parte de “Mahlstrom II – Der Abschied des Dechiffrierten”, donde colabora Nick Superchi, es un exceso, o sea se extiende hasta los 9 minutos de duración y entiendo la intención del tema, pero si hubiera durado 5 como máximo, hablaríamos de otro de los temazos del disco y lamentablemente no es así y le resta algún que otro puntito al mismo.

Si bien, el disco no es perfecto, no podemos negar que estamos ante uno de los trabajos más interesantes que nos ha dejado este primer mes del año, que está a punto de concluir y que seguramente sigamos disfrutando a lo largo del mismo.

Harvst tardaron bastante en darle continuidad a su debut, pero ahora lo han hecho y vaya si ha merecido la pena, la larga espera.

 

 

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Vukovi – My God Has Got a Gun (2025)
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Los chicos de Vukovi vuelven este año con su cuarto disco y para demostrar que tienen mucho por decir dentro de la escena alternativa de las islas y en general.

Escuchando las 11 canciones del disco, uno puede comprobar que el dúo escoces parece estar encontrando la madurez musical tras 15 años de carrera y con este nuevo trabajo, ya cuatro discos editados.

El disco se abre con “Guncho”, uno de los singles promocionales del disco y donde ya se percibe que su particular manera de entender el rock alternativo moderno sigue en plena forma. Con Janine pletórica a las voces y un estribillo que se te queda grabado desde el segundo uno, es el comienzo ideal para este cuarto trabajo de Vukovi.

Mientras que el corte que da título al disco aborda la temática de la salud mental y evidencia la honestidad brutal que este dúo siempre ha tenido, la guitarra de Hamish es bastante particular y el estribillo es otra bomba que seguro suena aún más contundente en directo.

El final es un derroche vocal impecable por parte de Janine y evidencia porque no es otra banda más de la escena alternativa en las islas, si no una de las más destacadas e interesantes.

La influencia de Bring Me The Horizon, se puede percibir en cortes como “Fall Beyond”, combinando pinceladas de rock electrónico alternativo con voces que navegan por territorios pop bien calibradas y podría haber encajado en un disco como AMO de la banda liderada por Oli Sykes.

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Cortes como el binomio “Fuc It Up” y “Misty Ecstasy”, muestran la cara más alternativa del disco, no tan potentes ambos cortes le dan al mismo el oxigeno y los ambientes que merece llegados al ecuador del álbum.

Y con “SNO”, llegamos a una de las mejores canciones del disco y hasta me atrevería a decir de la carrera de Vukovi, pone los pelos de punta escuchar la voz de Janine muy natural sin apenas efectos y con una lírica tremenda que habla de salir de la oscuridad en la que a veces nos vemos inmersos, ya sea por el entorno que nos rodea, el trabajo, la pareja e incluso la toxicidad en la que a veces nos vemos adentrados y no sabemos como salir.

Lo mismo ocurre con “Cowboy”, que habla de la vulnerabilidad que todos tenemos dentro y que muchas veces nos juega malas pasadas, pero Janine lo escribe desde el punto de vista de alguien que quiere salir adelante, tiene la fuerza para ello y hasta está en proceso de lograrlo, pero aún siente esa vulnerabilidad que le asusta y con la cual hay que lidiar a diario, simplemente hay que tener coraje y valor para hacerlo.

Así pues, Vukovi han vuelto a demostrar que son una banda en constante evolución, todavía con matices de su primera época, pero de nuevo sorprendiendo al oyente y evidenciando que su techo está lejos de ser alcanzado, aún tienen muchas cosas que decir, seguramente heridas que cerrar y este disco es un viaje por todo ese mar de sensaciones diversas que bien merece la pena escuchar y apreciar.

Mientras otros están desesperados por “Llegar y Destacar” al instante, Vukovi con cuatro discos se han establecido como una de las bandas alternativas más destacadas del Reino Unido y estamos impacientes por ver hacia donde nos lleva su siguiente obra, ya que con esta han dejado uno de los discos más destacados de la temporada en su estilo sin duda.

 

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BloodCrown – BloodCrown (2024)
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Esta es mi tercera reseña de un disco de metal argentino. No sé cuál es el motivo, pero las cosas se dieron así, y este caso tuvo ese “no sé qué”. La banda de la cual trataré esta vez tuvo la grandeza de obsequiarme su material para que dé mi punto de vista sobre su primer larga duración.

Tratando siempre de ser objetivo y de escribir lo que pienso, puede gustarme o no el material, pero lo hago con una idea clara, sin dejarme influenciar por amiguismos y sin careta. Hay “estrellitas” que, si no hablas bien de ellas o escribís algo que no les gusta leer, piden que te bajen de fechas o incluso andan llorando por redes sociales.

El disco que les traigo en esta oportunidad es el primer larga duración de BloodCrown. La agrupación está compuesta por el dúo de guitarras formado por Matías Birman y Hernán Buscaglia, quienes marcan el camino con riffs filosos y bien definidos, mientras que la base rítmica, a cargo de Facundo Schell en batería y Nahuel Ibarra en bajo, no solo sostiene sino que potencia cada composición. Nahuel también se luce como vocalista, con una interpretación agresiva que se complementa perfectamente con la crudeza instrumental del disco.

Al darle play, el disco arranca con “Hall of Madness”, una intro breve pero efectiva, para luego continuar con “Society’s Rejects”, que despliega toda la furia de los locales. Desde el inicio hasta la última canción de álbum “All Is Rust”, la banda ofrece un viaje de poco más de 45 minutos donde riffs agresivos, bases sólidas y una voz aguerrida se combinan para entregar un álbum que honra el thrash más clásico, pero con un sonido actual.

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Un punto destacable del álbum es su habilidad para equilibrar fuerza y dinamismo. Aunque la agresividad y contundencia son el eje central, las composiciones no se limitan a estructuras simples. Cada tema, a pesar de mantenerse en duraciones relativamente concisas –entre cuatro y cinco minutos–, incluye arreglos y solos que capturan el interés sin caer en excesos ni secciones innecesarias. Este enfoque demuestra que BloodCrown sabe lo que quiere transmitir: música directa, sin adornos ni “biri biri”, pero cargada de ideas y una ejecución impecable.

Entre los momentos más destacados podemos encontrar la canción que le da nombre a la banda, “Pazuzu’s Stare”, e “Into The Fire” (mis favoritas), que, en sus intrincados fraseos y cambios de ritmo, muestran la madurez compositiva del grupo.

“Conditional Freedom” arranca a toda velocidad, y llegando a los dos minutos de la canción, bajan las revoluciones, entremezclando coros intrincados y unos riffs que vuelan de aquí para allá para luego volver a toda marcha. Es una canción ideal para armar esas rondas y meterse en el pogo. Le sigue “Enter the Creepshow”, una pieza marcada a medio tempo y con un estribillo que invita a levantar los puños y cantar con pasión.

“Endless Thunder” abre paso y nos da la bienvenida con un solo de bajo para luego convertirse en una pieza al mejor estilo Anthrax de la última década.

Cabe destacar que todas las letras están cantadas en inglés y el resultado final es tan compacto y poderoso que inevitablemente te deja con ganas de más.

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Ethel Cain – Perverts (2025)
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Ethel Cain está dando mucho que hablar en medio del ascenso de la ultraderecha en los Estados Unidos. Para quienes no la conocen, se trata de una mujer trans, cantante, compositora, productora y modelo, oriunda de la Florida, que hasta el lanzamiento de este nuevo disco, venía haciendo una música que combinaba folk, rock y ambient, con un estilo slowcore de espíritu gótico sureño. Hija de un pastor bautista, fue criada dentro de una familia, una ciudad y un estado conservadores. Fue educada en su hogar, cantaba en el coro de la iglesia y aprendió a tocar el piano, la armónica y la guitarra, con una inevitable influencia devocional cristiana. En su pubertad se declaró gay y abandonó la iglesia que lideraba su padre. A los veinte años declaró su identidad femenina y comenzó su transición, además de afirmar que es bisexual y se encuentra dentro del espectro autista.

Su obra se centra en temáticas muy propias de la vida en el sur de los Estados Unidos, como el fanatismo religioso, la pobreza que se pretende digna, el abuso de sustancias, la endogamia y la violencia doméstica. Tras haber usado otros pseudónimos (White Silas, Atlas), Ethel Cain lanzó tres EPs, Carpet Bed (2019), Golden Age (2019) e Inbred (2021), y su disco debut, Preacher’s Daughter, en 2022, estos dos últimos con excelente recepción de la crítica y a través de su propio sello, Daughters of Cain. A partir de allí, “Mother Cain” empezó a congregar un culto tras su figura.

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Ahora, Cain vuelve con un trabajo mucho más oscuro que todo lo que había hecho hasta el momento (algo ya evidente en el arte de tapa), de influencias harsh noise, drone e industriales, y con una actitud pública totalmente agresiva en contra del establishment de su país, algo que está dejando muy claro con sus declaraciones en redes sociales. Denuncia la perversión de las empresas de medicina prepaga (sobre todo tras el asesinato de un CEO), del genocidio en Palestina, y de las amenazas contra la comunidad LGBTQ del nuevo gobierno americano. Quizás por eso esta nueva obra se llama Perverts. Además, como buena chica sureña, se fotografía usando rifles.

El primer track, homónimo al disco, es tétrico y extremadamente denso, con samples de voces y una reverberación corrosiva. Parece la grabación obtenida a partir de una incursión en alguna ominosa dimensión alternativa al estilo David Lynch. Luego, “Punish”, que tuvo su propio videoclip, es una melancólica canción basada en el piano, que retoma la vena dream pop que Cain domina muy bien, con esa atmósfera entre etérea y de mórbido erotismo, como una Taylor Swift con una alta dosis de heroína. La guitarra distorsionada que suena hacia el final es espesa como el petróleo.

“Houseofpsychoticwomn” vuelve a sumergirnos en otro disonante estado confusional, entre hipnótico y aversivo. Una voz espectral resuena a lo lejos, a la vez que unos susurros pronuncian un críptico mensaje. A continuación, “Vacillator” empieza con una batería de ritmo lento sobre la que luego sobrevuelan el dulce canto y una guitarra con varios arreglos de enorme delicadeza. Los tramos en los que la voz aparece duplicada son exquisitos. Nos encontramos ante una expresión de hermosa tristeza.

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Las referencias religiosas se hacen notar en el nombre “Onanist” dado a un track de piano con unos efectos que hacen que parezca provenir de un portal abierto hacia el pasado, como ecos de Erik Satie. Se incorpora el canto y después una guitarra otra vez visceral, de una opacidad pantanosa. Ethel Cain parece estar canalizando fuerzas demoníacas mediante la magia negra. Por si hacía falta explicitar la decisión de inclinarse hacia el drone, hay un track llamado “Pulldrone”: el registro sonoro de un discurso de un existencialismo asfixiante, sobre un fondo que va poblándose de ásperas texturas y ruidos punzantes. La religiosidad es un conflicto irresoluble y una fuente de sufrimiento que nutre la creatividad. En algunos tramos, el disco se torna desafiante, hay que decirlo. Puede atraer y repeler en proporciones equiparables.

En “Etienne” vuelve el piano, sonando grave, pesado, angustiante. Una melodía empieza a dibujarse sobre la pared cubierta de polvo. Un rayo de luz se vuelve notable por las partículas contaminantes flotando en el aire. Sorprenden los acordes de una guitarra acústica acompañando la carga que recae sobre cada tecla. Al final aparece un sample vocal. Vale la pena repetirlo: este álbum es una manifestación honesta, genuina, de un alma atormentada por los tiempos que corren, y eso está haciendo que mucha más gente la ame, y otra tanta la odie. Como decía Johnny Cash: “es bueno saber quiénes te odian, y es bueno ser odiado por la gente correcta”.

“Thatorchia” es un nuevo trance ácido, un mal viaje, como ver las noticias por TV o las redes sociales teniendo conciencia de clase. Ese vértigo de no saber hacia dónde ir pero desear, indudablemente, estar en otro lugar, otro mundo, tal vez. Un coro de ángeles en desgracia se lamenta por nuestra inmovilidad, o nos despide, si nos animamos a marchar. Retorna la guitarra desgarradora. Es increíble cómo algo tan simple puede sonar tan glorioso dado el contexto. “Amber Waves” es un manto envolvente de piedad marginal. La ternura del canto, el punteo sutil de las cuerdas, la ondulación suave que se va formando, llevándonos hacia la disolución con la inmensidad, como un río que desemboca en el océano. Llámenme loco, pero este disco condensa tanto significado estético, ético y político que ya se ganó su lugar en mi incipiente lista de lo mejor del año.

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The Ferrymen – Iron Will (2025)
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Con la misma alineación de 3 grandes músicos, The Ferrymen compuesto por Magnus Karlsson (Primal Fear), Ronnie  Romero (Rainbow) y Mike Terrana (Beau Nasty), lanzan su última producción titulada Iron Will, un disco muy en la línea de sus antecesores, en donde el hard rock melódico se combina con el power metal y la sinfonía, creando un mundo de notas que recuerdan el pasado de un estilo musical que cada vez cobra más fuerza en la actualidad.

54 minutos de dulce melodía, en donde la orquestación se junta con la gran voz de Ronnie que va al ritmo de las grandes guitarras de Magnus que no deja de sorprendernos; el mejor ejemplo de esto, es el tema que da como título al disco, “Iron Will” galopa con la batería de Mike mientras las guitarras se duplican creando toda una ola de melodía que parece no tener fin.

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Teclados adornan la mayoría de los temas, “Mother Unholy” tiene un intro épico, seguido de una riff poderoso, “Dreams and Destiny” es melancólico y muy armonioso, como si se tratase de una canción de Corazón Valiente, en donde el héroe se prepara para la guerra para poder vivir feliz con su amor soñado; de esta misma forma empieza “Above It All”, pero pronto llegan los medios tiempos y el mismo cobra más fuerza.

“Choke Hold” tema con que abren el disco, es posiblemente el mejor del álbum, es una combinación más que perfecta entre todos los músicos ya mencionados, es pegadizo y muy armonioso, con unos coros que se pueden tararear a la primera escucha.

El resto del disco va en la misma línea, no es algo novedoso pero tampoco aburre, esperamos que con esta misma formula, The Ferrymen sigan grabando más discos y que las ocupaciones de cada uno de los miembros les permita seguir creando este tipo de álbumes que la verdad ayudan para que este género nunca muera.

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W​​​ÿ​​​nt​​​ë​​​r Ärvń – Sous l’Orage Noir L’Astre et la Chute (2025)
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Antes de comenzar con la descripción de lo que hoy les traigo debo hacer una confesión. Es cierto que en cada una de, hasta ahora, mis pocas reseñas, hago inauguración de las mismas señalando que es material que llega a mis manos, como dando a entender que alguno de mis colegas me declara con un disco bajo el brazo “Leo, estimado, esto es lo que te toca hoy”. Pues no, queridos lectores, la única y verdadera realidad, es que en una interminable lista de discos que llegan desde los sellos y están disponibles para su escucha, hasta con varios meses de anticipación, cada uno de nosotros somos libres de elegir, cuantos y cuales discos queramos.
Esas elecciones, deducirán ustedes que al menos para mí, no son azarosas, sino más bien definidas y acertadas.

Por un lado, tenemos el mero hecho de dar apoyo a las bandas del under (no todo es reseñar por millonésima vez 72 Seasons de Metallica), por el otro, la necesidad de poder describir la música con la que conectamos. El arte, en esencia, es un encuentro personal entre artistas e intérpretes, con la obra como nexo, y con origen, muchas veces, en las peripecias de la vida. Es así que, luego del tormento sufrido el día de ayer por la violenta e inesperada inclemencia climática que azotó a mi ciudad, me he visto envuelto en la necesidad de buscar paz inmediata, aquella que pudiera dar consuelo a un corazón malgastado por el recurrente temor a la inexistencia.

Debido a lo anterior, en esta ocasión voy a comentar un poco sobre Sous L’Orage Noir – L’Astre et la Chute, el tercer álbum del artista francés Simon Brette bajo el nombre artístico de Wÿntër Ärvn. El disco, conformado por 8 canciones y unos 35 minutos aproximados de duración, se estará lanzando internacionalmente el próximo 7 de marzo, bajo el particular sello Antiq. Su estilo, es folk principalmente instrumental, con una clara tonalidad oscura y que toma influencias del black metal de los años 90s e inspiración de cada uno de los estados emocionales que lo atraviesan. Si bien Simon, es el encargado de resolver la mayoría de esta producción, es también asistido por las colaboraciones de varios otros artistas en cada una de las piezas musicales.

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“Un Voile sur l’azur” (un velo en el cielo) es la composición al inicio. Esta pieza denota tranquilidad, paz y una calma soledad, como esa que precede a la tormenta. Antes he de aclarar (como curiosidad) que por momentos varios segmentos de este disco me recuerdan a un espacio publicitario del canal 13 de Argentina, donde se podía ver a un hombre manejando a una camioneta Trooper en el medio de la selva (en YouTube lo encuentran como “La aventura del hombre”) y es que claro, este proyecto tiene una profunda conexión con la naturaleza. “Ad Vesperam” (hasta la tarde) es una procesión natural, que extiende todavía la misma sensación de paz de su antecesora, pero aquí podremos encontrarnos con las primeras apariciones vocales hacia el final de la pista.

“Remembrances” (recuerdos) y “Appelé à l_Abîme” (llamados del abismo) nos proporcionan aún de una plena calma y tranquilidad, pero con sutiles aires triunfales, sobre todo en la última, la cual se hace de unos excelentes coros femeninos a media canción y que poco a poco vuelven lejana esa melancolía de las primeras.

“Vingt Ans de Brouillard” (Veinte años de niebla) es un pasaje relativamente corto y que funcionaria perfectamente para una escena de simple transición en una película. Luego llegan las 2 canciones que en conjunto dan nombre al disco. En primera partida nos haremos a la escucha de “Sous L’Orage Noir” (bajo la tormenta negra), una pieza de excelencia musical con unos arreglos de guitarra acústica que me han gustado mucho y de sensaciones algo más enérgicas que todo lo que hemos escuchado hasta ahora. Hacia el final podemos sentir un leve y creciente suspenso que concluye con voces guturales y orquestaciones de fondo. La siguiente, y que también da nombre a este material, “L’Astre et la Chute” (la estrella y la caída), se vuelve levemente aún más ligera que la anterior, como invitándonos a acelerar un poco el paso en un intento de brindarnos animosidad. Para completar esta obra, tenemos a “Ad Umbras”, de nombre latín que se traduce como “a las sombras” y que da un cierre como al inicio, con completa calma, pero incorporando guturales del tipo de canto difónico mongol (o en cuanto al menos, similares a estos).

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No dejemos pasar por alto a la artista Sözotozö quien estuvo a cargo del arte de tapa con una espectacular pintura que parece realizada al oleo y que resulta muy expresiva y profunda.
Concluyendo, no sé si Sous L’Orage Noir – L’Astre et la Chute sea el mejor álbum. Tampoco se si realmente amerita cuestionarse aquello o pararse a pensar mucho sobre cada detalle de cada canción como acabo de hacer. Es más bien, un disco que funciona como un todo, donde cada pieza está perfectamente unida a la siguiente para una escucha fluida, para acompañar caminatas diurnas y para obrar como banda sonora en momentos de reflexión. No creo que pueda recomendarles este disco a partir de otro tipo de artistas similares, puesto que mi elección de esta obra fue por mera necesidad de desconectarme de ciertas preocupaciones que me tenían a mal traer. Por todo lo anterior y más, si de algo estoy seguro, es que les resultará muy bueno para deshacerse por un buen rato de las faenas cotidianas, apagar los pensamientos y dejarse llevar por la paz y tranquilidad que transmite.

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Dream Theater – Parasomnia (2025)
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Estamos en presencia de uno de los álbumes más esperados de los últimos tiempos. Las parasomnias son alteraciones del sueño que impiden descansar adecuadamente. Para los fans de Dream Theater, los últimos catorce años han sido como una larga parasomnia. Este 7 de febrero, por fin salió a la luz Parasomnia, el primer álbum de esta nueva/vieja asociación norteamericana.

La salida de Mike Portnoy de la banda fue un punto de inflexión en el que algunos fans fueron incapaces de comprender a su banda favorita sin su líder natural.
Conocidos desde hace mucho tiempo por sus intrincadas composiciones y virtuosa musicalidad, este nuevo lanzamiento tiene un significado particular, ya que ve a la banda reunirse con su baterista estrella, quien grabó por última vez con la banda en 2009 en Black Clouds & Silver Linings.

Con más de setenta minutos de duración y abarcando fenómenos como el sonambulismo, la parálisis del sueño, las pesadillas y los terrores nocturnos, este es un testimonio de la impecable musicalidad de Dream Theater.
Los maestros del metal progresivo grabaron ocho pistas en donde encontramos su ya clásica complejidad, temas extensos, altísimos solos de guitarra e intrincadas capas de teclados. Hay que destacar que el esperado regreso de Portnoy a Dream Theater es todo un triunfo: nuevamente trajo consigo ritmos altamente impulsados, llenos de precisión y estilo.

El disco se abre con “In the Arms of Morpheus”, un instrumental de cinco minutos de duración compuesto por un inquietante piano y un tic-tac que rápidamente desciende a una cacofonía de pesadilla antes de que el pesado crujido de una guitarra de ocho cuerdas se abre paso, creando una sensación de claustrofobia. Un arranque atípico para un disco de DT, pero que comienza a sumergirnos en el concepto del álbum.

“Night Terror” fue el primer single y la única pieza que la banda ejecutó en vivo en su más reciente visita a Buenos Aires. La misma ofrece una instrumentación enérgica que recuerda a los viejos tiempos de la agrupación en sus casi diez minutos de duración. Cuando ingresa a escena la voz del cantante James LaBrie, lo hace de manera clara, mientras de fondo se escuchan atractivos riffs y secuencias de teclas de Jordan Rudess y el bajo de John Myung.

Seguimos con el segundo tema desvelado antes de la fecha de lanzamiento, “A Broken Man”. La canción comienza con la batería de Portnoy y un riff de Petrucci antes de convertirse en una pieza típica de la agrupación, con un ambiente oscuro y un ritmo frenético e impredecible. Desde el punto de vista lírico, el tema aborda los trastornos del sueño derivados del estrés postraumático, concretamente el de un veterano de guerra que sufre después de abandonar la batalla.

La primera canción que supera los diez minutos de duración lleva por nombre “Dead Asleep”. Las melodías vuelven a ser protagonistas en un corte poderoso que está inspirado en la historia real de Brian Thomas, un hombre de Gales que estranguló accidentalmente a su mujer mientras sufría una pesadilla en la que le robaban. La banda no solo cuenta la historia perfectamente desde una perspectiva lírica, en donde LaBrie se destaca de gran manera, sino que también crea un ambiente que permite al oyente sumergirse profundamente en la historia.

Transcurrida la primera mitad del disco, llega “Midnight Messiah”, tercer single del álbum y la primera contribución lírica de Portnoy desde 2009, en donde se alejan de las estructuras clásicas que se hayan grabado en le pasado. Los cambios de ritmo y los teclados son los grandes ganadores, dando a la canción un giro completamente diferente y llevándola a la pura emoción.

Un nuevo interludio instrumental llega de la mano de “Are We Dreaming”, que comienza con susurros y teclas misteriosas hasta la llegada de “Bend the Clock”. A medida que el tema gana tracción, un riff melódico y seductor cobra protagonismo, combinado con conmovedoras piezas de piano junto a la armónica voz de LaBrie.

Con casi veinte minutos, el polifacético final está a cargo de “The Shadow Man Incident”, una pieza clásica y a la vez moderna en donde la banda nos llevará por paisajes sonoros, utilizando cada momento para desarrollar su narrativa y ofrecer una conclusión poderosa para el arco temático del álbum.

El combo clásico, Portnoy, Petrucci, Myung, Rudess y LaBrie, lo han vuelto a hacer. Sin duda, un disco lleno de calidad que está a la altura de las expectativas, ya que contiene todas las señas de identidad de un sonido patentado por los amos y señores del metal progresivo.

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All that we see or seem, Is but a dream within a dream. (Edgar Allan Poe)

Dream Theater es una de esas bandas que genera grandes expectativas ante cada lanzamiento, ante cada anuncio. Y para este nuevo disco esa expectativa lo era aún más grande porque había un condimento especial que tenía que ver con el regreso de, nada menos, Mike Portnoy, miembro fundador y uno de los principales compositores de las épocas de oro del conjunto formado en Boston. Desde su alejamiento en el 2010, hace casi 15 años, DT editó cinco discos interesantes, a la altura de su discografía, pero donde muchos sentíamos que faltaba algo. Afortunadamente la reunión se concretó y ahora todas las piezas están en su lugar.

Quienes pudimos apreciar el colosal show ofrecido por DT hace un par de meses en el Movistar Arena tuvimos la oportunidad de corroborar que la mística de la formación clásica sigue intacta. Solo faltaba un registro de estudio para confirmar el buen momento y una obra grandiosa como Parasomnia resultó la movida ideal.

Este flamante álbum es todo lo que podemos desear de Dream Theater. Un disco complejo, dinámico, de notable calidad sonora. Mucho tiene que ver una cuidada producción, a cargo del propio John Petrucci, quien parece tener la fórmula para ese sonido tan distintivo del quinteto. El virtuoso guitarrista no estuvo solo en la tarea, sino que fue secundado por expertos como Andy Sneap y Jimmy T Meslin. No perdamos de vista que la bella portada, obra una vez más de Hugh Syme, remite directamente al Images And Words. Nada es casualidad.

Como los grandes discos progresivos, Parasomnia se trata además de una obra conceptual. No vamos a encontrarnos con una narración en el estilo de Metropolis Pt 2, sino de canciones que, en su totalidad, abordan el mundo de los sueños. Pesadillas, sonambulismo, perturbaciones, todo forma parte de ese universo onírico que nos proponen con toda esa destreza técnica y la elegancia que los ha caracterizado siempre.

“In the Arms of Morpheus”: Cautivador comienzo instrumental para sumergirnos en la atmosfera onírica que propone la placa. Un muestrario de la destreza de cada integrante (excepto Labrie, por supuesto). Queda claro quienes serán los dominadores del sonido general del disco: la dupla Petrucci y Portnoy.

“Night Terror”: Lo primero que pudimos escuchar de Parasomnia fue esta canción adelanto, y que incluso los más afortunados pudimos disfrutar en vivo porque fue parte del setlist de su gira reunión. No sorprende su elección como primer corte pues es la esencia pura de Dream Theater, con ese equilibrio entre furiosas secciones instrumentales y las melodías de James LaBrie. Jordan Rudess también interviene para aportar un clima ominoso.

“A Broken Man”: Otro de los temas que tuvimos la chance de escuchar con anticipación. Su temática se centra en el estrés post traumático de la guerra, la imposibilidad de conciliar el sueño y las pesadillas reiteradas, recurrentes. Pasajes melodiosos se alternan con riffs más agresivos y voces afectadas. Gran trabajo de LaBrie y de John Myung.

“Dead Asleep”: Este track narra la trágica historia de un hombre que, afectado por el sonambulismo, termina quitando la vida de su esposa al confundirla con un intruso. El clima sórdido con ritmos bien marcados trasmite la amargura de la historia.

“Midnight Messiah”: La canción más pesada de la placa, también fue otro de los temas que pudimos escuchar como adelanto gracias a un gran videoclip. Como indica el manual, comienza en calma para desarrollar su energía poco a poco y explotar en el coro con un furioso machaque. El costado más agresivo de la banda que me hizo acordar al excelente Train of Thought.

“Are We Dreaming”: Luego de la tormenta tenemos como respiro este breve interludio instrumental que nos prepara para los momentos más progresivos de la placa. Funciona como un respiro para lo que viene.

“Bend the Clock”: Una de esas baladas típicas de Dream Theater, que de típicas no tienen nada. Alcanza momento de gran emotividad. El pasaje más contemplativo e introspectivo del álbum que de todos modos encuentra su lugar de manera orgánica.

“The Shadow Man Incident”: Épica y extensa, la más larga de la placa que da un uso perfecto a sus casi veinte minutos de duración. Su desarrollo, los cambios de marcha y esas progresiones de acordes que ya son una marca de la banda están presentes de manera magistral. Un cierre perfecto para el disco, para su idea conceptual y también para el regreso triunfal de Mike Portnoy. Y la frase “Wake Up” sobre el final… nos sugiere que todo fue un sueño.

Parasomnia es un álbum que recupera el foco que Dream Theater necesitaba. Como toda obra compleja demanda mucho del oyente, pero que no tarda en devolver el esfuerzo invertido. Una nueva joya del metal progresivo que tranquilamente podría ser el disco del año, al menos dentro del género, terreno en el cual no tienen quien les haga sombra.

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Lacuna Coil – Sleepless Empire (2025)
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En el día en que estoy escribiendo esto, en todo el mundo es 14 de febrero, Día de los Enamorados, o San Valentín, como también se lo conoce. Así como muchos, yo también me enamoré cuando vi y escuché a Cristina Scabbia cantar aquellas estrofas de “Falling Again”, canción con la cual conocí a la banda hace unos cuantos larguísimos años. Aquella morocha de canto suave e hipnótica fue cambiando su tono vocal, llegando hasta gritos casi de death metal, lo que la hace una de las mejores vocalistas femeninas de la historia.

Con varios cambios de formación, así como en su sonido, tenemos entre nosotros un nuevo material de los italianos Lacuna Coil titulado Sleepless Empire, el décimo en su carrera. En la actualidad, la banda está formada por Cristina Scabbia (voz), Andrea Ferro (voz), Richard Meiz (batería), Marco Coti Zelati (bajo, guitarra, sintetizadores) y un nuevo guitarrista, que se intuye que sería Daniele Salomone, quien tomó el lugar de Diego Cavallotti a finales del año pasado, aunque aún no lo han oficializado como miembro estable y en los videos no se le ve la cara.

El viaje que ha emprendido la banda con sus dos últimos álbumes ha sido interesante, sobre todo para los fans más veteranos, volviendo a ese sonido metálico más directo después de haber pasado por el gothic sinfónico, death y nu-metal, junto con rock industrial, hard y pop. Esta combinación dispar es lo que puso a Lacuna Coil en el mapa como puerta de entrada para nuevos fans alrededor del mundo.

Como muchos de los que seguimos a la banda sabemos, el núcleo de su sonido sigue siendo la doble voz de Ferro y la icónica Cristina, y todo gira en torno a ellos. Las canciones están armadas para que se luzcan en lo suyo, y eso lo hacen demasiado bien, ya que le da un toque de frescura a cada tema.

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“The Siege” abre el álbum con un aire de Oriente Medio y un gruñido de Andrea Ferro, mientras Cristina llega con un enfoque más refinado y el tema se eleva de repente a través de las teclas pesadas y la interacción vocal. Las armonías entre ambos se funden a la perfección, mostrando la extraordinaria gama y potencia de sus voces en múltiples niveles.

El segundo tema es el prelanzamiento de “Oxygen” y ofrece todo lo que los fans esperan de una canción clásica de Lacuna Coil: voces impresionantes, letras convincentes y grandes ganchos que te dejan asombrado. Los gritos distorsionados de Cristina contribuyen a la atmósfera claustrofóbica de la canción, mientras Ferro ruge en las estrofas sobre un aluvión de riffs realmente aplastantes y una percusión que taladra en sus casi cuatro minutos de duración.

“Scarecrow” ofrece un giro único de la banda, mezclando sintetizadores muy utilizados con guitarras potentes. La combinación de estos elementos te atrae, mientras que la inquietante voz de Cristina complementa el tema a la perfección.

Aparte de los mencionados, se pueden destacar cortes contundentes como “Sleepless Empire” y “Sleep Paralysis”, que mezclan sonidos ya escuchados en Delirium y Black Anima, mostrando una vez más la brillante colocación y la diversa gama de los músicos que argumentaré luego.

Llegando a la mitad del disco, nos encontramos con una pieza con un coro pegadizo que será fija en los shows en vivo de los italianos. “I Wish You Were Dead” amenaza con descarrilar toda la experiencia, ya que la canción en sí recuerda a la mayor parte de su poco querido rock radiofónico. Es un tema optimista que habla de separación y dolor, cuenta con un excelente video y es el más corto de este lanzamiento.

Sleepless Empire cuenta con dos invitados especiales: Randy Blythe de Lamb of God y Ash Costello de New Years Day, quien también hace su cameo. Ambas apariciones ayudan a elevar los temas de los que forman parte, creando momentos destacados a lo largo del álbum.

El líder de Lamb of God presta sus pulmones en “Hosting the Shadow”, y aunque comienza con algunos lamentos vocales suaves y armoniosos de Cristina, una vez más se ve complementada por muestras mucho más agresivas de sus compañeros cantantes. Randy tiene ese característico y casi áspero sonido de sus gruñidos, que realmente encaja con el estilo instrumental de Lacuna Coil, pero la forma en que Cristina lleva su voz en el estribillo, el control de sus notas, su tono y la claridad de todo ello es simplemente de lujo. Un impresionante solo de guitarra hacia el final aumenta la intensidad de la canción, convirtiéndola en una pieza realmente impactante.

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“In Nomine Patris” pone a prueba la voz de Scabbia, con escasas contribuciones de Andrea, mientras suena un riff y el bajo de Maki haciendo de base. Andrea permanece al acecho en el fondo de la canción más larga del álbum, que regresa a los italianos a sus raíces góticas, con un toque moderno gracias al palpitante doble bombo de la batería de Richard.

La canción que da título al disco combina las voces de Ferro con las de Scabbia, que se elevan en el estribillo con una guitarra melódica y una letra con una mirada crítica y contemporánea a la vida y la existencia en el mundo moderno. Consumidos por la gratificación instantánea y el aislamiento en un mundo tan conectado, la canción representa una acusación condenatoria contra la sociedad y la humanidad en su conjunto.

“Sleep Paralysis”, esta última más lenta y trabajada, es rica en profundidad musical, incluye un sucio breakdown y un pequeño y punzante solo de guitarra, que añaden un aire extra de oscura locura a la canción. Es metódica, calculada y encuentra a una vocalista que alcanza unas notas altas impresionantes, reforzando los sentimientos de frustración de la letra. Otra de las que está destinada a resonar en directo.

“In the Mean Time” llama la atención de inmediato, con una interacción dinámica entre las voces de Andrea y la colaboración de Ash. A medida que la canción crece, la imponente voz de Cristina toma el control durante el estribillo, creando un tema lleno de inmenso poder e impacto emocional.

El álbum concluye con “Never Dawn”, una de sus propuestas más pesadas. Con estruendosas guitarras, implacables golpes de bombo y un duelo de voces electrizantes, es un tema hecho a medida para los mosh pits y un final adecuadamente explosivo para el álbum. Ambas son canciones clásicas de Lacuna Coil, siendo In the Mean Time la más melódica de las dos, mientras que la de cierre es más pesada.

Hay un aire de experimentación a lo largo de Sleepless Empire, ya que la banda busca dar un giro al sonido clásico de Lacuna Coil. A fin de cuentas, no puedo decir que Sleepless Empire me haya decepcionado. Existían pocas posibilidades de que eclipsara los discos emblemáticos de sus comienzos. El énfasis en el lado más pesado de las cosas, así como el enfoque en la experimentación electrónica, han creado una experiencia auditiva consistente y satisfactoria.

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Jinjer – Duél (2025)
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El pasado 7 de febrero de 2025, Jinjer publicó su quinto álbum de estudio, Duél, a través de Napalm Records, y me atrevo a expresar en estas líneas mi opinión luego de darle no menos de cinco escuchas a este nuevo material de los ucranianos.

En 2021, Jinjer golpeó como una bomba con su predecesor Wallflower y encontró una gran cantidad de nuevos fans, además de críticos. El álbum de once pistas ofrece el sonido inconfundible de los álbumes anteriores, aunque con un peso ligeramente mayor.

Enfrentaron algunas circunstancias a lo largo de su carrera, como, por ejemplo, lo sucedido en la gira de su álbum Macro de 2019, la cual se vio obstaculizada por la pandemia de COVID, o cuando hicieron una pausa en la gira de Wallflowers en 2022 para volver a casa y apoyar los esfuerzos de socorro después de que Rusia invadiera su patria.

Debido al título y a la guerra que, lamentablemente, aún asola su país de origen, uno daría por sentado que este nuevo trabajo estaría orientado conceptualmente sobre el conflicto bélico en Ucrania. Otros grupos lo habrían hecho, pero no fue el caso de Jinjer.

Sumergiéndonos en las canciones, Duél continúa la línea del álbum anterior. La versátil voz de Tatiana Shmayluk, la intrigante batería de Vladislav Ulasevich, el refinado toque de guitarra de Roman Ibramkhalilov y las complejas líneas de bajo de Eugene Abdukhanov se unen llenos de musicalidad, emoción y provocación. El resultado es un álbum que impresiona tanto técnica como emocionalmente por ser intenso y complejo.

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La canción que abre el disco, “Tantrum”, estalla con golpes de batería, mientras la feroz voz de Tatiana gruñe sobre riffs progresivos, creando un sonido de caos controlado. En general, la canción encarna el sonido cargado de groove característico de Jinjer, que emplea los tonos limpios distintivos de su vocalista.

La siguiente, “Hedonist”, nos lleva a un terreno más familiar, al menos para los fans de los ucranianos. Es una canción típica de la banda: la primera mitad se interpreta con un juego de voces limpias y gruñidos que van evolucionando constantemente durante los minutos que dura la canción.

“Rogue” canaliza la desgarradora realidad de la lucha en Ucrania. A pesar de la intensidad, la mezcla sigue siendo digerible.

“Tumbleweed” está relacionada temáticamente con la canción anterior, ya que aborda la guerra de Rusia contra Ucrania desde la perspectiva de una persona desplazada cuyo hogar ha sido destruido y que ahora va a la deriva por el mundo, sin hogar. Cuenta con riffs lentos, a los que se suman las inflexiones vocales de Tatiana, que evocan una sensación de narración, tejiendo una historia oscura y fantástica.

Hacia la mitad del álbum, “Green Serpent” ofrece potentes melodías vocales sobre riffs pesados, mezclando elementos ásperos y melódicos para transmitir el conflicto interno de la adicción al alcohol. La letra explora la destructiva relación con el alcohol, utilizando la metáfora de la “serpiente verde“, un término usado para describir el abuso del alcohol en algunas culturas de Europa del Este.

La banda combina tanto sonidos conocidos como otros ya explorados dentro de su discografía. Cuando llega el momento de “Kafka”, encontramos un enfoque de emociones que no es nuevo y que ya se utilizó con gran éxito en Pisces (2016). La letra también es digna de mención, pues hace referencia a dos obras de Franz Kafka, uno de los escritores más influyentes del siglo XX, conocido por su capacidad para expresar emociones y situaciones complejas de una forma casi dolorosamente impactante. Jinjer consigue transmitir esta misma sensación.

El texto de esta edición hace referencia a Die Verwandlung (1915) y Der Prozess (1925). Die Verwandlung cuenta la historia abstracta de Gregor, que pasa de ser humano a convertirse en alimaña, lo que lo lleva a la alienación, la falta de hogar y el miedo. También se menciona a Josef, el personaje de Der Prozess. Esta historia describe un mundo pacífico en el que reinan la arbitrariedad y la inhumanidad. Josef es condenado injustamente y ejecutado. Todo el tema se inspira en “La metamorfosis” de Kafka y en la personalidad vulnerable del propio escritor, que ha sido descrito como introspectivo y reservado.

En “Dark Bile”, Jinjer aborda el tema de la depresión, un asunto familiar para la banda y para la cantante en particular, que también se puede escuchar en la mayoría de las canciones en forma de melodías melancólicas. Aparte del tema pesado, la canción está realizada con mucha fuerza y es sorprendentemente disfrutable de escuchar a pesar del contenido. La apertura es un asalto agresivo y directo, y la batería es particularmente impresionante, cambiando a la perfección entre compases dobles y medios tiempos, lo que añade una tensión palpable que impulsa el tema hacia adelante sin perder nunca su garra.

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“Fast Draw” es, sin duda, uno de los temas más extremos del álbum, una descarga de ritmo rápido y batería que no deja lugar a la sutileza y que recuerda al thrash y al death metal. Las voces de estilo deathcore son afiladas como cuchillas, cortando a través de la agresiva instrumentación con una ferocidad que parece casi primitiva.

“Someone’s Daughter” es una impresionante muestra de la narrativa de Shmaylyuk, que describe la lucha de una mujer en un mundo dominado por hombres. Las melodías oscuras intensifican el peso emocional, y el bello video musical rinde homenaje a mujeres históricas como Cleopatra, Frida Kahlo, Marie Curie y Juana de Arco. Al escucharla por primera vez, todo me recordó a estar escuchando esa fantástica canción a la que años atrás titularon “Pieces”.

Llegando al final quedan las últimas dos canciones. En primer lugar, “A Tongue So Sly” también trata un tema familiar que probablemente todo el mundo ha experimentado alguna vez: chismes y rumores sobre uno mismo que circulan a sus espaldas. Desde el punto de vista musical, junto a una batería contundente y un fraseo de guitarra escalonado y progresivo, este tema encarna el sonido característico de Jinjer, creado a lo largo de su carrera hasta la fecha: familiar, pero con una delicadeza mejorada.

El cierre del álbum corresponde a la pieza que también le da título. La misma incluye bombas de riffs pesados que se alternan con voces que cambian a la perfección entre limpias y conmovedoras, con gritos ásperos y mordaces.

En esta nueva placa no hay lugar para los puristas, aquellos que se quedaron en los 80s o 90s, ni mucho menos para los “true”. No se trata de un álbum que cambiará el rumbo del metal, sino del trabajo de una banda en la cima de su carrera y que, lamentablemente, ya no tiene nada nuevo que ofrecer aunque con el correr de las escuchas termina grabandose en tu cerebro.

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Crimson Storm – Livin’ on the Bad Side (2025)
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Como una tormenta cargada de riffs potentes, llega el tan esperado primer larga duración de la banda ítalo-española Crimson Storm, después de grabar un ep, un demo y algunos sencillos, Livin´ On the Bad Side hace su aparición con un poco más de media en donde la música hace juego con el nombre de la banda.

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9 canciones en donde el speed metal toma la antorcha y lleva a este disco a un nivel de velocidad impresionante, esto es como viajar en el tiempo y regresar al pasado, “Ragin´ Eyes of Darkness” es una bola de fuego a toda marcha, misma que da paso a “Outrageous” que de igual manera se siente una ráfaga de poder en ella.

Con “Nightmare Deceiver” la cosa cambia, las melodías a medios tiempos aparecen pero sin dejar a un lado la poderosa voz de Pau Correas que retumba en cada parte de las canciones del disco; Lögan Heads hace un trabajo enorme con esas guitarras que arden en llamas con cada riff; Pol Esteban (batería) y Aless Oppossed (Bajo) llegan a toda marcha con “Speed Hammerin´ Metal”, un nombre muy adecuado para este tema que te hace vibrar con los puños en alto.

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El disco es relativamente corto pero sustancioso, se puede escuchar dos veces seguidas y no aburre, al contrario, sigue sorprendiendo; la última canción titulada “Seven Days of Mayhem” es cantada en español aunque su título es en ingles, la portada del disco nos recuerda esos álbumes undergound de los ochentas de bandas de speed metal que eran tan buenos sólo por su carátula que sin conocerlos corríamos a comprarlos, así pasa con Livin´ On the Bad Side, de ver sólo su arte, lo compraría a ciegas y estaría seguro que su contenido musical no defraudaría.

Ya sólo queda esperar un segundo disco de Crimson Storm y esperar que sea igual o mejor que este Livin´ On the Bad Side que nos dejó con ganas de más y con grandes expectativas de lo que podría hacer la banda en un futuro no muy lejano.

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Harvst – Mahlstrom (2025)
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Los post black metaleros germanos Harvst vuelven este 2025 con su nuevo trabajo Mahlstrom y lo cierto es que no tenía muy claro que me iba a encontrar en el disco y si tras lo que disfruté con su anterior disco Narbenhain de 2019, los muchachos iban a estar a la altura de aquella gran obra.

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Pero una vez escuchado en repetidas ocasiones y a conciencia el disco, tengo que decir que la banda lo ha vuelto a hacer, ha vuelto a plasmar una más que interesante y notable obra, llena de matices y secretos a descubrir y que si te gusta el black metal más atmosférico y arrebatador, ya estás tardando en escucharla.

Si bien hay gente que considera a esta banda más próxima al post black metal con ciertas atmósferas, lo cierto es que poco importa cuando vas adentrándote en el disco y empiezas a descubrir lo que tiene para ofrecer, que dicho sea de paso es mucho.

Los germanos siempre han hecho gala de melodías que adornan su sonido contundente, pero que te llega sin caer en lo tedioso ni se excede en ponerle luz a un disco que no lo necesita, Harvst han sabido encontrar el equilibro perfecto entre oscuridad, melodías gélidas y emociones a flor de piel.

Ya desde el comienzo del álbum con “Mahlstrom I – Der Aufschrei des Vergangenen”, puedes ver que la banda vuelve con todo con un corte hermoso y brutal, ese punteo de guitarra inicial es una delicia para el oyente y las voces desgarradoras, llegan a emocionarte como bien podrían hacer bandas como Harakiri For The Sky o en otro estilo distinto bandas como Converge, con esa brutalidad emocional, pero inteligente.

Pero las otras seis, no se van a quedar atrás y es un disco que va ganando con cada escuchar que le des, aunque tampoco es un disco imposible o que te abruma desde la primera escucha y en esto juega un papel importante la producción del disco, que si bien es la que el mismo necesita, lejos está de ser super cruda e inaccesible, proporcionando al oyente la posibilidad de entrar en el disco casi al instante, aún no siendo un experto en el género.

Para los que ya conocíamos a la banda, como es mi caso, no me ha sorprendido el disco en este aspecto, es más creo que está muy bien y es justo lo que esperaba de Harvst, ni más ni menos.

La primera mitad del disco es prácticamente redonda, teniendo en temas como “Wahnmal” y “Laubwacht”, quizás el binomio del disco, donde se condensa lo mejor que Harvst ofrece como banda.

Ambas piezas derrochan unas melodías hermosas y cautivadoras, que si, suenan bastante modernas, pero esto no significa que no estén perfectamente pensadas para estructurar las canciones y luego sumarles las voces agresivas, generando un resultado brillante.

Y lo bueno de ambas es que duran lo que tienen que durar y no caen en el exceso de minutaje ni en la pretenciosidad de algunas bandas del estilo.

Para los últimos tres cortes, quizás la cosa se desvirtúa un poquito justamente por que la segunda parte de “Mahlstrom II – Der Abschied des Dechiffrierten”, donde colabora Nick Superchi, es un exceso, o sea se extiende hasta los 9 minutos de duración y entiendo la intención del tema, pero si hubiera durado 5 como máximo, hablaríamos de otro de los temazos del disco y lamentablemente no es así y le resta algún que otro puntito al mismo.

Si bien, el disco no es perfecto, no podemos negar que estamos ante uno de los trabajos más interesantes que nos ha dejado este primer mes del año, que está a punto de concluir y que seguramente sigamos disfrutando a lo largo del mismo.

Harvst tardaron bastante en darle continuidad a su debut, pero ahora lo han hecho y vaya si ha merecido la pena, la larga espera.

 

 

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Vukovi – My God Has Got a Gun (2025)
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Los chicos de Vukovi vuelven este año con su cuarto disco y para demostrar que tienen mucho por decir dentro de la escena alternativa de las islas y en general.

Escuchando las 11 canciones del disco, uno puede comprobar que el dúo escoces parece estar encontrando la madurez musical tras 15 años de carrera y con este nuevo trabajo, ya cuatro discos editados.

El disco se abre con “Guncho”, uno de los singles promocionales del disco y donde ya se percibe que su particular manera de entender el rock alternativo moderno sigue en plena forma. Con Janine pletórica a las voces y un estribillo que se te queda grabado desde el segundo uno, es el comienzo ideal para este cuarto trabajo de Vukovi.

Mientras que el corte que da título al disco aborda la temática de la salud mental y evidencia la honestidad brutal que este dúo siempre ha tenido, la guitarra de Hamish es bastante particular y el estribillo es otra bomba que seguro suena aún más contundente en directo.

El final es un derroche vocal impecable por parte de Janine y evidencia porque no es otra banda más de la escena alternativa en las islas, si no una de las más destacadas e interesantes.

La influencia de Bring Me The Horizon, se puede percibir en cortes como “Fall Beyond”, combinando pinceladas de rock electrónico alternativo con voces que navegan por territorios pop bien calibradas y podría haber encajado en un disco como AMO de la banda liderada por Oli Sykes.

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Cortes como el binomio “Fuc It Up” y “Misty Ecstasy”, muestran la cara más alternativa del disco, no tan potentes ambos cortes le dan al mismo el oxigeno y los ambientes que merece llegados al ecuador del álbum.

Y con “SNO”, llegamos a una de las mejores canciones del disco y hasta me atrevería a decir de la carrera de Vukovi, pone los pelos de punta escuchar la voz de Janine muy natural sin apenas efectos y con una lírica tremenda que habla de salir de la oscuridad en la que a veces nos vemos inmersos, ya sea por el entorno que nos rodea, el trabajo, la pareja e incluso la toxicidad en la que a veces nos vemos adentrados y no sabemos como salir.

Lo mismo ocurre con “Cowboy”, que habla de la vulnerabilidad que todos tenemos dentro y que muchas veces nos juega malas pasadas, pero Janine lo escribe desde el punto de vista de alguien que quiere salir adelante, tiene la fuerza para ello y hasta está en proceso de lograrlo, pero aún siente esa vulnerabilidad que le asusta y con la cual hay que lidiar a diario, simplemente hay que tener coraje y valor para hacerlo.

Así pues, Vukovi han vuelto a demostrar que son una banda en constante evolución, todavía con matices de su primera época, pero de nuevo sorprendiendo al oyente y evidenciando que su techo está lejos de ser alcanzado, aún tienen muchas cosas que decir, seguramente heridas que cerrar y este disco es un viaje por todo ese mar de sensaciones diversas que bien merece la pena escuchar y apreciar.

Mientras otros están desesperados por “Llegar y Destacar” al instante, Vukovi con cuatro discos se han establecido como una de las bandas alternativas más destacadas del Reino Unido y estamos impacientes por ver hacia donde nos lleva su siguiente obra, ya que con esta han dejado uno de los discos más destacados de la temporada en su estilo sin duda.

 

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BloodCrown – BloodCrown (2024)
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Esta es mi tercera reseña de un disco de metal argentino. No sé cuál es el motivo, pero las cosas se dieron así, y este caso tuvo ese “no sé qué”. La banda de la cual trataré esta vez tuvo la grandeza de obsequiarme su material para que dé mi punto de vista sobre su primer larga duración.

Tratando siempre de ser objetivo y de escribir lo que pienso, puede gustarme o no el material, pero lo hago con una idea clara, sin dejarme influenciar por amiguismos y sin careta. Hay “estrellitas” que, si no hablas bien de ellas o escribís algo que no les gusta leer, piden que te bajen de fechas o incluso andan llorando por redes sociales.

El disco que les traigo en esta oportunidad es el primer larga duración de BloodCrown. La agrupación está compuesta por el dúo de guitarras formado por Matías Birman y Hernán Buscaglia, quienes marcan el camino con riffs filosos y bien definidos, mientras que la base rítmica, a cargo de Facundo Schell en batería y Nahuel Ibarra en bajo, no solo sostiene sino que potencia cada composición. Nahuel también se luce como vocalista, con una interpretación agresiva que se complementa perfectamente con la crudeza instrumental del disco.

Al darle play, el disco arranca con “Hall of Madness”, una intro breve pero efectiva, para luego continuar con “Society’s Rejects”, que despliega toda la furia de los locales. Desde el inicio hasta la última canción de álbum “All Is Rust”, la banda ofrece un viaje de poco más de 45 minutos donde riffs agresivos, bases sólidas y una voz aguerrida se combinan para entregar un álbum que honra el thrash más clásico, pero con un sonido actual.

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Un punto destacable del álbum es su habilidad para equilibrar fuerza y dinamismo. Aunque la agresividad y contundencia son el eje central, las composiciones no se limitan a estructuras simples. Cada tema, a pesar de mantenerse en duraciones relativamente concisas –entre cuatro y cinco minutos–, incluye arreglos y solos que capturan el interés sin caer en excesos ni secciones innecesarias. Este enfoque demuestra que BloodCrown sabe lo que quiere transmitir: música directa, sin adornos ni “biri biri”, pero cargada de ideas y una ejecución impecable.

Entre los momentos más destacados podemos encontrar la canción que le da nombre a la banda, “Pazuzu’s Stare”, e “Into The Fire” (mis favoritas), que, en sus intrincados fraseos y cambios de ritmo, muestran la madurez compositiva del grupo.

“Conditional Freedom” arranca a toda velocidad, y llegando a los dos minutos de la canción, bajan las revoluciones, entremezclando coros intrincados y unos riffs que vuelan de aquí para allá para luego volver a toda marcha. Es una canción ideal para armar esas rondas y meterse en el pogo. Le sigue “Enter the Creepshow”, una pieza marcada a medio tempo y con un estribillo que invita a levantar los puños y cantar con pasión.

“Endless Thunder” abre paso y nos da la bienvenida con un solo de bajo para luego convertirse en una pieza al mejor estilo Anthrax de la última década.

Cabe destacar que todas las letras están cantadas en inglés y el resultado final es tan compacto y poderoso que inevitablemente te deja con ganas de más.

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Ethel Cain – Perverts (2025)
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Ethel Cain está dando mucho que hablar en medio del ascenso de la ultraderecha en los Estados Unidos. Para quienes no la conocen, se trata de una mujer trans, cantante, compositora, productora y modelo, oriunda de la Florida, que hasta el lanzamiento de este nuevo disco, venía haciendo una música que combinaba folk, rock y ambient, con un estilo slowcore de espíritu gótico sureño. Hija de un pastor bautista, fue criada dentro de una familia, una ciudad y un estado conservadores. Fue educada en su hogar, cantaba en el coro de la iglesia y aprendió a tocar el piano, la armónica y la guitarra, con una inevitable influencia devocional cristiana. En su pubertad se declaró gay y abandonó la iglesia que lideraba su padre. A los veinte años declaró su identidad femenina y comenzó su transición, además de afirmar que es bisexual y se encuentra dentro del espectro autista.

Su obra se centra en temáticas muy propias de la vida en el sur de los Estados Unidos, como el fanatismo religioso, la pobreza que se pretende digna, el abuso de sustancias, la endogamia y la violencia doméstica. Tras haber usado otros pseudónimos (White Silas, Atlas), Ethel Cain lanzó tres EPs, Carpet Bed (2019), Golden Age (2019) e Inbred (2021), y su disco debut, Preacher’s Daughter, en 2022, estos dos últimos con excelente recepción de la crítica y a través de su propio sello, Daughters of Cain. A partir de allí, “Mother Cain” empezó a congregar un culto tras su figura.

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Ahora, Cain vuelve con un trabajo mucho más oscuro que todo lo que había hecho hasta el momento (algo ya evidente en el arte de tapa), de influencias harsh noise, drone e industriales, y con una actitud pública totalmente agresiva en contra del establishment de su país, algo que está dejando muy claro con sus declaraciones en redes sociales. Denuncia la perversión de las empresas de medicina prepaga (sobre todo tras el asesinato de un CEO), del genocidio en Palestina, y de las amenazas contra la comunidad LGBTQ del nuevo gobierno americano. Quizás por eso esta nueva obra se llama Perverts. Además, como buena chica sureña, se fotografía usando rifles.

El primer track, homónimo al disco, es tétrico y extremadamente denso, con samples de voces y una reverberación corrosiva. Parece la grabación obtenida a partir de una incursión en alguna ominosa dimensión alternativa al estilo David Lynch. Luego, “Punish”, que tuvo su propio videoclip, es una melancólica canción basada en el piano, que retoma la vena dream pop que Cain domina muy bien, con esa atmósfera entre etérea y de mórbido erotismo, como una Taylor Swift con una alta dosis de heroína. La guitarra distorsionada que suena hacia el final es espesa como el petróleo.

“Houseofpsychoticwomn” vuelve a sumergirnos en otro disonante estado confusional, entre hipnótico y aversivo. Una voz espectral resuena a lo lejos, a la vez que unos susurros pronuncian un críptico mensaje. A continuación, “Vacillator” empieza con una batería de ritmo lento sobre la que luego sobrevuelan el dulce canto y una guitarra con varios arreglos de enorme delicadeza. Los tramos en los que la voz aparece duplicada son exquisitos. Nos encontramos ante una expresión de hermosa tristeza.

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Las referencias religiosas se hacen notar en el nombre “Onanist” dado a un track de piano con unos efectos que hacen que parezca provenir de un portal abierto hacia el pasado, como ecos de Erik Satie. Se incorpora el canto y después una guitarra otra vez visceral, de una opacidad pantanosa. Ethel Cain parece estar canalizando fuerzas demoníacas mediante la magia negra. Por si hacía falta explicitar la decisión de inclinarse hacia el drone, hay un track llamado “Pulldrone”: el registro sonoro de un discurso de un existencialismo asfixiante, sobre un fondo que va poblándose de ásperas texturas y ruidos punzantes. La religiosidad es un conflicto irresoluble y una fuente de sufrimiento que nutre la creatividad. En algunos tramos, el disco se torna desafiante, hay que decirlo. Puede atraer y repeler en proporciones equiparables.

En “Etienne” vuelve el piano, sonando grave, pesado, angustiante. Una melodía empieza a dibujarse sobre la pared cubierta de polvo. Un rayo de luz se vuelve notable por las partículas contaminantes flotando en el aire. Sorprenden los acordes de una guitarra acústica acompañando la carga que recae sobre cada tecla. Al final aparece un sample vocal. Vale la pena repetirlo: este álbum es una manifestación honesta, genuina, de un alma atormentada por los tiempos que corren, y eso está haciendo que mucha más gente la ame, y otra tanta la odie. Como decía Johnny Cash: “es bueno saber quiénes te odian, y es bueno ser odiado por la gente correcta”.

“Thatorchia” es un nuevo trance ácido, un mal viaje, como ver las noticias por TV o las redes sociales teniendo conciencia de clase. Ese vértigo de no saber hacia dónde ir pero desear, indudablemente, estar en otro lugar, otro mundo, tal vez. Un coro de ángeles en desgracia se lamenta por nuestra inmovilidad, o nos despide, si nos animamos a marchar. Retorna la guitarra desgarradora. Es increíble cómo algo tan simple puede sonar tan glorioso dado el contexto. “Amber Waves” es un manto envolvente de piedad marginal. La ternura del canto, el punteo sutil de las cuerdas, la ondulación suave que se va formando, llevándonos hacia la disolución con la inmensidad, como un río que desemboca en el océano. Llámenme loco, pero este disco condensa tanto significado estético, ético y político que ya se ganó su lugar en mi incipiente lista de lo mejor del año.

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The Ferrymen – Iron Will (2025)
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Con la misma alineación de 3 grandes músicos, The Ferrymen compuesto por Magnus Karlsson (Primal Fear), Ronnie  Romero (Rainbow) y Mike Terrana (Beau Nasty), lanzan su última producción titulada Iron Will, un disco muy en la línea de sus antecesores, en donde el hard rock melódico se combina con el power metal y la sinfonía, creando un mundo de notas que recuerdan el pasado de un estilo musical que cada vez cobra más fuerza en la actualidad.

54 minutos de dulce melodía, en donde la orquestación se junta con la gran voz de Ronnie que va al ritmo de las grandes guitarras de Magnus que no deja de sorprendernos; el mejor ejemplo de esto, es el tema que da como título al disco, “Iron Will” galopa con la batería de Mike mientras las guitarras se duplican creando toda una ola de melodía que parece no tener fin.

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Teclados adornan la mayoría de los temas, “Mother Unholy” tiene un intro épico, seguido de una riff poderoso, “Dreams and Destiny” es melancólico y muy armonioso, como si se tratase de una canción de Corazón Valiente, en donde el héroe se prepara para la guerra para poder vivir feliz con su amor soñado; de esta misma forma empieza “Above It All”, pero pronto llegan los medios tiempos y el mismo cobra más fuerza.

“Choke Hold” tema con que abren el disco, es posiblemente el mejor del álbum, es una combinación más que perfecta entre todos los músicos ya mencionados, es pegadizo y muy armonioso, con unos coros que se pueden tararear a la primera escucha.

El resto del disco va en la misma línea, no es algo novedoso pero tampoco aburre, esperamos que con esta misma formula, The Ferrymen sigan grabando más discos y que las ocupaciones de cada uno de los miembros les permita seguir creando este tipo de álbumes que la verdad ayudan para que este género nunca muera.

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